“Que todo transite para ustedes y su mamá”, me dijo un amigo.
Bonita palabra: transitar.
No quiero nada más que eso,
que transite, que no me agarre,
que no me muerda.
Nos debimos deshacer del cuerpo
tan pronto vimos que ella,
ya no estaba ahí.
Su ausencia y la cáscara que quedó atrás
eran en Sí, un consuelo. El Consuelo.
Pero guardamos la cáscara,
y la maquillamos,
y la llamamos “Ella”.
Y la lloramos.
Nos confundimos
y perdimos la frescura y el sabor,
de aquel momento presente;
donde en un último expiro,
Ella salió libre!
Libre de la cárcel, que la humilló y doblegó;
libre del cuerpo,
que ya era muy poquito
para contenerla.
Ella es libre,
y nosotros añoramos su carcelero;
sentimos nostalgia,
por el pellejo que aquí abajo la sometía;
Y acariciaremos las paredes
y los paños que la delimitaron.
Abrazaremos sus esposas y cadenas.
Y no levantaremos la mirada.
Por miedo,
por miedo a verla libre.
Y así pondremos techo a la mirada y al espíritu,
sellando muros,
entre mundos que fluyen entre sí;
interrumpiendo miradas
que quieren reencontrarse;
negandonos a irrumpir,
en el mundo de los Vivos
Volveremos a nuestras cadenas,
que arrastramos penando;
saborearemos el sabor a lo conocido,
marinándonos en nuestras miserias
Mientras el ojo del universo,
abierto ante nosotros
se va cerrando lenta y nuevamente.
“No quieren ver! “,Se dice,
“No quieren saber”.
“Se prefieren muertos y amarrados,
que Libres! “.
Ese es el efecto que produce la libertad:
Miedo.
Quién será la atrevida que se anime
a no mirar atrás;
a dejarse conducir por esa última pista
congelada en el tiempo:
esa boca abierta,
en forma de último suspiro,..pero hacia afuera.
Última huella,
que indica
el camino a seguir.
27 junio 2020.
SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.
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