20191018

Nueva crónica del reino - quinceavo episodio






El 30 de diciembre, visita infructuosa a los locales de la Alianza Francesa en el jirón San Martín, en busca de Gerardo Caylloma, está cerrada, locales cerrados hasta el dos de enero del año que ya toca las puertas, otra vez será, el dos regresamos a Chimbote, por ahora seguimos sembrando y distribuyendo pasos por las calles de Trujillo, de nuevo la Plaza de Armas, de nuevo el gran tumulto y la bulla del Mercado, los ambulantes, los nuevos ambulantes venezolanos, el calor, el sudor, media vuelta hacia la historia de la calle Francisco Pizarro, una tregua en el Café restaurant Demarco, los impresionantes músicos ciegos en la esquina, junto a nosotros está un paisano que vive en Alemania, que ha venido con su esposa y sus hijitos alemanes fifty fifty, de pronto aparece un poeta callejero que recita y hace la manga de esa manera, yo le digo ¡Salud, colega! ¡Yo también soy poeta! ¿Poeta? Para la oreja el pata perucho germánico, ¿y tu esposa es francesa? ¡Como Vallejo ! Mientras tanto yo le bajo cinco soles al compañero poet         a callejero, dále cinco tú también le digo al vecino, para que nos recite, caballero se baja con cinco solifacios, y emocionado ante algo que parece ser un acontecimiento extraordinario, el poeta nos da unas hojas en forma de pergamino azul en el fragor y el calor de la calle Francisco Pizarro, donde perdí mi primera pelota de cuero, ¿cómo te llamas, colega? Oscar Lecca compañero poeta dice, recita el poema con tu voz por favor le digo, que yo lea el texto no es lo mismo, recita le digo y le bajo solapa cinco soles más apretándole la mano, la verdad es que me siento muy emocionado, es la primera vez en la vida y en el mundo que veo a un poeta callejero en carne y hueso, es un poema de amor dice el pata medio tímido, medio pudoroso, el amor es el tema por excelencia de la poesía lírica le digo animándolo, y esto recita el inesperado trobador del medioevo a su Dama, a su Reina, a la Virgen de los cielos…

A MI AMADA

Cómo poder decirte que te amo,
Gritar al mundo entero que te adoro.
Mi corazón, mi vida te las entrego
Por entero.
Recíbelo, mi vida, recíbelo.
Sabes que sin tí me muero.
Compartamos esta vida juntos,
Juntos los dos y nuestros hijos,
Los dos una ilusión certera,
Los dos un solo sueño
Y amándonos los dos,
No pienso más que en eso
Mi dulce amada.
Y en medio de locos desvaríos
Mi corazón se estremece
De alegría
Al ver una sonrisa tuya
Y en tus labios reflejados
Esa bendita palabra…
¡Te amo!

      Yo escucho el poema con mucha atención y me doy cuenta de la relatividad de todo. Para empezar, de mi propia vanidad, de mi propia arrogancia. Para empezar, Oscar Lecca es un poeta auténtico, por el simple hecho de autocalificarse poeta y de creerlo, con eso basta y sobra, lo demás son cojudeces. Más aún, Oscar Lecca es un poeta popular, todo acto o voz genial viene del pueblo y va hacia él, nada más evidente, Oscar encarna en su poema la voz de millones y millones no sólo de latinoamericanos sino también la voz de millones y millones de diversas generaciones de este lado del mundo, Occidente. Oscar es, en consecuencia, un bardo del medioevo, cuando la invención del amor… L’amour et l’Occident! ¡Denis de Rougeamont! ¡Maestro de maestros! ¡Oscar Lecca llega desde el medioevo hasta el día de hoy, 30 de diciembre del 2019! le digo a mi hembrita « Este pata sí que tiene huevos » sigo diciendo « ¡Sale a vender sus poemas en las calles! ¡Como Whitman! ¿Y Vallejo? ¿Habría tenido César Vallejo los huevos de Oscar Lecca, para salir a recitar y vender sus poemas en las calles? No creo. ¿Y yo? ¡Mucho menos! ¡Si de valentía y coraje se trata, no le llego al tobillo! Además, yo la cagué. Me las di de bacán sin serlo, gracias al poeta Oscar Lecca me doy cuenta de esto, pero sigo analizando el poema, ahora como profesor ex cathedra… « Hay varios elementos dignos de mención, la preeminecia de la feminidad, la reivindicación de la feminidad, la necesidad de la diosa en las religiones abrahámnicas obtusamente machistas, la necesidad de la virgen María, de la figura mariánica posterior que nada tiene que ver con la de los evangelios, si vamos a lo central… El poeta, el adorador de la mujer, le entrega alma, corazón y vida, como en la canción así llamada, ese clásico de los Embajadores criollos que tanto le gustaba a mi querido viejo, es la misma cosa… Alma para conquistarte, corazón para quererte, y vida para vivirla junto a tí » El pata perucho germánico se va con su familia, ¡Perú campeón! exclamo de improvisto, él se ríe, yo sigo con mi análisis de texto-comentario sabihondo « no importa la pululación de lugares comunes, importa en este caso el esfuerzo por la rima, esa reina de otros tiempos, y el matrimonio de esas dos palabras del verso nueve « ilusión certera », especie de oxímoron, salva todo el poema. Además, como todo poeta, Oscar Lecca es un hombre ardiente, ya sea de cuerpo, ya sea de sentimientos, o de los dos, la famosa rosa de los poetas, desde Ronsard y Malherbe hasta nuestros días, también es una metáfora de la otra rosa… Y en medio de locos desvaríos / mi corazón se estremece de alegría / al ver una sonrisa tuya… Il me semble qu’ils sont en train de faire l’amour, ma chérie! ¡Y que su chérie ha llegado al goce! » « Je trouve que tu es un peu obsédé, mon chérie » dice ella « C’est comme ça! C’est la vie! A la fin il est question du maintien et de la survie de l’espèce, comme dirait Schopenhauer, qu’est-ce que tu en penses? » « Je trouve qu’on est très bien ici, sur cette terrasse » dice Boconcita sabiamente y me cierra el pico.
      Por la noche, de nuevo cocino con amor, es el ingrediente básico, imprescindible, procedo entonces a la construcción de un arroz chaufa, a la construcción de las piezas de pollo fritas, doradas, bronceadas, las alitas todavía más fritas y más bronceadas, crocantes, especialmente para Juliaella y mi tía Edith degustan y aprecian mi arte, ¡se chupan los dedos!... Como en un flash back de nuevo veo la adquisición del llopo en el sector carnes del Mercado, flotan los pollos, flotan las reses, flotan los chanchos, qué desea caserita pregunta el mercader de plumiferos pelados, me acuerdo del bípedo inplume, la definición del ser humano según Aristóteles, me acuerdo de Diógenes mostrándole un pollo pelado, entonces esto es el hombre le dice burlándose, un buen pollo dice mi tia Edith, éste, sácale toda la grasa y todo el pellejo que puedas, aquí yo intervengo y objeto, tía que le deje el pellejo digo, es mejor no comerlo pero es necesario para el gusto, maestro le digo, deje el pellejito y córtelo en ocho trozos por favor, las dos piernas, las dos alas, la pechuga en dos, la rabadilla y el pescuezo, ¡qué buena pechuga! ¡Córtela en cuatro por favor! El maestro pollero adivina y dice, seguro es para hacer un pollito frito, exactamente digo, y para acompañar un arroz chaufa, Boconcita medio se tapa las narices, mi tía Edith se impacienta, en ese momento una golosa mosca se clava en la pechuga, el maestro la espanta de un manazo y sigue cortando experto, otros clienten piden y esperan, el maestro destaza tres pollos a la vez, parece un dios hindú de cuatro brazos, tac, tac, tac, cobra con una, corta con otra, espanta las moscas con otra, las veloces manos manipulan billetes y monedas, se secan en el mandil, por eso al llegar a la calle Las cumas le doy un buen duchazo a las presas, luego las seco con servilletas, sal, pimienta, fuego fuerte, cinco minutos de cada lado, y asi sucesivamente durante media hora, ahora fuego mediano, de nuevo fuego fuerte al final, y ya... Sobrino tienes que darme la receta de tu arroz chaufa dice mi tía después, fácil tía digo, cebollita china, pimentón rojo, pimentón verde, kión, una tortilla, ah, y también camaroncitos secos, el aceite de ajonjolí es imprescindible, ma chérie fais-moi passer une bière s'il te plaît, merci, el kión cortadito en láminas finas, la tortilla también cortada finita, luego se mezcla todo con el arroz previamente preparado, unos chorros de sillao, mejor si tienes dos tipos de sillao, el suave y el fuerte a base de champiñones negros, y ya, llévale su parte a Julia con su respectiva alita crocante ma chérie digo y en ese momento se oye la voz de la ex-legionaria... ¡Miguel Angel! Miguel Angel! ¡Julia! grito desde la sala... ¡Buen provecho! Y cuando voy a verla porque sigue gritando mi nombre de arcangel, dice ¿y mi vinito papacito?
      Ahora, la originalidad del 31 de diciembre. En primer lugar, somos sólo cuatro sobrevivientes, mis dos tías y nosotros. De nuestro pavo avestruz del 24 ya no queda sino, como el esqueleto reconstituído de un reptil del jurásico, la caja toráxica y algunos filamentos de carne, el delicioso encurtido, una ensalada, el resto lo conseguimos al frente, en la ciudadela comercial en torno a Plaza Vea, un sánguchón de chancho para mi tía Edith digo, un sánguchón de asado de res con salsa criolla para mí, un sanguchón hamburguesa con lechuga y tomate para Manamarie, alitas crocantes para Julia, estamos haciendo cola en KFC, dos porciones de papas fritas, jugo de maracuyá, vinito argentino el 31 de diciembre, la yaciente feliz, su sistema dictatorial ancestral del cual ella no es consciente se disuelve, se instala la sonrisa, una especie de beatitud, del latín beatus, feliz, felicidad, como premio le prescribo dos copetines del rico vino, la yaciente está instalada en su trono, ahora se acuesta o mejor dicho la acostamos, buenas noches Julia, ¡Feliz año nuevo!... Nostros vamos al frente, hay fiesta en el parque, qué lástima esta vez no hay orquesta dice mi tía Edith, pero hay un disc-jockey y también un payaso, todo San Eloy está en el parque, año nuevo todo nuevo, vida nueva, muerte y resurrección, aquí estamos, aquí bailamos, me encuentro con un pata venezolano llamado Ulises, originario del estado de Anzoátegui, cuya capital es la ciudad de Barcelona, Barcelona en Venezuela, así es simplemente, Ulises en estado de gracia total, le digo que en aquella Caracas que ya el viento se llevó, mi yo de aquellos tiempos tuvo el privilegio de estudiar en la UCV, la Universidad Central de Caracas, donde tuve el privilegio de ser alumno de mi querido Adriano Gonzáles León, de mi querido profesor López Saenz, de mi querida profesora María Fernanda Palacios, de mi querido profesor poeta Rafael Cadenas, también tuve la suerte y el privilegio de asistir a las conferencias de José Balza y de don Arturo Uslar Pietri, a charlas animadas por el escritor Denzil Romero, por el escritor Salvador Garmendia, ah la facultad de letras de la UCV cuando el oro negro, eso estoy diciendo evocativo y Ulises emocionado sale disparado a comprar botellas de chelas, luego me hace hablar con su papá, papá feliz año le dice, acá hay un peruano que te quiere saludar, y me lo pasa, algo hablo con el señor de los pasados esplendores en su tierra, el genial payaso invita a los venezolanos, a sus parejas, esa dos son caraqueñas dice Ulises, los demás todos de Anzoátegui, y esa música qué es, chamo, chicha le digo, también tuve el privilegio de escuchar a Oscar de León en el Poliedro, me alegra mucho lo que dices chamo dice Ulises, y disculpa que te diga chamo, tú debes tener la edad de mi papá, entonces puedes llamarme señor chamo digo, ja ja ja, en ese momento llegan los vecinos con sus sillas, sigue el show del genial payaso, sigue la música, salsa de los setenta, de los ochenta, salsa dura, Boconcita y el suscrito nos tiramos al ruedo, flotamos en la lustrosa vereda del parque, un par de fintas, un par de volteretas, chelas van, chelas vienen con Ulises, dos de la mañana, tres de la mañana, en esas gloriosas épocas Oscar de León cantaba con la Dimensión Latina digo, llorarás llorarás, ahora Fruko y sus Tesos, el clásico de clásicos, El preso, virgen de las Mercedes patrona de los reclusos, es en homenaje a los dinosaurios presentes pienso, cuatro de la mañana y mi tía Edith como si nada, yo maravillado por su físico, por su resistencia, pero ya nos vamos, tipo cuatro y media me veo mordisqueando la osamenta todavía carnosa del pavo, abriendo una botella de champán nacional regalo de mi prima Vilma, ¿Y Liliana, y mi tía Consuelo? pregunto, pronto viajamos a Europa dice, sólo nos vimos de pasadita con Vilma, son esas copas pretéritas, de los años cincuenta, de los años sesenta sobrevivientes hasta el santísimo día de hoy, reliquias que mi tía conserva en una alacena de fórmica de los setenta, ahora los bosques del sueño.
      La melodiosa potencia del canto de lospajaritos, el primero de enero… Debo decir aquí, en este momento, que desde mis primeros recuerdos soy un alumno sensible al canto de los pájaros y pajaritos de todo color, de toda talla y plumaje, pero en especial de los pajaritos tenores como el gorrión, como el zorzal, como el jilguero, como el ruiseñor, como el petirrojo y otros pajaritos inmortales que pueblan el cielo y los árboles del parque, de nuestro parque, aquí en San Eloy… Un paseo a otro parque nos revela el frangipani, flores con pétalos de calcedonia y corazón de záfiro, fragantes flores blancas, fragantes flores amarillas que brotan todo el año, el primer día del año, y anoto en mi Moleskine, calle las Lúcumas, calle las Tunas, calle de los Aguacates, calle de los Pacayes… A mediodía vamos a buscar una Coca-Cola, una Inca Kola, un vinito y un par de chelas en la tienda de la esquina, así llamada, La Esquinita y yo, algo preocupado, me pregunto ¿cómo estará Ulises de Anzoátegui? Como ahora, haciendo esfuerzos sobrehumanos, bebo con moderación, no quisiera por nada del mundo estar en el embebido pellejo de Ulises, el ratón, la resaca, la goma, la flagelación, la memoria incierta, el arrepentimiento,  la depresión, el infierno después de la espectacular borrachera.
      ¿Y el dos de enero? Suave cielo gris paloma… Por asociación pienso en el color gris de los pichones de Paiján, y en los pichones con tallarines, la especialidad del tío Coco, qué lástima, no pudimos ver a los Capristán Paz, al tío Coco, al tío Gabriel, al tío Carlos, a la tía Marcela, y tampoco pudimos ver al tío Chevo, esto pienso cuando estamos en la sala esperando el taxi que nos llevará a la agencia de transportes América, ya compramos los pasajes dos días atrás, esto no lo conté, se me escapó, fuimos desde San Eloy hasta transportes América a pie bajo la movediza campana del calor, tremenda caminata, nuestros pies devorando veredas, ahora preparamos maletas, yo como siempre al último minuto, coloco los libros que me regaló Domingo, entre ellos tremendo librazo, este  mamotreto moderno, la Antología, lo hojeo rápido de puro curioso… ¡Sorpresa! ¡Aquí está mi recordado padrino! ¡El poeta Horacio Alva, autor de sonetos perfectos! ¡Que se casó con mi tía Marcela Capristán! ¡Horacio Alva Herrera! ¡Mira! le digo a Boconcita ¡Este es mi padrino! ¡Además de poeta fue catedrático aquí! ¡En la universidad de Trujillo donde estudió y se graduó mi papá, su amigo! ¡Horacio Alva el fundador de la revista Gaviota! « Ya llegó el taxi » dice mi tía Edith el dos de enero, hoy o ayer, cielo incierto, nuboso y soleado por momentos, nos despedimos de Julia que pregunta, y entonces ¿cuándo regresan, papacito? ¡Ya déjate de sonseras y cásate! ¡Todavía eres joven! « Claro que sí, Julia » pienso « todo es relativo, para un dinosaurio como tú, un lagarto como yo, que apenas rasguña los sesenta, soy prácticamente un chibolo, pero eso no tiene la menor importancia » ¡Chau, tía Julia! ¡Chau, tía Edith! ¡Chau, doña Gloria! ¡Mil gracias por ocuparte de Julia! ¡Y de mi tía Edith! ¡De santa Edith de Chimbote y Trujillo! « A la agencia de transportes América, maestro » digo, uf, qué calor… Pero ayer nomás, conversación con Curry, sabes, Curry, dice, adivina quiénes están en Buenos Aires… ¡La señora Bobic! ¡Milenka y Eugenio! ¡Los vi en Facebook! ¡Estuvieron con Pedro Miranda! « ¿Eugenio? ¡Uy! ¡Hace cuanto tiempo! ¡Cuantas rotaciones y revoluciones del planeta! » pienso… El bus América sale propulsado de Trujillo rumbo al puerto, magia de la mecánica, magia de los motores, magia de la tecnología, y comienza a tragar y tragar golosamente el asfalto… Col, maíz, palmeras, paredes de ladrillo, cerros como flotando en el paisaje, la máquina del tiempo de nuevo en mi mente, nuestras aulas del Colegio Raimondi, pero el tiempo soy yo, y la memoria, y la máquina, en fin… Por allí veo a Campoblanco, por allí veo a Malca, por allí veo a Anticona, por allí veo a Quintana, por allí veo a Coco, por allí veo a Máximo, por allí veo a Herrera, por allí veo a Chofloque, por allí veo a Dusan, por allí veo a Pflücker, por allí veo a Alva Atac, por allí veo a Zavaleta, por allí veo al Cabezón Noriega, por allí veo a Espinoza, increíble, de nuevo estoy en aquel Colegio Raimondi, por allí veo a Caldas, por allí veo a Montañez, por allí veo al Chiva Lavarello, por allí veo a Vargas, por allí veo a Tuñoque, qué será de todos ellos, la presencia de Eugenio en el Reino es el motor de estos recuerdos, por allí veo a Velezville, por allí veo a Osores, por allí veo a Barreto, por allí veo a Chong, por allí veo a Chú, por allí veo a Llap, por allí veo a Eugenio, por allí veo a Campana, por allí veo a Panchito Aguilar, aquel precámbrico del 72, aquel mezozoico del 73, la campana que anuncia el recreo, el juego del trompo, el juego de bolitas, la señorita Aurora, la señorita Juanita, la señorita Mirla… Llegando a Coscomba veo al profesor Llempén, al profesor Valencia, al profesor Samuel, de nuevo veo la figura tutelar de nuestro querido profesor Baca… « A ver, usted, Campoblanco, ¿en qué batalla fue vencido Diego de Almagro por los hermanos de Francisco Pizarro? » Pflücker alza la mano, alza la mano Llap… « Batalla de las Salinas » le soplo solapa, bisbiseante, desde atrás… « Batalla de las Salinas, profesor » dice Campoblanco « Muy bien » dice el profesor Baca. Y salimos al recreo.
      La hermosura de dos guacamayas, plumaje azul amazonas, plumaje amarillo amazonas, poderoso pico negro, antifaz blanco, las miramos y nos miran de nuevo en la urbanización Buenos Aires, en el recordado pasaje Huandoy… « ¿Y qué será de los Barrera? ¿Qué será de Luchín? ¿Qué será de Rubén? »… De este viaje por las capas del planeta memoria traigo esas guacamayas al otro Reino… « Empieza la cuenta regresiva » pienso, y al hacerlo no puedo sospechar los grandes acontecimientos entre el dos y el cinco de enero, en fin, esto del presente es puro cuento, sólo existe el gran movimiento, esto siento ahora paseando por la avenida el Santa, interiormente sigo con la cantaleta del recuerdo… « Aquí vivía Papi Ostolaza, aquí los Chávarri, aquí, Wilo el romántico, allá los Peláez, al lado Luchín cuando se casó, allá los Capurro, esta era la esquina de la Librería, a la dueña le decíamos la Vieja, vamos a la esquina de la Vieja, era nuestra esquina del movimiento, allá está la casa de Jaime, aquí vivían los Alcázar, allá los Molina, en la esquina los Paredes, ¡y aquí los Bobic!... La casa de los Bobic está tan intacta como en la cartografía o en la topografía del recuerdo, subimos, ven le digo, toco y, venida por vasos comunicantes sorprendentes, aparece Milenka… « ¡Hola Miguelito! » dice medio incrédula « ¡Hace cuánto tiempo! ¡Mamá! ¡Adivina quién es! » Aparece la señora Bobic y tarda algunos segundos en reconocer a mi estuche actual, bueno, a mi estuche de aquel día memorable… « Les presento a mi compañera » digo « ¿Y Eugenio? » Pero Eugenio no está. Ha vuelto a Lima… ¿O todavía sigue viajando en el mapa vivo el Reino? Sin exagerar, hace más o menos medio siglo que no veo a mi pata de infancia… « Eugenio también ha venido con su esposa » dice Angela, la señora Bobic « ¿te acuerdas de la casa de los Paredes aquí en la esquina, Miguelito?         Ahora es un buen restaurante, allá vamos esta noche, vengan con nosotras, así seguimos conversando » « Ella siempre tan gentil, tan atenta, tan amable » pienso, y es que esa gentileza, esa atención y esa amabilidad que recuerdo muy bien, minutos antes, nos han brindado refrescos y frutas… « Esta noche cenamos en casa de mi primo Walter, Angela » digo « pero antes de viajar pasaré de nuevo para dejarles unos libros, uno para tí, otro para Milenka, otro para Eugenio » Y después de conversar muy amenamente un buen rato, me doy cuenta de que poco, o casi nada, hemos hablado del pasado, como siguiendo el flujo del río de la vida, sólo de nuestras vidas por así decirlo actuales, después unas fotos en la terraza, la casa de los Molina como telón de fondo, y el cielo de la urbanización Buenos Aires. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.