Poesía de la cárcel, Milagros Chávez Gonzáles, mujer entre rejas que escribe para vivir. Creció en Villa el Salvador, distrito en el cono sur de Lima. Y ahora purga condena por un delito cometido o no cometido. No es interesante hablar de ello, ahora. Lo interesante es que escribe y trata de buscar una forma de vivir entre rejas, que esta restricción no ha limitado su capacidad creadora más bien ha servido de inspiración para plasmar en papel sus experiencias, sueños, fantasías y sobre todo reflexionar desde una perspectiva difícil de explicar para los que nos encontramos fuera de prisión. A continuación leerán el prólogo del libro Ranuras de Luz y; el poema con el mismo nombre.
R. de López
de mis raíces...Nadie me la contó, mucho menos alcancé a leerla, pues en ella yo nací. Así pude conocerla, quererla y hasta valorarla de alguna manera.
Un mate y dos panes arrancados de manos del hermano que hambriento bostezaba. Un caldo de verduras y el estómago resignado, ya estaba.
Descalzos o con zapatos rotos; algunas veces con zapatos nuevos pero grandes para que nos duren por varios años, decía papá.
Nuestros cuerpos en crecimiento eran castigados con látigos de sol en el verano y nuestro sueño de madrugada bañado con la lluvia en el invierno, pues de esteras y palos era nuestra choza; el techo de calamina y puerta de madera retaceada. Nunca ventanas, pero sí un candado guardián para proteger aquella gran riqueza nuestra.
De arena hirviente fueron los caminos que transitábamos para beber un poco de agua. El baño, un rincón en la intemperie. Nuestra luz, una vela encendida en despejada mesa. De largos y agotadores viajes fue nuestra presencia en la escuela. Con hartos sacrificios, un libro heredado del hermano mayor o prestado por manos solidarias. Fueron estudios inconclusos, pero tan agradecidos.
Con pena. Los ojitos de tantos niños llorando por un pan; tantos hombres y mujeres madrugando con la esperanza de encontrar una gota de agua, un rayo de luz, un pedazo de derecho, un poco de dignidad...
Qué era todo esto?, escasez, pobreza, miseria, indigencia o injusticia? O como quieran llamarlo quienes no la vivieron en carne propia...
Sólo sé que las luces están ahí -como siempre encendiendo este oscuro crepúsculo; que sólo necesito levantar el puño para tocarlas, cerrar mis ojos para sentirlas como ayer; con su suavidad y firmeza de arena recién habitada. Con su aroma de mar puro y casto, recién navegado; con su ardiente sol dorando la piel del reciente poblador: con los aires de rebelión respirando mis pulmones y la sangre de múltilpes valerosos caídos transpirados por mis tiernos poros...
De mis raíces, ramificáronse entonces muchas hojas hasta florecer un jardín de sueños volcándose todo mi ser en su concretización...y ese intento...me arrebataron la libertad.
Ahora estoy aquí, recluido mi cuerpo entre alambrados y candados desde el diecinueve de abril de mil novecientos noventa y cuatro en el establecimiento penitenciario Chorrillos II, sentenciada a veintitrés años de pena privativa de libertad. Quizás escribiendo todavía con los ojos nublados, con confundidos nudos en mi garganta, pero apretado mi corazón en un solo puño con la realidad que vi al nacer donde crecí y me hice mujer: realidad que exige seguir construyendo un mundo.
Este poemario condensa aquellas motivaciones que concluyeron en este intento de versar lo que mi ser iba sintiendo en el transcurso de la prisión, muchas veces escritos en la clandestinidad de una celda, donde el papel y el lápiz fueron proscritos durante muchos años de régimen cerrado. "Ranuras de Luz" expresa lo que muchas mujeres y hombres sintieron más de una vez cuando fueron privados de su libertad, torturados, juzgados y sentenciados injustamente. Cuando el dolor, la rabia, la impotencia y la frustración nos embargaron al ver nuestros padres que envejecían y enfermaban, a los niños que quedaban huérfanos y a otros que no nacieron ni alcanzaron concebirse, al sentir la separación de nuesro amante compañero, al enterarnos de los amigos desaparecidos y de los que partieron, o al observar nuestros sueños truncados.
Finalmente, comparto la infinita satisfacción porque estos escritos hayan vencido las limitaciones propias de una prisión más aún de ésta, que por ser una cárcel de mujeres mantiene hasta hoy uno de los regímenes de vida más restrictivos a nivel nacional. Porque estos escritos reflejan mi mundo interior, que no hubiera sido posible conocerlo yo misma sino existieran estos años cautivos y porque aunque suene irónico, detrás de estos muros, he vivido los momentos más hermosos de mi vida con amor y libertad.
milagros chávez gonzáles
Chorrillos, noviembre 2006
RANURAS DE LUZ
Trazo estos garabatos antes que el sol se ausente
y oscurezcan las ranuras de luz;
antes que el día pierda su esplendor
con la llegada de la penumbra,
antes que fragorosos relámpagos
nieven entre masas de vapor;
y la frialdad del concreto armado
intente hurgar mi corazón...
Garabatos al ritmo de la zampoña
fiel compañera de este canto;
antes que mis huesos se entumezcan
en dilatada muerte;
y mis ojos se calcinen en su llanto.
Grafico no como expresión de desesperanza
en este sepulcro con vida
no para que rebroten las llagas sobre las piedras;
no para que la sangre se enferme de tristeza,
no para que el dolor se postre en su dolencia
sino para que esta tortura se transforme en acicate
de lucha constante por la vida.
Garabatos para delinear el itinerario de las estrellas
que mañana llegue a tu corazón
con su traje de luz y esperanza,
para que tus manos desaten la trama que le puso
el viento,
tu carbón encendido
abrigue lo que hoy cubren las heladas
ese incendio tuyo
acaricie lo que tejieron las nevadas,
tus manos remienden
lo que han roto los inviernos,
tus cantos y los míos
entonen el himno de la libertad.
Garabatos en un atardecer cualquiera
develan esta historia
comprendiendo que esta vida,
nuestra vida
no resulta agradable, dulce y armoniosa
como aquellas historias inventadas
pues existe un sabor a disparate y confusión,
a locura y sueño
como la vida de todos aquellos
hombres y mujeres, amantes de libertas
que siguen en pie,
a pesar del error, los golpes y la traición
abriendo un espacio a estas ranuras de luz.
R. de López
de mis raíces...Nadie me la contó, mucho menos alcancé a leerla, pues en ella yo nací. Así pude conocerla, quererla y hasta valorarla de alguna manera.
Un mate y dos panes arrancados de manos del hermano que hambriento bostezaba. Un caldo de verduras y el estómago resignado, ya estaba.
Descalzos o con zapatos rotos; algunas veces con zapatos nuevos pero grandes para que nos duren por varios años, decía papá.
Nuestros cuerpos en crecimiento eran castigados con látigos de sol en el verano y nuestro sueño de madrugada bañado con la lluvia en el invierno, pues de esteras y palos era nuestra choza; el techo de calamina y puerta de madera retaceada. Nunca ventanas, pero sí un candado guardián para proteger aquella gran riqueza nuestra.
De arena hirviente fueron los caminos que transitábamos para beber un poco de agua. El baño, un rincón en la intemperie. Nuestra luz, una vela encendida en despejada mesa. De largos y agotadores viajes fue nuestra presencia en la escuela. Con hartos sacrificios, un libro heredado del hermano mayor o prestado por manos solidarias. Fueron estudios inconclusos, pero tan agradecidos.
Con pena. Los ojitos de tantos niños llorando por un pan; tantos hombres y mujeres madrugando con la esperanza de encontrar una gota de agua, un rayo de luz, un pedazo de derecho, un poco de dignidad...
Qué era todo esto?, escasez, pobreza, miseria, indigencia o injusticia? O como quieran llamarlo quienes no la vivieron en carne propia...
Sólo sé que las luces están ahí -como siempre encendiendo este oscuro crepúsculo; que sólo necesito levantar el puño para tocarlas, cerrar mis ojos para sentirlas como ayer; con su suavidad y firmeza de arena recién habitada. Con su aroma de mar puro y casto, recién navegado; con su ardiente sol dorando la piel del reciente poblador: con los aires de rebelión respirando mis pulmones y la sangre de múltilpes valerosos caídos transpirados por mis tiernos poros...
De mis raíces, ramificáronse entonces muchas hojas hasta florecer un jardín de sueños volcándose todo mi ser en su concretización...y ese intento...me arrebataron la libertad.
Ahora estoy aquí, recluido mi cuerpo entre alambrados y candados desde el diecinueve de abril de mil novecientos noventa y cuatro en el establecimiento penitenciario Chorrillos II, sentenciada a veintitrés años de pena privativa de libertad. Quizás escribiendo todavía con los ojos nublados, con confundidos nudos en mi garganta, pero apretado mi corazón en un solo puño con la realidad que vi al nacer donde crecí y me hice mujer: realidad que exige seguir construyendo un mundo.
Este poemario condensa aquellas motivaciones que concluyeron en este intento de versar lo que mi ser iba sintiendo en el transcurso de la prisión, muchas veces escritos en la clandestinidad de una celda, donde el papel y el lápiz fueron proscritos durante muchos años de régimen cerrado. "Ranuras de Luz" expresa lo que muchas mujeres y hombres sintieron más de una vez cuando fueron privados de su libertad, torturados, juzgados y sentenciados injustamente. Cuando el dolor, la rabia, la impotencia y la frustración nos embargaron al ver nuestros padres que envejecían y enfermaban, a los niños que quedaban huérfanos y a otros que no nacieron ni alcanzaron concebirse, al sentir la separación de nuesro amante compañero, al enterarnos de los amigos desaparecidos y de los que partieron, o al observar nuestros sueños truncados.
Finalmente, comparto la infinita satisfacción porque estos escritos hayan vencido las limitaciones propias de una prisión más aún de ésta, que por ser una cárcel de mujeres mantiene hasta hoy uno de los regímenes de vida más restrictivos a nivel nacional. Porque estos escritos reflejan mi mundo interior, que no hubiera sido posible conocerlo yo misma sino existieran estos años cautivos y porque aunque suene irónico, detrás de estos muros, he vivido los momentos más hermosos de mi vida con amor y libertad.
milagros chávez gonzáles
Chorrillos, noviembre 2006
RANURAS DE LUZ
Trazo estos garabatos antes que el sol se ausente
y oscurezcan las ranuras de luz;
antes que el día pierda su esplendor
con la llegada de la penumbra,
antes que fragorosos relámpagos
nieven entre masas de vapor;
y la frialdad del concreto armado
intente hurgar mi corazón...
Garabatos al ritmo de la zampoña
fiel compañera de este canto;
antes que mis huesos se entumezcan
en dilatada muerte;
y mis ojos se calcinen en su llanto.
Grafico no como expresión de desesperanza
en este sepulcro con vida
no para que rebroten las llagas sobre las piedras;
no para que la sangre se enferme de tristeza,
no para que el dolor se postre en su dolencia
sino para que esta tortura se transforme en acicate
de lucha constante por la vida.
Garabatos para delinear el itinerario de las estrellas
que mañana llegue a tu corazón
con su traje de luz y esperanza,
para que tus manos desaten la trama que le puso
el viento,
tu carbón encendido
abrigue lo que hoy cubren las heladas
ese incendio tuyo
acaricie lo que tejieron las nevadas,
tus manos remienden
lo que han roto los inviernos,
tus cantos y los míos
entonen el himno de la libertad.
Garabatos en un atardecer cualquiera
develan esta historia
comprendiendo que esta vida,
nuestra vida
no resulta agradable, dulce y armoniosa
como aquellas historias inventadas
pues existe un sabor a disparate y confusión,
a locura y sueño
como la vida de todos aquellos
hombres y mujeres, amantes de libertas
que siguen en pie,
a pesar del error, los golpes y la traición
abriendo un espacio a estas ranuras de luz.