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LA PATRIA DEL SER
El mate, mi antidepresivo.
Aquel que me recuerda a mi hogar
un hogar sin paredes, sin nacionalidad
sin profesión, sin edad, sin tiempo.
Sólo dos o tres cebadas
y ahí queda mi compañero
Me reconcilia con mi patria
sólo el hecho de prepararlo
esa patria que llevo dentro
sin fronteras, sin tierras,
esa a quien extraño, a mí.
En el ritual me hallo un poquito.
El calor del agua, el vapor y luego los labios
acercándose con cuidado al humeante cuerpo
para saborear apenas la amargura
ver de cerca la espuma entre las yerbas
las burbujas sucumbiendo
bajo la respiración de esa espesura
que se vuelve cada vez más tibia
y ve cómo te devuelvo mi aliento
con cada beso.
Ah! Ahí estás amiguito!
sólo hace falta que te eche al fuego un rato.
Ven, reconforta mi alma
resucita mis vísceras-
Trae, trae a mis amigos
trae a mis paisajes
trae mis olores
trae mis inviernos y mis soles.
Ven, recórreme
métete aquí dentro y hazme sentir
hazme querer
hazme vivir.
Paula Isola [2006, Barcelona]. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.
Me gusta este poema de Paula Isola, porque a través de la cotidianeidad del mate, habla de otras cosas nada anecdóticas. Sobre todo que hay muchas poesías y textos sobre el mate y, con salvedades, casi todas se refugian en el lugar común. Esta, no.