Por: Lydia M. González Zapata
A pocos días del inicio oficial de la primavera, las nubes se empeñan en ser el techo de Ámsterdam. Sopla el viento y a veces, parece que los ciclistas tienen verdaderas dificultades para avanzar.
El Tropenmuseum o Museo de los Trópicos, muestra su belleza arquitectónica a medida que se acorta la distancia entre el majestuoso edificio y yo. Está situado cerca de un canal y de un molino típico holandés, que hace las veces de bar.
El edificio, enorme, es de estilo flamenco. La decoración de sus muros, sus grandes ventanales y sus tejados, hacen un conjunto muy señorial. Nacido con intención de mostrar los tesoros de las colonias holandesas al mundo, hoy, es un museo diferente, poco turístico y muy educativo, que permite perderse por salas y pisos, y disfrutar en silencio de alguna pieza del arte hecha en un recóndito lugar del planeta.
Tiene exhibiciones permanentes de África, Sudamérica, Oceanía…. y otras temporales como la llamada Vodou. Gracias a una tarjeta anual de museos, puedo visitar esta maravilla por solo medio euro. ¿Voy a dar la vuelta al mundo por menos de un euro?
Me pregunto cuando pago, mientras escucho al gentil hombre explicarme brevemente el museo. Tanto por tan poco.
El origen del Vodou, nos lleva hasta el Congo y Angola, de donde los franceses traían los esclavos a la isla de La Española, para trabajar en las plantaciones de tabaco y cacao. La palabra en sí, proviene del vocablo africano fon, que significa espíritu invisible. Los que siguen esta religión se autodenominan servidores de Lwa, es decir, servidores de los espíritus. En Haití, hablan criollo, una mezcla del africano y el francés. El Vodou, es una religión afro americana, que en Suriname se llama Winti y en Brasil, Comdomblé.
Mi curiosidad tras unos segundos observando los extraños trajes rituales, y escuchando los alegres cantos de las sacerdotisas en las celebraciones, está muy despierta. Me pregunto cómo se mezclaron los franceses con los españoles en la isla de La Española, intento imaginar esas plantaciones, llenas de musculosos trabajadores negros, sus reuniones de Vodou, el nacimiento de sus ritos mágicos y cómo se lo tomó todo esto la religión católica de los poderosos de la isla.
Un mural que combina gráficos, textos y grabados, me saca de dudas. Los españoles llegaron a una isla en 1492 y la llamaron La Española. Los Tainos, nativos, se vieron obligados a huir a las montañas para salvarse de la muerte y de la esclavitud, en ellas, se mezclaron con los esclavos negros que huían de los mismos males. Esos esclavos negros los empezaron a traer los franceses a la isla en el siglo XVII, cuando ocuparon la mitad de ésta. Estos hombres y mujeres negros, no traían nada consigo, salvo sus creencias, que quedaron mezcladas con diferentes aspectos del catolicismo.
Hacia 1750, la isla está habitada por unos cuarenta mil europeos, medio millón de esclavos y unos treinta mil mulatos. Éstos últimos, eran el resultado de la mezcla entre europeos y esclavos. Gozaban de casi los mismos derechos que un occidental. Tras la Revolución Francesa, los mulatos alcanzaron todos los derechos. Pero su religión, el Vodou, debía practicarse a escondidas. El único culto permitido era el católico.
Los habitantes de la isla empezaron a sublevarse, lo cual les llevó a la independencia. Cabe destacar el importante papel que desempeñó el Vodou, dado que aglutinó a las masas en contra de sus opresores. Toussiant, hijo de esclavos libres, comenzó lo que culminaría con la independencia de la isla en 1804.
Esta muestra está llena de objetos mágicos. Poco o nada tiene que ver el muñequito budu que con alfileres clavados, amarga la vida del que representa. En los objetos vodou, el colorido, las lentejuelas, la vida y la muerte, están presentes en cada uno de ellos.
El ritual vodou se hace en una extensión de tierra, rodeada de las casas del sacerdote y las sacerdotisas. En el medio un árbol, por donde descienden los espíritus a nuestro mundo para comunicarse con los humanos, y por donde las almas de los muertos se dirigen al más allá.
El vodou tiene muchísimos espíritus. Las representaciones de estos, se asemejan a los santos cristianos. A cada espíritu se le pide una cosa diferente. Los hay bromistas, queridos o temidos. En la colección hay objetos que se exponen por primera vez. Las botellas revestidas de telas de colores vivos con lentejuelas cosidas, abundan, igual que los muñecos tamaño natural, que sentados en sillas, con ojos de espejo, nos contemplan.
A veces los muñecos son coronados con auténticas calaveras humanas. Me pregunto quién observa a quién. Las imágenes talladas en madera, mezclan el cuerpo de una mujer, con el de una serpiente y un pájaro, o grandes cabezas humanas con una serpiente brotando de la boca. Me paro ante las representaciones de determinados espíritus o Lwa.
¿tienen problemas de dinero? Entonces acudan a Danmbala, es un espíritu generoso. Una serpiente de colores, que prefiere como ofrenda un huevo crudo.
¿están buscando pareja? Hagan una ofrenda frutal a Lasirén. Este espíritu les ayudará a elegir bien.
¿se sienten desprotegidos ante algo? Diríjanse a Bosou. Tiene cuerpo de hombre y cabeza de toro. En el catolicismo parecería un demonio, sin embargo, en el vodou es el protector de las personas.
Ezulie Freda, es la favorita de todos. Le gustan los colores, el champan rosado, las joyas. Atrae al dinero. Se representa como la Virgen Dolorosa. Exactamente igual.
Si el 1 o 2 de noviembre, se encuentran en el cementerio, y pasan cosas extrañas, posiblemente sea Gede, el Lwa bromista que habita en los campos santos.
En la religión Vodou, encontramos muchas sociedades secretas. Una de las más grandes se llama Bizango. Son sociedades de lucha, que recuerdan el sufrimiento de los esclavos. La sala oscura con cantos de vodou resonando entre sus paredes, se vacía de otros curiosos justo cuando entro yo.
Impactada, espero hasta haber recorrido con la mirada los más de treinta guerreros de la sociedad secreta de Bizango. Representaciones a tamaño natural de espíritus, me rodean. Vestidos de rojos, púrpuras y verdes, sus ojos son de espejo (a través de ellos se supone que veremos el mundo de los espíritus), sus cráneos son humanos, sus manos sostienen botellas de cristal adornadas, que son el agua y el ron oscuro, las bebidas de los Lwa.
En silencio, paseo entre estos extraños grupos. Unos están sentados en elevadas sillas, otros, de pie muestran sus atributos. Los espejos, juegan un papel esencial en el Vodou, y en la siguiente sala, los hay de más de dos metros de alto, con decoraciones extrañas. Serpientes, caras de Lucifer, huesos, son la ornamentación de las puertas del Más Allá.
Miro a los ojos de espejo de un espíritu, y siento que me devuelve la mirada.
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