Por José Diez aka Atawallpac.
En la limousine de dos ruedas llegaban hasta el Vondelpark (el parque estrambótico) un lugar estratégico en el corazón de Ámsterdam, para soñar.
El manso rumor de la música latina todavía se escucha en este otoño bienaventurado. Armónica, guitarra y maracas le dan un encanto y un renacer cansado al lugar donde se gestaron encuentros inolvidables; empezando los años ochenta hasta el 2004.
Qué significaba este parque ante la jauría de mentalidades internacionales?
Es que se podía medir la intensidad de los acontecimientos en gratas conversaciones, compartidas lógicamente, con el sector marihuana, anfetaminas y ciertos compuestos químicos de entonces.
Los atractivos culturales lo fomentaba el municipio dando aceptación a las barbacoas que se hicieron intensas y frecuentes durante años.
La diversidad músical: salsa para unos rock para otros, se escuchaba por todos los rincones cuando la gente ingresaba en esos atardeceres místicos y románticos de ensueño y naturaleza.
Las anécdotas eran incontables en los años del frenesí, sobre todo, con los que vivieron esas tertulias de gozo y desenfreno.
Los veranos secuestraban la eternidad del día cuando las muchachas se disponían al bronceado y a la dulce belleza de sus cuerpos. Entonces, la locura tenía explicación, tenía el arte seductor para complacer a las románticas de la libertad y las pasiones góticas.
Nombres legendarios no conocidos mundialmente, porque se fueron con su único ticket de salida, tenemos entre ellos a "Apio" Bordón, "Preocupado" Acuña, Miguelito México, Pablito "El Che", Gelder, Matías, Fernando, etc.
Y luego los que todavía están presentes: "El Salvaje" Sanga, David "El pelao", "Sobaco literario", "Cosa Nostra", "El culón" Alberto, "Cochinín", "Cochino loco", " Barullo", "Contador", " Berlusconi","Sinaloa", Frans o "Paco de Lucía","Original", etc, etc.
Después vino el declive con los containers que iluminaban la noche de los bomberos, cuando arrojaban las brasas calientes originando explosiones de botellas, aluminio y plástico. Todo quedó prohibido de un día para otro. No hay mal que dure cien años y eso pasó con las barbacoas de verano.
La vida parece un salón de clase, donde se van yendo los estudiantes y te quedas solo cumpliendo una condena, por infringir una norma de un acto indeseable.
Esa es la sensación que queda en este parque de la vida efímero pero a la vez agradable, ardiente e inolvidable. UNIVERSIDAD DEL VONDELPARK. CíRCULO D.M.
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