20210117

DIONYSOS PATER LIBER (Treinticuatroava vértebra)

  



XXXIV.





« Le taxi vient d’arriver, chéri ! » Ahora sí. Chau Creta. Rumbo al aeropuerto. Regresamos a la divina ciudad de Atenas, donde aventuras y sorpresas nos esperan… El diez veces amable chofer de taxi, de otro taxi de hoy y de nunca jamás, habla un inglés fluido, impecable. El y sus colegas ferchos sólo trabajan siete meses por año, mayo, junio, julio, agosto, setiembre, octubre, pero noviembre, diciembre, enero, febrero, marzo y abril, cero trabajo. Económicamente hablando, Creta muere, aunque yo sigo pensando en Icaro y en el Minotauro. Algunos ferchos se dedican a reforzar finanzas trabajando en no se sabe qué, son las hormigas. Pero la gran mayoría, las cigarras, se dedican a cantar, a comer, a beber y gastar la plata obtenida en los meses de abundancia… Por su manera de expresarse, adivino que nuestro fercho es una cigarra, no sabe en qué consisten los trabajos en meses de carestía, pero hay. El agua es escasa en Creta, dice. Esos enormes tanques que allá ven, son reservorios de agua, durante los meses difíciles el gobierno la distribuye según las necesidades de cada quién… Have a nice trip! dice despidiéndose. Yo, solapa, le bajo diez euros aparte de los veinte del trayecto.

     El vuelo es breve, pero en esa brevedad, a falta de chela o vino, me emborracho con la visión de la luz y del mar… Boconcita dormita, le cojo la manito, ahora la suelto y anoto las palabras monogamia, poligamia, heterogamia, monólogo, monoteísmo, politeísmo en el vientre rayado y ávido de mi Moleskine… Boconcita ha escogido un hotelito bacán en un pueblito junto al mar, a pocos kilómetros del aeropuerto, se llama Mimika’s House… Ya llegamos al aeropuerto de Atenas, Eleuterio el Venezolano. « Allons poser la question avant de prendre le taxi » sugiero, y el ser disparate y momentáneo que vive en mis adentros se sorprende, simplemente. En la oficina de información, malas noticias, una rubia al pomo antipaticona por poco nos manda a rodar… El Mimika’s House no figura en la lista de hoteles de aquel pueblito junto al mar cuyo nombre no anoté, y que en consecuencia no recuerdo. Para suerte nuestra, el chofer o mejor dicho la chofereza del taxi es una australiana, vive en Atenas desde el paleolítico inferior, conoció a su marido allá, en Australia, en la ciudad de Melbourne, el pata griego se la trajo y ella se quedó a vivir en Atenas para siempre, por su manera de expresarse deduzco que el pata ya marcó calavera… Let’s go! We’re going to find that! dice, entusiasta y enérgica… Subimos, nos instalamos, el taxi arranca como el carro del fuego, pero el GPS, esa maquinita mágica que indica los itinerarios vía satélite, nos conduce por unos caminos de tierra, atravesamos chacras y campos griegos, no hay asfalto, ahora sólo un pedazo, de nuevo la madre Tierra, veinte minutos, media hora de trayecto, y nada, Brianna frena, acelera, tolvanera de tierra, ¿será que estamos yendo al lugar indicado, o será que nos está meciendo?, Sinceramente, no creo, lo que pasa es que el trayecto indicado vía satélite ignoraba que debíamos atravesar estos campos anacreónticos sin asfalto, puros caminos de tierra, y bien culebreros, por momentos me parece que estamos dando vueltas.

      Al cabo de cuarentaicinco minutos más o menos, el medio tiempo de un partido de fútbol, llegamos, bueno, más o menos… Hay un letrero que dice Artemida, el nombre  del pueblo, pero en griego, de modo que nosotros estamos en la luna, casas en la colina a la izquierda, casas junto al mar a la derecha, es como si no hubiera pueblo… Brianna saca su smartphone… Se comunica con la central de taxis… De nuevo caminos de tierra… ¡Por fin llegamos! ¡Lo logramos! ¡Eureka! ¡Tal número y tal nombre de callejuela! Y como todo está en griego, Brianna la australiana chofereza y choferaza, traduce… Here is it! It’s Mimika’s House! Totalmente dudoso veo una casa como de pueblo joven griego, con aspecto de abandonada, que no tiene para nada pinta de hotel. Bajo y toco el timbre. Timbro y timbro. No hay nadie. « Ça c’est pas un hotel, chérie! » digo « C’est pas un hotel du tout! C’est une vieille maison! Abandonnée en plus! » Resulta que, creyendo que se trataba de un hotelito idílico, Boconcita alquiló vía internet una casa, es una modalidad, el habitante se va y te deja su casa por la irrisoria suma de 35 euros, pero mi otro yo me susurra « ¡Esta no  es Mimika’s House! »... Nueva maniobra eficaz de Brianna la australiana, siempre vía la telaraña, no es la dirección actual, dice, por fin logra comunicar con los dueños de Mimika’s House, le informan que han cambiado de dirección mientras tanto, las noticias de Google a veces no son actuales, uf, vamos… ¡Y por fin llegamos! ¡Lo logramos! ¡Ahora sí Eureka! ¡Tres hurras por Australia ! ¡Viva Melbourne en Grecia!... Si subíamos en un taxi con fercho griego que no habla ni mastica inglés, imposible comunicar en detalle, ¡todavía estuviéramos llegando hasta tus adentros, inolvidable Mimika’s House en Artemida, en el planeta Grecia!

      A Boconcita creo que no tanto, demasiado viejo o pasado de moda para su gusto, los muebles de fórmica, la cama del siglo veinte, la cocina, el baño, las cortinas de plástico, incluso las toallas, la vajilla vetusta, el frigider del año del cometa, en cambio al chiquillo de los gloriosos 70 que sigue viviendo en mis adentros, Mimika’s House le encanta… Entre otras, esos roperos dignos de mi abuela, o de la propia Julia, mi tía Edith siempre se adapta al paso del tiempo, y esas alacenas de fórmica me recuerdan la casa familiar de la urbanización Buenos Aires, allá, en el Reino. Exploramos, nos instalamos, nuestra maleta muestra el contenido de su vientre… Por la ventana del baño y de la sala, descubro limoneros bien cargados de bellos limones verdes, prácticamente al alcance de la mano… « Ça fait un peu vieillot tout ça! » comenta ella señalando el decorado a base de seudo azulejos marrones de una chimenea clausurada el siglo pasado. Pero yo me siento feliz. Y cuando lo estoy, el fenómeno resulta contagioso, pues viene acompañado de una sensación de paz inmensa. Boconcita se alegra « allons-y, chéri » dice « On va faire un tour, j’ai faim! »

      Saliendo de Mimika’s House, la casa de un pata greco, aunque también puede ser una pata greca, llamado o llamada Mimika, descubrimos merodeando en el jardín uno, dos, tres, cuatro, cinco, seis gatos vagabundos que han encontrado refugio aquí, son salvajitos, no se dejan acercar, mucho menos acariciar, nos estudian refugiados en los arbustos, pero muy pronto sabremos que estos ávidos comensales no son aristocráticos y consentidos como mi gato, no, son gatos del pueblo, es decir democráticos… Por la noche de aquel día les tiré el esqueleto del pollo y se lo comieron entero, ah, divinos gatos… Estamos saliendo… El sol de la una nos recibe con los brazos abiertos… ¡No hay un alma en las calles! Avanzamos hacia la pista, detrás el mar, su luminosidad, anoto, por siaca, el nombre de la callecita donde ya nos esperan los excelentes comensales felinos

 

4 BPAYPΩΝΟΣ

 

      Hay un super local moderno con vista al piélago, llamado Ippokampos, donde nos instalamos,yo sobre todo imantado por el nombre, Ippo de hipódromo y de hipopótamo, voluminoso caballo de agua. Resulta ser un desplumadero exclusivo para incautos de mi especie, Boconcita ya se las olía, pero ¡qué belleza estar frente al mar, recibiendo la brisita fresca, en silencio, con el ser amado! Mi chela de medio litrongo cuesta siete euros, una Coca-Cola tres euros, son los precios de Francia, por joder sólo dejo cincuenta misérrimos céntimos de euro de propina en este local neoliberal a ultranza, un poco más y nos cobrar el aire que respiramos, lo más importante que hay en este mundo es totalmente gratis, pienso de pronto, « allons manger en face » digo. Cruzamos la pista muy atentos, la circulación de los carros del sol es muy rápida en Grecia, incluso en los pueblos, cuando regrese a las Galias les daré mis quejas al Anacreonte, poeta que jamás estuvo apurado, al Heráclito no, se burlaría diciendo « Oye, chibolo, ¡nadie cruza la misma pista dos veces! »… Nuestro restaurante verdaderamente griego, donde resaltan los colores emblemáticos del Olímpico de Marsella, sillas y mesas de madera verdadera, no de plástico como en el Ippokampos, se llama

 

AΜΦΙΤΡΙΤΗΣ

 

Donde nos deleitamos, para empezar, con la amabilidad verdadera del dueño y mozo a la vez, con la verdadera cortesía, con el verdadero buen humor, nada que ver con la falsa amabilidad, la falta cortesía y la falsa risa del local de enfrente. Aquí, mientras nos deleitamos con nuestra ensalada griega generosa y exquisita, con nuestro chancho yiros generoso y exquisito, tengo una nueva revelación… Como no me canso de repetirlo, amigos, en esta vida pasajera, el dios Dionysos que vive en las más profundas cavernas de mi ser, me ha golpeado dos veces, bien fuerte,con comba y con garrote, con hacha y con machete… Pero si no me volvió loco permanente, loco furiosy de atar, y si tampoco me mató… ¡Por algo será! ¡Aquí estoy! ¡Aquí estamos! ¡Dionysos Pater Liber! ¡Para escribir esto! ¡Salud por eso!

      Caminata silenciosa por el borde de la playa hasta el final del camino, donde nos espera una hermosa playa… ¡Playa Hermosa! ¡Como en Puerto Santa a finales de los 60, allá, en el Reino! Al frente, a un par de kilómetros, podría ir nadando rápidamente pienso, vemos una iglesita blanquiazul, un molinito blanquiazul, qué belleza, si no es en esta vida y con este estuche pasajero, en otras vidas siempre volveré a Grecia, siempre volveré a Creta… Me sorprendo contado esto que no se puede contar, esta paz, esta dicha, este silencio internos… Por todos sitios un tapiz de piedras minúsculas, veo bancos de algas como cabelleras de Gorgonas en la mar celeste, Boconcita es friolenta, no quiere bañarse, yo sí me voy adentro, el llamado del dios es irresistible… Eso sí, camino con mucho cuidado hasta un sitio accesible, tengo hipersensibilidad en la planta del pie derecho, pisar una piedrita me puede hacer saltar hasta el cielo, me zambullo, nado, miro la iglesita y el molinito a lo lejos, estoy en otro cielo.

      De vuelta a la percepción por así decirlo normal del mundo fenomenal, le digo « Maintenant on va jusqu’à l’autre côté, chérie! » Volvemos hacia el Ippokampos, seguimos hasta el final del camino, donde descubrimos un restaurante hermoso como Playa Hermosa, como ninguno de los visitados, se llama

 

ηχήρα

 

que quiere decir La Viuda, es un homenaje a un personaje de la mil veces maravillosa novela Alexis Zorba, Zorba el Griego, la viuda es una viuda mamacita que hace temblar hasta las piedras, muy merecidamente el narrador se la come al final, Zorba se la pone en parrilla, ¡la viuda!... ¡Aquí estamos, maestro de maestros y de recontra maestros! ¡Nikos Kazantzakis! ¡Gracias por el detalle!... El restaurante tiene dos sectores perfectamente diferenciados, como en la vida, y aparentemente opuestos, el interior y el exterior… En el interior no hay nadie, hace calor, pero al frente, aravesando la pista, hay una terraza natural lamida por el mar Egeo, donde, al parecer, se celebra el cumple de Zeus, por lo menos… Ha       y un jolgorio de cincuenta o sesenta personas, todos hablan en voz alta, todos ríen, el buen vino greco fluye a raudales, la moza buenamoza va  y viene con las bandejas, ella ríe menos, tentáculos de pulpo oktopus cuelgan como medias de fútbol de un cordel en la terraza, esas voces y esas risas frente al mar Egeo las sigo oyendo… Son parejas y amigos de la llamada tercera edad, el más chiquillo debe tener diez años más que yo que ya voy mordisqueando los sesenta, que no son nada, hay cochos y cochas de ochenta, seguramente de noventa, y los malditos ríe y ríen, celebran y celebran, y como ríen y celebran más que yo el cumple de Zeus, me da envidia, anoto el detalle, es la última visión que tengo de Grecia… De nuevo veo los tentáculos de pulpo, de piel de pulpo color violeta pulpo, colgando del cordel, medio remecidos por la brisa veraniega… Pronto serán las ocho, regresamos al Mimika’s House con la idea de volver mañana, hoy imposible, yo como niño caprichoso quería quedarme, pero no, imposible, los patas griegos cochos han alquilado el local, yo sigo convencido de que celebran el cumple de Zeus, todos ríen como Zorba, ni más ni menos.

     

 

 

      Si por mi fuera, yo voy a restaurante siempre que pueda, como cuando era rico, siempre menú diferente, pero Boconcita no quiere, está cansadita, entonces compramos algo en el camino digo, regresamos hacia Mimika’s House, yo me siento como protegido por el dios verano.

      En un mini market compramos sardinas en conserva, limones, arroz, queso gouda holandés, agua mineral con gas, jugo de naraja,chelas, lonjas de jamón, una lechuga, una botella de vino y un pollo ahumado… El dueño es tan amable, su esposa también, pero amables de verdad, a los hipócritas y a los falsos yo los huelo a kilómetros, salimos cargadazos rumbo a otro banquete en la calle

 

ΒΡΑΥΡΩΝΟΣ

 

que es el paraíso de los gatos… Durante el banquete, anoto cada detalle, tengo el Moleskine y mi super lapicero a mano derecha… Por ejemplo, anoto, los ladridos de un perro griego parecen rebotar en el silencio de la noche, aquí en Artemida

 

ΑΡΤΕΜΙΔΑ

 

mientras imagino el rumor del mar Egeo… ¡El vino riquísimo!

 

ΑΜΠΕΛΟΥ

ΝΕΚΤΑΡ

 

¡Un auténtico néctar, otra bella palabra griega!... Antes de meterme al sobre –hemos devorado medio pollo–, separo un ala, una pierna, la parte pechuga que queda, desgajo el esqueleto incluyendo pescuezo y rabadilla de suplemento, salgo al balcón, en la oscuridad total del jardín bolitas fosforescentes me observan… ¡Buen provecho, queridos gatos! ¡Para mañana les guardo el pellejo y los huesos!

      Ahora, empiezan a achicarse los recuerdos… Por ejemplo, como si la memoria fuera una filmadora, nos veo yendo rumbo a Playa Hermosa tipo diez y media, donde nos bañamos y retozamos hasta las doce… Un viejito griego morboso tira lente de manera insistente, es que Boconcita se ha liberado de la parte superior, el cocho morboso va y viene, habla en griego y al parecer se dirige a nosotros, creo que nos hace la moral, pero, al mismo tiempo, se gana, qué pendejo.

      Volvemos, nos duchamos para quitarnos la sal del mar Egeo, de nuevo salimos, ahora caminamos decididos hasta el final del camino rumbo al restaurante La Viuda, deliciosos tentáculos de pulpo colgando de un cordel, aquí estamos, todo ha cambiado por completo, normal, ya la Tierra dio otra vuelta. No hay un solo cliente. La terraza de los viejos zorbas totalmente vacía, yo la siento triste, pero no importa, lo más seguro es que el triste sea yo, deben ser las dos de la tarde, pedimos sardinas a la parrilla, aceitunas para picotear, chela y agua mineral. En ese momento, la moza buenamoza nos informa del significado de la palabra ηχήρα, y yo veo todavía a los viejos felices y festivos de ayer, pienso de nuevo en las personas que uno ve por primera y última vez… Acompañamos los tentáculos a la parrilla con unas papas fritas, un vinito blanco helado, y ya.

      De vuelta a Mimika’s House, medio cojudo me pregunto, ¿será que volveré a Grecia?... Hojeo unas revistas para turistas, de donde copio esto, es el gran Pericles dirigiéndose al pueblo griego, habla en english « What you leave behind is not what is engraved in stone monuments, but what is woven into the life of others » ¡Muy bien dicho, Pericles! Se lo comunico a Boconcita que me informa… Pericles también era conocido como « cabeza de cebolla » debido a una deformación congénita, por eso se cubría el cráneo con un casco eterno… Qué interesantes revistas, hablan de los juegos olímpicos, maratón, biatlón, triatlón, decatlón, también del templo de Poseidón, el nombre de Lord Byron está grabado en una columna de mármol donde, en un rectángulo también de mármol, podemos leer estos versos:

 

Place me on Sunium’s marbled steep

Where nothing, save the waves and I

May hear our mutuals murmurs sweep

 

Por unos segundos, vuelvo volando hacia los primeros días en Atenas, cuando pasábamos saludando a Pericles rumbo a la Plaza Monastikari… « Lo que yo quiero, chérie, es el casco de Leonidas el espartano, el de las Termópilas » me oigo diciendo… Mientras tanto, en el jardín de Mimika’s House, feliz constato que los seis, siete gatos, ¡hasta comen pan! ¡Boconcita le tiró un pedazo que de inmediato desapareció! ¡Ahora les doy lo que sobra del pan remojado con el aceite de las sardinas! ¡Qué felices son los gatos, señor Zeus! ¡Y yo triste porque me voy de Grecia!

      Como Boconcita es precavida, anteayer nomás contrató a la australiana Brianna para que, hoy, nos lleve al aeropuerto, aquí estamos, ya llegamos, thanks a lot, Brianna!... Vagamos como sombras errantes, como zombis en el Duty-Free, aparte de triste me siento como ausente, como si no fuera yo, es el falso lexicólogo que anota y anota, tesis, hipótesis, teoría, praxis, amnesia, anamnesia, telekinesis, parapsicología,orégano, del griego antiguo όρίγάυου, origanon, que quiere decir « a quien le gusta la montaña », palabra compuesta de, uf, ya me cansé de escribir en griego, palabra compuesta que habla de la hermosa montaña y de una hermosa planta que brilla y ríe mirándola, el orégano. En una librería del Duty-Free, encima de los libros, leo

 

ΒΙΒΛΙΑ

 

« Tu vois? Tu vois, chérie? » ¡Biblia no quiere decir un libro sino una multidud de libros, todos muy distintos en cuanto al estilo, libros así, en plural, y resulta que el autor más prolífico, qué casualidad, es Pablo de Tarso!

      Ahora, en el avión palomón de aluminio, somos vecinos del niño galo Tom, que nos habla del ojo del cíclope… Boconcita abre una revista del avión, donde aparece una bonita pulsera adornada con una piedra así llamada, el ojo del cíclope, valorizada en la misérrima suma de setenta y cinco euros, se la compro de inmediato, ella feliz, es lo único que vale, lo único que interesa, lo único que cuenta, « mille fois merci chérie, pour ce voyage en Grèce » medio le murmuro, ella casi duerme, se ha puesto el ojo de Polifemo en el bracito izquierdo.

      « Tengo el casco del ejército de élite de Leonidas en la batalla de las Termópilas, cobre para proteger las mejillas, cobre para proteger la nariz, cobre para proteger el cráneo, cresta de crines rojas, pero de cobre, tengo el casco de Leonidas en la mano, y cobre para mí, para seguir luchando contra las divinidades del abismo », anoto al llegar a Marsella. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.




Bonus, para leer como cangrejo, la XXXIII vértebra.