20190902

Nueva crónica del reino - onceavo episodio








Ese mismo 22 de diciembre del 2018 apareció Kiupa Kiuper en la casa familiar de urbanización Buenos Aires. Kiupa tiene el don de la ubiquidad, no en el espacio, sino en el tiempo… En intercambio mail posterior a los acontecimientos, su saber bíblico y su mejor memoria me revelan que no es Esther la que le cortó la cabeza al general Holofernes, sino Judith… ¡Judith y Holofernes! ¡Pertinente corrección para los interesados en la magnífica biblia o biblioteca, texto fundacional! « Holofernes, ebrio de amor y vino, es decapitado por esta bella viuda judía, Judith » escribe vía Face… Otras pequeñas disgresiones y erudiciones… Según los datos de Kiupa, Esther sería la bisabuela de David, el rey poeta… Etc. et caetera… En fin… Nuestro pata Telly, antiguo capitán Pato, hoy coronel de la PIP, o mejor dicho coronta, diría riéndose que esto es botadera, de modo que Kiupa se bota, yo me boto, nosotros nos botamos… En todo caso, este libro de Esther, atribuído a Mardoqueo, libro 21 de la biblia hebraica, se parece al Libro de Tobías, aparece en algunas biblias, en otras desaparece, seguramente en ciertas biblias católicas, en ciertas biblias protestantes, en fin, la famosa Esther era una de las favoritas del rey persa Asuero… Me encuentro con Kiupa en Chimbote, en la urbanización Buenos Aires, y es como si estuviéramos en Alejandría o en Bizancio, en Jerusalén o en Esmirna, en Uruk o en Babilonia de aquellos tiempos, « eso es botadera » dice Telly riéndose,  un abrazote, dos abrazotes, tres abrazotes, le doy la mano a una tenaza, estrecho y palmoteo un sólido corpachón de levantador de pesas, de fierros como decimos, increíble, antes era flaquito, ahora Kiupa es un articulado bloque muscular, y al caminar se bambolea, conversa que te conversa, un par de chelas Corona, conversa que te conversa, aparece Boconcita, presentaciones, qué bacán dice Kiupa admirando su cabellera roja de diablesa. « Mañana vamos a ver a Manuel a la clínica » le digo « Los espero en casa » dice.
      Ahora aquí estamos, en Miramar, su hijo Valentino (nombre de filósofo cristiano gnóstico) ya es un hombrecito, avanzamos después por el pasaje Libertad rumbo a la cancha de fútbol, mejor dicho al estadio, del Alianza Miramar, entramos y salimos, yo maravillado, antes esto era un áspero terral con huecos, los arcos a duras penas parecían sostenerse, frente al Colegio Francia, caminamos, caminamos por la avenida Meiggs, el calor es moderado para esta época del año, me saludas a tu mami digo, ¿por qué no salió?, también está delicadita dice Kiupa, ¿te acuerdas?, aquí estaba AGA donde trabajaba el señor Quintana, qué será de Juan Carlos, qué será de Oscar, qué será de sus hermanas, creo que están en Lima dice Kiupa, no he vuelto a verlos desde que salimos del colegio, ya llegamos como escoltados por el calorcito y la luz del puerto, como escoltados por los simpáticos enanos del recuerdo olorosos a pescado… Avenida Pardo, presidente pretérito, esquina con el jirón José Gálvez, nombres de las calles, el nombre, los orígenes, nuestro José Gálvez puede ser el héroe del combate del 2 de mayo, pero como muchos nombres de calles del puerto son héroes de la Guerra del Pacífico, puede que se trate del hijo, también llamado José Gálvez, héroe de esta guerra con nombre de oximoron, héroe nacido en Tarma, los curiosos o incrédulos pueden consultar con esta nueva biblioteca de Alejandría llamada Wikipedia. Aquí estamos, pues. Frente al edificio de la que fue la clínica Laennec, y cuyo dueño y fundador fue mi tío Tiberio, el padre de mi otro primo hermano, Manuel Tiberio, de esto informo a mi hembrita… « ¿Laennec? » pregunta  curiosa « C’est un nom français ! » « Efectivamente » digo y empiezo con mi botadera « c’était un médecin français du XVIII siècle, l’inventeur du diagnostique par auscultation grâce à l’invention du stéthoscope, mon oncle Tiberio l’admirait, c’est pourquoi la clinique de l’époque s’appellait comme ça » « Mi tío admiraba tanto a los médicos franceses que un hermano de Manuel se llama Pasteur » Alzamos los ojos hacia el segundo piso emblemático, adonde todavía viene cuando lo gana la nostalgia mi tío Tiberio para conversar con su hijo de los tiempos pretéritos… Las ventanas como selladas con cortinaje marrón… Toco el timbre varias veces… De pronto, como surgido de la historia del jirón José Gálvez en su conflagración con la avenida Pardo, aparece mi otro primo hermano, Manuel, Man, más primo que hermano, como Curry, y con la ventaja de no ser hermano biológico, el héroe de mi infancia, el cadete del Colegio Militar Ramón Castilla, el viajero, el aventurero, el que me prestaba su escopeta de balines tan certera, el que una vez me hizo trabajar y me llevó a Lima, fuimos con su pata Carlos Maddi a un super hotel, mantequilla en bolitas, mermelada, té, café, almuerzo criollo, un super hotel tres estrellas, un abrazote, dos abrazotes, tres abrazotes, qué alegría, Miguelito dice el ex cadete, vengan, suban, esta es mi compañera le digo, mucho gusto dice, vengan, ¿qué tal, Jorge?, suban repite abriendo las compuertas de su fortaleza, la ex Clínica Laennec del puerto. « Si tienes alguna duda sobre los nombres de las calles, pregúntale a Fernando Bazán Blas » dice « ¡Espero que haya ocasión de verlo! » Boconcita admira el barnizado piso de parquet de tiempos inmemoriales, y yo pienso en los nombres de las calles… Guillermo Moore, capitán de navío peruano británico que participó en la Guerra del Pacífico… Como comandante de la fragata Independencia persiguió a la goleta chilena Covadonga durante el combate naval de Iquique,  pero su nave encalló en Punta Gruesa al chocar contra un peñasco submarino… Murió con las armas en la mano en la batalla de Arica… Alfonso Ugarte, Leoncio Prado, Ladislao Espinar, Francisco Bolognesi, Roque Saenz Peña, Carlos de los Heros, Enrique Palacios, Manuel Villavicencio, Manuel Ruiz, valeroso guerrillero de Moro, José Olaya, héroe civil nadador… Así es, son todos grandes personajes de la Guerra del Pacífico, con la excepción de José Olaya, o sea que nuestro José Gálvez, en tanto que héroe de la Guerra del Pacífico, es el tarmeño, José Gálvez Moreno… Esto pasa cuando fluye la conversación, cuando la luz externa no puede atravesar sino tímidamente el cortinaje marrón, cuando Boconcita se fija en un teléfono negro del siglo anterior, esto pasa y yo no veo al Manuel actual sino al impresionante cadete uniformado con paño azul marino, botones dorados, zapatos de cristal negro, kepí blanco, maletín, cuando llegaba del Colegio Militar Ramón Castilla a la urbanización Buenos Aires. « Vamos a almorzar alguito en el Casino Español » propongo, y al enterarse de que Manamarie no mastica español, comenta y se ríe como el chiquillo que fue cuando íbamos al Vivero Forestal con mi querido viejo « ¡No vaya a creer que acá seguimos usando plumas! Mira esta foto, Miguelito, cuéntale » Es una gran foto color sepia donde aparece nuestro abuelo, personaje fundacional de la ciudad, con unos pantalonazos de pinza que le llegaban hasta el pecho, frente a una avioneta idéntica a una cafetera voladora, junto a un histórico piloto gringo y a un pata mecánico… Boconcita parece sensible a estas entradas y salidas en el túnel del tiempo, pero lo que más la intriga es la existencia física de ese teléfono negro de la última era glaciar, cuando los ancestros asiáticos atravesaron el Estrecho de Bering… Afuera, detrás del cortinaje marrón que nos separa de la humanidad, se oye el sonido y la furia de esta esquina de Pardo con José Gálvez, en música los Rumbaney, en vóley la selección, en fútbol el José Gálvez… ¡José Gálvez es campeón!
      En el Casino Español, otro templo del puerto, cebiche de lenguado, chita frita, filete de lenguado frito, arroz con mariscos, chelas, una Coca-Cola para mi hembrita, todavía no se acostumbra a la Inca Kola digo, ça a un goût de chewing-gum, de bonbon dice ella, que tiene sabor a chicle, a caramelo digo… « Los dueños anteriores ya se jubilaron, creo que han vuelto a España » dice Man y yo, otra vez en la máquina de la memoria y del tiempo, veo al joven viajero que fue hasta Ecuador, que fue hasta Chile, de nuevo Man en el Vivero Forestal, con Man en la hacienda Lupahuari, mi yo quel tenía seis, siete años en el planeta que sigue dando vueltas… « ¡Aquí pasaron toda la vida los tíos españoles! » digo, y vuelvo a ver, en un flash, a los elegantes tíos españoles dinosaurios recibiendo el sol en el patio… « Había un local de diversión, restaurante discoteca, llamado Franco » dice Man « algunos dicen que era de españoles que admiraban al general Franco, otros dicen que era de unos asturianos y que le pusieron ese nombre para recordar a su pueblo natal así llamado, El Franco, pero igual le preguntas a Fernando Bazán Blas » Aquí, en el Casino Español, Man es muy considerado, el nuevo dueño del local, por ejemplo, le dice « señor Torres » « Me da una pena que no te imaginas por lo de mi tía Yuli » dice de pronto grave y triste, y yo me acuerdo de su mamá, mi tía Irma, mi tía madrina… « Sa maman était ma marraine » le repito a Boconcita por enésima vez, pero no me doy cuenta de que a veces  repito y repito, ella me lo dirá después… Antes de despedirnos, Man propone un vinito Navarro Correa en sus aposentos, y yo me sorprendo respondiendo, no, Man, gracias, esta noche tengo una reunión con los muchachos de la Promo, esta noche yo no puedo dice Kiupa, no importa digo, ya nos veremos cuando regrese.
      Otro acto barnizado de magia, esta noche en el puerto. Informados por Pocius, los muchachos de la promo, los muchachos de antes, los muchachos que usaban glostora y gomina, los muchachos en uniforme único camisita blanca y pantalón gris ratón, se organizan y al parecer comunican por telepatía, ya saben que estoy en Chimbote, aparece Pocius, su gran sonrisa, su afecto, un abrazote, dos abrazotes, tres abrazotes, qué gusto Pocius digo, qué gusto Durris dice, estás igualitazo, al poco tiempo viene Sergio, viene Mario, son mis patas del colegio le digo a Manamarie algo sorprendida, es que mis patas han surgido de la nada, o de pronto de algún círculo de los gnósticos, antes de llegar al Pleroma, abrazotes con ellos, la promo 78 del colegio Mundo Mejor, los estudiantes de intrépido brillo con amor y afán de estudiar, tanto hemos cambiado y en momentos como este volvemos a ser los de antes, cada quien ha seguido su rumbo como es normal, me acuerdo del hermano Kevin, del hermano Eduardo, del hermano Vicente, del hermano Clemente, del hermano David más conocido como Jaimito, del hermano Piolín, del hermano Dermoth, saco unas chelas Corona, vamos a casa de Mario dice Pocius, vamos un rato nomás le digo, es que esta noche del 23 de diciembre Curry y Ross han organizado una cena familiar estilo navidad, antes de ir a Trujillo, vamos pero no puedo quedarme mucho, entonces vamos al toque dice Pocius, vamos a casa de Mario… « Son père » le digo a Boconcita señalando a Mario « son père était un ami de mon oncle le père de Manuel, ils on travaillé ensemble à la clinique Laennec » « C’est incroyable! » dice « Et le père de Pocius, don Willi Peláez, le fondateur du Journal de Chimbote, était un ami de mon père, ils ont étudié ensemble au collège San Pedro, tu te rends-compte? » Así es. Esto está consignado en los archivos memoriales del puerto. El papá de Mario del Aguila, el doctor del Aguila, trabajó en la histórica clínica Laennec, la actual fortaleza de Manuel, o mejor dicho su fortaleza de siempre. Y el papá de Pocius estudió con mi papá en el Colegio San Pedro, así como Pocius, una generación después, así como la generaciones de árboles así la generación de humanos, estudió conmigo en el colegio Mundo Mejor. « En esta casa donde antes vivían los Villanueva ahora vive Leclerc » dice Pocius « ¡Voy a pasarle la voz! » Yo veo la fachada cambiada de la ex tienda de don Juan Chú, donde nos reuníamos antes de ir a jugar fulbito en el Country, me acuerdo de Juan y David, me acuerdo de los hermanos Alegre, me acuerdo de Jaime y de Rommel, me acuerdo de Chanta, de Lucho Mendoza, de Johnny Mendoza, de Papi Ostolaza, de Calaco, etc. etc. y adonde volvíamos después de ganar o perder para tomar gaseosas Coca-Cola, Inca Kola, Fanta, Seven-Up, Concordia, incluso Ginger-Ale, con sed de camélidos deshidratados, y después de haber bebido agua de las mangueras que riegan los jardines de la avenida El Santa… Pasa esto que cuento, flashes de la memoria, flashes fotográficos o cinematográficos… « El arquitecto Villanueva Ferrero dirigió las obras para la construcción de los cimientos de mi casa » dice mi tía Edith « Y por eso fue tan difícil sacar todo, tu casa tenía muy buenos cimientos, mami » le dice Curry… Caledoiscopio de la vieja Nemosina, los laberintos de la memoria, las películas de la memoria, los huecos de la memoria, los patios, los jardines y las urbanizaciones de la memoria… Pocius toca el timbre y aparece el doctor Leclerc, el antiguo Clota del colegio Mundo mejor, hoy abogado eminente, un abrazote, qué tal Miguel, hace mil años que nos vemos pero me reconoce como yo a él, ¡Clota! ¡Venga ese abrazote, promo! Qué tal Miguel dice, a los tiempos, así que vives en Francia, ¿en París? No digo, en el sur, en el sol del sur, cerca de Marsella « ¿Tu esposa habla inglés? » Y yo, como antes, con la jerga de antes, pienso: « mi hembrita, mi jerma, mi jermu » Otra vez la máquina del tiempo, las cáscaras memoriales, las capas geológicas del cerebelo, el desplazamiento de las masas tectónicas, el fluir de la lava, los terremotos y los maremotos… Yo hasta el día de hoy digo mi hembrita como en la jerga de aquel pleistoceno. Aquí, en la urbanización Buenos Aires, donde en los gloriosos 70 vivían las chicas más lindas del planeta que da vueltas, uno decía mi hembrita me dio roche, me chapé a mi hembrita, qué linda hembrita, y ellas, las hembritas, decían ay qué cherry, por no decir roche, la jerga del vesre, y también se utilizaba la palabra faruco para designar a un fanfarrón o a un mentiroso, me acuerdo también de la palabra monse… Mientras tanto, estamos con Clota en el espacio perfectamente confortable y refrigerado de su super carro, el doctor Leclerc prende un cigarro y le ofrece uno a mi hembrita franchute… Mientras tanto, ágiles y eficaces brazos celebratorios están poniendo cajas de chelas heladas en la maletera de la nave… «  Et pourquoi il s’appelle Leclerc? C’est un nom bien français! » El doctor Leclerc, el Clota del colegio, explica su genealogía, es descendiente de un prestigioso militar francés, pero él se siente y es, y lo dice, más peruano que la papa, que la cancha, que el maíz morado, eso dice, yo después veo que nuestro doctor Leclerc puede pertenecer al frondoso árbol de un mariscal de Francia, Philippe Leclerc de Hautecloque, héroe de la Segunda Guerra Mundial, en fin, un Leclerc llegó al puerto… El carro de Clota Leclerc avanza despacio por esa oscuridad sólo perceptible en la urbanización Buenos Aires, y más precisamente en la avenida el Santa, ahora estamos frente a nuestra cancha de fulbito en el Country… La casa de Mario del Aguila, también conocido como La Leyenda, parece haber atravesado las ilusiones memoriales del tiempo… No sólo conserva la arquitectura original, simplemente parece no haber cambiado en absoluto, ni siquiera en la pintura, está intacta en mi memoria reptiliana, parece haberse cuajado en el espacio y el tiempo… El fósil de un carro de los 70, cual pieza de museo, preside la entrada… Entramos con las cajas de chelas y yo me vuelvo a acordar de su papá, el doctor Víctor del Aguila, el principal socio de mi tío Tiberio en la clínica Laennec, en ese tiempo me parece que no habían especialistas como ahora dice mi tía Edith en una conversación telefónica, Tiberio era un médico excelente, y también don Víctor del Aguila, sabían de todo, don Víctor del Aguila me operó de la apéndice y después me asistió para el nacimiento de Waltercito, también me acuerdo de un médico malo que se casó con una hija de Tiberio, y también del doctor Rocha que era farmacéutico… En esta histórica reunión improvisada el 23  de dieciembre, chocan los vasos, las caruchas o carátulas ríen y conversan, pero no, qué digo, qué vasos ni vasos, en verdad circula un vaso único, salud Pocius, salud Sergio, salud Walter, salud Leandro, salud Sparrow, salud Leclerc, salud Mario, salud Angel, el doctor Angel Angulo promo, todos somos promo en verdad, ha venido con su hijita que canta, y Manamarie Boconcita medio boquiabierta por este ritual que consiste en beber comunitariamente, haciendo circular y circular con ritmo, a veces pausado, a veces frenético, un solo vaso, a veces alguien se demora y le decimos pasa el vaso que no es pinga, ja ja ja, puede que sea una práctica de los ancestros, la comunidad, chupemos todos juntos, comamos todos juntos, lloremos todos juntos, es una costumbre del Reino le digo a Boconcita risueña… En ese momento pienso en otras casas que han resistido a los mordiscones de Cronos y a los disloques planetarios, y que se conservan prácticamente intactas como en los primeros tiempos… La casa de los Capurro, la casa de los Bobic, la casa de los Barrionuevo, la casa de los Gutiérrez, la casa de los Torres, la casa de los Campodónico, la casa de los Quintana… « Cette maison est un modèle original » digo « il s’agit de l’architecture des années 60, rien à changé »… No lo sé con certeza, pero es muy probable que la primera urbanización Buenos Aires, llamada entonces Ciudad satélite, haya sido construída desde los 50 e inagurada a mediados de los 60, le preguntaré a mi tía Edith, ella debe saberlo, ella llegó aquí con la familia el año 67, después del Mundial en Inglaterra… Esto pienso y me doy cuenta que los Mundiales me sirven de referencia… El de Inglaterra fue el primero del que me acuerdo, y también de la serie de Boris Karloff en blanco y negro, pero el más bello fue el de México 70… ¡Perú campeón!… Tipo diez y media somos fuga, Sparrow nos lleva a casa, los muchachos han pedido dos pollos a la brasa y otra caja de chelas, el clan Vega Vera tiene la misma idea, también degustamos exquisitos pollos a la brasa, Boconcita feliz, un par de buenos vinos, es una cena pre navideña, distribución de regalos para los chicos, y ya ¡hasta mañana! SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.