Amabacomonadie.
Amaba a la vecina, a la profesora, a la compañera de clases.
A todas las que me querían estudiar.
Amabacomonadie.
De día y de noche, de madrugada, en la pista de patinaje, en el 8 de Mayo, en la piscina, en el ‘bubbelbad’.
En el tren.
Amabacomonadie.
En el sofá (del dueño de casa), comía sus chips y los pechos de su futura esposa.
Era un juego sin futuro.
Amabacomonadie.
Desde la calle Peperstraat hasta Fokkerstraat, desde Oosterweg hasta el ‘Indische buurt’.
Desde la calle Peperstraat hasta Fokkerstraat, desde Oosterweg hasta el ‘Indische buurt’.
Calles lluviosas de Groningen.
Amabacomonadie.
Escuchando a Pearl Jam y Rage Against the Machine o Cypress Hill.
A Chacalón y los Mojarras.
Amabacomonadie.
Bailando salsa, tango y merengue. El perreo no era aún conocido.
Amabacomonadie.
Tratando de estudiar, primero para bibliotecario, después para profesor y más tarde no sería nada de aquello.
Amabacomonadie.
Sin pensar en nadie, sin mirar daños colaterales, sin saber si quedarme o no.
Muriendo y resucitando en cada encuentro.
Amabacomonadie.
Treinta años más tarde sigo amando con el pecho fruncido y color gris en mí cabeza.
Las pulsiones, en el recuerdo, han quedado intactas. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.
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