20190710

Nueva crónica del reino - noveno episodio



O.





Ese día 21 de diciembre del 2018, irrupción de una nueva coincidencia o acontecimiento digno de magos, precisamente cuando salíamos de aquel super mall Plaza Vea, paraíso del consumo relativamente cerca del Sol de la Molina… Como Boconcita quiere comprar cigarros, regresamos, ¿por qué no lo dijiste?, vamos a la misma caja por donde salimos, aquí estamos, ella compra sus Lucky Strike, cuando escucho… ¡Miguel! ¡Coño! ¿Y a quién veo? ¡A José Antonio de Caracas! ¡A José Antonio el veneco del apogeo del oro negro! « ¿Ves cómo la vida da vueltas, Miguel? ¡Antes todos los latinoamericanos venían a Venezuela y ahora no nos quieren! » « ¡Y los españoles! ¡Y los italianos! ¡Y los portugueses! ¡Hasta los gringos, los franceses y los ingleses! ¡Y los centroamericanos! ¡Los dominicanos y los cubanos!  El ser malagradecido es lo peor que pueda ocurrirle a un ser humano » digo, yo estoy agradecido con Venezuela para siempre, pero de inmediato me doy cuenta, las nuevas generaciones no pueden saber de eso, cuando digo Caracas del oro negro hablo de los años setenta y, apenas, de los dos primeros años de los ochenta, hasta la caída brutal de aquel viernes negro… ¡Coño! exclama José Antonio ¡Qué sorpresa!... « Veo ahora como en un sueño de los buenos la Plaza Bolívar, el Capitolio, el Arco de la Federación, el Teatro Municipal, la Casa Amarilla, el Panteón Nacional, los altísimos edificios modernos, uno que otro rascacielo, el circuito de autopistas, el edificio de la CANTV, la torre de La Previsora, los bloques del Silencio, el rascacielo medio tubular y ultra moderno donde vivían el Garoto y el Che Carlitos » « Este chamo es peligroso » le dice José Antonio a Joel « ¡Lo conocí en Caracas! »…Es una novela que comencé a escribir sobre aquella época, José Antonio de Caracas y de Venezuela, si la termino te la mando a tu dirección mail… Aquí está José Antonio riendo como un caraqueño de la época dorada, preguntando si hay fiesta, o un gran almuerzo, otra vez será, sólo nos dimos un abrazote, hablamos un par de cosas, no hablamos de la tía Esther ni de José Alejandro, chau chamo, un gusto de verte, igual le digo, te cuento que me la gocé cual debe la Caracas aquella, gracias, Venezuela… Pero ¿qué hacía José Antonio ese día en el Plaza Vea? Como nosotros, estaba de compras, nada más, fue un encuentro tan fortuito e improbable, o increíble, o mágico, como el encuentro en Lima centro con el poeta Jorge Ita Gómez… ¡Ya habrá ocasión, José Antonio! De regreso al Sol de la Molina, nos recibe la sonrisa de la prima Doris, ha venido para vernos y saludarnos… En la película de unos segundos, de nuevo veo a un muchacho, mi estuche de entonces, tocando la puerta de la tía Juana, allá, en aquel Zárate del tiempo y de los vientos! ¡Lo que el viento se llevó! ¡Como a la Caracas del oro negro! ¡Los escobazos del gran viento! ¡Es que ya pasaron cuarenta vientos!... Mi yo aquel aún no había cumplido diesciocho años, comenzaba la gran aventura pero entonces no podía saberlo, esos vientos que me llevaron primero a Venezuela y después a Francia, toco la puerta, tengo una maleta y una caja de cartón con libros, vengo de la parte de mi mamá digo,  pasa hijito, dice la tía Juana… ¡Venga ese abrazote prima Doris! Ahora, pensando en eso, de nuevo veo el bosque de las genealogías, el árbol paterno y el  árbol materno, los frutos y las ramas de esos árboles no se conocen, yo soy el nexo… ¿Qué más necesitamos? pregunto. Allá, en el Reino, no se toma vino con el almuerzo, ni en la cena o comida, por cierto, pero hoy es un día excepcional, hoy viajamos al norte, es una despedida provisoria, obviamente después volvemos, ¿y entonces? insisto ¿hay chelas? Ay Miguelito tráite si puedes un vinito de Borgoña dice Elba. Salimos. Inca Kola, chifles, agua mineral con gas y vino de Borgoña nacional en la tienda de la esquina, luminosidad medio terrosa, la majestad de los cerros pelados, faltan gallinazos en estos cielos, brillan los geranios, de nuevo la calle Colán, Colán es una playa del norte digo, ¡allá vamos! ¡Y después a Máncora! Por ahora, la exquisitez de un ají de gallina afectuosamente confeccionado, se descorcha el Borgoña nacional, ambos degustamos, no somos adeptos del vino dulce, yo soy buen pobre, por un imperceptible movimiento de su cara veo que no le gusta, pero Boconcita caballera, alza su copetín para el brindis, se echa al buche el contenido entero de un solo huaracazo, de todo conversamos, hay luz empozada en el jardín, mucho reimos, yo traduciendo, la Plaza roja desierta, el Café Pushkin, luego el remanso de la siesta.
      Después, la preparación de maletas es como un ceremoni        al silencioso, son las maletas de Papá Noel llenas de regalos made in las Galias, made in París, que son aquí muy apreciados, tipo nueve viene a buscarnos un taxi cuyo joven chofer es piurano, de Morropón especifica, ¡Morropón! ¿Hace cuántos siglos o milenios no escuchaba tu nombre, Morropón? Es bien bonito Morropón, maestro, dice el joven, bueno Morropón es el nombre de la provincia, yo nací en la capital, en Chulucanas… ¡Chulucanas! ¿Hace cuántos siglos o milenios no escuchaba tu nombre, Chulucanas? Llévanos por favor a Cruz del Sur en la Javier Prado, dije apenas al subir, ahora conversamos. Me informa que es un ferviente admirador de un cristo específico, el Señor Cautivo de Ayabaca, que lo protege. Según entiendo, el Señor Cautivo de Ayabaca le hizo conocer el infinito laberinto de Lima en un santiamén, apenas llegué a Lima hace cinco años, maestro, dice, ahora ya la conozco de memoria, soy taxista por vocación, siempre he tenido mucha admiración por los taxistas, digo. « Les va a ir bien en el norte, maestro » nos augura simpático « ¡Vayan a Chulucanas si tienen tiempo! »
      Se levantan las cortinas de piel parda, finita, abro los ojos y de nuevo aparece, con menor brillo en comparación al otro, la fachada del mundo externo; en los indescriptibles parajes del mundo interno, puertas de cuerno, puertas de marfil, resplandor por momentos, seguía soñando con serpientes, con serpientes de mar, largas, transparentes. Ojo aquí, muy querido lector, muy querida lectora, gracielas por la sintonía, cuando digo páginas atrás « el mundo », me refiero a sus dos facetas, a sus dos carátulas, la de afuera y la de adentro, la carabina física y la caracha metafísica. Como se puede apreciar, sigo soñando con serpientes, con serpientes de mar, largas, transparentes. Abro los ojitos todavía barnizados de sueño, mientras el bus espacial penetra en la tibieza fresca, no sé cómo decirlo, del amanecer en Casma, pueblo emblemático de mi infancia, en consecuencia pueblo benemérito y eterno. Como es un valle, predomina el encanto vegetal; detrás, más allá, las dunas, el desierto; detrás, el mar de los ancestros, desde los mochicas hasta los ictiosaurios, desde el cochayuyo hasta los primeros organismos unicelulares donde todo empieza, tales son los verdaderos ancestros… Sueño con serpientes, con serpientes de mar, largas, transparentes. Al pasar frente al idílico balneario de Tortugas de mi pubertad, le cuento algunos detalles o anécdotas de aquel pleistoceno, los baños nocturnos, la pesca nocturna y también al amanecer, la pesca submarina en Huaynuná con arpones artesanales, la tintorera que los pescadores de un amanecer de los años setenta sacaron envuelta en las redes, allá, le digo, allá ma chérie, en esa playa, se llama las Salinas, como la famosa batalla así llamada, batalla de las Salinas, cuando los hermanos de Francisco Pizarro, Hernando y Gonzalo, se enfrentaron a las huestes de Diego de Almagro, y lo vencieron, y le dieron muerte con la pena de garrote digo de un solo porrazo, echando mano al recurso de la memoria reptiliana, y al decirlo me doy cuenta que no soy yo, es el niño de entonces, el pequeño y elástico estuche de entonces, y que al decirlo sigo escuchando, embelesado, boquiabierto y feliz, allá en las aulas del Colegio Raimondi del puerto, las clases de historia del profesor Baca… ¡Batalla de las Salinas! ¡Playa las Salinas!... Todavía veo a la tintorera, un delgado tiburón de piel azul, también llamado el azul, a los pescadores matándola, dándole terribles golpes secos en el cráneo, tud, tud, tud, con una vara de fierro, la tintorera daba coletazos y dentelladas al aire, hasta que la mataron… Eso pasó allá, ma chérie, en esa playa, yo debía tener once o doce años, bueno, como ya te dije varias veces digo « yo » por comodidad, nosotros los de antes ya no somos los mismos, estaba veraneando en Tortugas en la casa de mi pata Papi Chi, fuimos a las Salinas de madrugada con su papá, a buscar pescado fresco y mariscos llamados « barquillos », esos que los valientes pescadores arrancaban de las paredes de los acantilados, bajaban amarrados a una soga cuando retrocedía la marea, luego tenían que subir rápido para que el maretazo no los estrelle contra la roca, eso digo evocativo, de nuevo como en otra película, y el bus avanza y avanza, devora y devora el asfalto, la super serpiente negra de la Panamericana que atraviesa el desierto, la piel del desierto sobre cuya piel hay partes duras, pétreas, colinas de piedra, algunas cortadas como pasteles para que pase la super serpiente negra. En ese momento, me acuerdo de Huarmey, de mis patas Ricardo, Carlos, Javier, Cahuide, de la playa de Tuquillo, fuentes de cebiche y chelas en la mística playa de Tuquillo, una ninfa que no vimos había sido elegida Miss Huarmey, su mamá la exhibía en la playa como exhibir una valiosa pertenencia, de todo hablamos, de todo reimos, la Plaza Roja desierta, aquel 2008, de nuevo veo los flamboyanes de Casma, y el bus avanza.
      ¡Ya llegamos! Navegando por sus aromas especiales, por sus olores como impregnados en los aires, anzuelos pegados a los aires, ganzúas incrustadas en los aires, el alma de la anchoveta flotando en el aire, ráfagas de agradable pestilencia, llegamos al puerto. Al puerto, al rico Chimbote de los Rumbaneys, de los Destellos, de los Pasteles Verdes, del Saoco, del Moon River, del Tres Cabezas de nuestras épocas, del José Gálvez es campeón, al terrapuerto frente al antiguo estadio Pensacola… Hoy, el super estadio del puerto se llama Manuel Rivera Sánchez… De nuevo la máquina del tiempo… Esquina del jirón Carlos de los Heros y la avenida José Pardo, más conocida como la avenida Pardo simplemente, mi primo Curry nos espera le digo a Boconcita, ya debe estar esperándonos, no te preocupes, ça sent mais ça sent pas trop dice ella… Pero mi yo de aquel mezozoico está en la sede del Club Strong Boys, donde jugaba el Chino Rivera, no sé qué hago aquí pero aquí estoy, niño maravillado, acompañando como tantas veces a mi querido viejo… Es un antiquísimo local de las épocas de la fundación de la ciudad puerto… Fotos, trofeos, banderines, camisetas rosadas, muchas fotos, en todas ellas aparece el Chino Rivera que llegó a jugar en la selección, Rivera était un très grand footballeur, le digo, le estoy diciendo, il faut faire attention avec les valises dice ella, no hay problema digo, aquí están los tickets,  y en ese instante veo a mi primo hermano Curry, más hermano que primo en verdad, y con la ventaja de no ser hermanos biológicos, la única patria es la infancia, y en lo que me concierne es el paraíso perdido, aquí estamos, el eminente oftalmólogo actual está vestido deportivamente, con buzo y polo, con tennis, alza el brazo y grita ¡Curry! ¡Como en la infancia! Et pourquoi vous vous appelez Curry tous les deux? quiere saber ma chérie, ¿qué tal el viaje?, un afectuoso abrazote, ahora el super carro de mi primo apunta con el hocico de metal hacia la urbanización Buenos Aires, aquel día, este día, hoy día, aquí, allá, en el Reino.
      La casa familiar primigenia, para el doctor Curry y el suscrito, es la del centro, jirón Guillermo Moore 472… La segunda es ésta, la casa de Aguja Nevada 485, primera etapa de la primigenia urbanización Buenos Aires, que ya se llevó el viento. Fue adquirida por mi tía Edith, por entonces empleada de SOGESA (Sociedad de Gestión de la Planta Siderúrgica de Chimbote y de la Central Hidroeléctrica del Cañón del Pato, Sociedad Anónima), luego Siderperú, cuando la ascensión del Chino Velazco al poder máximo, y cuya sucursal administrativa fue construída allí al frente, en la pampa, frente a la casa de los Valencia, ¿te acuerdas, Curry? Ahora, el doctor Vega Rodríguez está casado con Rossana, trujillana y en consecuencia mi paisana, el anfibio es chimbotano pero nació allá… Ellos son padres de dos niños, varoncito y mujercita, –tan queridos y mimados como lo fuimos nosotros en esa patria verdadera, la infancia–, y de mi sobrino Benjamín, a quien le pronostico un futuro brillante, es estudiante de medicina y, paralelamente, ávido lector de Nietzsche y de Schopenhauer… Mientras tanto, yo estoy y no estoy, soy y no soy, soy el anfibio, soy el estuche, soy el turista de hoy, recién entiendo por qué, en la arcadia de la infancia, mi yo aquel quería ser dos super héroes, el Hombre Invisible y el Hombre Elástico, aparte de Superman, por supuesto… Cada vez que vuelvo a esta casa tan impregnada de reflejos y de magia, regreso a la niñez, a la pubertad, a la adolescencia, a los sucesivos cambios de piel del anfibio, regreso a esas épocas jurásicas. Volver aquí, es como volver a la Itaca memorial que todos los viajeros, todos los ulises, tenemos adentro. Manamarie, obviamente, debe sentirse en otro planeta, parece algo desconcertada, pero está contenta.
      Nueva columna vertebral del templo familiar, el doctor Vega Rodríguez, el antiguo Blue Demon nos anuncia chicharrón de desayuno, con su respectiva salsa criolla, y con su rocotito en láminas finitas… El rico aroma del chancho frito sobrevuela en la atmósfera… Pan, té, café… El clan Vega Vera y nosotros, los turistas efímeros, los viajeros del viento… Miro la luz tamizada por las nubes costeñas, entra como por un embudo, se derrama y devora las paredes del patio, antiguo escenario de nuestras proezas, ahora luz gris, ahora luz metálica, de pronto un chaparrón de luz, es necesario, para mí, estar atento al desarrollo de los fenómenos, aunque sean atmosféricos. Ya está. Ahora sí. De nuevo he vuelto al Reino. « Cuando ellos eran niños querían ser como Charles Atlas » explica Ross a la viajera y yo traduzco « Mister Curry era un deportista con cuerpo de super héroe, era un aplicado alumno del profesor Charles Atlas y su famoso invento, la tensión dinámica, aunque él utilizaba pesas… Por eso lo imitamos y fabricamos pesas caseras con tubos de aluminio, con palos de escoba y tarros repletos de cemento… Los dos queríamos ser como Mister Curry, por sus músculos de Superman, por eso él me llamó así y yo a él, por eso nos llamamos así todavía, pero para ser sinceros estamos hablando del período Neardental como mínimo… Aparte de eso, él era Blue Demon y yo Santo el Enmascarado de Plata. » Previamente, todavía tripulantes de la nave galáctica Cruz del Sur, como habíamos devorado sanguchitos de llopo, medio que lo pienso, Boconcita está acostumbrada al pain au chocolat, aux croissants, en verdad no hay nada que pensar, que venga la belleza de este chicharrón casi matinal confeccionado con afecto, es decir con el mejor ingrediente, uy, qué rico, ¡qué delicia!, un renovado e increíble hambre parecido al hambre de una tintorera me hace comer y comer, hum, Manamarie prueba nomás, lo que ya es bastante, yo le doy una patadita debajo de la mesa, come el platito que te han servido ma chérie digo, esto se llama el chicharrón de bienvenida al puerto, es un desayuno clásico… « Mañana es 23 » dice Curry cual discreto patriarca « el 24 vamos todos a Trujillo para pasar la navidad con mi tía Yuli » « Julia está muy delicadita » le digo a ma chérie « très affaiblie surtout, elle ne mange presque plus! » Según entiendo, desde que está acostada, se ha vuelto más terrible… ¡Y cómo no! ¡Con el caráctercito que se maneja! Al pensar en esto, el animal escarlata del corazón me muerde el pecho, me muerde suave porque no tiene dientes, pero me muerde. En esos períodos de cambios y desplazamientos tectónicos, antes del diluvio, mi yo aquel fue criado y formado en gran parte por ella, la terrible entre terribles, la temible entre temibles, la terca entre tercas, diez mil acémilas de mulas le quedaban chicas, el carácter más mandón del planeta y tal vez de la Vía Láctea después de mi abuelita, ah Julia, mi querida Julia, ¡por tu culpa yo quise ser un santo, un verdadero santo, de esos que levitan y hacen milagros, antes de ceder a la tentación de alzar la Copa Nobel! ¡Y además fui legionario de la Legión de María! ¡Te cuento que por tu culpa, por tu santísima culpa, aquí en Francia asistí a cursos de Teología comparada! ¡Cuando se calmó mi deseo de ser santo y me convertí en diablejo libertino! ¡Por tu culpa! ¡Por tu santísima culpa! ¡Por culpa de mi santísima educación católica, apostólica y romana como tú! En verdad, te agradezco, Julia… « Hay una señora muy buena que la cuida y acompaña » dice Ross « De verdad está bastante delicada » dice San Walter « ya no tiene fuerza suficiente »… Y yo pienso, ah, Julia, la santa, la virgen, la que no tuvo hijos aparte de mi estuche aquel… Bueno, virgen pasa, Julia nunca conoció varón pues quería competir con la madre del Crestus, y con las santas virgos del santoral, pero santa… ¡Santa es mi tía Edith! « Nos reunimos también con la mamá de Rossana y con Benny » « ¿Y Manuel? ¿Y Carmen? ¿Qué es de Carmen? ¿Y Diego? ¿Y Elizabeth? » « De Manuel hace rato que no tenemos noticias » dice Curry algo escueto « Un día la señorita Yuli le dio una cachetada a la señora Gloria que la cuida » dice Ross… Ah, Julia, Julia, ¿por qué hiciste eso? ¡Te pareces al colérico YHWH del Antiguo Testamento!… La destrucción de Sodoma y Gomorra… El diluvio… Las masacres… Los crímenes… Las invasiones… Los sacrificios… De animales y de hombres… Ahora que digo San Walter veo que no va, debe ser por el origen germánico de su nombre incompatible con los nombres latinos de origen hebreo del santoral… Santa Julia tampoco va… Julia es nombre pagano por excelencia… Es el femenino de Julio… Julius… Iulius… ¡Julia Domna! ¡Julia Moebia! ¡Las Julias de la época de Heliogábalo, el anarquista coronado!... Julio y Julia… Del gran Julio César se decía que era el marido de todas la mujeres y la esposa de todos los hombres de Roma… En fin, magia de los nombres… En verdad, todo es magia, y sobre todo la omnisciencia… Al parecer doña Gloria o mejor dicho santa Gloria, su abnegada enfermera y acompañante, no quiso obedecer u objetó algún terrible y temible mandato, y santa Julia le dio una cachetada diciendo ¡Tú no vas a saber más que yo! De modo que Julia sabía todo gracias al viejo terrible y temible, YHWH… El eterno misógino enemigo de l’éternel féminin… La manera en que Curry dice lo que dice, me habla de su amor y afecto por ella, es que nosotros somos varoncitos, eso cambia todo el pastel, Julia, siempre nos quisiste y mimaste, sobre todo a mí, bueno, a mi estuche de la época… Ahora que lo pienso yo siempre fui y seguí siendo el niño ese… « ¡Tú no vas a saber más que yo! » Varias veces he sorprendido a mi estuche actual diciendo o pensando esa frasesita… De modo que de Julia heredé el don de la omnisciencia, mimo YHWH… Así es, los tres varoncitos de la family, Curry, Manuel y el suscrito queremos mucho a la flaquita de hierro, y a mi tía Edith sobre todo, y así quisimos a mi tía madrina Irma, y a nuestra abuelita… « Moi ma marraine a été ma tatie Irma, une reine de beauté, et mon parrain Horacio Alva, un poète, voilà… Je suis le filleul d’une reine de beauté et d’un poète » digo todo orgulloso… Tal es la verdad verídica… Aparte de ser hijo adoptivo de una virgen,  soy el ahijado de un poeta y de una reina de belleza, disculparán la pequeñez… Es increíble y hasta inconcebible que no me haya ganado el premio Nobel… Ja ja ja nos reimos con Curry, poseedor de dos nombres germánicos… Walter como Walter Scott y William como William Shakespeare… ¿Germánicos? Pero claro, digo, el inglés es lengua de tronco germánico… Eso digo y nos volvemos a reir…SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.