20200602

DIONYSOS PATER LIBER (Onceava vértebra)









PABLO DE TARSO, APÓSTOL (siglo primero)

 

Ptolomeo Primero, rey fundador de la dinastía lagida o ptoloméica en Egipto, tambien llamado Soter, « Salvador », fue un monarca de cultura. Es el constructor del Faro. Es el constructor de la majestuosa tumba de Alejandro Magno. Es el constructor de la Biblioteca de Alejandría. Esta imponente construcción incluía el Museo (Templo de las Musas), la primera universidad del mundo. Y la Academia, como la Academia de Platón. Allí se reunían, los poetas, los historiadores, los letrados, los matemáticos, los astrólogos invitados por los lagidas. Su hijo y sucesor, Ptolomeo Segundo, Ptolomeo Filadelfo que desposó a su propia hermana, continuó la gran obra paterna. En su apogeo, la Biblioteca llega a albergar unos 700 mil volúmenes. Papiros manuscritos con la mayoría, sino la totalidad de las obras escritas en idioma griego. Las copias allí realizadas por los escribas, serán difundidas en las bibliotecas de las principales ciudades del mundo. Desde Macedonia hasta la península del Indostán, pasando por Tracia, Pérgamo, Bactria, Bitinia, Capadocia y el Bósforo.

      Siglos después, un gran incendio acaecido durante la guerra civil entre las huestes de Julio César contra las de Pompeyo, llegó hasta unos depósitos cercanos a la Biblioteca. Las lenguas de fuego destruyeron miles de volúmenes, porción de todas maneras mínima en comparación a la totalidad. En cuanta ocasión tuve, hasta allá he ido. Para completar mis estudios y congraciarme conmigo mismo. Sin asegurarlo, sospecho que también lo hizo el Maestro, por otros motivos. Para él, la enseñanza debía transmitirse oralmente, pasando a través de la palabra viva, el saber es algo muerto, decía, el conocimiento es algo vivo, algo siempre en movimiento, como los ríos, como los arboles, como las mentes y como los cuerpos. Aún sabiendo leer y escribir, el Maestro no leía ni escribía. No era analfabeto como la mayoría de los Doce. El lo hizo deliberadamente, para no distraerse, para concentrarse en lo esencial.

     Aparte de las Escrituras judías, tengo conocimiento del orfismo. De Pitágoras y los pitagóricos; de los filósofos presocráticos; de Sócrates por intermedio de Platón; también de Aristóteles, el preceptor de Alejandro Magno. Conozco algo sobre la doctrina de los estoicos y el estoicismo. Aunque más informado estoy sobre Epicuro y su escuela. Pero soy hebreo, hijo de hebreos, judío de Judea, de la tribu de Benjamín. Soy también ciudadano romano, por haber nacido en Tarso, capital de la provincia romana de Cilicia.

      Aunque mi lengua materna es el griego koiné, hablado hasta los confines del antiguo imperio heleno, conozco muy bien el hebreo y el arameo. Por herencia paterna y materna. Gracias a mis estudios y ascendencia, pertenezco a la élite intelectual donde se forjan los rabinos y los doctores de la Ley. Como estudiante en Jerusalén, tuve el privilegio de ser alumno del ilustre doctor Gamaliel. Gamaliel. Altísima autoridad del judaísmo en su vertiente farisea. Eximio conocedor de la Biblia hebraica, la Tanakh. De la Torah, el Nevi’im y el Ketuvim. La Torah es la Ley o Pentateuco; Nevi’im, los Profetas; Ketuvim, los Libros poéticos y los Libros históricos.

      El arameo es una lengua semítica. Su alfabeto es el ancestro de los alfabetos hebreo y árabe. Fue la lengua oficial,    antes de ser desplazada por el hebreo. Es la lengua que hablaba el Maestro.

      La dominación de Roma sólo es política y militar. Aún vencida y privada de poder, la cultura griega siguió ejerciendo una gran y determinante influencia en los países vecinos. Pero sobre todo en Roma. En Roma, todo es calco y fascinación por la cultura griega, como el panteón de sus dioses. Además, en arte, arquitectura, literatura y filosofía. Bajo la dominación romana, importantes ciudades de Asia Menor, de Siria y de Egipto, son centros florecientes de cultura griega, corriente de civilización que impregna todos los dominios. Es lógico que mis ancestros hayan sido irresistiblemente atraídos por ésta. Y viceversa. En términos filosóficos, es la atracción de opuestos. Politeísmo y del monoteísmo, que ya se perfila desde el orfismo. Despues de la dispersión politeísta, el monoteísmo tiene la vía libre para imponerse. Después de la juerga y la orgía, el recato y la abstinencia. Después del pensar, el dogmatismo. Después del placer, el dolor a él inherente. En lo que me concierne, pero secretamente, siempre consideré que se trata del mismo movimiento, pero al revés. El Maestro decía que debemos considerar al ser humano (anthropos) en su totalidad que incluye los opuestos, en su enantiodromia. Tal como lo expone Heráclito de Efeso.

      Cuatro son las corrientes o manifestaciones principales del judaísmo. Los fariseos, grupo mayoritario de aspiraciones políticas. Somos discípulos y seguidores de Judas Macabeo; creemos en la liberación mesiánica, en la existencia de los ángeles, en la resurrección de la carne y el Juicio Final. Los saduceos, que no creen en la resurrección, ni en los ángeles, ni consideran al Maestro como el Mesías; se trata de una aristocracia sacerdotal con exageradas pretenciones; y que siempre colaboró con Roma. Los zelotes, grupo político radical que comparte nuestros ideales. Se dice que recientemente, durante la rebelión, novecientos de entre ellos prefierieron suicidarse antes de rendirse a los romanos. Aún hoy, siguen en guerra contra Roma; su extremismo nacionalista está asociado a otro movimiento rebelde, el encabezado por Judas de Gamala, contra el censo de Quirinus. Ellos son los principales responsables de la inútil guerra contra Roma. Y los esenios, ascetas estudiosos refugiados en el desierto de Qumrán. Los samaritanos, los publicanos y los herodianos son de menor importancia.

      La combinación de las concepciones hebreas y griegas, la fascinación recíproca que ambas culturas ejercen entre sí, constituye la base, la antesala de lo que será nuestra doctrina. Según el ilustre Gamaliel, este fenómeno que él llama « judaísmo helenístico », ocurre dos o tres siglos antes de los grandes acontecimientos en Galilea. La producción literaria en griego es capital. La Septanta, el Libro de Henoch, los Oráculos sibilinos, los Apocalipsis, la Epístola de Aristeo, la obra de Flavius Josefus y la obra de Filón de Alejandría, que es la síntesis. Durante ese largo intervalo de los cuatro siglos que separan la muerte de Malaquías, el último profeta y la prédica de Juan Bautista, se redactan, en griego y hebreo, importantes obras. Obras atribuídas a Esdras, a Nehemías. Y el Libro de Crónicas. Las tres versiones del Libro de Judith fueron redactadas en hebreo, luego en griego. Asimismo, los capítulos 13 (Susana) y 14 (Bel y el Dragón). Y pasajes del Libro de Baruch. En hebreo, textos originales desaparecidos, luego en griego, fueron redactados el Libro de Tobías, El Libro de la Sabiduría, El Eclesiástico, Pasajes del Libro de Esther. Y los cuatro Libros de los Macabeos. De estos textos sólo disponemos de las traducciones griegas.

      Gracias a la luz de Damasco comprendí que fue necesario ese concurso de circunstancias favorables. Fueron necesarias las guerras médicas contra el imperio persa para debilitar el poder bélico griego, por ejemplo. Y permitir el acontecimiento de Alejandro de Macedonia, el gran sembrador de la cultura griega urbi et orbi. Para su difusión hasta en los confines del mundo conocido, el mensaje sólo podía pasar en griego. Las conquistas de Alejandro Magno preparan el terreno. Históricamente. Lingüísticamente. Geográficamente. Por ese motivo dirijo mis epístolas a las principales ciudades de idioma griego, o a las colonias romanas helenizadas. Alejandro Magno funda Alejandría, la ciudad por excelencia. Alejandría, la ciudad del saber. No podemos concebir al cristianismo por venir sin Alejandría. Sin Filón de Alejandría. Del griego, el mensaje dará el salto hacia los émulos latinos. Para inyectarse en las venas y en las arterias del latín, para seguir con la difusión. Después, el águila imperial será devorada por las hormigas del cristianismo. Esto lo digo yo, Paulos de Tarso, no el Maestro. El sólo se interesaba en el presente.

      Otro acontecimiento histórico favorable fue la rebelión de los Macabeos, que también prepara el terreno. Vuelvo a Alejandría, la ciudad del saber. Muy pronto, la diáspora judía se instala en Egipto. Los griegos que todo toleran, los aceptan, aunque se burlan. Dicen que es una « sabiduría de bárbaros ». En Alejandría se traduce la Septanta. Gracias a la iniciativa de uno de los fundadores, sino el fundador de la Bilblioteca de Alejandría, Demetrio de Falera. Demetrio de Falera, letrado erudito originario de Atenas. Ptolomeo Filadelfo escucha la sugerencia de Demetrio. Es necesario, le dice, traducir al griego todos los libros escritos en hebreo. Como Ptolomeo Filadelfo es un eminente helenista, obviamente acepta. Se designan setenta y dos traductores de talento confirmado. Que el historiador oficial al servicio de Roma, Flavius Josefus, convertirá en setenta. La Septanta. Considerada como un importante documento literario por el Maestro, pero nada más. El Maestro es refractario a toda forma de tradición. El Maestro es refractario a la palabra escrita como vehículo de la enseñanza. Escribo esto en Chipre, al atardecer, antes de partir a Roma. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.