Obras pictóricas de artistas latinoamericanos:
Vicky Vázquez, Flor Rentería de Boers, Sacha di Maio,
y Eduardo Pérez Gonzalez
Sala Simón Rodriguez. Embajada de la República Bolivariana
de Venezuela. La Haya-Holanda.
Inauguración: 03.10.08
La historia de Europa como eje fundamental de Occidente, resume una ola hasta hoy infinita de cambios. La Holanda del siglo XVII no escapó de ello, conversiones, rechazo a los cánones establecidos, nuevos modelos de representación, desde estilos donde prevalecieron las líneas sencillas hasta la enrevesada representación y ornamentación de sobrios decorados que nos llevan seguramente a la consideración del modelo de representación conocido como Barroco.
Hasta cierto punto, acompañaron los artistas, la imposición de una visión religiosa del mundo, las tensiones y exigencias de la vida material que, predeterminaron y exigieron a muchas generaciones de artistas, su rendición ante el fantasma de la reducción y la mediatización. Dicha tensión con lo real, con el laberinto de lo real, ha obligado a los creadores, de todos los tiempos, sea desde la literatura, la música o cine, además de las artes plásticas como es nuestro caso, a definir temáticas e impulsar irremediablemente, al florecimiento de géneros y estilos. No tardaría mucho tiempo para que los artistas holandeses e ingleses tomaran al cielo no por asalto, sino como modelo de representación, estudio y por ende asidero de la más fiel aspiración de alcanzar la belleza.
Si los autorretratos de Rembrandt dieron al mundo la visión de los avatares de la vida, la tragedia de la derrota en los negocios nacientes, en el marco de la diversidad, los artistas latinoamericanos en conjunto, aunque con itinerarios y motivaciones diferentes, han buscado redescubrir, desde la diversidad, con diferentes perspectivas, la representación de la naturaleza como revelación y de ello su cotidianidad: desde Rufino Tamayo a Reverón.
Los artistas que presentamos Vicky Vázquez, Flor Rentería de Boers, Sacha di Maio, y Eduardo Pérez Gonzalez, en sus trabajos vemos, una representación alejada de la tradición del dramatismo, los acontecimientos heroicos, la idealización del hábitat, para dar lugar a una creación singular, con autonomía expresiva, tal como fue el arte en sus orígenes occidentales: modelar originariamente y crear la ilusión miméticamente del mundo.
Lo que ha resultado en estos trabajos es un conjunto de coincidencias y búsquedas que trascienden el arte como reflejo de la realidad o el simulacro. A la naturaleza se trata de expresarla, con signos que son nuevos, pero que no descartan la representación de paisajes idílicos, atardeceres, remembranzas, lejanías, lontananzas, objetos cotidianos de la moderna sociedad.
Vicky Vázquez: Lo natural e imaginería de lo cotidiano. Su obra es un permanente reclamo al equilibrio del hábitat, una preocupación ecologista que embarga su evocación por un pasado idílico, de estado de naturaleza igualitario reincidente y coincidente con las búsquedas de Claude Larraín. De allí que sus pinturas, sobre todo sus paisajes invocan ese exhorto poético por la necesidad de la pacificación de la existencia y el equilibrio primordial del hombre ante la naturaleza.¨ Intensidad y tormenta¨, esa honorable padecimiento romántico, lo inserta con el simbolismo de la Madre Tierra , por eso sostiene que ¨aunque no siempre es asi, el hombre al nacer, nace puro, limpio de maldad o de agresividad, pero ese niño puro y sin conocimiento de lo oscuro de la humanidad adulta, en situaciones donde se siente amenazado aflora de él ese ´ instinto belicoso´ convirtiéndolo en ese animal brutal¨ . En las nuevas imágenes de una naturaleza reclamada, vemos surgir el fervor de un desenvolvimiento ético de la humanidad, la acción buena aparece como el itinerario prefijado, para trascender el sufrimiento del ser humano y con ello una revolución de los valores: la naturaleza animada, los íconos de siempre como son los astros de la nocturnidad y la tierra del sol.
Flor Rentería: Naturaleza, un paisaje interior. Con sus ojos, ha buscado captar la vibración de la naturaleza, esos paisajes áridos de sus estancias campestres en Venezuela. El refugio del campo no siempre resultó un seguro remanso, pues la implacable mano del hombre ha atentado contra su durabilidad. La artista no evoca otros mundos, sino su mundo, en sus pinturas ha querido atrapar la luz, esa originaria necesidad del pintor, para ir produciendo atmosferas fantásticas, pobladas de personajes de otros tiempos, evocaciones y ambientes, historias alternas, que se diluyen o crean situaciones y hace que nos perdamos en los espacios e intersticios de esa naturaleza mágica. Muy presente está la fuerza del color local, y la narrativa de lo fabuloso, como un rasgo también autonómico, siguiendo a los viejos maestros de la línea de los impresionistas. Pero, a Flor Rentería, la mueve una necesidad de evocar y retener, desde los estados anímicos más profundos, pues es ella asi, para trascender la soledad de los campos del ayer abandonados y hacerlos conciliar con la plenitud del presente. Los seres bailan y celebran la plenitud alcanzada, son seres lúdicos, se animan y casi estallan de placer, pues han ganado el combate contra el tiempo.
Sacha Valentine di Maio: Neorrealismo como semántica. Heredera de una larga tradición donde se impone la perfección de las formas, encontramos en esta artista el cuidado por la disposición, el equilibrio y el tratamiento para recrear una valoración especial de los objetos cotidianos. Tiene una intensión casi alquímica por utensilios del hogar, son remembranzas y al mismo tiempo una recreación especial por el ambiente familiar, los lazos interhumanos de la consanguinidad, pues su preocupación fundamental es re-establecer la unidad perdida por el crecimiento desmedido de las ciudades europeas, es por eso una reacción expresiva ante la desintegración de los vínculos que impone la modernidad y la globalización unidimensional y avasallante. Por ello nos dijo ¨…limones amarillos que llenan los paisajes campestres y las cocinas italianas, los chiles rojos, los tomates, representativos de sabores que llenan el ambiente hogareño, estos objetos no son vistos como naturalezas muertas, hay vida en esas pinturas que no son el símbolo de lo efímero de nuestra existencia. Son ellas, ya por sí mismas, la existencia…¨ Su composición recaptura la importancia de los viejos maestros italianos, de allí que el centro tonal sea el color, fortalecido, robustecido, también por el uso y tratamiento de la luz. Entre luz y color, nos produce desde si misma la posibilidad de construir significaciones, proyectarnos en el tiempo mediante el contrabalanceo de las formas que parecen detenidas en el tiempo, mientras que nuestra mirada es conducida melódicamente por las líneas y las formas perfectas.
Eduardo Pérez Gonzalez: Signos y figuras de una segunda naturaleza. El arte moderno mostró la tendencia capaz de alejarnos del mundo tangible mediante el símbolo, la metáfora y el arte contemporáneo denunció con la ironía, el simulacro de la naturaleza imitada. Eduardo Pérez Gonzalez, nos advierte que estamos desprovistos de toda inmunidad, que la sensibilidad contemporánea y más aun la postmoderna, que dejó campo libre a la sociedad de masas, a la historia del gusto y con ello a la pérdida de significación de los objetos como valores de uso. Es perfectamente factible asi la búsqueda de este artista, cuando se plantea jugar como un homo-luden, con la idea de naturaleza, ella por el proceso histórico se ha vaciado, desde Descartes ha perdido interioridad. Por ello nos dice el artista: ¨Ese juego entre lenguaje-palabra que nombramos naturaleza y el reconocimiento de nuestra imagen en una palabra "humana". El nombrar y conceptualizar es una actividad meramente humana. ¨ De esa manera puede, partiendo del ¨nombrar¨ o señalar las cosas con el dedo (como diría Garcia Márquez en Cien años de soledad) para crear un espacio y tiempo alterno. En un mundo de reproductividad electrónica y visual, es testigo y abraza la producción icónica, lo tiene todo: el lenguaje, las imágenes, los colores de las imágenes. Como resultado ha construido un mundo, con consistencia propia, receptáculo de historias, sonidos, palabras, personajes. Ha nacido un nuevo orden, una segunda naturaleza. Pero, la angustia aparece, con las interrogantes, ante la vacuidad, el vacio, aunque aún, prevalecen funciones irrefutables y hasta impostergables, porque la naturaleza humana esta envuelta en la antinomia de imaginar e inventar, el vivir y el amar, como móviles, si bien no destruidos, al menos potencias irrealizadas de manera infinita.
Joaquín López Mujica (*)
JOAQUIN LÓPEZ MUJICA. filósofo, músico y escritor, y Encargado de Asuntos Culturales y Prensa de la Embajada de la Republica Bolivariana de Venezuela en el Reino de Paises Bajos.
0 reacties:
Publicar un comentario