20100528

EMANUELE STRAPAZZON





Por: Rómulo Meléndez

Es de noche y llegan las respuestas de Emanuele Strapazzon. Para mí, una de las personas más interesantes que he conocido en los últimos diez años, un italiano que va hacer trabajo social en la Tablada de Lurín, Lima, Perú. Con la intención de rescatar algunos recuerdos y experiencias,  para saber como nos puede ver un extranjero y ver desde otra perspectiva nuestra sociedad, publicamos esta breve pero esencial entrevista. Emanuele acaba de publicar un libro que tiene algo que ver con éstas experiencias.


¿Qué sabías del Perú antes de irte? 
«No recuerdo muy bien… sabía que allí estaba Machu Picchu, la líneas de Nazca y el lago Titicaca; que era un país característico y colorido encajado en un continente históricamente fascinante. Sabía de los Incas y de los españoles, pero no tenía claro sus acontecimientos históricos, políticos ni la condición social de su gente. Por haber estado anteriormente en otros paísessabía que los peruanos eran un pueblo de emigrantes. Recuerdo con simpatía a Noelia, mi primera enamorada extracomunitaria. Estábamos en Mendoza, Argentina, y era peruana».

¿Cómo te recibieron? 
«La primera vez que estuve en Perú fue por turismo. La segunda vez, tres años después, fue por una razón vital. Creo que la segunda es la que merece ser analizada. Llegué en una asociación italo-peruana donde la gente estaba acostumbrada a ver individuos foráneos y hablar más de un idioma. Mi primer amigo, y mi ancla de salvación, fue un colega de nombre Ronald, naturalmente peruano, asiduo lector y escritor, entre otros. Sin él, el cauce de mi estadía, hubiese sido indudablemente distinto. Su filosofía me ayudó bastante en aquel contexto».

¿Qué es lo que más te sorprendió llegando al Perú?
«No olvidaré fácilmente el bofetón de una Lima en pleno verano. El trayecto desde el aeropuerto a la Tablada de Lurín, extremo sur de la capital. El calor ahogante, el tráfico atronador y la anarquía humana al borde de las pistasaun arguyese mi espirito revoltoso»

¿Cuéntame alguna anécdota que nunca olvidarás sobre tu estadía en el Perú?
«Seguramente son más de una, pero, por lastima, mi mente suele olvidar fácilmente las cosas que no considera fundamentales. Sin embargo hay un fotograma ridículo que guardo en un recóndito lugar de la mente: el dueño de una fuente de soda, donde iba habitualmente, que se pasaba descaradamente el hilo interdental, detrás del mesón, frente a un público totalmente indiferente».

¿Qué lugar del Perú te gustó más?
«Lima. El Perú multiétnico y variado, amasado pero no amalgamado, dentro lmisma gran ciudad.
Recorrer Lima es siempre una empresa épica. Nunca se sabe lo que puede pasar y si se logrará llegar tal cual como saliste de casa, especialmente si transitas en zonas marginales».

¿Qué te gusta de los(as) peruanos(as)?
«Creo el sentido de adaptarse en cualquier circunstancia, sin clamor… y la vitalidad naturalmente. De las peruanas hay otras cosas más que no puedo decir».

¿Qué detestas?
«Detestar es una palabra demasiado fuerte. Diría que soy intolerante hacía las personas que no cumplen con sus deberesy las descaradamente mal-educada»s.

¿Te atreverías vivir en el Perú toda tu vida?
«Si hubiera tenido una situación económica favorable no hubiera vuelto a mi tierra, sino por visitar a mi familia».


Has vivido buen tiempo en la Tablada de Lurín....describe la gente que vive allí, ocupaciones. ¿Qué es lo que hace la gente en sus días libres, p.e.? 
«Pregunta arduaHay gente que va y que viene, que aparece y desaparece como fantasmas; quien entra por un portón, quien sale por una puerta. Hay combis repletas y otras media vacías. Quien sabía donde iba la gente, que hacía para subsistir. Lo cierto es que la vida de la periferia no es fácil para nadie. Basta pensar cuantas horas tiene que aguantar, en condiciones infrahumanas, el pueblo para trasladarse hacia el centro de la ciudad, hacia un lugar de trabajo que para las mujeres es principalmente una tienda, un supermercado o una familia acomodada de los barrios ricos. Mecánico, chofer de combi, taxista de auto u de moto, en cambio, son los labores que mayormente hacen los varones. Quien dispone de una habitación con puerta u ventana hacia la calleno importa su tamaño, tiene una pequeña tienda de abarrote. 
Los días domingo, la mayoría ocupan las canchas deportiva: fútbol para los varones, voley para las mujeres. Niños y niñas juegan con el tormentón del momento: pelota, trompo, etc.; otro afortunado tiene una bici. A la hora de almuerzo, algún restaurante rebosa de gente ávida de pollo a la brasa, la misma gente que antes o después de comer, vaga distraída adentro del TOTUS, el único centro comercial de la zona».

¿Qué es lo que falta para que los niños desarrollen sus capacidades intelectuales y físicas?
«Creo, sobre todo, un ambiente familiar sereno, una familia “modelo”, compuesta de padres responsables, sin promiscuidades delicadas u peligrosas como tíos, primos, hermanastros etc. Claro que el ambiente donde vivimos nos condiciona y pone en riesgo la integridad de una persona, pero si tenemos las raíces bien firmes, y tenemos el respaldo de una familia, podemos desafiar cualquier huracán que se presente.
La familia es una pequeña sociedad, y ella está compuesta de individuos. Si logramos multiplicar eso, podemos vivir en un ambiente digno y sano, y desarrollar entonces nuestras capacidades físicas y mentales sin desviaciones».

¿Qué es lo que tiene que suceder en el Perú para que haya desarrollo en el campo de la educación?
«Esta pregunta se relaciona un poco con la anterior. Educación familiar ante todo, y sentido del deber por parte de quien manda, de quien ocupa cargos de importancias: ministros, directores, profesores, etc. Si todos ejercitaran su profesión con responsabilidad, y no en relación al dinero, las cosas serian mejores, y el proceso se desarrollaría en forma natural, sin mucho esfuerzo. Hay modelos en el mundo que uno puede tomar, si solo tuvieran gana de hacerlo. Pero esto hace parte de la utopía».

¿Cuál es el bagaje que has llevado a Italia, después de ésta aventura? 
«Hasta hora, cada episodio de mi vida ha sido LA ESCUELA. No llamaría aventura a mi estadía en Perú, seria demasiado limitativaPodría decir que fue un termómetro para medir mi YO, un cara a cara con mis limitaciones, que no son pocas; pero si pienso que todavía tengo bastante para vivir (eso espero) creo que hay tiempo para madurar, porque con el tiempo no madura solo el cuerpo hasta su ocaso, sino también el intelecto. Creo, en los tres años, haber tenido la oportunidad de conocerme más a mi mismo, madurar y aprender mucho de los demásEs todo cuestión de perspectivas, de cómo se miraSinceramente no he leído mucho, poco pero en forma mirada. Eso hace parte de mi personalidad. No suelo ser cuantitativo, prefiero escoger lo que estoy buscando, y en eso tengo maestría. Todo lo demás no me interesa».

¿Has cambiado? 
«No creo haber cambiado, o si he cambiado no me he dado cuenta. El cambio en mi vida ha sido a los veinte años, cuando me di cuenta que la vida que hacía, y que hacían las personas que me rodeaban, me ocasionaba malestar. Mi primera experiencia en Colombia como voluntario me abrió las puertas al mundo. Ahora, también si he regresado a mi puto país (puto porque con él tengo una relación morbosa), se que otra vida es posible, que otro aire puede llenar mis pulmones, y que cuando no aguanto más, puedo volar con la mente o con el cuerpo, hacía donde quiera mi ser».

BONUS...
«Creo haber contado demasiado. Solo quiero agregar que el HOMBRE, inconscientemente, vive en la busca de algo que lleva adentro… y que la hierba del vecino aparenta ser siempre más verde». SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.