20190227

Nueva crónica del reino - segundo episodio





Apriori. Se aconseja leer el primer episodio, antes de éste.



Por Miguel Rodríguez (el de Francia).


Hay un mozo venezolano educado, cordial, amable, gentil, muy atento, muy profesional, incluso sonriente, que nos atiende. Al cabo de un vaso de chela, de un vaso de chicha morada y una canchita para picar aquí, en el restaurante Sabor a Perú, se materializan los manjares: un cebichón de corvina con una concha de abanico, su respectivo cochayuyo, choclos y camote aparte, el arroz con mariscos –un volcán de arroz color amarillo Sibarita, en el cráter flotan los deliciosos mariscos en una salsa densa–, la crema de ají amarillo, el rocoto fresco en finas láminas, ¿más canchita? pregunta el solícito mozo veneco, también se materializa el chicharrón de pescado, el cuerpo de vidrio color caramelo de otra chela, y yo glotón sigo mirando el menú donde se lee:

Lomo a lo pobre
Arroz con pato
Arroz chaufa con camarones
Escabeche de pato

De pronto, en hablando y hablando, h      ablo exaltado del choclo, de la papa, del ají y el camote del Reino, y de los pescados, y de pronto me transporto en la máquina del tiempo a la Venezuela del oro negro, Joel y el escriba, en fin, sus estuches de aquellos tiempos vivieron en aquella Caracas cuando el presidente era Herrera Campins, que era un excelente orador, que era un gran letrado, pero como era bien gordito sus detractores burlones le decían el Cochino, nosotros vivíamos en una quinta tropical llamada La Milagrosa, el dueño Zé María es portugués, hay muchos portugueses, el viejo Rodriguez, Joseito, Carlos, otro que también es de Coimbra como Carlos y que practica la santería, el venezolano Jesús estudiante, el venezolano Pedro chofer de taxi, Castillito de Barranquilla el zapatero, ah, ¡Quinta la Milagrosa en Sabana Grande! ¡Los árboles de mango! ¡La vegetación tropical! ¡El río Guaire al lado! ¡Caracas del oro negro! Así es la vida, tal es la ley de la vida mejor dicho, antes Venezuela estaba arriba, en cuestión de ese tipo de riqueza, Venezuela era una potencia mundial de ese tipo de riqueza, el Shá de Irán visitaba Caracas, y los grandes emires de Arabia Saudita, de Yemén, y los presidentes de las naciones poderosas, de verdad era uno de los cuatro países más ricos del planeta, pero así es la ruleta rusa de la vida, la rueda ilusoria de la vida, todo lo que sube baja, en lo personal yo siempre le estaré agradecido a Venezuela, con la plata que allá gané como ayudante de zapatero me fui a dar un vueltón por Europa, para estudiar el territorio, mi objetivo era Francia, y a Francia llegué con la plata que me gané en Venezuela, mejor dicho en Caracas, nunca había tenido tanta plata, no digo con cuántos miles de dólares ladrando en los bolsillos llegué a París sino no me creen, en fin, ahora la tortilla se dio vuelta, pero ¿por qué si Venezuela sigue siendo un país riquísimo? En fin, el churrasco siempre viene con hueso, como dice el filósofo, como ya dije en lo que me concierne siempre le estaré agradecido a Venezuela y hasta tengo una deuda con ella… Y el planeta sigue dando vueltas, tanta agua bajo los puentes, tantas guerras, tantas masacres, tantos terremotos y maremotos, en fin, le dejamos un propinón al mozo venezolano. « En esta vida pasajera nada es gratis » murmura mi estuche desde la torre de control.
      Por la nochecita, unas deliciosas papas rellenas en el Sol de la Molina, conversa que te conversa, risas y risas, yo traduciendo y traduciendo, buenas noches, sueño inmediato. Al día siguiente –que podría ser éste, pero en otro hemisferio– nos despiertan los pajaritos tenores y los lastimeros maullidos de un gato. Vamos rumbo a la Huaca Pucllana, que Manamarie Boconcita quiere visitar, lo vio en el Guide du Routard, libro que se le olvidó en Francia con el apuro de la partida, son pirámides de arcilla, dice, y de pronto me doy cuenta que de las magníficas ruinas del Reino, sólo me interesa lo viviente. Es decir lo que esas moles de tierra y de piedra significan para mí, es decir si sigo sintiendo la resonancia de los ancestros, si no, no vale, pienso. En realidad, no profeso el culto de las piedras ni de los muertos. Sólo profeso el culto del alma viva de las piedras y del alma viva de los ancestros, el que quiera entender, que entienda. Pero hay mucha gente en Huaca Pucllana, hay que esperar, hace calor, sólo respiramos las pirámides, tenemos hambre, vamos a comer alguito en un super restaurante tipo italiano de la esquina. Después, de nuevo el Sol de la Molina. Sopita de pollo por la noche. Preparación de maletas pensativas. Sueño magistral sin interrupción. Ya estamos de nuevo en el aeropuerto, hoy rumbo a los encantos arcaicos y recientes de Arequipa manta, ya estamos volando por los ilusorios cielos del Reino, de pronto me doy cuenta de esto y anoto el detalle. Como el agua de los ríos y océanos, las nubes nunca son las mismas, los cielos nunca son los mismos, sólo parecen los mismos, el planeta gira y gira sobre su eje, ¿cuál eje?, en fin, da vueltas alrededor del dios sol y todo el sistema baila en la Vía Láctea, que también baila, ¡todo se mueve y baila en el espacio sideral cada segundo que pasa! Y yo que esto sé desde la escuela primaria, recién lo siento. Miro enternecido a Manamarie medio adormilada, se recuesta en mi hombro filosófico y poético, es que tanto me gusta la diversa textura y la permanente ilusión del cuerpo de las nubes, me gusta entrar en la nube gracias a la magia de volar en un palomón de aluminio, me gusta entrar en su entraña de vapor, en sus formas árticas, en sus formas de algodón, pero sobre todo me gusta la quieta convulsión de su cuerpo de vapor, y si son las nubes del Reino,  ¡mejor ! Volando y volando, pues, en los cielos del Reino. Y allá, al otro lado del charco, allá en el otro Reino, antes de viajar llamé a Pepe, voy a Arequipa de refilón le digo, el trece y el catorce, ¿y Misael? ¿Y César? Anda y busca a Misael en el espacio de la universidad San Agustín, allí cerca de la Plaza de Armas, de Cecitar no sé nada cholo, creo que está en Lima. ¿Y el Cañón del Colca? ¿Tenemos tiempo? (como si la materia inatrapable por excelencia pudiera poseerse, pienso), tienen tiempo pero hay que salir de madrugada el mismo trece, dice el poeta. Entonces no, digo, me friegan los cóndores, ya reservamos hotel por dos noches. Si van a Puno lo mejor es viajar de noche, dice, pero llegan a las cuatro de la madrugada. ¿Y Juani? me pregunta, está en Punta de Bombón digo, ¿y Chanove? ¿Dónde está Chanove? No sé dónde está el loquillo, cholo, pero anda a ver a Misael, él debe saber… Por ahora seguimos volando, estamos como suspendidos en los cielos ilusorios del Reino, en la entraña de un palomón de aluminio de la Peruvian Air Line, rumbo a los cielos de Arequipa manta. ¿Y qué será de Alejandro, allá en París con aguacero? ¿Y qué será de Charlie, qué será de Huguito, allá en Lima la horrible? Seguimos flotando y volando, ¡toma tu Inca Kola, Boconcita! No me gusta, dice, tiene sabor a caramelo, a chicle, ¿cómo que sabe a caramelo? ¿cómo que sabe a chicle? ¿Estás cojuda? ¡Toma tu Inca Kola! Ella sonríe y, de nuevo, deriva hacia el semisueño, de verdad somos turistas, yo pasajeramente transfigurado en un turista del Reino pasajero, ¿el aire que respiramos también es pasajero? ¿y nunca es el mismo ? De una manera que sólo puedo sugerir, para mí el aire es el más eterno de todos lo elementos, todo se lo lleva el viento pero el viento es eterno, bueno, eterno desde que hay vida en este descabellado planeta, tan descabellado como yo, por cierto. El Reino y lo bueno, lo malo y lo feo que ocurre en el Reino es descabellado. Yo soy descabellado. En consecuencia, yo soy el Reino. El planeta y lo bueno, lo malo y lo feo que ocurre en el planeta es descabellado. Yo soy descabellado. En consecuencia, yo soy el planeta. Manamarie súbitamente despierta, da un mordisco a su sanguchito de pollo patrio, y sonríe. La muy traidora, toma Coca-Cola, pero bueno, al final la Coca-Cola es una bebida planetaria, por decirlo así. Por algo se llama Coca-Cola, además. Por la hoja sagrada made in el Reino. Y por el árbol cola originario del Africa tropical. A propósito, Bolivia manta también es el Reino, o el Reino es Bolivia que así se llama por Simón Bolívar, por cierto. ¿Y la famosa salida al mar? Ya se resolverá, palabra del Reino. Aquí, en el Reino, los autóctonos tomamos Inca Kola por litros y litros, heladita por supuesto. ¿Cómo se llamará el genio que inventó la Inca Kola? Y así reflexionando y volando, ya casi llegamos a la belleza de Arequipa manta. ¿Qué quiere decir manta, a propósito? La enseñanza del quechua y del aymara podría oficializarse en la costa y la sierra del Reino, para quienes no lo sepan; en la selva, otras lenguas de otros ancestros. Por el momento, necesito adaptarme a la totalidad del mundo, a su respiración, a su pulso, a su corriente, puesto que soy el mundo. Pero el mundo no es como yo. El mundo me es indipensable, pero yo no soy indispensable al mundo, nada más evidente… En fin, ya basta de cojudeces, ya llegamos. Siento una felicidad muy específica hoy, al llegar otra vez a Arequipa manta. Y conversando con el amabilísimo, con el educadísimo, con el gentilísimo chofer de taxi, rumbo al hostal Bumabara donde pernoctaremos, me entero que este hombre inmortal nació en Paucarpata, y que sus padres inmortales vinieron de jóvenes con sus bultos desde Caraveli, pero que su mamá nació en Camaná. « Un taxista de Arequipa es como el ruiseñor de Keats », pienso. Y aquí estamos ahora, en este otro movimiento. En la calle Bolívar, en el número 402 exactamente, frente al frontispicio de piedra sillar. Para el sentir epidérmico del anfibio, el clima es ideal, puedo adoptar la respiración branquial o la respiración pulmonar. Como apretábamos el botón del timbre con insistencia, de pronto apareció un joven tocayo venezolano. De inmediato nos reconoció, o mejor dicho reconoció a Boconcita que tiene más pinta de turista que yo, y que había hecho la reservación por internet a su nombre. « ¿Anne-Marie? » pregunta el tocayo « ¿Qué comes que adivinas? » respondo, él se ríe, bienvenidos dice, pasen, pasen, les hemos reservado uno de los mejores cuartos, el cuarto número uno, todo en órbita pienso. Y, sin perder un minuto, ponemos en órbita el viaje a Puno pasado mañana, mi talentuoso tocayo habla idiomas y es un perfecto residente en la era cibernética, todo queda muy pronto arreglado vía internet, pago con mi tarjeta mágica, listo, aquí tienen la llave. En ese momento llega un pata chileno muy alegre y animado, se ve que está con ganas de fiesta, con él me tomo la primera chela en Arequipa, esperando la confirmación de los pasajes a Puno, de pronto nos vemos después le digo al chileno, ¡salud! Después de la ducha, Manamarie se siente feliz, relajada, sonríe y a mí me encanta su sonrisa, pero tiene hambre, qué raro, ah sí, debe ser porque no comió anoche, la verdad yo también tengo hambre, el sanguchito en el avión sabroso pero muy chiquito, y aunque respeto mis horarios de ingurgitación animal, cedo, salimos rumbo a la hora del hambre, que se materializará en forma de un divino pollo a la brasa, los pollos a la brasa del Reino, aquí, en Arequipa manta, deben ser las cuatro, las cinco de la tarde, y la hora del hambre que nos iguala a esos seres superiores, los animales, nos precipita por la calle Santa Catalina hacia la belleza entre las innumerables bellezas del Reino, esa Plaza de Armas. No hace frío, no hace calor, clima templado como dicen, y yo miro los balcones, los portales, parece que camino sobre nubes, pero seguimos caminando, ahora, antes de estos instantes nefelibatas, por la calle Santa Catalina, vemos el letrero de la universidad de San Agustín, San Agustín de las Confesiones, San Agustín de la Ciudad de Dios en la piedra sillar, allí trabaja Misael le digo a Manamarie, es un pata bibliotecario,  letrado, poeta, vamos a tocar la puerta. Toco y se abre la puerta finamente labrada, muy admirada por mi hembrita, estamos cerrando dice un señor tallado en bronce, y nosotros estamos buscando al señor Misael Ramos digo, ¿sigue trabajando aquí? Ya no dice el señor de bronce, lo han trasladado a otro sector, ¿no tiene su teléfono? ¿sabe cómo lo podemos ubicar? No sabe, bueno, gracias igual, ahora sí estamos atravesando en diagonal la Plaza de Armas cuando súbitamente pienso en el poeta Mariano Melgar, finísimo autor de yaravíes, ¡Mariano Melgar! ¡Mariano Lorenzo Melgar Valdivieso! ¡Traductor de Virgilio y Ovidio! ¡Patriota, poeta, latinista y guerrero! medio exclamo, Manamarie medio riendo me pregunta si es otro de mis amigos poetas, sí le digo, un pata de otra generación, por asociación pienso en el club de fútbol de Arequipa manta así llamado, FBC Melgar, Arequipa tiene el único club de fútbol con nombre de poeta, me había dicho Juani allá en Marsella, ¡qué increíble! ¡Qué belleza!, y seguimos avanzando. La torre de la catedral que se derrumbó cuando el terremoto del 2001, allí está, bloque artístico de piedra sillar, es otra y es la misma, Boconcita toma fotos, mira por aquí, mira por allá, ahora pedimos información a unos jóvenes, amables y sonrientes policías, jóvenes lagartos frente a jóvenes dinosaurios, sonríen y medio se disputan por informarnos, en la esquina doblan a la derecha dice uno, no, a la izquierda dice otro, aunque todo depende de cómo gire el planeta, pienso, esa calle se llama Santo Domingo, Domingo de Guzmán, orden de los dominicanos, allí está la pollería Pío Pío, donde estamos. Archi repleto el humoso y sabroso local, según Manamarie, nuestras prendas saldrán impregnadas, humeantes. Decenas, qué digo, centenas de robustos pollos nacionales ensartados en varillas metálicas, dando vueltas y vueltas sobre un fulgurante colchón de brasas, el local está repleto, clientes salen, nuevos clientes entran, nos instalamos en el segundo piso, pedimos dos cuartos, una Coca-Cola y una Inca Kola, y a los pocos segundos aparece sobre la mesa de formica una super ensalada de lechuga, tomate, cebolla, pepino y palta, y a los pocos segundos dos platos de aguadito, es demasiado para nuestros estomaguitos turistas, yo digo no gracias, brindamos con las gaseosas cuando aparecen los suculentísimos cuartos de pollo, muslo, rabadilla y encuentro, pechuga y ala para ella, y las papas fritas verdaderas, es decir con sabor a papa del Reino, devoramos y devoramos, no hablamos, seguimos devorando, Manamarie sonríe muy satisfecha, su sonrisa es algo muy fresco entre la humareda y el bullicio, entre el sonido y la furia, ambos deliciosos, de la pollería Pío Pío, allá, aquel día, en Arequipa manta.
      En ese breve lapso de dos vueltas del planeta, tres visitamos y nos alimentamos en ese lugar populoso y encantador, eternamente repleto, como si la gente se la pasara comiendo pollo a la brasa a toda hora en el Reino, desde que amanece hasta que anochece y más. Durante la segunda visita, o tal vez la tercera, el mundo me sorprendió súbitamente, apenas nos estamos instalando, dos cuartos de pollo, una Coca-Cola, una Inca Kola y una ensalada por favor, gracias, con la visión de una palmera como detrás del atardecer, no sé cómo decirlo, como si no formara parte del atardecer, como una silueta autónoma vista por la ventana del segundo piso, el oscuro penacho traído quién sabe de qué latitudes, tonalidades lilas, tonalidades anaranjadas tirando pal oro viejo, mientras dos toros dorados se embisten en otra sintonía de la imaginación… Ahora volvemos lentamente a la calle Bolívar, sobresale una fachada de hermosa iglesa como esculpida en un sector lunar de la oscuridad, entremos si quieres digo, estoy cansada dice Manamarie, ya estamos en el hostal, una chela y conversación con el tocayo venezolano, al chileno le robaron el reloj, los tenis, la plata, todo, todo no dice el chileno, pero los tenis… ¡marca Nike! Un hombre sin zapatos es como un carro sin llantas, pienso, si quieres te acompaño a comprar unos zapatos digo, o otro par de tenis, y yo te presto los míos dice el tocayo veneco, calzo cuarenta y dos, el chileno zapatón calza cuarentaitrés pero le entran, Boconcita me da un pellizcón cariñoso, el tocayo llama un taxi, breve descanso en la recámara nupcial de circunstancias, ducha, tibieza, calor, amor, de nuevo salimos al encanto de la Plaza de Armas. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.