Por Alejandra Nettel.
Un pequeño homenaje a Pita Amor, quien cumplirá, en una semana, 21 años de seguir viva en nuestros recuerdos.
Guadalupe Teresa Amor Schmidtlein, más conocida como Pita Amor nació en la Ciudad de México el 30 de mayo de 1918 y murió el 8 de mayo del 2000, en la misma ciudad.
Fue una escritora, poetisa y oradora mexicana. Fue también actriz y modelo de fotógrafos y pintores destacados, entre ellos Diego Rivera, Juan Soriano y Raúl Anguiano. Fue a su vez amiga de Frida Kahlo, María Félix, Gabriela Mistral, Salvador Novo, Pablo Picasso, Juan Rulfo, Alfonso Reyes y Elena Garro, entre muchos otros.
Mucho les puedo seguir leyendo de Pita Amor, pero hoy prefiero contarles algunas de mis experiencias personales, que tienen como personaje central a ésta poetiza.
No sé si le tengo respeto o admiración a Pita Amor, lo que sí es que me gusta su obra poética y lo que más disfruto, además de escucharla, es recordarla.
El Instituto donde estudié arte dramático albergaba también el departamento donde ella pasó sus últimos años y donde la conocí, en la calle de Bucareli, en la Cd. de México. A los novatos del primer semestre se nos recomendaba alejarnos si veíamos a la Sra. Amor. No sabía de qué hablaban, no conocía entonces su obra, ni sus mañas.
Fue una escritora, poetisa y oradora mexicana. Fue también actriz y modelo de fotógrafos y pintores destacados, entre ellos Diego Rivera, Juan Soriano y Raúl Anguiano. Fue a su vez amiga de Frida Kahlo, María Félix, Gabriela Mistral, Salvador Novo, Pablo Picasso, Juan Rulfo, Alfonso Reyes y Elena Garro, entre muchos otros.
Mucho les puedo seguir leyendo de Pita Amor, pero hoy prefiero contarles algunas de mis experiencias personales, que tienen como personaje central a ésta poetiza.
No sé si le tengo respeto o admiración a Pita Amor, lo que sí es que me gusta su obra poética y lo que más disfruto, además de escucharla, es recordarla.
El Instituto donde estudié arte dramático albergaba también el departamento donde ella pasó sus últimos años y donde la conocí, en la calle de Bucareli, en la Cd. de México. A los novatos del primer semestre se nos recomendaba alejarnos si veíamos a la Sra. Amor. No sabía de qué hablaban, no conocía entonces su obra, ni sus mañas.
Recuerdo que fue un día lluvioso, en el patio interior del edificio, de camino a la salida, la primera vez que sentí en mi espalda el riguroso y afamado paraguas de la Sra. Amor, seguido de una voz aguardentosa y cavernosa que me decía: “¡A un lado, que la Diosa va a pasar!”. Después de reponerme del paraguazo y del susto volteé para encontrarme a menos de un metro de una figura salida de un cuadro, no podría decir de qué autor, una diminuta mujer (ya que me llegaba al hombro) ataviada con un vestido de fiesta de por lo menos 30 años atrás, con un escote bajo, una flor por demás enorme, en comparación con ella misma, que no recuerdo si estaba en su cabello o en su pecho, ya que eran los dos sitios en que la acostumbraba llevar, sin falta. Lo que más me impresionó, además de su voz, fue su cara, maquillada con infinita extravagancia y exageración por manos temblorosas, el labial rojo carmín que hacía que su boca se dimensionara. Sí, daba una mezcla de temor, risa y compasión.
Si llegaba a meterse a algún salón de clase, nos recitaba hasta el aburrimiento y a veces regalaba alguno de sus dibujos de vírgenes, nunca tuve esa suerte, a veces los vendía, pero sólo a quien ella escogía.
Si llegaba a meterse a algún salón de clase, nos recitaba hasta el aburrimiento y a veces regalaba alguno de sus dibujos de vírgenes, nunca tuve esa suerte, a veces los vendía, pero sólo a quien ella escogía.
Había quienes corrían despavoridos al verla, otros, decidimos que nos usara. Nadie la podía tocar, sólo ella podía tocarte, era una de “sus cosas”. Lo que me queda de esta Diosa Poetiza es el recuerdo de la fuerza de su mano en mi brazo que la llevaba con una lentitud exorbitante hacia la salida, donde me arrastraba con palabras hacia la cantina que estaba puertas adelante y donde la mesera o yo decidíamos quién le iba a costear las bebidas del día, la paga era sentarse a escucharla recitar o hablar de hombres, hasta que otra alma llegaba a relevarme. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.
Bonus track
Letanía de mis defectos, poema de Pita Amor
Soy vanidosa, déspota, blasfema;
soberbia, altiva, ingrata, desdeñosa;
pero conservo aún la tez de rosa.
La lumbre del infierno a mi me quema.
Es de cristal cortado mi sistema.
Soy ególatra, fría, tumultuosa.
Me quiebro como frágil mariposa.
Yo misma he construido mi anatema.
Soy perversa, malvada, vengativa.
Es prestada mi sangre y fugitiva.
Mis pensamientos son muy taciturnos.
Mis sueños de pecado son nocturnos.
Soy histérica, loca, desquiciada;
pero a la eternidad ya sentenciada.
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