Por Miguel Rodríguez.
GATO VAGABUNDO Y LETRADO.
Luchando con la horrible tristeza que me coge por el pescuezo, prácticamente todos los días voy al castillo para alimentar a mis felinos huérfanos, para darles croquetas, terrina y agua fresca… Y ayer, día cuatro de la mudanza, Boconcita me manda una foto del Rey Mamao comiendo croquetas en sus nuevos aposentos, y dice, tenemos un nuevo inquilino, chéri. Al llegar, lo acaricio cinco minutos por lo menos, error, y por la noche le digo que venga a dormir con nosotros, error, es que su presencia me llena de ternura… Esto será consignado en los anales de la historia de Lambesc… El día once de marzo llega el Rey Mamao, bajan los senescales, bajan los caballeros, bajan los bufones, bajan las damiselas, bajan corriendo los palafreneros, bajan despacio los cardenales, alfombra roja de terciopelo, tocan trompeta los heraldos, bienvenido sea usted, Rey Mamao, cuéntenos su biografía para los auditores y los televidentes…
Saint-Cannat es un bello pueblito situado a cinco kilómetros de Lambesc, más o menos, antes medíamos la distancia en leguas, como las botas de siete leguas de Pulgarcito… Así fue llamado en homenaje a Canus Natus, un santo provenzal del siglo cinco, que fue ermita y llegó a ser obispo de Marsella, San Canatus. Yo era entonces un joven y atlético felino atigrao, mis ojos son dos ópalos de luz con una rayita en el medio, y como vivía cerca de la iglesia de Saint-Cannat Canus Natus, tomaba agua bendita en la pila de piedra, cabalgaba feliz por los techos, me llamaba Vegas. Pertenecía, por así decirlo, a una chica francesa que se emparejó con el hermano de tu Boconcita, que me bautizó Mamao cuando llegué al castillo de Lambesc, porque me la pasaba diciendo Mao Mao. En esas épocas, yo era un gran peliador techero, todos los gatos, y hasta el más pintao, me tenían miedo, no se moleste por tan poca cosa, futuro Rey Mamao, decían los muy complotadores y pendejos. Después, bajaba al pueblo, merodeaba en la terraza del bar de Saint-Cannat, atravesaba la pista, nunca le tuve miedo a eso que los humanos le llaman la muerte, y que no existe. Un día, la terrible hijita de mi dueña dio un portazo tan fuerte, qué horror, todavía escucho el impacto, me cogió de sorpresa, me cortó la punta de la cola, maldita mocosa, hasta hoy me acuerdo. Yo, Vegas Mamao, el futuro Rey Mamao de la Vega, pego un alarido feroz y salgo cabalgando por los techos chorreando sangre, me pierdo en el bosque, me curo con plantas me alimento de lagartijas y ratones, un saltamontes de cuando en cuando, regreso triunfal al pueblo al cabo de tres semanas, completamente curado, de nuevo enjuago el hociquito en el agua de la pila bautismal, ahora exijo cariño sobre todo, torpes humanos, seres crueles.
En esas épocas, también hay mudanza en perspectiva, hay que capar al futuro Rey Mamao des Favettes. El entonces felino llamado Vegas, es un gran experto en mudanzas, hasta podemos establecer un curriculum vitae. De Saint-Cannat Canatus, se muda a Lambesc, de Lambesc se muda a Puyricard, de Puyricard se muda a Venelles, y de Venelles a Lambesc otra vez, al castillo donde nos conoceremos. Ya lo dije no sé cuántas veces pero no me canso. En el castillo de Lambesc, don Mamao de la Vega se aburguesa y pierde su divina animalidad. Croquetas específicas, y de cierta marca. Guiso para felinos específicos, también de cierta marca, si no, el conchesu no come… Ahora veo al Rey Mamao como pulverizado por la luz de marzo, olfateando las cajas de cartón. Un paseíto por la terraza, le pongo su radio para que no se aburra, para que se sienta acompañado, voy a mis dominios de Aix-en-Provence, sito en las alturas de Sain-Eutrope, que resulta ser un obispo del siglo cinco, originario de Marsella, donde leo, escribo, tomo agua y me flagelo… Por la noche, pimentones al horno con ajo y aceite de oliva, alverjitas, chancho frito por mis cuidados, estos milagros ocurren en la casa de la suegra, previamente, llega el vecino Christian, nos echamos un pastís, degustamos aceitunas griegas, papitas fritas crocantes, y charlamos.
Al día siguiente, otro viernes de la eternidad, como es día de mercado compramos merluzas para darle gusto a la suegra, que las prepara al horno, muy sabrosas, con un chorrito de vino blanco, yo preparo las verdaderas zanahorias al estilo de Vichy, baguette, vino rose de Bargemone, néctar que libo todo el año, ya sea en invierno como en verano, en otoño, en primavera… Llegamos al nuevo palacio y oímos la cabalgata del Rey Mamao bajando las escaleras como un cabrito, viene a nuestro encuentro, ronronea, mao, miau, mao, mao, estoy mamao pero esta noche me siento muy contento, merci, mi litera tiene aserrín nuevo.
El sábado trece pienso, este día de luz, de la luz divina de Provenza, es un buen día para ir al Mercado de Aix, o para morir feliz en el bosque de Lambesc, no pronuncio el verbo morir, Boconcita le tiene horror a la palabra muerte, que no es la muerte… La luz del catorce de marzo de nuevo me sorprende hurgando cachivaches en el castillo desmantelado, cuando vengo a darle su comidita y su agüita a mis queridos gatos, pero podemos volver al día de ayer, en Aix… En la librería Goulard del Cours Mirabeau, la única librería sobreviviente después de la extinción de la librería Vents du Sud, de la extinción de la librería de Provence, después de la extinción de la librería Imago Mundi en la Place de Verdun, esquina con la rue Thiers, después de la extinción de la librería especializada de la Petite rue Saint-Jean, después de la extinción del bouquinista de la rue Adanson, en nuestra gran sobreviviente la librería Goulard adquiero por curiosidad un libro del famoso Georges Ivanovicht Gurdjieff, logro leer haciendo esfuerzo ochenta páginas, la verdad es que no me interesa, su libro anterior también lo dejé, en fin, cada loco con su tema.
La verdad es que la suegra salió ganando con la mudanza del siglo. Almuerzo y comida todos los días, a veces té y café tipo diez, croissants, un poco más y también tomamos lonche, yo siempre me escapo para escribir media hora antes del almuerzo y media hora antes de estos restos de alverjita con tocino, restos de ravioli rellenos con fongos aromáticos, mi ensalada especial de perejil, pan, queso, agua, vino, y ya.
Al día siguiente, mientras Yayita y doña Tremebunda organizan el almuerzo para compartir con Condorito, yo cumplo con el ritual de regresar al castillo desmantelado… Sólo vibra el frigider estremecido, saco una rubia Leffe, y cuando degusto el néctar, siento el milagro del silencio y el milagro de la evaporación del pensamiento, ya me ha pasado, por eso lo cuento… Urracas en el cerezo desnudo del catorce de marzo, urracas hermosas con traje blanquinegro, urracas saltarinas, inspectoras del jardín, entre la yerba floreciente y las florecillas amarillas, el rumor del motor del frigider en la cocina me trae de vuelta al planeta, la verdad es que yo me sentía volar en el espacio sideral… Procedo al inventario de lo que nos queda, y que tendremos que trasladar al otro frigider, cuando lo compremos, Boconcita quiere un frigo nuevo, no este armatoste marrón del año del cometa, que cuando arranca parece un camión que sube a la sierra.
Crema de ají amarillo, crema de ají panca, crema de rocoto, productos del Reino adquiridos vía internet en Inti Boutique de París con aguacero, vino blanco rústico en botellitas de plástico especial para cocinar, mermelada de pétalos de rosa, una botella de agua mineral con gas Perrier, ketchup, mostaza, mantequilla, mermelada de fresas, aceitunas griegas kalamata, un tubo casi vacío de concentrado de tomates, salsa nuoc mam, crema de cúrcuma… En el congelador, higos y cerezas. En el congelador, patitas de cordero. Se calla el frigider y de nuevo siento la maravilla del silencio en el castillo desmantelado. Cielo azul, precisamente, como la ausencia del pensamiento.
De regreso a los nuevos aposentos, apenas al acariciar al consentido le digo, tú, mi gato, escribe nuestro diálogo, también escribe esto que te cuento. Ahora el poeta eres tú, el escritor eres tú, quédate allá, yo recupero mi divinidad de gato. Pero, eso sí, sigue escribiendo. Puedes firmar Vegas, si quieres. Puedes firmar Farinelli, si quieres. Puedes firmar el Rey Mamao, el Rey Mamao escribe este día de mistral, hombre con cabeza de gato, gato con cabeza de hombre, frente a la antigua residencia de Madame de Sévigné, aquí, hoy, en este instante preciso, en Lambesc.
DOSSIER SÉVIGNÉ
Marie de Rabutin-Chantal (1626-1696)
« Se necesita mucho tiempo para comprender a la Marquesa de Sévigné. Se necesita tomar distancias: con su época, la nuestra, la universidad, el supuesto amor por su hija, las anécdotas y los delirios de la historia, la utilización tortuosa que hizo Proust, la cuestión secundaria, pero importante, de Dios, la eterna naturaleza femenina de la cual ella es un ejemplar resplandeciente, su transformación moderna en pastelerías, y tanto más » dice Sollers con su natural fulgurancia… Por unos segundos, el pájaro de la memoria vuela hacia las aulas y los anfiteatros de la universidad de Provenza… Nuestro querido profesor Monsieur de Quinsat es especialista del siglo 19, pero como es un erudito, da un saltito al siglo 17, nos lee un extracto de una carta de Madame de Lafayette a Madame de Sévigné, « admirez l’utilisation des virgules et des points-virgules » dice, y mi yo aquel feliz, boquiabierto.
« Que se trate de hombres, de mujeres, del matrimonio, del supuesto más allá, de la versatilidad sentimental, de las intrigas, de la muerte, del poder, Sévigné tiene un gusto, es decir una inteligencia, implacable. Sin duda, su siglo lo quiere, la inteligencia se recoge con palana en las conversaciones, los oratorios, los duelos teológicos, las óperas, el teatro, los entierros. La actitud de la marquesa es radical. Consiste en estar presente, eso es todo » añade Sollers de un plumazo.
Ahora, del puño y letra de la propia, estas líneas a su primo Roger de Rabutin, conde de Bussy:
« C’est un petit livre que Barbin nous a donné depuis deux jours, qui me paraît une des plus charmantes choses que j’ai jamais lues »
Y después, su respectivo maletín:
« Votre critique de La Princesse de Clèves est admirable, mon cousin, je m’y reconnais, et j’y aurais ajouté deux ou trois petites bagatelles, qui vous ont assurément échappé » Vlan ! Tiens, petit con prétentieux !
Según Monsieur de Quinsat, en los medios letrados de la época existía la hipótesis, celosa con certeza, según la cual la tambien genial Madame de Lafayette se había inspirado en Madame de Sévigné para escribir su obra maestra, La Princesa de Cleves, le comento a mi gato. Y si tal fue el caso, ¿cuál es lo malo? La literatura es transmisión. Y la verdadera poesía es la misma, desde siempre.
« Es un pequeño libro que Barbin nos ha dado hace dos días, y que me parece una de las cosas más encantadoras que haya leído jamás »
« Vuestra crítica de La Princesa de Cleves es admirable, primo mío, me reconozco, aunque yo hubiera agregado dos o tres pequeñas bagatelas, que usted con certeza pasó por alto »
SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.
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