Cada 8 de marzo se festeja en todo el mundo el
día internacional de la mujer. Muchos se preguntarán por qué las mujeres tienen
un día especial al año y qué es exactamente lo que se conmemora en este día?
Por eso quiero contarles sobre la vida de
Aletta Jacobs, un ícono holandés en la lucha por la igualdad de derechos de las
mujeres en el siglo 19.
Aletta
Jacobs, una chica especial
La joven Aletta Jacobs creció y vivió en un
pueblito de la provincia de Groningen, más precisamente en Sappemeer, entre
prados, zanjas y vacas.
Si bien de apariencia ordinaria, Aletta era
una chica especial. A los 17 años fue una de las primeras mujeres admitidas en
la Universidad, siendo la primera en terminar una carrera universitaria. Además
fue también la primera mujer en abrazar la carrera de medicina en toda Holanda.
En la época de la que hablamos, ésto era imposible. Ninguna mujer tenía derecho
a estudiar, menos que menos a dedicarse a una profesión como la medicina.
En el siglo 19, las niñas no podían ir al
colegio secundario. No se les era permitido ni estudiar ni trabajar. Las chicas
de familias ricas tenían que ser dulces y educadas. Su destino era casarse, ser
madres y ocuparse de los menesteres de la casa.
Aletta Henriëtte Jacobs nació el 9 de febrero
de 1854 en el seno de una familia judía y se esperaba que ella también siguiera
el paso de esas otras mujeres condicionadas sólo por el hecho de nacer mujeres.
Pero Aletta no quería saber nada con esto. Ella quería ir a la universidad,
aprender una profesión y dedicarse a ello con todo el alma.
Aletta nació en una familia muy prolífica,
siendo la número 8 de 11 hermanos! Su madre era ama de casa y su padre médico
en el pueblito de Sappemeer. Aletta y su papá tenían una relación muy unida.
Cuando volvía del colegio, siempre acompañaba a su padre a visitar a sus
pacientes que vivían en las granjas cercanas. Muy pronto supo lo que quería
ser, doctora como su papá.
En esas épocas tanto las niñas como los niños
íban juntos a clase, pero las chicas debían dejar el colegio cuando llegaban a
los 13 años de edad. Aletta era una chica inteligente y lo que más quería era
seguir estudiando, pero eso no se podía en esas épocas.
Aletta se sentía frustrada, si no podía ir al
colegio secundario, cómo íba a estudiar luego en la universidad y seguir los
pasos de su padre? Sólo en el colegio
secundario podía estudiar las materias que le interesaban: matemáticas, física
y latín, todas materias obligatorias para poder llegar a ser médico.
De ser una niña alegre, Aletta pasó a ser una
chica triste. Lo último que quería hacer era tejer medias de lana y pasar el
paño a la mugre de los armarios. Prefería sentarse a leer un libro, quería
desarrollar su mente. Por suerte tuvo el apoyo del director del colegio
secundario, que no veía nada malo en que Aletta siguiera algunas clases en su
colegio. Cursó así en la Hogeere Burgeschool (HBS, equivalente al Atheneum)
donde se recibió con su diploma de Farmacéutica.
Autorización
del ministro
En 1871 Aletta hizo algo muy importante que
decidiría su destino: le escribió una carta al ministro de Enseñanza por ese
entonces, el señor Thorbecke. Le preguntó si podía estudiar Medicina en la Universidad
de Groningen. El ministro envió su respuesta al padre de Aletta, diciéndole que
le parecía bien que Aletta probara durante un año seguir esta carrera. Para
ello también era necesario que el padre de Aletta diera su consentimiento. Sus
padres tenían dudas, tenían miedo que los estudios fueran demasiado pesados
para su hija. Tras varias conversaciones, decidieron autorizar a su hija a
estudiar durante un año en la Universidad de Groningen.
Aletta fue a la universidad y se encontró a
gusto. En 1872 volvió a escribirle una carta al ministro. Le preguntó si le
permitía continuar sus estudios. Esta vez el ministro Thorbecke envió su
respuesta a la misma Aletta contestando que sí, que se le autorizaba a
continuar con los estudios de medicina. Esta sería una de las últimas cosas que
el ministro haría, ya que varios días después de enviada su carta, fallecería.
La
doctora Aletta
Aletta fue la primer mujer que recibió su
diploma de doctora. Tras sus estudios, diploma en mano, decidió mudarse a vivir
a la ciudad de Amsterdam para trabajar como médica. Ayudaba a mujeres ricas y
también daba ayuda gratis a mujeres pobres. En esa época, en Amsterdam vivían
muchas personas en condiciones paupérrimas, habitando casas pequeñas y pobres.
Esa gente no tenía dinero, sus hijos sufrían hambre y había una gran mortandad
infantil.
Aletta les daba anticonceptivos a las mujeres,
para que no quedaran embarazadas tan frecuentemente. En estas condiciones era
más fácil cuidar a dos o tres niños en vez de a 10, 11 como era típico en la
época.
Aletta también veía que el trabajo de la mujer
era siempre muy pesado. Por ejemplo en las tiendas, las chicas tenían que
levantarse muy temprano y trabajar hasta muy tarde, haciendo jornadas laborales
de más de 12 horas seguidas sin tener la posibilidad de sentarse ni una sola
vez! Tampoco podían sentarse cuando no había clientes en la tienda. Las chicas
terminaban agotadas y esto repercutía en sus cuerpos y su salud.
Aletta junto a otras mujeres pidieron que se
pusieran sillas para las dependientas. Tras varios años de esfuerzo lo
consiguió. En 1920 apareció una ley que obligaba a los dueños de las tiendas a
poner sillas para su personal.
Las mujeres fueron las que más valoraron los
esfuerzos de Aletta, era la primera vez que alguien las tomaba en serio y
luchaba por más igualdad respecto de los hombres. Pero mucha gente no veía con
buenos ojos las buenas intenciones de Aletta. Resultando así en campañas de
blasfemia en los periódicos. Aletta empezó a recibir cartas de amenazas e
insultos.
Uno de sus hermanos sientió gran vergüenza por
su hermana, declarándola ‘muerta’ a sus ojos. Por supuesto esto afectó
profundamente a Aletta, pero no por eso dejó de luchar por los derechos de las
mujeres y las niñas.
Las
mujeres en el siglo 19
En el siglo 19 las mujeres no podían opinar.
En casa el hombre era el jefe. Si la mujer no estaba de acuerdo con su marido,
era su problema. Las mujeres eran según la ley, handelingsonbekwaam (incapacitadas). Tampoco podían tomar sus
propias decisiones. En las familias ricas era un escándalo si la mujer ganaba
dinero. Una ‘chica buena’ se quedaba siempre en casa, vestida con un lindo
vestido con el cual apenas podía moverse. Tenía que esperar hasta que viniera
un hombre a pedir su mano y casarse. Si no venía ningún hombre era una gran
tragedia. Entonces tenía que irse a vivir a casa de algún familiar para el
resto de su vida. Esto hacía la vida de muchas mujeres tediosa y aburrida.
En las familias pobres la mujer, al igual que
el hombre, tenía que salir a trabajar. El dinero apenas alcanzaba. Cuando la
mujer volvía de su trabajo tenía que dedicarse a los quehaceres de la casa.
Estas mujeres tenían una vida muy dura y muy poca libertad.
Nuevas
ideas
A partir del 1850 cada vez más hombres y
mujeres opinaban que las mujeres tenían derecho también a ganar dinero y tener
su propia vida. Así nació la emancipación:
dándoles a las mujeres la posibilidad de valerse por sí mismas, tratándolas
con igualdad y no como seres inferiores. Esto no sólo ocurría en Holanda, sino
también en otras partes del mundo. Las nuevas ideas sobre la emancipación de
las mujeres llegaban desde el nuevo mundo, los Estados Unidos de América. Allí
las mujeres podían ir al colegio secundario, estudiar en la universidad o
trabajar en empresas.
Gracias a Aletta y al ministro Thorbecke, las
mujeres en Holanda pudieron acceder a la enseñanza secundaria.
Mujeres
luchadoras
El final del siglo 19 y principios del 20 es
un período muy especial en la historia del mundo. Los trenes, teléfonos y la
luz eléctrica ya eran de uso corriente. En las calles ya se veían los primeros
automóviles.
También fue el tiempo de la primera ola del feminismo. En todas
partes mujeres de todo tipo, jóvenes y viejas, pensaron en que tenían que
trabajar conjuntamente para tener una mejor vida. Estas mujeres se llamaron a
sí mismas feministas. Las feministas
exigían naturalmente el derecho a trabajar e ir al colegio. Pero también
querían tener derecho a votar. Junto
a los hombres querían poder tener el derecho de decidir quién sería miembro del
consejo y de la segunda cámara (Tweede Kamer). Este derecho femenino al
sufragio fue el punto cúlmine de la primera ola feminista.
En 1883 Aletta Jacobs preguntó al alcalde y a
los miembros del consejo de Amsterdam si era posible que las mujeres pudieran
votar. En la ley no se decía nada sobre la prohibición a las mujeres de poder
votar, sólo se decía que para poder votar se tenía que tener mucho dinero.
Igualmente, hasta ese momento ninguna mujer había votado. Los hombres del
consejo no veían con buenos ojos que Aletta quisiera cambiar las leyes. Se
rieron de sus propuestas y dijeron que NO. Aun en estas épocas mucha gente veía
a las mujeres como seres inferiores que no podían pensar por sí mismas. Y por
esa razón consideraban nefasto dejar a las mujeres tomar semejantes decisiones
de tipo político. Para complicar más las cosas, y asegurarse que la ley fuera
clara, se decidió cambiar la Constitución en 1884, de ahí en adelante se
constituía un derecho al sufragio sólo a los hombres ricos.
Lucha y
amor
Toda lucha tiene dos caras, en este caso, la
cara de la moneda es la vida que compartió junto a su compañero Carel Victor
Gerritsen, un apasionado de la sociología y firme partidario por el derecho al
voto femenino. De esta amistad surgió el amor, y la pareja aunque deseaban
vivir una relación libre de las leyes del matrimonio de ese entonces, se
casaron sólo porque querían tener hijos. Tuvieron un hijo, que sólo vivió un
día, a causa de un fallo médico.
Tras años de tristeza, decidieron viajar
juntos por el mundo en su lucha por el derecho femenino a votar. En 1905 Carel
se enfermó pero igual continuaron su viaje a América. Tras el regreso, su salud
fue empeorando y finalmente falleció Carel tras una larga agonía. Su muerte
significó para Aletta dedicarse con más ahínco a su lucha.
En 1894 ya existía un pequeño grupo de mujeres
que había fundado la Asociación para el
Derecho Femenino de Sufragio (Vereeniging
voor Vrouwenkiesrecht). Nestas mujeres no tenían miedo a dar su opinión.
Aletta se hizo miembro de esta asociación en 1903 y fue luego elegida
presidente. Incluso dejó su trabajo de doctora. De aquí en adelante, Aletta
dedicó su vida a luchar por el derecho femenino al sufragio en cuerpo y alma.
Las mujeres que eran miembros de esta asociación escribían cartas al gobierno y
a la Segunda Cámara. Mantenían charlas y debates por todo el país.También
escribían artículos en el diario y en
revistas. En el principio eran un pequeño grupo, luego llegaron a ser más de
22.000 mujeres miembros en todo el país!
En 1915 hubo un congreso internacional para
mujeres en la ciudad de Den Haag que trataría el sufragio femenino como eje
central, pero tras irrumpir la Primera Guerra Mundial no se logró ningún cambio
importante.
La asociación tenía contacto con feministas de
otros países. Por ejemplo con las Suffragettes, un grupo de feministas
británicas que hacía mucho tiempo libraban su lucha por el derecho al sufragio
en su país. Pero hasta el momento habían logrado poco y nada y empezaron a
desesperarse. Las suffragettes comenzaron a sentir enojo por la situación y en
un acto de desesperación y violencia, rompieron vitrinas y ventanas, cortaron
cables de teléfonos y con estos se ataban
a sí mismas a las vallas. Cientos de suffragettes fueron arrojadas a la cárcel.
Acción
En 1968 comenzó la segunda ola feminista en Holanda. Al igual que a fines del siglo
19, las mujeres estaban muy insatisfechas de la aburrida vida que la sociedad
las obligaba a llevar. Según la ley tanto los hombres como las mujeres eran
iguales. Pero en la vida diaria las mujeres tenían que planchar, lavar, cocinar
y cuidar a sus hijos. Y ésto era también aun teniendo una carrera universitaria
o un buen trabajo. Las mujeres casadas eran frecuentemente despedidas de sus
trabajos. Para las madres era casi imposible salir a trabajar. En todo el país
era prácticamente imposible encontrar guarderías que cuidaran a los niños.
En 1968 la asociación feminista Man
Vrouw Maatschappij (Hombre Mujer Sociedad) se rebeló en contra de la
sociedad. Lo hicieron de una manera lógica y sensata, escribiendo cartas a la
Segunda Cámara y manteniendo encuentros y reuniones. Muchas mujeres no veían
que de esta manera cambiara algo. En 1969 se fundó la asociación feminista Dolle
Mina. Como un huracán, Dolle Mina arrasó toda Holanda. Al principio
eran sólo un grupo de chicas jóvenes descaradas. Con acciones de poca
envergadura se animaban a hacer demostraciones públicas, como la famosa de
quemar un corpiño. Aparecían en las noticias de los periódicos, luego en la radio
y la televisión. En tan sólo pocas semanas, el movimiento feminista de Dolle
Mina había logrado su cometido: sacudir la opinión de todos los holandeses. En todas partes
empezaron a aparecer grupos similares, como hongos salidos de la tierra.
Igualdad
en los salarios
Si bien contestarias y un poco chifladas, las
chicas de Dolle Mina tenían serios objetivos. Pedían guarderías gratuitas para
mujeres que trabajaban. Igualdad en la remuneración por trabajo de igual valor. Si bien hoy ésto nos
suena lógico, en estas épocas no era así. Las mujeres recibían mucho menos
dinero aun así hicieran el mismo trabajo que los hombres.
Empezaron a aparecer nuevos grupos feministas.
Los hombres no eran bienvenidos. En las vrouwenhuizen
(casas de mujeres) y grupos de charlas las mujeres podían hablar sobre su vida
con otras mujeres. Por primera vez se animaron a decir que tener hijos no era
siempre tan bueno. Que les molestaba estar todo el día sentadas en la casa,
mientras los niños íban al colegio y sus maridos trabajaban. Que sus maridos
también deberían saber pasar la aspiradora o cocinar. Muchas mujeres pasaban
por lo mismo. Juntas empezaron a buscar soluciones.
Poco a poco muchos holandeses empezaron a
darse cuenta que lo que las feministas decían tenían razón. Hubo más
guarderías, resultando normal que las madres pudieran trabajar. Por primera vez
se veían padres llevando el cochecito de los niños. Lo que fue de mucha
importancia fue la ejecución de la Ley
de igualdad de trato de hombres y mujeres (Wet gelijke behandeling van
mannen en vrouwen) en 1980. Desde ese momento las mujeres pueden hacer
uso de sus derechos legales si se les paga menos salario que a sus colegas
hombres. O si las despiden de su trabajo por quedarse embarazadas.
La segunda ola feminista en los Países Bajos
duró hasta 1981. Después, las mujeres se dieron cuenta que podían arreglárselas
bien solas. Ya no necesitaban grupos de charla o casas de mujeres para valerse
por sí mismas.
Igualmente en 1990 se dió la tercera ola feminista, con el derecho
de las niñas y mujeres de origen turco y marroquí. Los padres de estas niñas
sólo querían que sus hijas se casaran y tuvieran hijos. Pero estas niñas eran
tan o más inteligentes que sus pares de origen holandés. Así, se pusieron en pie por sus derechos y desde
ese momento han obtenido muchos resultados. Hoy mismo podemos ver mujeres de
todos los orígenes trabajando en la Segunda Cámara, la municipalidad y tantos
otros puestos de trabajo que siempre habían sido destinados a los hombres.
Las
mujeres en la actualidad
Desde el siglo 19 las mujeres de todo el mundo
han luchado por su libertad. En muchos lugares con gran éxito, pero aun hoy en
día vemos en todas partes que estas leyes de igualdad de vean cumplidas. En
muchos países hay niñas y mujeres que no pueden ir al colegio. Tienen que
obedecer a sus padres y maridos. Casarse, tener hijos y cuidar la casa es para
muchas mujeres en el mundo su único destino.
En los Países Bajos todas las mujeres pueden
hacer y decir lo que quieran. Pero aun así no es todo ideal. Muchas mujeres
reciben menos salario que sus colegas masculinos por el mismo trabajo. Se ven
pocas mujeres en puestos de alto rango en comparación con sus pares hombres,
muchas empresas tienen directores y managers masculinos. Y en trabajos peor
pagos sigue habiendo más mujeres que hombres como los son los de cuidadores de niños y
ancianos. En casa sigue siendo la mujer la que más frecuentemente se ocupa de
los quehaceres y el cuidado de los niños. Pero entretanto, las niñas van al
colegio y a la universidad. Aprenden a pensar y aprenden un oficio.
Igualmente muchas cosas quizás no cambien
nunca. Las mujeres que tenemos hijos nos seguimos preguntando ¿cómo cuidar a
nuestros hijos y al mismo tiempo trabajar? Lo bueno es que en Holanda todos
tenemos la posibilidad de buscar una solución. A nadie le parece hoy raro ver a
un hombre llevando el carrito de su bebé. Como madre las mujeres pueden decidir
quedarse en casa, cuidar a los niños y cocinar. Pero también pueden trabajar
cinco días a la semana, ganar dinero y dejar la cocina y otros menesteres a sus
maridos/parejas. Y eso, gracias a Aletta Jacobs.
Aletta
y su patrimonio cultural hasta el día de
hoy
A la edad de 70 años Aletta Jacobs recibió el
apoyo y la admiración de toda Holanda. Con una gran fiesta conmemorando su
cumpleaños, en 1924. 5 años después, el 8 de marzo de 1929, los holandeses se
dieron cuenta que Aletta ya llevaba 50 años de lucha ininterrumpida por la
libertad de las mujeres. El 10 de agosto de este mismo año, a pesar de todos
sus planes y sueños, fallece Aletta Jacobs. Tras su cremación (deseo que dejó
escrito en su testamento), se filmó su tan concurrido funeral y aun hoy es un
documento que deja constancia de su gran importancia.
En el año 1935 se fundó la IAV
(Internationaal Archief van Vrouwenbeweging), Archivo Internacional del
Movimiento de la Mujer. Las feministas Rosa Manus, Johanna Naber y Willemijn
Posthumus-van der Goot fueron las fundadoras de lo que en ese momento fuera el
archivo y biblioteca que conservara todo el patrimonio (o matrimonio?) del
movimiento de las mujeres. Con trabajos científicos y de investigación
sociológica que estimulan el posicionamiento de la mujer en la historia.
Al mismo tiempo que se fundó el Archivo, el
marido de Willemijn Posthumus-van der Goot, Nicolaas W. Posthumus fundó el IISG
(Internationaal Instituut voor Sociale Geshiedenis), Instituto
Internacional de Historia Sociológica. Hasta 1981 ambas fundaciones convivirían
en el mismo edificio. En 1935, tras la primera ola feminista, muchas mujeres
que habían estado activas murieron o eran demasiado ancianas para seguirlo. Las
mujeres fundadoras del IAV consideraron importante mantener viva la memoria de todo
este movimiento y por esa razón crearon el archivo. Además, las jóvenes
feministas de los años 30 tenían la necesidad de tener conocimientos bien
documentados sobre las acciones realizadas en el pasado del movimiento
feminista.
El comienzo de la colección fue el archivo que
la misma Aletta Jacobs poseía, al ser la primera médica luchadora por los
derechos de las mujeres en Holanda poseía una importante colección en su haber.
El archivo contenía cartas, libros, documentos, artículos en la prensa, que la
propia Rosa Manus habría donado al IAV.
Durante la Segunda Guerra Mundial gran parte
de la colección del IAV fue saqueada por los alemanes. Tras la guerra apenas se
consiguió recuperar el 10% de lo que se habían robado. Cuando se reabrió el
archivo, en 1947, casi la totalidad de sus estantes estaban vacíos. Fue una
ardua búsqueda que logró sus frutos al recuperarse muchos años después.
Precisamente en 1992, muchos de los documentos robados aparecieron en Moscú y
fueron regresados a su sede de Amsterdam.
Durante la segunda ola feminista, en los años
70, el IAV creció de gran manera. 1975
fue declarado el año internacional de la mujer, obteniendo el IAV subsidios
del gobierno holandés que le permitieron pagarle salarios a las mujeres que
allí trabajaban y aumentar la colección. Especialmente afiches que recién en el
año 2003 fueron digitalizados y hoy en día pueden verse online.
En 1981, el IAV había crecido
desmesurablemente, lo cual lo obligó a mudarse de la Herengracht a la
Keizersgracht, junto con el IDC (Informatie- en Documentatiecentrum
voor de Vrouwenbeweging),
quienes más que nada archivan y coleccionan información actual y LOVER,
una revista sobre ‘feminismo, cultura y ciencias’. En 1988 estas tres
organizaciones se fusionaron y crearon la IIAV (Internationaal Informatiecentrum en
Archief voor de Vrouwenbeweging).
En el año 1992, tras la era tecnológica de las
computadoras, se logró digitalizar gran parte del catálogo de todo el trabajo
de archivo que hasta el momento se venía haciendo con microfichas y bancos de
tarjetas, o sea de forma manual. En la sala de estudios se puede buscar sobre
distintos temas con computadoras para tal fin. Y para un mejor búsqueda se se
creó el Vrouwenthesaurus, una lista con términos de búsquesa
específicos según el tema y facilitar la
búsqueda en la vasta colección.
Atención
a las mujeres inmigrantes y refugiadas
Fue en 1995 que se le empieza a dar más
atención al movimiento de mujeres inmigrantes y refugiadas en los Países Bajos,
coleccionando información y como punta de lanza para los tiempos que vendrían.
La idea central era que el pluralismo de las mujeres en el IIAV debía ser más
visible.
El 15% del material de la actual colección
está dedicado a este tema. En 2002 IIAV tomó la iniciativa de crear la Cátedra
de Género y Etnicidad en la Universidad de Utrecht. La profesora dra. Gloria de
Wekker es la que lleva esta cátedra y es profesora asociada al actual Instituto
Aletta.
Con el proyecto “Haar geschiedenis” (Su
Historia, la historia de ella), la fundación creó una website interactiva sobre
la historia de las mujeres de Marruecos, Suriname, y aquellas mujeres con raíces en las Indias
Orientales Holandesas para transmitir las historias de vida que sus madres y
abuelas les hubieran contado.
2009
nueva cara y nuevo nombre
Tras grandes logros en el terreno por
continuar proyectos y aumentar la colección, en el año 2009, el IIAV comienza
una nueva era cambiando su estilo, su nombre y con la aparición de su propia
website. Con su nueva vida y tras casi 75 años de vida, el IIAV pasó a llevar
el nombre de su inspiradora, Aletta, Instituut voor Vrouwengeschiedenis
(Aletta, Instituto de Historia de la Mujer).
En septiembre del 2011, el Instituto aterrizó
en su actual localidad, en el centro de Amsterdam, en el edificio De Vijzel en
la calle Vijzelstraat 20.
Atria =
Aletta + E-quality
El 27 de enero de 2012, Aletta, Instituut voor
Vrouwengeschiedenis y E-quality, centro de conocimiento para la emancipación,
familia y diversidad decidieron fusionarse como un instituto de conocimiento
para la emancipación y la historia de las mujeres.
Hoy, esa fusión lleva el nombre de Atria.
Un nombre de gran simbolismo sobre lo que representa como institución el
conocimiento: pensando en la mujer, en la masculinidad y la femineidad, el
género y todo lo que predomina en el conocimiento de éstos. Atria
es el plural de la palabra atrio, que
se refiere al espacio. Imaginando el espacio como para hacer camino, hacer
espacio. El instituto de investigación tiene como objetivo ser el lugar donde
se asiente el conocimiento acerca de las mujeres y los hombres, el feminismo,
la emancipación de la mujer y la historia de las mujeres en el mundo.
Día
Internacional de la Mujer
Entonces, volvemos al comienzo. El día
internacional de la mujer se festeja según consenso general cada 8 de marzo.
¿Por qué? Y ¿qué es lo que en realidad celebramos?
El día 8 de marzo está marcado en el
calendario como un día de conmemoración por la lucha y el sentimiento de
solidaridad de las mujeres de todo el mundo. Y cada año se le da especial
atención a un tema diferente. El día internacional de la mujer empezó a ponerse
en práctica trasla primera vez que la mujer
se hubiera puesto en pie por sus derechos, en particular en el ámbito
del trabajo y del sufragio.
Historia
El 8 de marzo de 1908 en la ciudad de New York
fue una fecha especial porque se originó la primera huelga femenina. La huelga
estaba dirigida en contra de las malas condiciones laborales en la industria
textil y se cobró su fama gracias al
slogan poético de las mujeres que pedían ´pan
y rosas´. La huelga se dió como el comienzo de la lucha por la emancipación
de la mujer y contra la discriminación de las mujeres. En 1911 la socialista
alemana Clara Zetkin proclamó el Día Internacional de la Mujer durante una
conferencia de mujeres socialistas en la ciudad de Copenhague. Esta fecha no
fue inmediatamente aceptada a nivel mundial, en los Países Bajos se celebró por
primera vez un 12 de mayo de 1912.
El 8 de marzo de 1917 estalló en la ciudad de
San Petersburgo (actual Rusia) una huelga de empleadas en la industria textil a
cargo de la revolucionaria Alexandria Kollontai. A raíz de este hecho, el
Secretariado Internacional de la Mujer de la Tercera Internacional Comunista de
1921 optó por esta fecha como día definitivo para conmemorar el Día
Internacional de la Mujer.
Durante la llamada ´guerra fría´ esta celebración de tipo socialista estuvo bajo
sospecha por ser celebrada en los países miembros de la OTAN. Muchos países
capitalistas optaron por no celebrarlo.
A partir de los años 60, durante la segunda
ola feminista, el Día Internacional de la Mujer volvió a ser celebrado por
completo, y se realizó a través de manifestaciones, reuniones y conferencias.
Así, mujeres de todos los países en el mundo, denominaciones y partidarias de cualquier
partido político formaron parte de la celebración.
En 1978 las Naciones Unidas declararon
oficialmente el 8 de marzo como el Día Internacional de la Mujer.
En el año 2011 se celebró el primer siglo de
este día. Este día, 100 años antes habría sido celebrado en países como
Alemania, Dinamarca, Austria, Suiza y los Estados Unidos de América.
En Holanda fue un año después, en 1912 y se
celebró un 12 de mayo. El día estuvo marcado por el tema ´sufragio de la
mujer´.
Epílogo
Para finalizar me gustaría decir que hay y ha
habido siempre controversia acerca del movimiento feminista. Sin ir más lejos,
tengo amigas que piensan que ´el haber quemado corpiños fue una tontería´. Creo
que, más allá de quemar un corpiño, el movimiento feminista lo que consiguió fue
que hoy en día las mujeres podamos tener una vida más digna.
Por otro lado, a los que me tachan de
feminista siempre les aclaro: no soy feminista, sino femenina. Porque las
feministas, lamentablemente han dejado su huella en la historia como marimachos
y mujeres que odian a los hombres. Creo que ahí hay un gran malentendido. Ser
mujer y luchar por un lugar que nos merecemos, porque es nuestro por derecho
biológico y natural, no quiere decir convertirse en una mujer tan fuerte como
un hombre. No creo que la igualdad pase por parecernos al macho, sino al
contrario, por enriquecerlo con nuestras diferencias. Estas diferencias, no tan
sutiles, nos han dejado al costado de la historia. Hoy por hoy las mujeres
hemos demostrado que somos tan capaces como los hombres, que podemos hacer
muchas cosas al mismo tiempo, que nos merecemos nuestro lugar en el mundo, pero
seguimos siendo mujeres, sensibles y sensatas, como todas aquellas mujeres en
la historia apenas lograron demostrar. Es un hecho que para fortalecer esta
imagen debemos trabajar juntas, como hermanas, amigas, hijas, madres, abuelas,
tías, primas. Pero sobre todo, como compañeras de camino. De aquí al futuro,
sólo restan un par de pasos. Caminémoslo juntas. AL FONDO HAY SITIO. CíRCULO D.M.
Feminism is elite social engineering designed to destroy gender identity by making women masculine and men feminine. Increasingly heterosexuals are conditioned to behave like homosexuals who generally don't marry and have children. Courtship and monogamy are being replaced by sexual promiscuity, prophesied in Aldous Huxley's Brave New World.
"The gesture of a man opening a door for a woman illustrates how men and women relate. We all know that a woman can open a door herself. But when a man does it, he is affirming her femininity, beauty and charm. When she graciously accepts, she is validating his masculine power. This trade, a woman surrendering physical power in exchange for a man's protection (i.e. love) is the essence of heterosexuality. In order to develop emotionally, men and women need this mutual validation as much as sex itself. Sex is an expression of this exclusive contract.
Under the toxic influence of feminism, women open their own doors. Neither sexual identity is validated; neither sex matures emotionally. Men feel redundant and impotent; women feel rejected and unloved."
sam pietri