20090813

conociendo ámsterdam con theo


por: Hildegar Willer*


"Me solidarizo con las víctimas de la crisis, y me alegro por ustedes que la crisis no les afecte y que puedan hacer este viaje" - las palabras del guía de turismo holandés despiertan aún los últimos pasajeros del autocar venido de España. Son 30 turistas, de todos los rincones de la Península y de América Latina, que se han embarcado en un bus para recorrer toda Europa en 28 días. Ayer Bruselas, Rotterdam y Utrecht. Mañana Colonia y Frankfurt. Hoy les toca Ámsterdam. Con Theo como guía. Y Theo no es cualquier guía, como uno u otro sospecha cuando Theo empieza su recorrido con comentando las noticias del periódico. Además es un guía un poco entrado en edad. El escaso pelo blanco que le queda y el rostro surcado delatan que fácilmente debe haber pasado los 70 años. Pero el humor y la viveza de palabra son de un joven. "Aquí bajamos, para que ustedes puedan tomar fotos del molino de viento y ademas quiero fumar" - un guía culto, fumador y uno de los responsables de que la ciudad de Amsterdam erigiera un monumento a las mujeres en prostitución, como no deja de mencionar nuestro guía cuando el bus pasa el barrio de luces rojas de Amsterdam.

Theo es un guía de turismo profesional, es su trabajo desde hace 40 años enseñar a su ciudad a turistas de habla española. Lo que los turistas hasta este momento no saben es que están probablemente con el guía de turismo más ilustre de toda Holanda. Theo Beusink es caballero de la Reina de Holanda, ciudadano de honor de la ciudad de Amsterdam - y sacerdote católico y religioso carmelita desde hace medio siglo.
Para la colonia hispanohablante de Ámsterdam, el Padre Theo es una leyenda viviente. Como joven religioso decidió estudiar el castellano para poder leer el gran místico San Juan de la Cruz. Después fundó la Casa Migrante como lugar y refugio para cualquier hispanohablante que necesitaba ayuda en Ámsterdam. Inició la pastoral con las mujeres en prostitución (empezó con que lo llamaron para para que enterrase una prostituta dominicana), fundó un grupo de homosexuales latinos, y es uno de los impulsores de la pastoral con migrantes dentro de la iglesia católica.
"Es usted un católico raro", le digo, y pienso para mi, que debe tener bastante problemas con su jefe máximo. Justo esta mañana había escuchado en la radio que el Papa Benedicto había reafirmado su rechazo al uso de condones en África.
"La vida en fe es lo más importante, la teología con dogma es solo un concepto", dice Theo Beusink. El representa esta gran tradición del catolicismo holandés que se basa en la vida práctica más que en el dogma. Theo Beusink no es demasiado amigo del dogma. Mas bien al contrario: "donde hay mucha fe no puede haber conservadurismo". A sus 77 años y con la trayectoria que tiene, él puede hablar con una gran libertad.
Cuando llegamos al museo de los diamantes, se da una pausa. En el museo otra colega hispanohablante explica el proceso del corte de diamantes. Mientras que Theo y yo tomamos un cafe y él fuma su inevitable cigarro, me explica su regla para vivir: "Donde hay amor, puede haber poco pecado". San Agustín ya lo había dicho igual ("ama y haz lo que quieras"), solo que la iglesia católica parece haberse olvidado de esta tradición. "No tiene problemas por ser un católico tan liberal ?", le pregunto. Por primera vez Theo deja de lado su humor habitual y se vuelve serio: "No me gusta lo del catolicismo liberal, lo del catolicismo con adjetivo. Simplemente soy católico - un católico no-fundamentalista, si quieres".

En este momento vuelven los turistas de su recorrido y nos despedimos. Theo continúa el paseo con ellos hacia los pueblos de pescadores. Antes él me había hablado del momento cuando al final del tour les iba a revelar a los turistas que habían sido acompañados por un sacerdote católico. Sus ojos brillaban de humor y de alegría pensando en la buena sorpresa que les tenía preparado. Como de un padre que les tenía escondido un regalo para sus hijos. AL FONDO HAY SITIO. CíRCULO D. M.



*Hildegar Willer es una Periodista y cronista empedernida de origen alemán y de corazón latino. Después de haber mirado el mundo durante 10 años desde su azotea limeña, ha regresado a sus orígenes para estudiar una maestría y comentar la vida desde otros techos. Más de lo que hace Hildegar pueden encontrar en mis azoteas europeas.