20190917

Nueva crónica del reino - doceavo episodio







Antes de volar rumbo a Trujillo, rápidamente visitamos a los Flores, entre los Ramírez y los Barreto, el doctor Barreto también era un amigo de mi papá, los dos tenían las obras completas de Lenin, las obras completas de Marx y Engels, los dos eran más comunistas, precisamente, que Marx y Engels, los dos eran eminentes abogados, yo tengo un excelente recuerdo del doctor Barreto, tenía una hermosa biblioteca, siempre nos llevaba a la playa, siempre le prestaba su carro a Jorge, tengo que darte una mala noticia dice Curry después, Jorge ha fallecido, yo siento un pellizcón en el bobo, Jorge es un pata de infancia, la señora Flores es comadre de mi tía Edith, aparece el señor Flores por la puerta del garaje, ¿Miguel? pregunta incrédulo, sí don Víctor digo, qué gustazo, nos saluda Sarita contenta, ¿y los hermanos mayores? Viven en Lima dice la señora Flores, ¿y no vienen a pasar navidad con ustedes? Qué mala suerte esta vez no pueden venir, tienen sus compromisos con sus propias familias, eso dice la señora Flores, y yo veo a David, a Rafo, a Curry y a mi estuche, somos los niños en el jardín, hay un columpio, hay gras, leaves of grass, laureles y geranios, los niños juegan con una pelota de plástico, ¡me saludas a mi comadre, Miguelito! dice la señora Flores, y yo cuando los veo después de algunos períodos glaciales, se pasean los mamuts y los tigres dientes de sable por la urbanización Buenos Aires, me pongo contento, tal es la vida o mejor dicho el río de la vida, tal es el movimiento, tal es el ciclo natural damas y caballeros, avive el seso y despierte « ¡Y también me saludas a la señorita Yuli! ¡Que se mejore! »
      Dos veloces bólidos de hojalata y de caucho, de acero y de vidrio vuelan junto a otros bólidos del mismo material por la Panamericana norte… En uno de ellos, Ross y los chicos, en el otro los dos Currys y Manamarie, cuyo saber botánico nunca deja de maravillarme… Inevitablemente, hablamos de Julia, la gran yaciente, de mi tía Edith, de nuestros recuerdos, también de nuestro presente, también de nuestros proyectos, pero  medida que el coche avanza tragando kilómetros de asfalto, y mientras ma chérie procede a una enumeración que anoto, caña de azúcar, dice, maíz, dice, árboles de palta, árboles de mango, el espectro de Julia se vuelve omnipresente… Con Julia, cierta vez, en Coishco, en la inaguración de una iglesia… Mi yo aquel tiene siete, ocho años, hemos venido en una camioneta Volkswagen de la época, propiedad de la parroquia, cinco féminas cucufatas, un homínido cucufato, el padre Ciro en carne y hueso, y yo, el cucufato en cierne, el cura potencial, el probable teólogo, el aspirante a santo… La Legión de María… La gente de Coishco es acogedora en grado conmovedor « Este es mi papachito » dice Julia al cura local, es un cura nacional « él también es legionario »… « A mí también mi tía Yuli me mandó a los curas para que me convenzan » dice Curry y se ríe… « Des bananiers, des rizières » dice Boconcita desde su planeta… « ¿Ves? » le digo « ¡Por allá quedaba Rioseco! »… Esto digo y aparece el fantasma de mi querido viejo, el otro formador desde el planeta de la cultura, de la literatura, de la poesía, de la filosofía, del arte, tal ha sido el vaivén , entre Julia y mi pata, pero en verdad no hay vaivén ahora que lo pienso, mientras ella me formaba con sus armas medievales, jamás él intervino, esperó a que yo me diera cuenta por mis propios medios, igual con el comunismo, la otra vertiente de la misma cantaleta en pro del homínido, los gringos y los rusos, ninguna catequésis… Como adivinándome el pensamiento, Curry dice « tenemos que ir al cementerio, para visitarlos »… Aquí me crispo un poco pero no digo nada… La verdad, soy alérgico a los cementerios y al culto cadavérico, lo único importante es la preservación en la memoria, en los palacios de la memoria como diría el famoso cura y brillantísimo escritor San Agustín, pero sí digo, claro que sí, y entonces me doy cuenta que Boconcita ha sido, paralelamente, la instigadora del futuro suceso, « il faut aller au cimetière, on va amener des fleurs à ton papa, mon chéri » « A Galileo casi lo queman, a Copérnico no sé, pero a Giord      ano Bruno sí lo quemaron vivo » pienso y me doy cuenta que pienso con los argumentos de mis doce años « Es un delirio colectivo originado en  una lectura equívoca de la Escritura, en la literatura, el texto literario por excelencia, no olvidemos que todos y cada uno de los libros del Antiguo y del Nuevo Testamento fueron escritos por escritores, por excelentes poetas delirantes como Ezequiel, como Juan de Patmos, por no citar sino dos ejemplos extremos » « Ahora estamos en el apogeo de la era cibernética » dice Curry « necesariamente las cosas cambian » esto dice Curry en el preciso momento que atravesamos el puente sobre el río Santa y yo, que soy un empecinado lector del Eclesiastés, « Desgracia al hombre solo » « Más amarga que la muerte es la mujer » « Vive lo mejor de esta vida pasajera junto a la mujer »… Bueno, en qué quedamos… « Hay un tiempo para todo » « No hay nada nuevo bajo el sol » « Todos los ríos van al mar y el mar nunca se llena » « Vanidad de vanidades, todo es vanidad » me acuerdo de ésto,  avive el seso y despierte, en fin, de nuevo empiezo con la botadera, esta vez de índole orográfica, nuestras vidas son los ríos, nada más evidente… « El río Santa caudaloso nace en las altitudes » digo en francés para ella  « baja desde su origen, la laguna de Conococha, atraviesa el callejón de Huaylas y se estrecha en el Cañón del Pato, desemboca en el océano Pacífico… ¡Allá! » … En ese momento me acuerdo de París con aguacero… Estamos en el studio que me legó Charlie en Barbès… Como el poeta Leopoldo Chariarse está de paso, lo invito a un ají de gallina… Estamos con Mario Wong, y si Charlie no está al menos su espectro está presente, reimos, conversamos, comemos, bebemos vino de Burdeos, don Leopoldo se chupa los dedos y me obsequia un libro… « Siempre me acuerdo de Santa, del río Santa, por allá nos paséabamos a caballo con José María Arguedas » « Yo de niño también he paseado a caballo por esas riberas con mi papá, una vez llegamos hasta el delta de aguas marrones, anaranjadas, plomas, medio verdes, me acuerdo sobre todo de los colores del río Santa cuando penetra en la mar océano » « Tu as eu de la chance avec ton papa » dice Manamarie « moi aussi d’ailleurs, mon petit papa était marin »… Más arrozales, más caña de azúcar, repollo verde, repollo violeta, flamboyanes, ¿se dice flamboyán o jacarandá?, viñedos… « Antes no había prácticamente nada en estos parajes, ahora casi todo es verde de Chimbote a Trujillo ¿ricino? » « Oui mon chéri » dice « ces plantes là c’est du ricin »… Ya estamos en la subida de Coscomba, ella admira los cerros lilas, los cerros plomos, los cerros medio verdes por el otro lado, pero sobre todo admira la arena de Coscomba, quisiera caminar sobre ese colchón de partículas y átomos de millones y millones de años.
      Al pasar frente al puerto de Salaverry, me muerde el pez de otro recuerdo « recurrente », como diría un literato, bueno, recurrente cada vez que paso por aquí. Mi estuche de aquel mezozoico debe tener cinco, seis años, el planeta da vueltas y vueltas, gira y gira, hay helechos y estegosaurios en la memoria, hemos venido en omnibús de Trujillo, esos omnibuses con caparazón de madera que mi abuelita llamaba « góndola », en este momento bajamos de la góndola cerca del muelle, ahora estamos caminando por los terrales del tiempo rumbo a un caserón de madera con techo de doble hoja, todo es de madera y todo cruje, el piso sobre todo, salitre y madera, aquí vive su hermana la tía Blanca, qué gusto de verte, hermana, pasen, dicen la amabilidad y la sonrisa de la tía Blanca, hola papacito, ¿es el hijo de Miguel, no? « Ya sabe leer y escribir » dice mi abuelita a modo de presentación y respuesta, pasen, pasen repite la tía Blanca y hasta hoy escucho su voz ese día en Salaverry, sigue resonando su voz en la máquina del tiempo, The time machine, H. G. Wells en la Panamericana norte del Reino, pasen vuelve a repetir la tía Blanca el año en que Bobby Charlton alzó la Copa del Mundo en Inglaterra. Y el coche de Curry avanza. « Oye Curry » le digo al sobresaliente oftalmólogo « ¿tú llegaste a conocer a la tía Blanca de Salverry? » « A ella no, pero sí a la tía Blanca de Chiclayo, la que bailaba flamenco, era su hija creo, pero mejor le preguntas a mi mami, ella sabe más que nadie de la familia » « El infinito bosque de la genealogía » pienso… Otra vez estoy en Salaverry, en el caserón de madera salitrosa de la tía Blanca, estoy hipnotizado mirando el cuadro de un torero en faena, el toro de lidia es negro, inmenso, brillante, debe pesar seiscientos kilos… « Ven aquí, mataperro » dice mi abuelita « da las gracias »… Sorbiendo una taza de chocolate con leche que, solícita, me ha preparado la tía Blanca, miro de reojo al torero. « El esposo de la tía Blanca era torero » digo « ahora me acuerdo, ¿te das cuenta, Curry? ¡Tenemos un tío abuelo torero! » Ya llegamos a Trujillo. Cada ciudad tiene su atmósfera, su magia, su olor. Por eso, cada vez que vuelvo a Trujillo, vuelvo al paraíso de la primera infancia, al kindergarten de la Escuela del Perpetuo Socorro, a la calle Francisco Pizarro, a la Plaza de Armas, a la pérdida traumática de mi primera pelota de cuero, a la visión del acordeón que nunca toqué pero que me estaba destinado, qué increíble, hasta hoy me pregunto por qué mi mamá quería que yo, a los cinco años, aprendiera a tocar ese instrumento, « Trujillo a été fondée par Pizarro pour rendre hommage à sa ville natale en Espagne, Trujillo de Extremadura… et puis nous avons un oncle torero, et une tatie danseuse de flamenco, voilà, ça aussi fait partie du Royaume »… Ya llegamos a San Eloy, a la calle Las Lúcumas frente al parque, mi tía Edith abre las puertas blindadas de su fortaleza inexpugnable, bueno, inexpugnable ni tanto, ahora inexpugnable, está envuelta en cemento y una telaraña de fierro, o de acero siderúrgico, antes de las rejas de fierro actuales dos veces entraron aquí esos magos, los rateros… Aparece doña Gloria, la gran asistente de la gran inválida, bajamos las maletas, abrazote y besote para mi tía Edith, nos reciben los cuerpos astrales transformados en fotografías de la época, de mi tía madrina y de mi abuelo, pasen, pasen, también hay un cuadro foto de Manuel niño y de mi estuche en forma de un niño cachetón y regordete, debe ser la una de la tarde, también el hambre transpone la puerta blindada, Ross se ocupa de todo dice Curry, ella trae la comida ya hecha, ¿te provoca un shámbar?, hoy es lunes, « lunes de shámbar » dice Ross por teléfono, se elabora la lista de platillos, pura comida norteña, sólo faltaba el tallarín con pichones de Paiján, especialidad del tío Coco… Con un oído de murciélago oigo a doña Gloria que, allá, en el cuarto junto al patio por donde una vez se metieron los rateros, le dice a Julia la yaciente, «señorita Yuli, ya llegó tu sobrino de Francia », y ella grita ¡Miguel Angel! ¡Miguel Angel! y yo grito ¡Julia! ¡Julia!... Ven le digo a Boconcita, entramos, mi tía biológica y madre putativa está convertida en un esqueletito bronceado, puro hueso y pellejo, los pies se le han torcido, debe pesar treinta kilos pero su carita de noventa siglos, por su mentalidad Julia pudo vivir en el alto medioevo, no tiene arrugas, es increíble… ¡Y esa piel bronceada, casi brillante! ¿Cómo puede ser posible si siempre está encerrada y no recibe los rayos de la gran estrella de nuestro sistema? ¿De dónde sale esa melatonina, esa carotina, ese fulgor? Pienso que la potencia mental de su creencia la ha cristalizado, es el poder de la mente todopoderosa, allí donde residen los dioses, que no sólo mueve montañas, que no sólo hace milagros, es todavía más poderosa la diosa, si Julia hubiera sido tierna de carácter y un poquitín masoquista, puedo asegurar que le hubieran salido los estigmas, pero no, felizmente está intacta su piel, le doy un abrazo delicado y besos en la mejilla y la frente, Boconcita también la abraza y besa, ahora entiendo, si no le brotaron los estigmas eso quiere decir que, al final, Julia no se identificaba tanto con el Christos, sino con María, por eso la Legión de María, ahora entiendo, la empecinada virginidad, ella que también fue bonita y tuvo pretendientes,  ninguno pudo contra el viejo YHWH…
      Nosotros queríamos ir a al paraíso de las playas del norte, sobre todo a Máncora, pero siento en este momento que debemos quedarnos en Trujillo con mis tías, sobre todo para acompañar a la yaciente, que ya casi está en Máncora, precisamente… « On reste ici, ma chérie » digo « Bien sûr, mon chéri, on reste » dice ella… ¡Y el famoso éxito que ella me predijo!... Julia, lo siento, de verdad lo siento… ¡Pero te cuento! ¡Logré algo más importante que la puta fama o el puto nobel! ¡Logré realizar mi sueño de ser poeta! ¡Logré realizar mi sueño, simplemente! « Tú puedes quedarte aquí, Ana María, puedes dormir en esa cama donde están sentados, así conversamos »… Eso dice la yaciente y recién me doy cuenta de su soledad inmensa, cien años de soledad, mil años de soledad, dos mil años de soledad, en la sala comedor hay sonidos de almuerzo, los platos, los vasos, los cubiertos… « Oye Julia » le digo « ¿te acuerdas de la tía Blanca de Salaverry? ¿Te acuerdas si el tío era torero? ¿Te acuerdas cómo se llamaba? » « Me acuerdo que ese torero murió de gangrena, el toro le pisó el pié, lo demás no lo sé, pregúntale a Edith »… ¡Curry! grita el doctor ¡Vengan! ¡Ya llegó el almuerzo! « ¿Hay alitas de pollo bien crocantes? » pregunta la yaciente « Hay un lomito saltado bien rico para tí » digo « a partir de mañana alitas de pollo crocantes, cebiche de corvina, cuy frito, en fin, lo que quieras, pide nomás, y con su respectivo copetín de vinito » « On a amené du bon vin français » dice Manamarie « que hemos traido buen vino francés » digo « ¡pero comes toda tu comida! » « Ay qué rico que cocinaba mi mamá, papacito, ¿te acuerdas? » « Vayan ustedes nomás, señor Miguel » dice doña Gloria « yo la atiendo »… Y nosotros salimos de la mitigada luz del cuarto de Julia, como frotándonos los ojos, hacia otra luz, la luz de la sala, la luz del almuerzo en familia, la luz de Trujillo en la calle las Lúcumas, este día de finales de diciembre, el día del cumple del viejo Jechu según los romanos, el solisticio de invierno en las Europas, allá, al otro lado del charco. Y después inmersión en la siesta.
      ¿Siesta, dije? ¡Qué siesta ni siesta! ¡Y con este calor pegajoso además! Digo, o mejor dicho escribo siesta por instinto, hoy, escribiendo los pretéritos acontecimientos, la belleza, la tragedia, la comedia, el daimon, daemon o demonio griego que me habita en los momentos más favorables de esta vida pasajera, es burlón de nacimiento, ese genio o genius latino tutelar, que por lo demás todos tenemos en dosis variables y en dominios diversos, ese que rige mi vida, ese que regirá mi muerte, es bromista y socarrón, siempre se las arregla para reirse de todo, precisamente hasta de la tragedia y de la muerte, en consecuencia soy el antivallejo, nada más evidente… En tragedia, por ejemplo, puede convertirse la cena navideña sino preparamos el pavo, qué digo, el pavazo, qué digo, el avestruz o ñandú de ocho kilos, sino preparamos al avestruz natalicio nosotros mismos… Por lo general, las avestruces o ñandús  son lllevados a los grandes hornos de las grandes panaderías, la mayoría de avestruces no caben en los hornos caseros, ¿y ahora quén hacemos? ¡ya no hay sitio en las grandes panaderías, están repletos sus grandes hornos navideños! dice Curry alarmado… Y yo, que he cursado, aunque sin obtenerlo por necio, por darle la contra al chef, un CAP o Certificado de Aptitud Profesional de cocina en las Galias, yo que he realizado mis prácticas de la época en los mejores restaurantes de la divina ciudad de Sex-en-Provence, y que soy muy buen cocinero doméstico para pocas personas, seis, ocho máximo, me doy cuenta que no hay problema y lo digo, si el avestruz cabe en el horno, se hace… Algo sobresalen las patas, antaño bocadillos exquisitos para Julia, así como las alas y el pescuezo, no importa, digo, claro que cabe, lo empujamos y ya, lo verdaderamente importante es el cierre hermético del horno. Voluntariosa y eficaz, Ross procede a la compra de ingredientes para la maceración, el relleno, mientras yo procedo a la depilación del avestruz, hay que desnudarlo completamente, hay que liberarlo de restos de plumas, hay que arrancar cañones, uf, y ahora que vuelvo al escenario veo que ese fue el instante de pánico, el dios Pan en Trujillo, en la urbanización San Eloy no lejos del colegio Claretiano donde estudió Manuel, no lejos de la Universidad Privada Antenor Orrego, eso hay que indicarle a los taxistas, detrás de la UPAO o frente al Plaza Vea, gracias, cóbrese maestro, y el dios Pan con sus jugarretas… ¡El horno no funciona! ¡Y los grandes hornos de las grandes panaderías están completos! ¡Incluso hay avestruces que hacen cola para ser horneadas y estén lista antes de las doce!... Aparece Curry, el antiguo Blue Demon, en el umbral de la cocina. Inspecciona. Ausculta. Diagnostica. El horno sí funciona, claro que funciona, funciona con gas, basta con un fosforito, Ross pensó que no funcionaba porque no es eléctrico como el nuestro, dice el doctor, pero no sólo es doctor, ahora es un técnico electrodoméstico, prende un fósforo y ¡Flam!... En ese momento Julia grita ¡Miguel Angel! ¡Miguel Angel! Y yo respondo ¡Julia! ¡Julia! ¿Y el pavazo? En ese momento, ya concluída la depilación, interviene el saber culinario de doña Gloria, autora de cebiches memorables « Señor Miguel » dice « hay que sacarle el tubito al pavo, el tubito de la garganta » La verdad, es la primera vez en la vida, la primera vez en el mundo que estoy involucrado en la preparación de un pavo navideño en el Reino… ¡Miguel Angel! ¡Miguel Angel! ¡Espera Julia! ¡Ya voy! Esto que aquí me enseña doña Gloria, en el universo de la cocina, no lo aprendí en la escuela de cocina francesa, de pronto porque allá no suele comerse pavo en Navidad, aquí se come salmón ahumado, ostras, faisán, foie gras, mariscos, gallo capón relleno con castañas, también pavo, pero en todos estos siglos que llevo en Francia, jamás he comido pavo relleno, eso se come allá, aquí, por eso doña Gloria me instruye, evaporación del dios Pan, mire señor Miguel, dice, sino esto no molesta a los que les gusta el pescuezo como a su tía la señorita Yuli, hay que sacarle el tubito, y al decirlo procede a un corte quirúrgico y saca el tubito-esófago del avestruz ya debidamente embadurnado con jugo de naranja, crema de ají panca, crema de ajo, sillao y aceite de oliva… Después, con la esperanza de imitar la inimitable sazón de mi abuelita, procedo a la confección del relleno con carne de res molida,con carne de chancho molida, ajo, cebolla, huevo duro, pasas, aceitunas,  nuez moscada… ¿Y el pisco? ¡No hay pisco! ¡Hay que inyectar al pavo con pisco! digo ¡Sobre todo en la pechuga! ¡Miguel Angel! ¡Miguel Angel! ¡Julia! ¡Espera, Julia! ¡Ya voy! ¡Estoy cocinando! ¡Ven y no seas malcriado! grita la yaciente con todas sus fuerzas… Caballero… Abandono la confección del relleno por unos segundos, de eso habla Julia precisamente, ella que también trató de imitar a su mamá mi abuelita, del pavo y del relleno, tienes que inyectarle pisco al pavo, mi mamá lo emborrachaba con pisco antes de matarlo, y después le inyectaba pisco en la pechuga, no salía seca, salía bien jugosa… ¡Y ese relleno tan rico que preparaba! « ¡Muchacho mataperro! ¡Muchacho pata de perro! ¡Ven! » ordena mi abuelita desde el paraíso del recuerdo… « Se necesitan tres horas de cocción, es un tremendo pavo » le digo a Boconcita, hay lonjas y perniles de Cronos para tirar al aire, ven, vamos a dar una vuelta, salimos, de nuevo atravesamos los parques en el trayecto hacia Húsares de Junín, buscamos una lavandería, pero antes saludo al ciprés, saludo a la sábila, saludo a las cucardas rojas, saludo a las cucardas blancas… ¡Arbol de granada! ¡Violetas! ¡Arbol de naranja o naranjo! ¡Arbol de limón o limonero! Regarde mon chéri! dice Boconcita, capucines jaunes, oranges grimpantes dans le grenadier! Y seguimos avanzando hacia la gran avenida, protegidos por la benevolencia de la datura, de los árboles de pimienta rosada, de las flores de frangipani, fragantes flores blancas –calcedonia–, fragantes flores amarillas –záfiro– que brotan todo el año… Gallinas cariocas cacarean en un techo, nos miran de perfil, nosotros las saludamos, hay una señora que por su habla parece de más arriba, de más al norte, de Piura como mínimo, que tiene un carrito de madera pintado de color azul pastel, que vende frutas, pepinos, granadillas, fresas, naranjas, maracuyá, uva, sandía, ya llegamos a Húsares de Junín, ese río de hojalata como dice el poeta, carros, combis, taxis, camionetas el 24 de diciembre, un río de caucho, un río de vidrio, un río de fierro, un río de carburadores, baterías, tubos de escape, radiadores, un río eléctrico, un río de tornillos y tuercas… ¡Ah, Julia! ¡Si supieras de mis hazañas en Francia! ¡Si supieras! ¡No sólo se te paran los pelos! ¡Salen volando los ruleros! ¡Y rebotan en el techo!... De todas maneras te agradezco, así como agradezco sobre todo a mi tía Edith, santa Edith, pero en otro contexto, ella que fue la columna principal, ella que a todos ayudó, mantuvo y apoyó, y  tí en especial, no seas malagradecida, Julia, el dios es amor, díle que le agradeces y que la quieres, ¡es tu hermanita menor!... Así como le agradezco a mi tía Irma por lo mismo, por el amor, por el afecto… « Ça s’appelle Husards de la bataille de Junin » trato de traducir, regimiento de Caballería Glorioso Húsares de Junín, libertador del Reino, la batalla de Ayacucho, si quieres o si te interesa después te cuento…
      Al final salió bien rico el pavo avestruz, el pavo ñandú, bien gustoso, bien jugoso pese a la orfandad del pisco, mi tía Edith prepara una super salsa agridulce y sus encurtidos incomparables, cebollas rosadas remojando en un vinagre específico, vinagre Venturo, sal y granos de pimienta, que Curry y yo devoramos en enormes cantidades, si de la cocina y de la manito de mi tía Edith se trata, Blue Demon y el Santo se transforman en ogros, qué lástima que ya no cocina, aquí estamos los ogros y las ogresas devorando el pavo, devorando el chancho a la parrilla, la salsa agridulce servida con cucharón, vino francés, vino argentino, Coca-Cola, Inca Kola, de nuevo reunidos con el clan Vega Vera, doña Carmen la suegra de Curry y Benny su sobrina que está un poco delicadita, vamos al cuarto, Julia la yaciente se sienta, tan flaquita, no la abrazo muy fuerte por miedo a romperla, la ayudamos a que se siente en su sillón de abeja reina, su ala de avestruz, está rico dice, su cucharadita de relleno, está rico dice, su cucharadita de salsa agridulce, está bien rico dice, Manamarie y yo abandonamos cada diez minutos el salón del banquete y vamos a verla, Julia ríe y delira en la máquina del tiempo, ¿un copetín de vinito francés? Claro papacito dice, le sirvo, y para nuestra gran sorpresa ejecuta un seco y volteado, « después te sirvo otro copetín » le digo « ¡pero te comes todito! » le digo chantajeándola como a los niños con el postre, y entonces ella me hace el mayor elogio que he recibido como cocinero « el pavo está muy rico, y el relleno se parece al que preparaba mi mamá, papacito » « La salsa agridulce la preparó como siempre mi tía Edith » digo « y en la preparación del pavo avestruz también intervino el talento de Ross »… Pero Julia no quiere saberlo. Para ella yo he preparado esta cena. La última cena. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.