20080710

Mi amigo Moraga


Los vagos recuerdos de la primaria, en el sesenta veinticuatro, José María Arguedas, se encuentran escondidos en algún lugar de mi memoria.
Moraga había llegado de San Borja. Estábamos en el sexto grado de primaria. La profesora vio en Moraga inmediatamente que tenía cualidades de Policía Escolar. Es así como le colocaron el cordón rojo, en el hombro izquierdo con sus respectivas insignias que le acreditaban tan honorable cargo. La ceremonia solemne se realizó el veintiocho de julio, día de la independencia del Perú.
El se sintió muy orgulloso de que a primera vista la profesora le haya elegido para este cargo tan importante. Moraga era un muchachito flaco, con dientes de conejo.Tenía ojos verdes. Quizás por ello la profesora le designara para ser Policía Escolar. Por que era blancón.
Moraga compró una regla de aluminio para castigar a los que se comportaban mal en clase. Cinco anotaciones en el cuaderno significaban que te jalasen en conducta, encima, hacían traer a tus padres al colegio. Lo que a la mayoría de los escolares les importaba era que no vinieran sus padres al colegio. Los padres de familia venían cuando algo grave pasaba contigo. Cuando habías robado o cuando te expulsaban definitivamente del colegio.
Todos los alumnos tenían que ser amigos de Moraga, por que si él les tenía pica o bronca, les podía anotar en su cuaderno y les cagaba. Te jalaban en conducta o te las tenías que ver con tus padres en pleno colegio, un chongazo. Algo grave para tu reputación dentro del grupo escolar. Cuanto más pendejo el alumno, cuanto menos se les veía a los padres en el colegio. Una lógica estudiantil incomprensible.
Moraga se sentaba en la primera fila y observaba severamente la clase durante la presencia de la profesora, y durante la ausencia de la profesora también. El era el único que se permitía agarrar el culo a las alumnas, sin que pasara nada. Yo también hubiese querido ser Policía Escolar.
Moraga se hizo mi amigo. El vivía muy cerca de mi casa. Un día por casualidad le encontré en el camino y desde esa vez íbamos todos los días juntos al colegio. El sesenta. Así llamábamos a nuestra alma mater. Subíamos por la avenida Tacna con dirección al mercado y bordeábamos la pista recién construida en el cerro. La pista nueva que servía para transportar material para hacer el nuevo tanque de agua que abastecería de agua a la Tablada Antigua.
Moraga empezó progresivamente a tomar confianza hasta convertirse en un pendejito. Un día me contó las aventuras de su hermano mayor. Que era comerciante. No me acuerdo lo que vendía. El siempre iba al Parque Universitario a buscar putas. ¿Sabes cuál es la mejor arma contra la quemadura?-me preguntó-no, le respondí. ¡Limón! me dijo. Lo que tienes que hacer antes de agarra a una puta es primero ver la calidad del material. La cara no importa. Siempre se le puede tapar con la almohada. Como dice el dicho popular: la cara le ofende el culo la defiende. Mi hermano dice que las putas feas tienen los mejores coños en este planeta-afirmó Moraga. Mi hermano nunca va al chongo. El siempre levanta una puta en el Parque Universitario. Primero les invita un cuarto de pollo a la brasa sin papas y luego se va a fornicar. Eso si tienes que controlar el material. Para ello usas el limón. Mi hermano siempre lleva una raja en el bolsillo. Antes de proceder le pasas el limón y si grita o dice que le arde está quemada. Entonces le pides la plata del pollo y te vas. De frustración te puedes ir al cine. Si no grita o no hace un gesto de malhumorada, el material ha pasado el control de calidad.
Llegábamos al colegio sin ganas de atender la clase. Yo me pasaba toda la mañana pensando en la puta y en lo pendejo que era el hermano de Moraga.

© Rómulo Meléndez, 2002
del libro impresiones, publicado en Ámsterdam por Luciano Delillo