20100203

MELISSA PATIñO HINOSTROZA


(fotografía tomada por Javier Arévalo)

Melissa Patiño Hinostroza nació en un distrito al sur de Lima, Villa María del Triunfo. Toda su vida ha vivido en este lugar. Primero en la casa de sus abuelos, Melissa recuerda que tenían un patio grande de losa donde jugaban fútbol, matagente, siete pecados, san miguel y demás juegos de niños. "Digo teníamos porque crecí con mis hermanas y primas, siempre fuimos más mujeres en mi familia y además siempre hemos sido una familia muy grande. No necesitábamos salir a la calle, aunque a veces lo hacíamos, jugábamos en el parque interno, allí teníamos árboles enormes (o así los veía yo) a los que podía subir hasta la última rama sin ningún problema, pero al bajar siempre terminaba herida, rasguñada, a pesar de eso trepar árboles es una de mis grandes aficiones hasta hoy, cada vez que veo uno el deseo intenso de ir y hacerlo mío, domarlo (trepándolo) me envuelve y tengo que respirar hondo y desistir de la idea sobre todo cuando los árboles están en la vía pública… a veces me permito esos excesos sólo cuando es de noche muy tarde y ya no hay tantos ojos que puedan mirarme extraños, pero siempre hay algún sereno (guardianes de las calles y de los parques) que debe decirme que eso no se puede hacer que me comporte, aunque hasta ahora no entiendo bien a qué se refieren exactamente".  

"En el cole me fue bien, entré persiguiendo a mi hermana al pre kinder (o jardín) cuando todavía no cumplía los tres años, aprendí a leer joven, a los cinco, y creo que una de las causas que originó mi miopía fue que mi madre siempre nos mandaba a dormir temprano, pero como yo quería leer (en ese entonces leía fábulas de Esopo y cuentos de animales, la historia de la mariposa, del salmón, etc, donde explicaban acerca de su vida, su hábitat, eran historias muy divertidas), como yo quería leer lo hacía con la luz central apagada, iluminada solamente por unos hilos de luz que se colaban del pasillo al cuarto por la ventana de mi habitación, la miopía debe haber sido por eso y también por esa manía de mirar el sol fijamente hasta poder verlo, redondo, naranja".

Su miopía no fue problema para la escuela, le pusieron un par de lentes y listo, fue una buena alumna, siempre notas altas, diplomas, reconocimientos, siempre respetuosa, siempre solidaria, como le contó su madre la otra noche, leyendo los reportes de sus maestras. Melissa misma no lo recuerda. Aunque nunca pudo tener muchos amigos, la escuela primaria fue fácil en ese sentido, pero la secundaria no tanto, peor cuando ingresó a la universidad, "cuando crecía me iba haciendo mucho más cerrada, quizá porque no me sentía parte de los grandes grupos que se formaban en esos espacios".

"Siempre fui lectora, eso es lo mejor que heredé de mi padre, me gustaban mucho la historia y la literatura, eran mis materias preferidas en la escuela, aunque siempre fueron más fáciles para mí las matemáticas y los cursos de ciencias; quizá porque en los cursos que me interesaban me exigía conocer más, en los otros curso solo aceptaba y repetía, y eso siempre sería más fácil".

Melissa empezó a escribir con convicción de creadora a los quince años, cuando estaba en quinto de secundaria, y conoció a Luis Enrique Amaya, un amigo poeta y promotor cultural, que para ese entonces dictaba un taller de poesía en su escuela, al cual ella asistió. "Me invitó a unirme a él y un grupo de gente que promovía la difusión de la poesía y la trova en el distrito de Villa María del Triunfo, entonces Círculo del Sur recién se estaba formando, empecé a leer poesía y a intentar escribirla, y trabajamos creando espacios de difusión, en algún momento un programa de radio que duró cerca de dos años o por allí. Paralelamente estudiaba en la universidad y trabajaba en distintas cosas, así que mi labor de promotora cultural, fue lo más constante que pudo".

"No tengo un autor de culto, pero disfruto mucho de la literatura latinoamericana, la del resto del mundo también la aprecio y mucho, pero supongo que mi identificación es con la primera, por la gente, los pueblos, la idiosincrasia, cuando leo latinoamericanos siento un calorcito que no siento en otro momento. He leído más libros de narrativa que de poesía, porque los primeros los empecé desde que aprendí a leer, los de poesía, recién cuando la descubrí, a los quince. Además también disfruto mucho leer a mis amigos. Pero no solo leo literatura, me gustan los libros de filosofía, historia, política, economía, y un largo etcétera".

En la familia de Melissa hay más gente que escribe, un tío abuelo Ayacuchano, primo hermano de su abuelo es literato, tiene un libro ( Melissa no sabe si ha escrito más), el único ejemplar que está en posesión de su familia en Lima lo tiene una tía, pero hasta el día de hoy no lo ha visto, "creo que es un buen motivo para buscarlo, sé que sigue vivo, a veces pienso en él pero no veo nada, no existe ningún recuerdo, nada que nos ate en la memoria".

"Nunca tengo un momento especial para escribir. Por lo general siempre tengo dando vueltas una idea antes de decidir sentarme, otras veces, me siento en la pc con ganas de escribir sin saber qué. No soy muy ordenada a la hora de decidirme a crear, por lo general escribo cuando me estoy recuperando de una caída, entonces mientras escribo mis endorfinas se van multiplicando brutalmente hasta que casi me hacen explotar de felicidad, y me detengo. Sucede que para poder escribir necesito estar en armonía, cuando estoy triste o muy entusiasmada salen cosas que al final siempre termino desechando".

Melissa ha publicado una plaqueta personal: Palabras en libertad (2008, Hipocampo Editores), que apareció en revistas como mi Vecino el Escritor (revista internacional del PEN Club), fanzines, blogs, etc. Algunos de sus poemas han sido traducidos al inglés por Lumen Books/Helen Lane Editions.

Además de  escribir Melissa se dedica a la gestión cultural, ahora tiene un proyecto para abrir su propio sello editorial.  






...y para finalizar Melissa Patiño Hinostroza nos recomienda leer este poema inédito:








Una mañana mi nombre fue escrito
Existí
La tinta perfiló al detalle mi rostro
El papel descansó mi presencia

Asomé
Semblante polvo iluminado

Emergí                                          Tristeza

Aliados y enemigos
crean humanidad
sin saberlo:

              siembran montañas de palabras
              florecen aves
                                          vuelan desnudas
              extinguirse en mis senos

Una tarde alguien ha escrito      poeta
Y el ave germinada
voló lejos de mi cuerpo
inexistente.




Melissa Patiño
Lima, enero 2010


SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D. M.. 2010.