« Las cabras
salvajes felices en el monte, felices brincando entre las piedras, una de ellas
es Amaltea, las cabras domésticas en el jardín, en la huerta, en el cercado,
son las que dan el alimento, la leche, el rico queso de cabra » anoto en
mi Moleskine, pensando casi al mismo tiempo que allá, más allá de las olas,
cabalgando el mar de Libia, a unos 300 kilómetros aproximadamente, ¡la costa de
Africa! ¡La madre Africa!... Allá nació Agustín de Hipona, el excelentísimo
teólogo, el genial autor de Las Confesiones y de La
Ciudad de Dios entre otras obras
importantes, capitales, que servirán de fundamento al futuro edificio, o
mejor dicho a la futura pirámide, del cristianismo… Agustín de Hipona es un
escritor que admiro por su genio literario, no lo admiro como santón, yo
detesto a los santones sufrientes, que además no lo era… Llamo santones a los
que nunca fueron « pecadores » y que se obstinaron en la
« virtud » yendo contra la madre natura, reprimiendo y torturando y
hasta mutilando al cuerpo, ese divino animal que ignora cualquier moral
inventada o cualquier mandamiento o ley impuestos…
Agustín de Hipona sí merece el nombre de santo, aunque prefiero la palabra
sabio, precisamente por haber sido un magnífico pecador. Un verdadero santo o sabio
ríe y ríe. Un verdadero santo o sabio se caga de risa. Lo he sido en breves momentos
de privilegio en esta vida pasajera, pueden creerme, aunque después volvió a
atraparme el necio…Todo lo que he leído del gran Agustín rezuma serenidad y
felicidad, en consecuencia no es un santón, los santones son tristones… Antes
de renunciar a los excelentísimos placeres del maravilloso cuerpo, con
preponderancia de sexo, banquetes y embriaguez, Agustín escucha la voz de su
otro yo en un jardín de Milán, según la leyenda… Agustín, nacido en Tagasto,
Africa del norte, Argelia actual, digno hijo con doble riqueza
cultural de padre pagano y madre cristiana, es sin la
menor duda el mejor lector de Las Enéadas de Plotino… ¡Qué
maravilla!
Así
va llegando a la playa de arena rosada, el ateólogo made in Perú campeón, y
cuya Civitas Dei es el rico Chimbote, evocando a Juan de Patmos y al Agustín de
Hipona… ¡Ya llegamos!... Pero, poco antes de bajar del bus, el apocalipsis…
Luego de hacer pertinentes sugerencias y de establecer los horarios del
retorno, Olga nos revela que la playa de Elafonisi ya no es rosada, ni dorada,
ni plateada, ni cobriza, sino color arena simplemente… « Elafonisi quiere
decir la Playa de los venados, es un misterio, en Creta no hay venados y mucho
menos aquí. La arena rosada ha desaparecido casi por completo. Durante años y
años, desde que la descubrieron, los turistas han robado toneladas de la
hermosa arena rosada. Hoy está terminantemente prohibido llevársela. El año pasado
un turista inglés fue encarcelado porque se estaba llevando diez probetas
repletas… ¡Eso les espera si los sorprenden! ¡La cárcel de Creta!... de todas
maneras queda muy poca » dice Olga resignada, rosada de impotencia…
« Qu’est-ce que tu écris, chéri? » quiere saber Boconcita « Je
prends note du nom du monastère… Monastère Chrysoskalitissa… ¡El monasterio
escalera de oro!... Bajamos del bus… Hasta este momento de escritura sigo
bajando… Hay un vientecito que me parece alegre, seguramente porque el alegre
soy yo, mientras que Boconcita decepcionada constata que hay miles de turistas…
« C’est normal, chérie » digo « C’est le mois d’août! C’est les
vacances! » »… Lo que de pronto ella quisiera es una playa para los
dos solitos, de pronto una isla, sólo vamos al continente por motivos de fuerza
mayor, es decir para la adquisición de víveres y vino, por mí no problem, de
todas maneras ya estoy alejado del mundanal ruido, ni siquiera necesito
internet, ¿cómo que no? ¡Otra vez tratando de mentirme ! ¿Cómo no voy a
necesitar internet? ¿Cómo no voy a necesitar a la omnisciente Wikipedia? ¿Y
Facebook, el libro de caras? La verdad, ya no concibo una vida sin internet,
pero también voy a necesitar una tonelada de papel bond, lapiceros en
abundancia, lápices, borradores, una regla, marcadores fosforescentes,
cuadernos y Moleskines, un compás por si acaso, en otras palabras necesito mis
útiles escolares para seguir escribiendo mis cojudeces en lo que me queda de
vida… Imaginemos que me quedan diez años de vida en mi forma humana… En tal
caso necesitaría dos mil litros de sangre de Cristo, considerando que ahora
bebo con la señorita Moderación, como los moderados popes borrachines del Monte
Athos, sólo 200 litros por año en lugar de 365, como antes… Por las mañanas, después
de un desayunito ligero, sin churrasco, sin tacu tacu, sin pescado frito, sin
huevos fritos, mientras ella se ocupa de sus cosas, me dedico a leer dos o tres
horas, tres de preferencia… Tipo once salgo rumbo al mar a pescar peces y
pulpos… Estamos en una isla griega… No sé cuántas islas e islitas por habitar
hay en la divina Grecia, aquí estamos, tipo una y media o dos el almuercito, y
no hago más náaa, ah, también necesitaría unas mil botellas de Ouzo, para el
aperitivo, ma chérie… Luego siesta… Sólo escribo entre cuatro y seis, con eso
basta y sobra, de todas maneras sólo puedo escribir dos horas como máximo,
después me desconcentro o me aburro, de nuevo te agradezco el haberme salvado
de convertirme en un escritor profesional, qué idea, en fin, cada loco con su
tema, nueva inmersión en el mar, cena, ligera embriaguez propicia, placeres
según el impulso del divino cuerpo, y ya… « Et toi tu ferais quoi entre
temps, ma chérie? » Ella sólo quiere ir a la
playa, bañarse y bañarse, descansar en la arena, cocinar, amar, respirar,
sentirse contenta, no pensar en nada, no pensar en nada es lo más difícil del
mundo, chérie, pero en fin, juntitos los dos… Aquí, en la Isla de los venados,
seguimos buscando un sitiecito donde instalarnos en la ex playa de arena rosada…
Pero… «Regarde! » ¡Aquí está la arena rosada! ¡Aquí está el pincel de Paul
Gauguin !... En el cuenco de la mano atrapo unos granitos mezclados con
agua marina ¡y blup! la empujo al interior… « T’es fou! » dice ella
muy sorprendida por mi gesto… « Comme ça je pourrais raconter que j’ai
mangé du sable rose en l’île au cerfs! Regarde! Là bas il y a une place »
Así podré contar que comí arena rosada en la Isla de los venados, ma chérie! La
maravillosa arena rosada va y viene con la marea, todavía hay según la playa…
Yo la vi, yo la palpé, yo la comí, la arena rosada, yo, yo y yo… En fin…
Apenas
medio instalados en una playita, apenas desplegando nuestras toallas
tropicales, detrás la montaña, delante la claridad, delante la transparencia,
hay una islita, se puede caminar por el agua, no hay profundidad, las turquesas
sólo lamen la cintura, apenas desplegamos toallas cuando aterrizan a nuestro
ladito dos parejas de jóvenes italianos, plantan sus sombrillas, se instalan
también, aquí todo el mundo tiene derecho de playa, a mí no me molestan pero lo
siento por Boconcita, se anula la isla para dos… Me doy cuenta que, de muchas
maneras, somos completamente opuestos y que está bien, que es la única manera,
hay que aceptarse con todo y punto, digo aceptarse, no aguantarse, no
soportarse, si tal es el caso lo mejor es salir corriendo… Ella es de
temperamento solitario, algo salvaje incluso, de amigos muy selectos, mientras
que yo soy manchero, amiguero natural, me encantan las fiestas, las reuniones,
las parrilladas, la vida social… Otra vez la enantiodromia, del griego
enantrios (contrario) y dromos (carrera, como en el hipódromo) « carrera
en el sentido contrario », se trata de conjugar, en la medida de las
posibilidades de cada quien, los aparentes opuestos, en fin, de nuevo las
mismas cojudeces… Por ahora nos bañamos, lindos momentos en el agua, siempre
tirando lente a nuestras mochilas en la playa de arena dorada, ya no rosada…
« Peut-être l’Île aux Cerfs est celle-là » digo apuntando con un dedo
de niño a la islita devorada por las hormigas humanas « peut-être qu’il y
avait des cerfs dans les temps anciens! »
Los
ateos, sinceramente, somos unos grandes cojudos… ¿Cómo que Dios no existe? Es
evidente que es y existe el dios de los microbios, que es y existe
el dios de los virus, que es y existe el dios de las bacterias, que es y existe
el dios de la lepra, que es y existe el dios de los peces fosforescentes
abisales, que es y existe el dios de los dinosaurios, que es y existe el dios
del Neardental, que es y existe el dios de los monos, que es y existe el dios
de todas la especies animales y vegetales del planeta, es decir, unos dos
millones de dioses creadores… Pero… ¡¿Cómo que
Dios no existe?! ¡Miren y admiren esos culos! ¡Miren y admiren
esas mujeres!… Eso dice Boconcita, también admirativa ante la proliferación de
la belleza… « Regarde ces culs! » « Bien sûr que je
regarde, Dieu m’a donné des yeux pour regarder, mais pour moi tu es ma chérie
jolie, ma chérie à moi! »… Tipo cuatro tenemos cita para volver a la
civilización, por el momento regresamos al sector de bebidas y alimentos…
Yo soy ateo por rechazar, con altas risotadas, que hay un dios único creador del universo, en consecuencia superior a éste, y que ese pseudo dios es macho y judío… Se puede con razón y corazón negar a los dioses antropomorfos creadores supremos estilo Yahvé, un viejito barbudo con bata blanca y sandalias, solitario y asexuado, pero no se puede negar a su perfecto antípoda, el divino Zeus, que es una fuerza vital… La única divinidad es la vida en su totalidad de manifestaciones, lo demás son huevadas, como por ejemplo el monopolio del dios máximo por los judeocristianos o nuestros primos hermanos los mahometanos… Es una realidad irrefutable que cada pueblo antiguo del planeta posee su propia mitología y sus propios dioses, incluyendo al « creador del universo », qué necedad, qué majadería, qué idea tan delirante e inútil, la idea de un dios creador supremo antromomorfo, la idea de un dios persona, especie de mago cósmico, la megalomanía humana en su máxima potencia… A mi entender, es el rasgo principal de esa creencia obsoleta, veterotestamentaria… A mí me gusta la idea del nuevo dios propuesto por el Maestro, el dios cariñoso, bondadoso, amistoso, generoso, munificente, desprovisto de moral, comprensivo, compasivo, perdonador, amoroso, abolidor de la enfermedad, abolidor del sufrimiento, abolidor de la muerte, dador de vida infinita, es evidente que habla del universo en su relación con nosotros y viceversa… ¿Qué más dios que el universo? ¿Qué más diosa que la vida?... En fin, los sabios ancestros de la patria se limitaban al sistema solar y su estrella máxima, aunque también tenían su Brahman, que ellos llamaban Wiracocha… Brahman es una palabra sánscrita que designa al « principio último sin comienzo ni fin, sin nacimiento ni muerte, en permanente acto de autocreación » o sea, el universo… Abraham… Habrán abranes pero como Abrám no habrá… Sigo pensando cojudeces… ¡Y todo por la vision de esos culitos!... En el primer bar playero, una Coca-Cola para ella, una chela Alpha para el suscrito… Luego evolucionamos a lo que parece ser un gigantesco snack, no hay restaurants en la Playa de los venados, tampoco hay que pedir tanto… La felicidad del momento se manifiesta por intermedio de otra chela Alpha, de otra Coca-Cola, ambos brebajes heladísimos, y de unos sánguches con pollo deshilachado, una porción de papas fritas, que acá llaman « French fries », y ya. Y yo dále que dále con la cantaleta « En ce qui me concerne, en dehors de Dionysos et du Christ, mon dieu préféré est Shiva, le dieu bleu ». SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.
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