20081210

recuerdos de mi ex


Con Milagros F.P.A. estuve algo menos de tres años. Hablando en serio, nunca antes ni después una relación mía había sido tan larga, pero fue realmente mi primer amor. Tanto tiempo ha pasado desde entonces que ya no me da vergüenza admitir que me enamoré de ella, no perdida, sino perdedoramente, es así como lo diría el gran NAXOS. Tan embobado estaba con Mili, que su decisión de acabar con la relación rompió de norte a sur todo mi ecosistema emocional. Cual si fuera el devastador fenómeno de El Niño. Milagros atravesó mi adolescencia, llevándose todo a su paso, provocando violentos huracanes y tsunamis en los ecosistemas mas silvestres de mi cuerpo; arrancándole árboles, casas y vacas a la diminuta geografía de mi vida. Más que dolido, quedé damnificado. Por eso, cuando algunos años más tarde regresé a mi país a tomarme unas merecidas vacaciones, se me metió una morbosa y sado-masoquista curiosidad de pasar por su casa y saber que es de ella, eso a mi corazón le dio garrotera.
Cuando te enteras de que tu primera enamorada te quiere dejar, eres como un cocktail experimental de una súbita mezcla de pánico y falso beneplácito. Tomas la noticia con una felicidad de macho soberbio, pero por dentro oyes cómo avanza la lenta procesión de tus angustias.
Herido en mi insípido orgullo púber, decidí no acordarme más de ella y hasta recuerdo haber prometido delante de varios testigos que si volviera a ver a Mili me haría el indiferente y que a partir de este momento me emborracharía hasta el amanecer y me divertiría como el más mundano y pervertido de los chanchos. Eso, desde luego, no ocurrió ya que por mucho tiempo ella me seguía moviendo el piso.
Llegando a mi país lo primero que hice fue meterme un atracón de los más variados y deliciosos manjares, acompañado de unas riquisimas chelas - entiendase cervezas - para deleitar mí paladar y para deleitar mis ojos me vastó solamente mover la cabeza de diestra y siniestra para escanear toda hembra que pululaba por allí. Sin embargo tenía una piedrita en el zapato, Milagros.
Rodeado de mi linda familia o con mis amigos pasaba momentos de mucha felicidad pero siempre andaba buscando el motivo más insignificante para obtener alguna información de Milagros, así que empecé a preguntar a mis amigos sobre que pasó con sus ex enamoradas de aquellas épocas y me enteré que uno de mis amigos se caso con la Monchi (una amiga de Mili ), y que el viernes era su cumpleaños, porsupuesto me invitaron al fiestón. A todo esto también me dijeron que Milagros se casó, se divorcio, que aún está sola, que también iría a la fiesta y que siempre se acuerda de mí, A lo que yo dije: "¿Milagros? -espero unos segundos y digo- ah... Milagros..!! - que gran cínico-".
Un dia antes del esperado reencuentro con mi fantasma, me reuní con viejos amigos del colegio y junto con Carlitos (gran compadre de juergas) empezamos un agradable velada por las calles de mi ciudad, regando el jardín de mi vida con chelas y muchas carcajadas. Derepente ya eran las 3 de la mañana en aquel bar con aires europeos dentro de una ciudad muy latinoamericana, cuando Coqui me comentó que esta chingana -lease bar- estaba a a punto de cerrar pero ésto necesitamos seguirla. Así que nos enrumbamos hacia otro lugar mas a tono con la celebración -yo tampoco sé que celebrábamos-
Entre tragos y mas tragos, empecé a bailar con toda linda chica que estaba por allí, cuando derepente, sentí que mi cabeza se avalanzaba buscando los labios de aquella morena que bailaba en ese momento conmigo y sentí ese rico calor cuando ella mordió mis labios tierna y pícaramente. Luego ella soltó una sonrisa y no fuimos a la barra a seguir conociéndonos más pero a besos.
Cuando pude escapar y reaccionar de la borrachera tenía una morena de cuerpo enteramente desnudo a mi lado, en una cama muy grande de un hotel muy cercano de la discoteca, Ya era viernes 5 pm y me detuve en mi mongola cavilación. Tenía que levantarme, tomar una ducha y salir para la fiesta de Monchi y acabar con mi fantasma pero felizmente, en un acceso de dignidad, reaccioné y recuperé mi sentido común. Yo no creo en fantasmas pero sí en la belleza de una piel joven y salvaje pidiendo caricias a gritos.
Yo, seguí disfrutando las vacaciones.


© 2008, J.L. Ramos