Por Miguel Rodríguez.
¡Qué buena siesta! A las seis y media en punto abro los ojitos, medio doy un salto al incorporarme, me siento fresco como una lechuga, la cita es a las ocho dice mi amable dragón hembra, « tu vois, mon chéri? » « Tu as raison ma chérie, les femmes ont toujours raison » digo de buen humor « je dois faire plus attention, c’est tout! » Cada vida es, por supuesto, un proceso de demolición, como dice el poeta, ¿y qué? El desgaste de la maravillosa máquina es ineluctable, inevitable, en fin, vamos… A las ocho menos cinco, frescura relativa en la atmósfera, el taxi nos deja en el hotel Chimú, que yo veo como al gran hotel Chimú de la época dorada o mejor dicho platinada, color anchoveta, siempre que vengo miro y admiro esta institución emblemática del puerto, de nuevo la brisita, la respiración y el aliento del dios mar, sus latidos, el movimiento de su cuerpo en la oscuridad, satisfecho me doy cuenta que ya no apesta como apestaba en los 70, el ecosistema se está regenerando, sesenta, setenta años han pasado, un simple parpadeo de perisodáctilo, desde el gran boom de la pesca, el primer puerto pesquero del mundo, en música los Rumbaney, los Destellos, los Pasteles Verdes, ¿era chimbotano el famoso grupo de entonces, Los Destellos?... Al pobre Banchero lo mataron con un cuchillazo… A las ocho en punto, mientras evoco las figuras epónimas de Juan Vilca Carranza y de Eugenia Sessarego, cada ciudad tiene su mitología, la del rico Chimbote está indisociablemente ligada al genio y figura de Arguedas pero también al genio y figura de Banchero y su sonado asesinato, llega un pata, me acerco y le pregunto si es Pedro Miranda, no dice, yo soy Jorge Alvarez y tú debes ser Miguel Rodríguez, qué gusto, el gusto también es mío digo, Pedro ya no tarda en llegar dice, algo conversamos, el dios mar respira y respira en la oscuridad, ya llega Pedro, ¡Hola Pedro!... Llega con otro pata pintor, llegan tres cordiales y elegantes damas, en fin, llega la plana mayor del Grupo Centenario, presentaciones, entremos, ¡mucho gusto, Pedro!...El gusto es mío Miguel, dice contento, hablé con Pancho, él me dijo que ibas a llamar para vernos, y hablando y hablando entramos a los que fueron los fastuosos locales de la época del boom, antes del boom, en los cincuenta, todo esto era playa y playa, playa limpia, arena blanca, la gente se bañaba y se bañaba, aquí sobre todo, frente al hotel Chimú, local que para mí no ha perdido un miligramo de su prestigio, de su leyenda, aquí se hospedaba Banchero cuando venía al puerto, ¿y Arguedas? Que yo sepa, le gustaba mucho pasearse a caballo por el lado de Rioseco y del río Santa… En fin, seguimos entrando, nos sentamos en el espacioso bar salón frente a las grandes ventanas frente al mar, y de pronto me doy cuenta, de nuevo, de la importancia que tuvo la gestión y la labor de mi querido viejo, fundador de la Casa de la Cultura con Demetrio Ramos Rau, en la actual marea cultural del puerto, en esas épocas jurásicas o triásicas, probablemente el cincuenta por ciento de la población era analfabeta, o semianalfabeta, todo era la plata y la pesca, la literatura y la poesía, para mí términos equivalentes, en este contexto, eran inconcebibles, pero allí estaba mi viejo con sus congéneres, sus amigos artistas, también con los letrados e intelectuales, en contacto y en movimiento, mucho me acuerdo del poeta Wilfredo Lam, de los hermanos Luna, Pietro y Mario, qué digo, del gran Pietro que no sólo era hombre de letras sino también compositor, y del gran Mario que no sólo era poeta sino también hombre de teatro, me acuerdo de su doble colega, abogado y escritor, Hugo Vargas Tello, me acuerdo del joven Oscar Colchado en el patio de la casa de Guillermo Moore conversando con él, el pino da sombra y frescura, las gallinas del corral cacarean, me acuerdo del hombre de letras y poeta Víctor Unyén que también solía visitarlo, me acuerdo del poeta Julio Bernabé Orbegoso, me acuerdo de su amistad con el pintor Arias Vera, me acuerdo del doctor Gilberto Salinas… La fundación del Grupo Isla Blanca con Colchado, yo de niño miraba y admiraba con atención y respeto esos grandes movimientos internos de la ciudad, de eso hablamos con Pedro, un poco de mi trayectoria, nosotros estuvimos el 2001 en La Cochera, en la presentación de tu libro dice, en fin, pienso, en las épocas de mi viejo esto de la poesía, esto de la literatura, esto de la cultura, sólo interesaba a pocos, ahora uno sacude una palmera de la Plaza 28 de julio y caen tres cocos y diez poetas, como dice el filósofo, qué increíble, qué cambio, qué maravilla, ¡ahora hay notables escritores y notables poetas en el puerto!... El poeta Jorge Alva Zuñe por ejemplo, el poeta Luis Fernando Cueto por ejemplo, el poeta Antonio Sarmiento por ejemplo, el poeta Augusto Rubio Acosta por ejemplo, el poeta Dante Lecca por ejemplo… Pienso y me río y me burlo de mí, obviamente también tengo mis méritos, lo único malo es que, en ciertos momentos, me las doy de bacán y la cago, ah, pero también soy atento a las lecciones pertinentes, hablamos y hablamos con Pedro, con las damas, ahora habla el pata pintor, es un aplicado intelectual de vocación pedagógica, de él reconozco haber recibido una buena lección en lo concerniente a la seriedad, la disciplina, los estudios universitarios y el estudio, precisamente por no ser serio, ni disciplinado, por haber abandonado los estudios universitarios, a veces me flagelo por esto, estudioso sí soy, pero a mi manera, por otro lado, en esto del arte jamás de los jamases hay que dárselas de bacán, ni mucho menos creerse un bacán, constato de nuevo y me río de nuevo, toma nota otra vez, futuro candidato del Reino… Hay un pata que también está en la movida, en la ola, en la marea, y, de paso, es el presidente del Club de Leones del puerto, Juan Armijo Sotomayor, discretamente Pedro me informa que es el antiguo propietario de otro local emblemático del puerto de nuestras épocas, de nuestros precámbricos, de nuestros ordovicianos, de nuestros cretáceos… ¡De la Casa del Hippie en el jirón Leoncio Prado, cerquita de la Librería La Merced y la Plaza de Armas! ¡Al lado de una super juguería! ¡En el segundo piso hay un local de billar! ¡De taco, como se dice allá!... El pata, muy amable, muy solícito, me hace una minientrevista, me filma, cosquilleos en la piel del ego, ese chancho comelón « esto va a pasar en un canal de aquí » dice el gran Juan y me presenta a los televidentes potenciales como « el famoso escritor radicado en Francia » y puedo asegurar, amigos, que sentí la famosa fama de verdad en un flash, y de nuevo quise tenerla, pero sólo en nuestros límites, entre Casma y Coishco pasando el río Santa, con eso me basta y sobra, también puedo asegurarlo… En eso, cuando de nuevo le doy un puñetazo a mi megalomanía, llega el broder Christian Becerra… ¡Christian! ¡Venga ese abrazo! Y como sólo conocía a Christian en la pantalla, en el llamado mundo virtual, visual e intocable, abrazarlo de verdad, en carne y hueso como se dice, es un gustazo, ¿el gran Delfín Morales está vivo? ¿De verdad?... En un flash me veo uno de esos memorables domingos bajo la ramada, allá, todavía más allá del 21 de Abril, rumbo a la campiña que seguro ya no existe, del restaurant recreo de Delfín, en una pléyade de adultos juergueros soy el único infante, ellos beben y juegan al sapo, yo, bueno mi yo aquel, tomo mi Inca Kola, observo… « ¡Tiene más ochenta años pero está con buena salud y vivito y coleando don Delfín! » dice Christian « ¡Ah, carajo! ¡Ya no tengo tiempo para visitarlo y darle un abrazote! ¡Mañana viajamos a Lima y después volvemos a las Galias!... Se disuelve la reunión, fotos pal recuerdo, el gran Jibe me obsequia un CD con música en honor al puerto… « Vamos a comer alguito en un chifa, broder » dice Christian, salimos, de nuevo flotamos en la brisita y en la noche, avanzamos despacio, conversando por la avenida José Gálvez impregnada con los olores de la antigüedad clásica, es decir mi pubertad… « Allá, en la cuadra cinco de Bolognesi, en tal número, nació tu papá » dice, y algo hablamos del escudo del puerto, yo estoy de acuerdo, apoyo sus argumentos, ¿cuadra cinco de la calle Bolognesi?, es una de las principales arterias de cemento del puerto, allá en la oscuridad de esta noche, está la casa primigenia de los años cuarenta, de los años cincuenta, allá estaba el taller de mi abuelo mecánico inventor de cocinas como la cocinas Primus, de pronto le copiaron la idea, allá vivía la pareja, célula de otras células, mi abuelito y mi abuelita, allá mi futuro papá jugaba al trompo, mis futuras tías jugaban al yas, a las muñecas, digo esto pero no me imagino, por ejemplo, a Julia jugando a las muñecas, allá imagino a la menorcita de la tribu y futura columna vertebral de la misma, mi tía Edith, qué increíble… Estamos en el chifa Dragón Chino de la avenida Pardo, no lejos del hotel San Felipe, Pedro, Christian, Jorge, mi hembrita y yo, pedimos sopas wantán, después una generosa fuente de tallarín saltado, un Coca Colón, hablamos y hablamos, del pasado, del presente yhasta del futuro del puerto, de todo un poco, un poco de Marsella, un poco de París, felizmente nada de Vallejo, de la Casa de la Cultura, la historia del puerto no debe olvidar a don Demetrio pienso, debe reivindicarlo, ahora veo que mi querido viejo se llevó el estrellato por ser un personaje desbocado, y también por haber muerto joven, también hablamos del Grupo Centenario y sus actividades, nosotros estuvimos presentes en la presentación de tu novela, el 2001, en La Cochera, repite Pedro y yo me acuerdo del gran acontecimiento, qué increíble sigo constatando, como dicen los budistas todo está encadenado, todo está dentro de todo, no hay cabos sueltos e independientes, sólo un gran sistema de conexiones hasta el infinito, como en la internet o telaraña internacional, en la memoria y en la vida de cada quien, y en nuestra relación con el mundo, del mundo menor con el mundo mayor, uno puede escarbar y escarbar, siempre se encuentra algo, después surgen conexiones nuevas, a veces coincide la diacronía y la sincronía como dicen los lingüistas utilizando al viejo Cronos, cierta noche del 87 por ejemplo, en Alemania, en un bar de Colonia a orillas del Rin, me encuentro con un paisano cincuentón que había conocido a mi papá, se acordaba muy bien de la Casa de la Cultura, ¡increíble pero cierto!... « Te voy a dejar unos libros » le digo a Pedro, y como Manamarie está un poco malita, pido la cuenta, y al traerla el mozo veneco… ¡Sorpresa! ¡Es un colega! « Yo también soy poeta » dice y de nuevo pienso que con esa declaración basta y sobra, el pata poeta veneco se llama Jesús Abreu, es joven y además es un poeta de nuestros tiempos cibernéticos, escribe directamente en esos aparatitos mágicos dignos de Mister Spok, me muestra un poema que leo y, al mismo tiempo, oigo hablar en chino, mi oído es capaz de detectar el idioma chino, debe ser por Wang Wei, debe ser por Li Po, debe ser por Tu Fu, los he leído en francés pero no importa, para mí es como haberlos leído en chino, claro, no sabría decir si es cantonés o pekinés, pero es chino de la China le digo a Boconcita presa de un súbito malestar pese a que no probó bocado, tranquila ya nos vamos digo, mira, esos tres jovenes que acaban de entrar son chinos de la China, y los dueños de este chifa también, te felicito por la composición le digo al joven poeta veneco, de pronto quiero darle un consejo pero como no me gusta no lo hago, en esto del arte lo mejor es descubrir cada cosa por sí mismo, pero… ¡Ojo con el exceso de adjetivación! ¡Ojo con la grandilocuencia! ¡Son consejos de Borges, adjetivador excelso, chamo! ¡Ojo con la maldita literatura!... Algo me cuenta Jesús de su odisea, el éxodo de los venecos, en bus y a pie, atravesando fronteras, llegando al puerto, hay que ser muy valiente para hacer eso pienso… Al final, no puedo evitar el consejito… ¡Escribe sobre eso, chamo! ¡La sustancia básica es la vida de cada quien! ¡Sin caldo vital no hay poesía sino literatura! ¡El tío Borges es un genio pero le faltó calle! ¡Palabra del maestro Juan Filloy! ¡Habla de tí y de lo que sientes, eso es la poesía lírica! ¡Si hablas de los otros y de los acontecimientos externos, estás en plena épica! ¡Descubre si eres Homero o Arquíloco! ¡Descubre si eres apolíneo o dionisíaco de paso! ¡Lo demás es literatura y no te la aconsejo!... Solapadamente, le bajo diez solifacios bien dobladitos en el apretón de manos, luego nos despedimos de los muchachos, abrazos, efusiones, despedida, de nuevo la dispersión… ¡Taxi! ¡A la urbanización Buenos Aires, maestro! ¡Chau, amigos! ¡Chau, noche del puerto! SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.
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