Por Miguel Rodríguez.
Dice el poeta con rayos y centellas en su voz:
Lo que cae
No son gotas de sangre ni lluvia
Ni papel picado que festeja la reelección del eterno mandatario
Ni balas de masacres ni trozos de carne
Ni pelo ni uñas
Lo que cae de las azoteas de los edificios más altos de la Ciudad
Gótica
En medio de la alegría y las palmas de los murciélagos
Lo que cae como una manzana
Son tigres elefantes serpientes y hermanos
Gatos amantes liebres orangutanes
Cosas que nadie ha visto y que esta ocasión tampoco
Verá…
¡Pero sí comerá! ¡Con estos bellos versos pulsionales y flamígeros se inagura el
festín del pato que comeremos! ¡Del pato peruano! ¡Del pato chiclayano que
cabalga en los canales de la memoria y de la infancia! ¡Olor de la tierra! ¡Del
adobe! ¡De la quincha! ¡Nubes de polvo en algún pueblo joven! ¡Chichería
bandera blanca bandera roja! ¡Pato rey en el plato que ha preparado mi tía
Blanca de Chiclayo! ¡De nuevo el olor del adobe! ¡Pato cagón de la terra nostra!
¡Tres pisadas y una cagadita, flaf! ¡Pato del cielo de Chiclayo, chiclín,
chiquifrey, chiquitoy, chiquián! ¡Pato brujo! ¡Pato eterno como el ruiseñor de
Keats! ¡Pato digno del Conde de Lautréamont! ¡Pato en el corral de la infancia
eterna! ¡Esto que aquí escribo es una oda al pato del Reino, amigos!
Previa conversación telefónica vía Messenger, acordamos con el poeta LM
Hermoza reunirnos el sábado 16 de abril del 2002 después del viejo Jechu, para
degustar un arroz con patibiris estilo norte, con su respectivo zapallito loche, con
su respectiva chicha de jora… Y como lo que más se parece a este néctar patrio
es la deliciosa chela belga Leffe de oro, esa le aplicaré, pura alquimia, luego una
chelita negrita Pelforth, y estilo loche un zapallito de la región, y ya, qué más
pide el pueblo…
Había una lucha
En el cielo
La noche
Nubes entrelazadas
El sonido del mar entrando y saliendo
Peces muertos en la orilla escupiendo burbujas
Buques de guerra como sombras de madres
Palomas ardillas
Viejos amigos ahogados flotando boca arriba de nuestras palabras
Que el viento no llevó…
Como no es fácil conseguir el rico Mac pato patibiris, incluso en la
carnicería donde hay que pedirlo con anticipación, fui el jueves 14 al
Intermarché, donde se puede encontrar en stock cuatro piernas de algún pato
medieval en los escaparates, junto a los llopos de granja. Esta pieza con
encuentro es la propicia, la ideal, la emblemática. Se sirve un cerrito del rico
arroz, cocinado con el mismo líquido mágico donde se coció el pato patibiris
previamente frito, encima la piernita, salsa criolla, su ajicito por siaca, y ya.
A mi sentir más que a mi entender, en esto de la poesía, el rasgo esencial es
simplemente ser, ser o no ser. Ni malo, ni bueno, ni excelente, el detalle carece
de importancia, sólo ser, simplemente, es decir, ser verdadero. Además, quiénes
somos para juzgar las composiciones ajenas, que corresponden al universo
personal del autor, esto se me ocurre constatando que el poeta es de los
verdaderos, de los genuinos, de los auténticos. Cada quien es su juez, aunque no
tiene porqué serlo. Si uno se sabe verdadero, lo ideal es que seamos amigos
nuestros. Pero bueno, sigamos con la feliz constatación, con una nueva muestra
o botón de lo que es un verdadero poeta dinamitero del verbo, una suerte de
arcángel negro narcotizado agitando sus alas de ácido muriático y de fuego
Que el viento no llevó
Que tragó la arena
El llanto de gaviotas
El grito de gaviotas
La risa de gaviotas bajando de la isla
Sus alas plateadas y encendidas
Por el fuego azul
De nuestros ojos
Había coca cigarro
Harto trago
Y tú
Y yo
Sobre la arena
Siento que todo poeta digno del nombre, en el transcurso de su aprendizaje,
tiene varios maestros de manera general, pero también uno o unos pocos
particulares, personales, ese o esos a quienes se adapta, como un guante a la
mano, nuestro temperamento gracias a una serie de afinidades y
correspondencias repletas de misterio. En el caso del poeta, veo surgir la sombra
luminosa del arcángel dinamitero, Isidore Ducasse, Conde de Lautréamont…
¡Salú por eso! Para muestra, un botón arrancado de las solapas de Pueblo joven
II, que tiene la particularidad de haber sido escrito en forma bíblica de capítulos
y versículos… El versículo 120, reza:
Piedra, madera sobre madera, cuerpo sobre cuerpo, olla
Que pareciese olla, silla, mesa, sillón entero, cuerpo con
Entrañas, brazo con mano, burro o caballo con vida,
Gallina, gallo, cerdo, cuy, nada que se pareciese a algo,
Al mediodía habíamos acabado e intentamos dormir la siesta,
En medio del olor a sangre seca
Pero volvamos, en este instante preciso, a la divinidad del pato.
Pato es un término genérico que designa a los pájaros acuáticos anseriformes*
de cuello corto, provistos de un largo pico amarillo aplanado, con paticas
amarillas palmadas y cola puntiaguda, domésticos o no.
*anseriforme, adjetivo zoológico. Dicho de una ave nadadora de pies
palmeados, de cuello corto o largo, de pico achatado o no (cisne), que antes se
clasificaba como palmípeda, como el pato, el cisne etc etc.
En el Intermarché de Lambesc, luego de acaparar las preciosas piezas por lo
general difícil de conseguir, y para anticipar, compré las alverjitas, el arroz, las
zanahorias, los pimentones rojimios. Después, pasé buena parte de la tarde
leyendo los versos y versículos del poeta, afecto como este servidor a Hölderlin
y a Georg Trakl
Gracias a Hôlderlin salí a buscar
A Trakl y lo encontré probablemente me
Estuviese esperando desde que salió de
Imprenta probablemente desde
1977 probablemente ahí estaba estuvo
Pero no en la primera sino en la última
Librería a la que entré salí
Del metro y recorrí 8 veces la plaza bajo
Mi tormenta morada buscando el libro
Ese jueves también invitamos a Eliott, que gentilmente se propuso como
cocinero para confeccionar un pollo al limón aromatizado con ají d’Espelette,
no, no, mejor lo preparas el domingo, vénte este sábado tipo una, para que
pruebe el arroz con pato patrio… Y hablando con él le cuento que es un plato
originario de la región norteña de Lambayeque, y específicamente de Chiclayo,
y que data de mediados del siglo 19, y que, anticipando a Neruda, el poeta
español Próspero Pereyra compuso, en 1860, una oda al arroz con pato que llega
al Reino como una variedad de la famosa paella… Pero aquí, en estas vastas y
ricas tierras, se le añade el ají amarillo y la chicha de jora, una bebida
embriagante precolombina base de maíz fermentado… ¡Y aquel sábado en
Lambesc, todos contentos, el poeta y compañera, Boconcita y el suscrito, Eliott
y hasta mi gato! ¡Esta es la nueva oda al arroz con pato! SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.
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