20210228

DIONYSOS PATER LIBER (Cuerentiava vértebra)

 



XL.






–Veo que la Roma antigua te interesa– dice. 

      –Primero Grecia; luego Roma, obviamente– digo.

      –Te aconsejo la lectura de un libro de Montesquieu, Considérations sur les causes de la grandeur et la décadence des Romains, también la obra de Edward Gibbon titulada Histoire de la décadence et de la chute de l’empire romain, y la obra monumental de Theodor Mommsem, Histoire romaine, en ocho volúmenes.         

      –Cuando era un chiquillo leí un tomo, el primero, de la Historia romana de Mommsem, premio Nobel de literatura, ¡yo también quería ser Premio Nobel, tío Robert!  

      –Veo que te interesa el cristianismo, pero ¿cuál cristianismo? Hay decenas de cristianismos, centenas si contamos las herejías y a los evangélicos. La palabra cristiano no es utilizada en ninguna parte de los evangelios. Esta palabra es inventada en Antioquía y en Siria, dos ciudades de lengua griega, para designar a los seguidores del Christos. Los primeros seguidores son llamados los galileos o los nazarenos. Sigue el cristianismo primitivo, el cristianismo de los admirables y delirantes filósofos gnósticos, el cristianismo de las persecusiones, el cristianismo como religión oficial…  

      –Me interesa mucho, desde siempre, el cristianismo, cualquiera que sea. Por ahora me interesa el largo proceso que permite a las hormigas devorar al águila imperial– digo.

      –Es un interesante fenómeno relacionado directamente con la caída de Roma, ya entonces en decadencia, guerras civiles, crisis económica, invasiones bárbaras. El imperio romano no desaparece brutalmente. Primero, se desarticula; luego se quiebra en dos, entre el segundo y el séptimo siglo. A esto contribuyen las epidemias, los terremotos, el enfriamiento del planeta, las erupciones volcánicas. Hay una gran peste el año 165, cuando los Antoninos. Una segunda peste el 251, cuando el emperador Cipriano. Y después de la caída de Roma, la peste del 541,cuando Justiniano, rey de Bizancio. Es la primera pandemia de Occidente y la más terrible. Dura dos siglos y ocasiona decenas de millones de muertos. En Constantinopla hay diesciséis mil muertos en un sólo día. En Roma, la población de 700 mil habitantes se reduce a 20 mil sobrevivientes. El año 536 es fundamental para la expansión del cristianismo. Los residuos del antiguo imperio son afectados por un brutal cambio climático. Una era glaciar a pequeña escala, entre el 450 y el 700. El enfriamiento reduce la producción ganadera y agrícola. Hay crisis alimenticia. Y favorece la aparición de enfermedades. La atmósfera es insalubre. De nuevo la peste.  Las ratas. La lepra. El paludismo. Terremotos. Erupciones volcánicas ocultan el sol con un espeso velo de cenizas. Desaparecen los veranos. Estos desastres naturales son rápidamente utilizados…

      –¡Por las hormigas devoradoras!

      –Desastres declarados como resultado de la cólera del padre del nuevo dios, y obviamente refuerzan el poder del cristianismo, que ya es religión oficial, el contexto es apocalíptico. La gente crédula siempre busca explicaciones y, sobre todo, respuestas a sus miedos. El cristianismo da las explicaciones y respuestas.

      –Ça, j’en étais sûr! 

      –Veo que también te interesan los apologistas y filósofos. Hay uno que prefiero. Se llama Justino de Neapolis, apologista y mártir, santo patrono de los filósofos cristianos.

      Después de una pausa impregnada de serenidad, degustando su néctar servido en gorda copa maravilla, comenta:

 

      –Il est très bon, il est excellent cet Armagnac, cher neveu.  

      –C’est un vieil Armagnac Laubade!

      –A ta santé, tonton Robert!

      –A la tienne, Michel! 

     

      Imagino a los dioses como las fuerzas mentales en pulsión de cada quien, fuerzas en relación con el universo mental de cada cultura, y con el cosmos, el kosmos, otra palabra griega, como si la energía y la materia del cosmos fuera la materia prima de que estamos compuestos. También siento a los dioses como la personificación de los fenómenos meteorológicos y telúricos. Imagino a los dioses como símbolos o metáforas, como si fueran ese gran porcentaje inexplorado de nuestras capacidades. La mente todopoderosa es capaz de llevarnos a realizar milagros, a realizar estigmas crísticos, a realizar  la Odisea, la Divina Comedia, la obra de Shakespeare, de un Rousseau, de un Voltaire, al realizar el Quijote, a producir un Spinoza, un Marqués de Sade, un Novalis, un Hölderlin, un Nietzsche, un Kafka, un Baudelaire, un Rimbaud, un Verlaine, un Céline, un Proust, un Joyce, un Faulkner… ¡Sin hablar de los científicos! ¡Y sólo me refiero a Occidente! ¡Y sin hablar de los tiempos relativamente recientes!

      En la vasta fauna humana, cada quien de nosotros tiene una relación a su medida con los dioses, con los respectivos dioses de cada cultura, de cada mitología, de cada literatura, aunque ahora sólo sobrevive, en vías de desaparición, la cultura cristiana. No sé opinas tú, pero yo estoy convencido de que cualquier forma de dependencia psicológica, es una relación errónea con los dioses, que viven dentro de nosotros.

      Todo esto que te cuento tomó forma durante ese memorable viaje a Grecia. Puedo decir que me transfiguré, como Germán Leguía. Y en ese momento, cuando sentí evaporarse los últimos pataleos de la enfermedad depresiva, pensé en Nikos Kazantzakis… ¡Grecia querida por siempre y desde siempre! Aquí, en esta playa de Creta, cerca del estadio, de nuevo me acuerdo de Píndaro, de nuevo me río y ya no quiero morir.

  

      –Qu’est-ce qui t’arrive, chéri? Tu rigoles tout seul maintenant?

 

      La verdad, estoy pensando en mi querida familia, en mi árbol genealógico, en el bosque genealógico, en los ancestros, y en los ancestros de los ancestros, hasta el homo sapiens, hasta los primeros organismos unicelulares en el gran caldo de los inicios, y eso le digo a Boconcita, que cada familia tiene su bosque genealógico, así como las generaciones de hojas las generaciones de homínidos petulantes, y cada familia tiene su loco, en la mía el loco soy yo, qué belleza.

      Sigo enamorado de Grecia, de  Grecia eterna, antigua y moderna… El dios es un hexámetro dactílico de Homero, un yambo de Arquíloco, un delirio de Hesíodo, un chiste filosófico de Aristófanes, un elíxir fabricado por Safo, una oda de Píndaro… He venido a Grecia tripulando mi propio cráneo en forma de cascarón, a golpe de remo, para tratar de entender lo que me pasó, esas conexiones defectuosas en la torre de control… Sigo remando por el mar de Creta, por el mar de Libia, por el mar Egeo, dulzura del verano, islas bañadas de luz, velo diáfano en la visión, la desnudez divina de Grecia, feliz el mortal que pudo, antes de morir, navegar y flotar en el mar Egeo, en el mar de Liguria, ahora en el mar Adriático, Adríatico de Adriano, qué belleza, por el mar de Liguria boga el cascarón, ¡por todos los mares del Mare Nostrum! ¡Luz de Grecia! ¡Mar Mediterráneo! ¡Mar de Creta! ¡Mar de Creta en Heraklión! ¡Heraklión de Herakles Hércules! Aquí estamos, Boconcita y el suscrito, recibiendo los dones de Apolo y de Helios, en esta playita cerca de nuestro hotel, qué digo, cerca de nuestro templo… ¡Park Hotel! 19 Evrou, Pancretan Stadium, donde me doy cuenta del principal movimiento del dios… El dios es momentáneo… Aparece y desaparece… En verdad, no es el dios, es la diosa, es la diosa respiración, esta es la única divinidad posible, estar vivo y con buena salud física y mental, eso es todo, se cierra el expediente.

      He necesitado venir a Grecia, la patria grande de Occidente, para sanar de mis males físicos y mentales, eso siento. De los millones y millones de combinaciones posibles de las neuronas dentro del casco craneano, en esa materia blanda tan parecida a los intestinos, una de ellas es el dios… Dejo los remos en la arena, salgo calato de mi propio cascarón, Boconcita me tapa la nobleza con una toalla de las Galias.

 

      –Il faut pas trop rester au soleil –dice ça cogne fort, chéri! 

 

      Vuelvo al mar... La temperatura del dios es ideal, es como volver a la placenta materna, el dios es diosa, recién me doy cuenta, o mejor dicho es los dos, macho y hembra…  

      –Tonton Robert mon parrain était un très bon vivant –dice Boconcita il aimait les crevettes, les crabes, les pétoncles, les cigales de mer, les araignées de mer, les coquilles Saint-Jacques, les seiches, les calmars, les poulpes, les gambas, les huîtres, les bulots, les oursins, les moules, les escargots, les bigorneaux, les tellines, les seiches, les clams, les palourdes, les amandes, les couteaux, les bernacles, les tourteaux, les étrilles, les langoustes et les langoustines! Tous les fruits de mer! Et les truffes! Il adorait les truffes! L’omelette de truffes! Et le pastis! Et le bon vin! Le vin de Provence ! Le vin de Bourgogne! Le vin de Bordeaux! Et le champagne! Et la bonne chère en général! Le gigot d’agneau! Le pot-au-feu! Les pieds paquets! Le cassoulet! Le coq au vin! La tartiflette! La quiche lorraine! Le bœuf bourguignon! Les tripes! Les crêpes! La choucroutte! Les andouillettes! Il aimait tout! Tu te serais bien entendu avec lui, j’en suis sûre!

      –Los dioses se definen y toman cuerpo gracias a una cultura, a una historia, a una lengua, a una literatura específica. Jesús el Christos es el último dios griego, ¿no te parece, tío Robert?

      –Claro que sí. En cambio, discutir o tergivesar en torno a la existencia histórica del Christos es una prueba de nuestra majadería, de la majadería de los ateos materialistas y racionalistas, que de tanto leer y pensar hemos olvidado la joya secreta de cada quien, que es la capacidad de espiritualidad, de capacidad mística. El Christos nada tiene que ver con la historia que todo reduce, es una fuerza espiritual y mística que nos pone en contacto con la energía universal autoengendrada, en acto de creación y destrucción constantes, sin comienzo ni fin. Tal como lo imagino gracias a mis investigaciones, el Christos no es una persona, la persona es el Jesús de Nazareth de la literatura neotestamentaria. Lo imagino y siento como una fuerza omnisciente en lo que concierne a lo esencial del ser en su relación con el Uno infinitamente múltiple, con el universo, como el Buda por ejemplo, como una potencia espiritual vigente que nada tiene que ver con la institución eclesiástica y sus rituales. Es algo vivo en cada quien, que sólo se manifiesta como una capacidad de amor y de compasión por nostros mismos y por nuestros semejantes. Si el Christos no está dentro de uno, no está en ninguna parte, ni siquiera en el paraíso de los dinosaurios y de los peces fosforescentes de las profundidades abisales de la mar océano, allí donde se disolvió el Hombre de sal, sobrino… Je suis ravi d’avoir fait ta connaissance! 

      –Moi aussi, tonton Robert! Moi surtout! Merci beaucoup pour la bibliothèque et pour la bouteille de vin de noix! 

 

« La increíble pero cierta visita del tío Robert el 21 de julio… Fenómeno de sincronicidad, en el sentido fuerte y jungiano de la palabra… Boconcita escarbando en el garaje, seleccionando heteróclitos objetos, botando cosas viejas… ¡Sorpresa! ¡Encuentra una botella que su tío padrino le regaló hace veinte años, y que ella nunca bebió… ¿Y cuándo falleció el tío Robert? le pregunto curioso y feliz después del hallazgo… El tío Robert fallece el 21 de Julio del 2001, el mismo día del nacimiento de mi hermana, dice… ¡Y un 21 de julio del 2020 como el día de hoy, ella encuentra su regalo, la botella de vino de nueces en perfecto estado de conservación, que degustamos después en copa maravilla de cristal de Bohemia, con un hielito, en el aperitivo de las siete… ¡De nuevo gracias, tío Robert! »

 

 

                                                                         Castillo de Lambesc, invierno del 133.

 

 

 

 

 

 

 

 

Bibliografía

 

La Bible de Jérusalem, Éd. Du Cerf.

Petit lexique des hérésies chrétiennes, Michel Théron, Éd. Albin Michel.

Los dos nacimientos de Dionisio, Robert Graves, Seix-Barral, Biblioteca Breve.

Il discorso vero, Celso, Piccola Biblioteca 206, Adelphi.

Beauté, Philippe Sollers, Éd. Gallimard.

Le Nouveau, Philippe Sollers, Éd. Gallimard.

Vie des Douze Césars, Suètone, Éd. Les Belles Lettres.

L’été grec, Jacques Lacarrière, Éd. Plon.

Dictionnaire amoureux de la Grèce, Jacques Lacarrière, Éd. Plon.

Traité d’athéologie, Michel Onfray, Ed. Grasset & Fasquelle.

Alexis Zorba, Nikos Kazantzakis, Librairie Plon-Paris.

SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.



Bonus, para leer como cangrejo, la XXXIX vértebra.