Por Miguel Rodríguez.
Aquí, en Taquile, vuelvo otra vez al paraíso de la infancia, por unos segundos veo a ese niño que fui, ese que conoce de memoria los nombres de los catorce incas y que, en el futuro, asegura, será padre de catorce hijos a quienes les pondrá esos nombres de leyenda… Giovanni logra sacar, no sé cómo, a Patrick de nuestra barca, yo de niño conocía los nombres de los catorce incas le digo todo vanidoso a Boconcita, ahora sólo me acuerdo de los cinco primeros, Manco Cápac, Sinchi Roca, Lloque Yupanqui, Maita Cápac, Cápac Yupanqui… ¡Más tarde, en Don Tito Inn, consultamos internet! ¡Son nombres hermosos! Emprendemos el ascenso por una linda vereda de piedra, hacia las alturas de Taquile y del almuerzo. Los jovenes chilenos suben rápido, pero no tan rápido como Giovanni que cabalga, que sube y baja, después la pareja de argentinos, luego los colombianos de Bogotá, que también son muy jovenes, por último nosotros, Patrick y Nicole avanzan centímetro a centímetro, Manamarie saca la lengua, no puede más, el casco de plomo sigue pegado a su cráneo foráneo, Nicole se ayuda con un bastón, Patrick también avanza con dificultad, yo también, en verdad soy el último, sigo pensando en los catorce incas, también saco la lengua mientras que Giovanni sube y baja corriendo a paso ligero, ¿ya ves? le digo a mi hembrita que suda la gota gorda, que ya no quiere subir, uf, que se sienta en una piedra, ¿ya ves? ¿Por qué no tomaste tu mate de coca, carajo? ¡El el demonio de las alturas! ¡Los uros, los taquileños y los habitantes de estos lares tienen pulmones espléndidos, enormes! ¡Mira a Giovanni como cabalga! ¡Parece que vuela! ¡Cuando hay partidos en Bolivia les ganan hasta a los brasileños y a los argentinos! ¡Una vez les metieron seis a uno a los argentinos ! ¡Y cuando Maradona era entrenador además! ¡Ninguna selección del mundo ha igualado ese récord! ¡Seis a uno! « Je n’en peux plus! » exclama Patrick agobiado diez metros abajo, yo bajo despacio para decirle que no hay problema, que siga subiendo despacio, mi mujer ya no puede más le digo a Giovanni, ¿qué hacemos? Si quiere que descanse, que no suba más, yo le traigo su almuerzo dice, no digo, no la voy a dejar solita, yo la acompaño un ratito, después le ayudo a subir, vayan nomás, bueno dice Giovanni, ya vuelvo. Repose-toi un peu, ma chérie, reprends ton souffle le digo para animarla, y por unos instantes contemplo la maravillosa piel azul plateada del lago que nos rodea… En ese momento llegan a duras penas Patrick y Nicole con su bastón montañero, de nuevo constato divertido que los turistas galos somos los últimos, los otros ya llegaron, ya atravesaron la hermosa placita, ya se instalaron en una gran mesa, nos esperan, ¿nos esperan o no?, los esperamos, dice Giovanni. Boconcita poco a poco se recupera, vamos le digo, somos los últimos en subir, sigue tú le digo, yo compro dos chelas cuzqueñas en la placita, por si acaso, para compartir con Patrick, llego, soy el último en este banquete, en este gran almuerzo en las alturas de Taquile, ya empiezan a servir, Patrick y Nicole nos han reservado sitios a su lado, ¡qué luz el día de hoy en las alturas de Taquile! A lo lejos se divisan las islas en el lado de Bolivia manta. El menú es simple y exquisito: sopa de quinua, trucha frita con arroz, ensalada, yo quisiera por favor papas fritas si hay, dice Manamarie, ¡son tan ricas las papas fritas de aquí!, y también pan si no es mucha molestia, claro que hay papas fritas, claro que hay pan dice Giovanni haciendo un gesto, ¿y qué desean para beber? ¿Muña? ¿Coca-Cola? ¿Inca Kola? ¿Cerveza cuzqueña? Patrick dice non, merci, con esta me basta, yo digo sí, una para mí, por favor, todo pasa en un ambiente de luz y cordialidad, hay una super salsa de cebolla, limón y ají, las mujeres sólo devoran media trucha, tremenda trucha en verdad, vengan esas truchas decimos nosotros en duo, reimos, devoramos los filetes de trucha-truchón, una buena cucharada de salsa picante, conversamos y reimos de la hidrofobia de Patrick, de su hijo que ya no quiere volver a Francia, en las alturas celestiales de Taquile, rodeados y como protegidos por la masa fosforescente y azul del lago. En ese momento, un pensamiento vuela hacia el cuerpo astral de mi pata el poeta yatiri José Luis Ayala, recordando algunos episodios en el lado de allá, allá en París con aguacero.
De regreso por el hermoso y serpentino camino de piedra, fotos por aquí, fotos por allá. Fotos en el portal. Fotos junto a un joven centenario que teje y chacta coca. Abajo, en el muelle, vemos llegar otros barcos de turistas, que ahora suben. El « Zumaya » y el capitán Saturnino nos esperan. Al cabo de una hora, de nuevo espesas y oscuras nubes en el cielo, luego lluvia fina hasta Puno. Del muelle al Don Tito Inn, llueve y llueve, nos deja el taxi bajo la lluvia, no tenemos paraguas, hoy no salimos, una pequeña excursión al frente, a esa moderna versión del paraíso del consumo, un eslabón de la cadena de los mall Plaza Vea en el Reino, donde adquirimos materiales para la construcción de unos sándwichs estilo Francia, pan, jamón, queso, en el hostal, Manamarie con su Coca-Cola, yo con mi chela, estamos cansados, el dios sueño llega rápido, bonne nuit, ma chérie, y nos envuelve.
Cuando llega el desayuno que pedimos a las seis y media, de nuevo le digo toma tu mate de coca, es un sabor extraño dice, es un sabor desconocido digo, pero toma tu mate para que te sacudas del casco de plomo, ya basta de tanta pastilla. Eso digo pero al bajar estoy a punto de comprarle unas pastillas para el soroche, que no existe en la farmacopea francesa, para la disolución del plomo… en ese momento llega el taxi, el taxi señor, muchas gracias digo, vamos al terminal o terrapuerto le digo al taxista, es que hoy viajamos a Cuzco, muy bien llamado el ombligo del mundo, era la capital del único imperio conocido de entonces, hoy debería ser la capital oficial del Reino, o al menos una capital paralela, una capital del patrimonio cultural, por ejemplo.
Manamarie, siguiendo el buen ejemplo de una amiga francesa que también estuvo por estos lugares del mundo, quería realizar el trayecto a la capital del imperio en un bus turístico, muy interesante por cierto, diez, doce horas de pueblo en pueblo, pero no tenemos tiempo, Cronos es despiadado, cada segundo que pasa le da un mordiscón a sus hijos, las horas, los días, las semanas, los meses, los años, los siglos, los milenios… No tenemos tiempo y se presenta un problema. Cada vez que esto ocurre en mi vida, yo me digo, una raya más al tigre, de tanta raya al final ya no hay sitio para otra en el felino amarillo naranja tigre, que se transforma en pantera, la verdad ahora parezco una pantera negra, de modo que no hay problema, Boconcita, a ver, ¿cuál problema? En la medida de que siempre hay una solución, o que no la hay, ¡tampoco hay problema! ¡La solución o su ausencia anulan el problema! En verdad, no hay problema, hay un problemón en el terrapuerto de Puno, se ha cancelado el viaje a Cuzco de las ocho y media de la mañana nos informan para pánico y desespero de nosotros los turistas que ya tenemos todo programado. « Est-ce qu’il y a des gilets jaunes au Pérou ? » me pregunta sorprendida, ¿chalecos amarillos? ¡Ah! ¡Si supieras! ¡Chalecos rojos! ¡En los años ochenta hubo aquí, en el Reino, tremenda guerra interna! En todo caso, volviendo a los tiempos actuales, es decir de pasado reciente, nos informan que los chalecos amarillos locales han organizado una gran huelga, han bloqueado las carreteras, señor, dice el funcionario de Cruz del Sur, si se soluciona la huelga hoy, el próximo viaje es a las diez de la noche, Manamarie se desespera y desespera, ¡si no viajamos hoy no podremos ir a Machu Picchu! ¡Además ya tenemos reservada una habitación en el hotel Qolqampata de la ciudad imperial! Yo le digo, tranquila, china, a ver, ¿cuál es el problema? ¡Nos vamos en avión! Sí, dice el funcionario, hay un vuelo a la una, y en Cuzco les devuelven el monto de los pasajes… ¿Ya ves? ¡Un vuelo sale hoy a la una de Juliaca! Hay turistas alemanes, turistas islandeses, turistas italianos, turistas gringos, turistas franceses y yo, el anfibio, cuando como por arte de telepatía todos estamos de acuerdo, la única solución es el avión. La que se ha movido mucho y ha hecho múltiples preguntas y gestiones, es la esposa del pata gringo. Como tiene pinta de sudaca, le pregunto si es colombiana, no parece local aunque de todo hay en el Reino, es alta y blanquiñosa, ¿colombiana?, no, dice, soy peruana, bueno, he nacido en el Perú pero en verdad soy americana, norteamericana le corrijo de inmediato, bueno, sí, norteamericana, tengo la nacionalidad de ese gran país gracias a mi primer matrimonio. En ese momento, Boconcita medio saltona me habla en francés. ¿Tu esposa es francesa? me pregunta, sí le digo, yo hace muchos años que vivo en Francia, entonces eres francés dice, quieres decir si tengo pasaporte francés digo, no, no tengo, me basta y me sobra con la nacionalidad de la tierra donde abrí los ojitos al mundo, ella se hace la que no entiende… los italianos dicen que debemos ir a la agencia de viajes Latam en el jirón Tacna, dice de pronto Boconcita, vamos rápido, todos están al corriente, salimos veloces del terrapuerto, al jirón Tacna 299 le digo al taxista, y aquí estamos, frente al Bar Delirium Tremens.
Somos los primeros en llegar, bueno, los segundos, mágicamente los islandeses llegaron como teletransportados, ¿cómo hicieron?, en fin, aquí estamos, después llegan los otros, los alemanes, la pareja de gringos llegan en tercer puesto, es como una competencia, se trata de llegar primero o de eliminar a los otros, de pronto en el palomón de aluminio no hay sitio para todos, ahora llegan los italianos, por último una pareja de franceses. La agencia Latam de nuestra salvación abre sus metálicas puertas a las nueve, son veinte para las nueve, disponemos de veinte minutos eternos, ella quiere fumar, anda pídele un cigarro a tu paisano le digo, es que el pata francés fuma Marlboro tras Marlboro, pero mi mujercita prefiere fabricarse uno, empieza a fabricárselo, unos chiquillos la miran divertidos, seguro creen que se está armando un troncho, ma chérie algo nerviosa, felizmente yo me siento tranquilo, la serenidad es un requisito de supervivencia en el Reino, y en cualquier sitio por lo demás, aquí todo puede variar por sorpresa, como la anulación del viaje, pueden variar hasta las nociones del espacio y del tiempo, esas entidades más mentales que otra cosa. Estamos instalados en el espacio y hacemos tiempo, pues. Los turistas foráneos parecen en hervor. Si uno junta a gringos y europeos, surge un magma multicolor de nervios. Tranquila, ma chérie, tranquila, no pasa nada, ya verás que hoy viajamos. En ese momento, aparecen unos paisanos más despreocupados qu’el carajo, nada más lógico, ellos no tienen ningún apuro, ninguna urgencia, o si la tienen no se les nota, al parecer los paisanos también viajan, se ponen a la cola. Seguimos esperando. Y como el demonio de las alturas sigue martillando y pulverizando el cráneo de mi hembrita, la abrazo, le doy un besito, tranquila china, ya te pasará, te lo prometo. Mi mujer es francesa le digo a uno de los paisanos que viene a ver si abren, le ha dado el soroche, la diablada de Puno baila y zapatea en su cabeza… « Pásale un huevito, paisano. Y después la frotas con un cuy marrón » El sabio y simpático paisano, que al final no viaja, desaparece aspirado por jirón Tacna de aquel día. De pronto me doy cuenta. Metafóricamente, recurriendo a imágenes que pertenecen al acervo del Reino, me ha dado una receta de tipo sexual, y me rio fuerte celebrándolo, qué pendejo. Pourquoi tu rigoles ? me pregunta sorprendida, c’est rien ma chérie, ça me fait rire, c’est tout, ya te pasaré el huevito, ya te frotaré con el cuy marrón. Mientras tanto, el pata gringo realiza mil gestiones con su celular, según su esposa orgullosa ya está comprando los pasajes por teléfono, el pata gringo bien alto, medio pelirrojín, con lentes y gorrita, mastica muy bien el castellano, llama y llama, aparece y desaparece, ah carajo digo, bueno, lo más importante es que viajemos todos, ese tío es un cochino dice la paisana gringa, escuché lo que te dijo, pero yo me sigo riendo, eso forma parte de nuestra cultura le digo. De pronto pienso, de nuevo, en esas personas que vemos sólo una vez en la vida, y que no volveremos a ver jamás, como el tío pendejo, pero cuyo recuerdo brilla en nosotros por algún detalle, son como los amigos de los instantes pasajeros de alguna máquina del tiempo, o de pronto los hemos visto, los hemos conocido y hemos conversado con ellos en vidas anteriores, como los budistas, o como Pitágoras que se acordaba de todo, hasta de sus vidas anteriores. En ese momento, otra agencia de viajes, en la esquina de enfrente, abre puertas, voy corriendo a ver le digo a Manamarie, tú espera aquí. Apenas la empleada se sienta, pregunto por el precio de los pasajes, como estoy pendiente de lo que pasa enfrente no me siento, y hay un solo asiento frente a la empleada, además hay algo que no entiendo muy bien, hay que pagar un suplemento, ¿por qué motivo?, en fin, es un asunto de maletas, medio dudo un instante, ¿los compro o no los compro? ¿O espero que Latam abra puertas?, en ese momento, muy veloz y como por sorpresa, llega la paisana de nacionalidad norteamericana, cuyo esposo ya estaba dizque comprando pasajes por teléfono, se instala sinvergüenza cuando yo estaba por sentarme, pasó tan rápido que cuando me di cuenta ya estaba sentada, oye (cojuda) qué te pasa le digo, ¿no ves que yo llegué primero? ¿Soy el Hombre invisible o qué?, ay señor dice, es que lo nuestro es muy urgente, tenemos que llegar hoy mismo, ¡ya tenemos reservación en un gran hotel de Cuzco!, por favorcito… En ese momento veo llegar al pata gringo con su mochilaza, cargando la mochilaza de la esposa perucha reencauchada, que de pronto se para, y se instala el gringo en mis narices, ni siquiera saluda, ni dice permiso, ni dice disculpe, soy en verdad el Hombre Invisible, ya conversa, ya compra los pasajes caros, ya paga el suplemento, todo con una super tarjeta de platino además, ¡un mochilero con tarjeta mágica de platino! ¡Qué conchudos! En una fracción de segundo, casi se me sale el indio, pero como mi indio es una especie de Hulk, logré felizmente retenerlo. « Atiende a estos norteamericanos » le digo a la empleada. En ese momento llega Boconcita, que es bien mosca y se ha ganado con el pase. « Laisse tomber ces idiots, viens mon chéri, il y a une autre agence en face, Latam ça ouvre pas, ils sont en retard, viens… Y yo sigo como cojudo por la rapidez de la maniobra y la dimensión de la conchudez, del atropello mejor dicho, bueno (par de huevonas) digo, nos vemos allá. El pata gringo de pronto mosca se voltea, para ver si yo no tengo entre manos un bate de béisbol, o un palo, o un machete, vamos ma chérie digo, qu’il aille se faire enculer par un black, sans vaseline bien sûr, elle non, ça pourrait lui plaire, allons-y ! Ahora, gracias a la velocidad e intuición de Boconcita, estamos en la agencia de enfrente, donde, por fin, al cabo de múltiples maniobras, compramos los pasajes pal cielo de Cuzco y de Machu Picchu, uf, ¿ya ves?, a las once hay un minibús que sale rumbo al aeropuerto de Juliaca, dice la simpática empleada, vengan, es aquí mismo, aquicito, yo los llevo, el transporte cuesta quince soles por persona, que les vaya bien, ha sido un gusto conocerlos.
El colerón, o sea la violencia, me llega de nuevo con efecto retardado ahora al escribir los acontecimientos… O sea que ellos tienen que llegar… ¡Un gran hotel en Cuzco! ¿Y los demás, o sea nosotros, o sea los otros, acaso no tienen, no tenemos que llegar también? ¡Ellos son prioritarios! Ah oui? La violencia, de pensamiento, palabra o acción es algo terrible, pero también es una gran fuerza, de pronto es la principal fuerza de la naturaleza. En ese momento, no vi mi violencia como ahora la veo, ¿soy violento? ¡Claro que soy violento! ¡Todos somos violentos! Pero también soy capaz de simpatía, de gentileza, de bondad, de generosidad, de afecto, de amor, de amistad, de modo que soy un bicho doble. Luz y tiniebla. El ser humano, el bípedo implume, esto que somos en carne y mente, ese, aquel, tú y yo, nosotros, nosotros los que somos capaces de escribir los evangelios y de construir campos de exterminio para nuestros semejantes, como dice el maestro Ernesto Sábato, nos damos cuenta… Pero si ahora escribo esto es porque está consignado en mi Moleskine de aquellos momentos, cuando mi violencia ya veía trepanados a los gringos, y sin anestesia por supuesto. ¿La paz? ¡Las huevas! ¡Sólo existe la guerra a cada momento! ¿El mundo es violento? Si digo, precisamente, « el mundo es violento », estoy diciendo « yo no », y saco cuerpo. Pero no. ¿Cómo puede ser violenta esa entidad abstracta, el mundo? El violento soy yo. Si soy violento de pensamiento, soy el peor de los violentos. Cada partícula, cada neurona y cada iota de mi violencia participa en la violencia del mundo, que es mi cuerpo, puesto que yo y tú somos el mundo, ma chérie… ¿Viste lo que le pasó al pata chileno, que debe llevarse el peor recuerdo del Reino violento? Como tenía su orgullo, como todos lo tenemos, que es una ilusión y una cojudez pero eso no importa, salió en la madrugada después de atraco, para vengarse en la oscuridad, ya tenía tennis nuevos, y como ya tenía dos chelas adentro, salió a buscar a sus agresores, obviamente no los encontró, pero de nuevo un pata en la calle lo agredió, no seas huevón chileno le decía, tú dormías, emitías tiernos e intermitentes ronquiditos, pero yo escuchaba, véte, véte que si te ven primero te cortan los huevos y después te matan, véte, decir eso y así es infinitamente violento, véte y ya no jodas, ya te robaron, si eres caballero véte, y después lo mandó, violentamente, a la concha de su madre. Yo sufría oyendo eso, ma chérie, aquella madrugada víspera de nuestro viaje a Puno, allá en Arequipa manta, allá, en el Reino.
Ahora, todavía para aliviarme del colerón, me acuerdo de una suma o cantidad de actos mágicos o coincidencias que permitieron nuestro desplazamiento a la capital histórica. Como la víspera no fuimos al restaurante turístico por motivos climáticos, en mi bolsillo de turista ladraban trescientos solcitos. Saliendo de Plaza Vea le digo a Boconcita, saca plata ma chérie, saca plata por si acaso, pero el cajero sólo escupió cuatrocientos solifacios, se trata de un sistema de seguridad para las tarjetas mágicas del extranjero, me explica Joel después, allá en Limonta. En la agencia donde fuimos muy bien atendidos, no pudimos pagar con la tarjeta mágica por problemas de conexión informática. « Vamos a sacar plata en efectivo y volvemos » dije. En verdad, el tiempo « apremiaba » como se dice, y uno no sabe qué tienen qué ver los premios en ese verbo, en fin, el minibús sale a las once, ya son las diez pasadas, cabalgamos por las calles de Puno rumbo a un cajero automático, el Banco Continental, uf, ¡pero hay cola y el tiempo pasa y todavía no hemos comprado los pasajes! ¡El tiempo, esa divinidad primordial! ¡Es Cronos-Saturno! ¡El viejo filicida siempre devorando a sus hijos! ¡Ya son las diez y media! ¡Y nuestras tarjetas mágicas no funcionan en el cajero! ¡Es un problema de conexión! « Tenemos setecientos soles » súbitamente pienso « hay que apurarse » digo. Los pasajes cuestan 620 soles, de modo que somos ricos, nos sobran ochenta, apúrense sigue diciendo la muy amable señorita de la agencia, si no suben a este minibús pierden el avión, o si no tienen que ir en taxi hasta el aeropuerto, ¿cuánto cuesta el taxi ? pregunto angustiado, « entre ochenta y cien soles, señor », pero no te preocupes ma chérie digo, plata tenemos, lo que no tenemos son soles, no tuvimos la precaución de cambiar los euros, allá en Cuzco arreglamos todo, apurémonos, vámonos, uf. Casi corriendo llegamos al minibús que ya calienta motores, pero el desgraciado estaba completo. « Hay una pasajera que no va » dice de pronto la señorita de la agencia. En ese momento, vemos que bajan del vehículo las maletas y maletones de la turista malhumorada, centroamericana por el acento pero no sé de dónde, y que también enarbola un pasaporte gringo, pago rápido y subimos, el minibús arranca, uf. La pareja de franceses que hace poco vimos haciendo la cola, aquí están… ¡Hicieron la misma maniobra que nosotros! Ça va? Ça va, et vous? Merveilleusement, digo, nos vamos pa Cuzco. El minibús repleto avanza por las calles de Puno, que son las calles de la memoria, por fin, rumbo al aeropuerto Manco Cápac de Juliaca. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.
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