20180308

Huguito


Le decían "el tuerto" pero no lo era. Por una razón congénita tenía un ojo más grande que el otro. Hugo era su nombre y entre la gente del barrio era conocido como "Huguito" o "tuerto". Era mi primo, un año menor que yo, pero cien veces más listo.
Yo Estaba en cuarto de primaria cuando me invitó a montar bicicleta. No dudé. Alguna vez tendría que aprender. Todos mis amigos contemporáneos ya sabían.
Llegamos hasta la casa de la señora Serpa, eran las dos de la tarde, con nuestros uniformes escolares y tres soles en puño cerrado. Nos alcanzaba para alquilar una bicicleta. Le propuse alquilar la más pequeña, la uno, la llamaban. Me paré a lado de la bici y vi que podía tocar el suelo con mis pies aún estando sentado, con facilidad.
Primero montó "el tuerto". Tenía que pedalear fuerte en la empinada pista nueva con dirección a Atocongo. Yo corría detrás del "tuerto". Que reía de vez en cuando girando hacia mi. Corre Cachito, corre, me decía.
Paró de pronto frente al cerro mayor, donde empezaba la bajada. Me dijo con voz de amigo, como si quisiera compartir un chocolate. De buen corazón: ahora te toca a tí.
Pero nunca he montado una bici, le dije. No te preocupes me dijo, yo te ayudo.Y así fue, por unos tres o cuatro segundos. Subí, me senté, cogí fuerte el timón y mis pies se arrastraban por el asfalto hirviente de la tarde.
"El tuerto" iba detrás mío. No empujaba la bici. Mas bien la aguantaba y me hacía mantener en equilibrio. Cuando por inercia no podía sostener más la bici, me ordenó levantar los pies.
  La bicicleta empezó a tomar una velocidad que jamás habia visto. Agarré  mas fuerte el timón, Iba línea recta con dirección a un cruce. "El Tuerto" me decía: sigue, sigue, no pares. Ambas frases eran en vano. Iba como una bala.
Terminé chocando frontalmente contra un triciclo. No hubieron heridos. Sólo perdí tres dientes de leche.
Yo estaba feliz, había montado una bicicleta.

"El Tuerto" no paraba de reír. Se había orinado en los pantalones. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.