Aquí otra vez frente al mar Egeo, hoy agitado, olas y olas, olitas para mí, siempre pienso en el oceánico Besique, la playa del fondo, a la izquierda del gran cerro, aquí está muy movida la mar, Boconcita tiene miedo que yo sea tragado por ella… Además, por todos sitios florecen como champiñones los parasoles que ella detesta, verdes, anaranjados, azules, grises, todo el sector es playa privada para los ricachones, damos media vuelta, yo medio tristón, mañana nos vamos del paraíso del hotel Elida en Rethymón, volvemos a Heraklión, adiós a Poseidón, mon semblable, mon frère, y de allí hasta Hersonissos, donde nos espera la gentileza inolvidable del dueño y fundador, Kyrios Haritakis, disfrazado entre los mortales como un afable sesentón algo llenito, barbado, se llama Mike, es decir, Mikhalis, mi tocayo arcángel griego… ¡Chau, Rethymón! ¡Dos noches y dos días más en Creta! ¿Y después? pienso bruscamente angustiado ¡Después nos vamos de Creta, de pronto para siempre!
¿Qué hicimos después de nuevo visitar las callejuelas del sector francés, de comprar souvenirs, de volver cansados? Seguramente, una siesta… Por la noche, me despido afectuosamente de Poseidón, Manos está en la ciudad… Dormimos, soñamos, despertamos, ya el nuevo día abre sus puertas, desayunito y duchazo, ahora en taxi rumbo al terminal de buses… ¡Chau, Rethymón! ¡Tostado por tu sol regreso a Heraklión! « Tu es complètement bronzé, chéri! » Así es. Pasado por el crisol del sol cretence, el pellejo de mi estuche de nuevo recobra una coloración saludable, el color verdoso grisáceo, esa pátina del invierno europeo, ¡ya no existe! ¡Cambio de piel! ¡Como las serpientes! ¡Como los lagartos y reptiles! ¡Y así sucesivamente! ¡Hasta el próximo invierno! ¡Hasta el próximo verano!
En el bus, una paz increíble, un barniz interior, un bálsamo, un perfume de silencio. A la izquierda, la piel luminosa del cuerpo de Poseidón… Cierro los ojitos… Le toco la manito… Consulto con mi Moleskine… Kantina… Kriti es Creta… Kritiko Pelagos, el mar de Creta… De modo que aquí nace esa palabra con tanto éxito, crítico, y la famosa crítica, que detesto… Elogiar o denigrar son operaciones sentimentales que nada tienen que ver con la crítica, que es un análisis imparcial, decía Borges… Sigo el consejo al pie de la letra, por eso cuando un amigo escritor o poeta me pide que le comente alguna producción, me limito a eso, a la observación y al análisis, bueno, trato al menos… En cuanto al otro aspecto, reconozco ser de vez en cuando burlón y maletero intrascendente, y tan chismoso como Truman Capote, y de pronto tan borracho como él, como ella. En fin. Todo lo que pasa está bien, tiene que pasar, debe de pasar, no puede ser de otra manera, uno sufre o goza, uno aprende o no, eso es todo, Píndaro dixit… Llegando al terminal en Heraklión, Boconcita maneja la situación, averigua horarios, buses, yo estoy distraído, degustando estos instantes de felicidad… La verdad, pienso, nunca he leído un libro de Truman Capote, cuya alta silueta se me aparece en este momento, eso quiere decir que ya llegó el momento… « Soy cabro, soy borracho, soy chismoso, pero soy un genio » declara en la tele gringa, frente a millones de televidentes, eso es ser sincero, eso es ser lúcido, eso es ser humilde y valiente, yo cuando pienso en eso lo celebro y me saco el sombrero… Breakfast at Tiffany’s… In Cold Blood… En esto pienso y de nuevo me flagelo por lo del inglés, es un rechazo, es evidente que se trata de un rechazo paradójico, es decir al final humano, normal, porque mis queridos maestros, Henry Miller, Lawrence Durrell y Charles Bukowski escriben en esa lengua, en fin, ese rechazo puede venir de allá, de la biblioteca privada José Carlos Maríategui del puerto… Nada qué ver con la literatura ni con la poesía, por supuesto.
Después de un cronométrico cambio de bus y de media de hora de trayecto, bajamos en Hersonissos… Somos olitas en la correntada de este nuevo río de turistas, yo haciendo rodar la maletaza única, común, en cuyo interior nuestras ropas y ropillas, así como nuestras propias vidas, están juntitas pero no revueltas… ¡Taxi !... Llegando al Mike’s Beach, de nuevo el potente canto de las cigarras en el cielo de Grecia, que se encofra en mis orejas… Michalis o Mikalis o Mike es un amor de persona y un comerciante de talento, un evidente protegido de Hermes… Administra un pequeño supermercado con artículos de primera necesidad, artículos playeros, aceites de Creta y souvenirs… Ahora estamos bajo una ramada de viña y buganvilias, estamos bajo tu viña, señor Baco, señor Dionysos… En este momento evoco a Nietzsche… Sus maravillosas cartas a Cosima Wagner que todo enamorado de la vida podría leer con beneficio y deleite… Ese libro que releo cada cierto tiempo… Ecce Homo… He aquí el hombre, capítulo nueve, ¿me hago entender? ¡Dionysos contra el Crucificado!... Esto que afirmo en este instante lo entendí, como entender el teorema de la luz, aquí en Creta… Dionysos y el Christos son las dos caras de la misma moneda griega, el theo y el daimon, el dios y el diablo, el espíritu y el cuerpo, la energía y la materia, la indestructible materia y la energía indestructible, lo demás son cojudeces… Ambas facetas de lo que somos todos nosotros, hijos de la madre Tierra y del Cielo estrellado, van juntas, no separadas, si quieres puedes llamarla lo humano y lo divino, al final todo es un asunto de palabras, como la enantiodromia de Heráclito, el aparente día y la noche aparente, la noche también es un sol y viceversa, Pablo de Tarso separador de los grandiosos elementos… Simplemente, no hay separación… Pero gracias a tí hasta el día de hoy seguimos hablando de eso.
Más tarde, previa instalación, salimos rumbo a las eternas delicias de los almuerzos en Creta, obviamente diferentes de los almuerzos en Atenas la eterna, puesto que todo es diferente a cada instante, de pronto esa es la famosa eternidad, aquí es por la proximidad del mar… A pocos minutos del Mike’s Beach, se desenrollan las olas y se extiende hasta el horizonte la piel del dios… Caminamos explorando hacia la izquierda, hasta una playa movida llamada Mylos Beach, parecida a la mar de Besique entre el túnel y el muelle que ya no existe… « BΞΣΙΚΞ = pelago o piélago », anoto feliz en mi Moleskine fantaseando que conozco el griego hablado y escrito por Píndaro, que prefiero a Homero (demasiado guerrero)… Es un largo malecón de aspiración rectilínea, pero suavemente culebrero, que parece no tener fin… Hoteles, restaurantes, bares, residencias… Damos marcha hacia atroya y recalamos en un bar pródigo en madera y colores griegos, cuyo nombre no anoté y que en consecuencia no recuerdo, donde para empezar pido una chela… « ¡Kalimera! » « Homero habla de guerras y guerras, Anacreonte de banquetes y fiestas, Arquíloco de su corazoncito, la divina Safo del amor que mueve el cielo y las estrellas, Píndaro de la celebración por cualquier motivo en esta vida pasajera, qué belleza, es evidente que le sigo la corriente a Píndaro, al Anacreonte y a la Safo, el Arquíloco es sentimental, y la sentimentalidad, para mi entender, nada tiene que ver con el amor, bueno, al menos tal como yo lo siento » anoto de un plumazo en mi Moleskine contento, pero enseguida, como buen cristiano, me flagelo… ¡El pasado! ¡Los grandes poetas del pasado! ¡Siempre metido en la historia y hasta en la prehistoria! Durante una fracción de segundo me flagelo por estar siempre hablando del pasado, aunque sea de los grandes poetas griegos, ahora polvo, ahora átomos ¿la vida tal cual es, es decir como el río de Heráclito? ¿Y los poetas griegos de hoy? ¿O al menos del siglo veinte? La verdad, aparte de Nikos Kazantzakis y del sublime alejandrino, a los otros, Séferis y Odysseas Elytis, ganadores del premio Nobel, los conozco sólo de mentas, hay preguntarle al maestro Lacarrière… ¿Será que la misteriosa, y en consecuencia bella muerte se lleva todo, incluyendo a los maravillosos libros que escribimos, a los maravillosos cuadros que pintamos, a las maravillosas estatuas que esculpimos, a las maravillosas sinfonías que compusimos, a las maravillosas películas que producimos, a los maravillosos perfumes que creamos, a los maravillos trajes y vestidos que concebimos, los premios Nobeles que ganamos? La respuesta es no, la bella y misteriosa muerte sólo nos borra como entidades vanidosas, quedan las obras… Por ahora, en este restaurante cuyo nombre no recuerdo, pedimos un porkslovaki (brochetas de chancho en misteriosa y exquisita maceración), yo un stifado, que es una especie de bœuf bourguignon o de daube de bœuf à la provençale, pero al estilo griego, mismo estilo de la carne macerada en vino tinto, pero con ajo, cebolla y laurel, tremendo platazo que ahora se me presenta con sus respectivas papas fritas griegas, y como hace calor pido un buen vino blanco helado para contrastar los materiales ingurgitados en el palacio de la boca… ¡Bésame con los besos de tu boca, mi Boconcita deliciosa!... Después del ya clásico siestón, en este momento paseamos por el malecón, la diosa mar parece tener dos colores en movimiento, azul cobalto allá, verde claro aquí, pero puede que sea una ilusión… ¿Será verdad que la vida es sueño, como decía Calderón? ¿Qué es la vida? Un frenesí. ¿Qué es la vida? Una ilusión, una sombra, una ficción, y el mayor bien es pequeño, que toda la vida es sueño, y los sueños, sueños son, me recito y, al hacerlo, recuerdo con mucho cariño a mi profesor Adriano Gonzáles León.
Ahora, súbitamente, empieza el Eolo con sus soplidos… « Esa idea de Calderón corresponde a la idea del mundo como el velo de Maya, de la ilusión, a la naturaleza de la ilusión, como en el hinduísmo o el budismo » anoto, frenético e iluso, en mi Moleskine, que de pronto se convierte en un aparato de ficción, ¡qué gran pendejo Calderón!... Eolo sigue sopla que te sopla… ¿Quién es Eolo, divina Wikipedia? « En la mitología griega, Aiolos es el dueño y el administrador de los vientos »… « Regarde ces moutons, chéri! » exclama Boconcita… En francés « mouton » quiere decir borrego, ella está utilizando sin saberlo una metáfora que compara la lana de esos amables bóvidos con la espuma en la cresta de las olitas en la piel luminosa del dios o de la diosa, el mar o la mar… Y para referirse en la gala lengua a las olas que se desenrroscan en la orilla, dice « les rouleaux », los rollos del agua marina… Seguimos caminando por el malecón, yo todavía feliz del encuentro con Calderón, cuando nos encontramos con Franco de Baviera, un amor de alemán, políglota, castellano de nuestras Américas fluido, inglés y francés fluidos, italiano y portugués fluidos, que ha vivido en Cuba, en Santo Domingo y en el Brasil, gran amante de la música y del baile, merengue, bachata, son, salsa, danzón, samba, bossa nova, funk carioca, es la primera vez que oigo esto, etcétera etcétera… De estas formas de la belleza, de baile y de celebración hablamos rápidamente al atardecer, hay una isla allá, en el piélago, el mar tragándose al sol es una ilusión y qué, los sueños sueños son… A mí, amiba vanidosa, lo que más me interesa o concierne es el frenesí, el entusiasmo y la alegría de Franco, se dedica a pasear turistas en su lancha, los lleva a pescar y a bucear… Para eso utiliza un viejo barco de pesca igualito a una bolichera, pero pequeña, Franco la adaptó para su negocio… « Franco el bavario latino del malecón » anoto y me río por dentro… Nos damos un abrazote como si nos conociéramos desde siempre… « ¡Me saludan a Mike! » grita contento. SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.
Bonus, para leer como cangrejo, la XXXI vértebra.
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