20180830

Para Rusia 2018 con amor, pe.




...y volvimos del viaje sagrado a las tierras de sur, oliendo a carachama y tratando de no lavar la ropa para conservar ese olor de la tierra. El lomito saltado y corvina a lo macho son sólo recuerdos, nos esperaba en Ámsterdam una sopita de choclo con pan caliente y queso francés. Algo es algo.
Mientras tanto quedaba la encomienda en remojo.

Pensando en el próximo encuentro Perú Holanda, dónde Wesley Sneijder se despide, la próxima semana jueves, a solicitud propia y porque sus poderosas piernas no dan para más. La cita en el Johan Cruijff Arena. Ab imo pectore, Rómulo Meléndez.



Por Miguel Rodríguez.

Hoy, en el paraíso de Lambesc, tormentoso después de la mañana radiante, interrumpo la redacción del borrador de mi cronicón Viaje a Ceylán, amigos, donde se cuentan algunas facetas del viaje a Sri Lanka, viaje parecido al recuerdo de una piedra preciosa, un topacio azul por ejemplo, para escribir estas líneas, prácticamente en las puertas de los estadios del Mundial de Rusia.
Hay cierta simetría en estas dos ausencias, tan prolongadas, de Perú campeón en las Copas del Mundo, veinte en total hasta el día de hoy. Se participó en la Primera, Uruguay 1930; cuarenta años después, en México 70. Se participó en España 82; 36 años después, nos vamos a Rusia 2018, qué curioso.
Como aliancista, siempre me he imaginado que, de alguna manera, el fútbol peruano perdió lustre y no volvió a brillar hasta los tiempos actuales a raíz de aquella tragedia en la patria, cuando en diciembre del 87 cayó el Fokker al mar con los potrillos, entonces entrenados por nuestro querido y muy recordado Marcos Calderón, que también sacó la maleta en el viaje… En la engañosa filmadora de la memoria, veo un partido contra el CNI de Iquitos… pues no, nos informa Wikipedia que fue contra el Deportivo Pucallpa… ¡Más de treinta años ya!... Pero retrocedamos un poquitín, estamos en 1981, hemos logrado la clasificación para España, hay aires de fiesta… Después de una pésima participación –exceptuando el partido contra Italia–, hasta el día de hoy me sigo preguntando qué pasó, aunque recién creo saberlo: sin afilada disciplina, sin estado atlético competitivo a primer nivel, el talento no basta, lo digo por experiencia, con conocimiento de causa, en tanto que futbolista de las Bellas Letras.
Falta de filo en la disciplina, falta de mentalidad ganadora, falta sobre todo de estado atlético altamente competitivo, y tal vez el conservadurismo tradicional de Marcos Calderón, en fin… A mi entender, en ese Mundial debió jugar y brillar –en lugar de Cubillas que ya no estaba en la cima de su arte–, Julio César Uribe, que sí lo estaba, y también Germán Leguía… Me acuerdo igualmente de Luis Reyna, de Malasquez, de Franco Navarro… ¡Paso a la juventud y a las nuevas generaciones, siempre!
Ahora, gracias al arte y, sobre todo, a la sabiduría del profesor Gareca… ¡el equipo ya no adolece de ésto! Ahora, además… ¡Albricias! ¡Tres veces hurra por la excelente noticia! ¡Volvió Paolo a la selección! ¡Vuelve y la refuerza! La sanción, la apelación, la revocación de la decisión, la nueva apelación… ¡Qué terrible suspenso finalmente resuelto! ¡Ah! Ya nos figurábamos, no resignados sino estoicos, un equipo nacional sin Paolo… El equipo logró clasificarse, el equipo gana sus enfrentamientos amistosos y avanza, y aunque los amistosos sean simbólicos, los resultados vencedores siguen alimentando nuestra fogosidad, nuestra confianza y optimismo por Perú campeón… Como si la inteligencia de Gareca hubiera hecho los ajustes necesarios para que la maquinaria blanquirroja, con los ejes perfectamente aceitados, con pernos y tornillos bien ajustados, el todo elástico al mismo tiempo, funcione como conjunto, sin el riesgo de hacerlo en función de una poderosa individualidad y un poderoso talento como el de Paolo… Ahora, qué duda cabe, sentimos y sabemos que no hay el menor riesgo en ese sentido, al contrario, sentimos y sabemos que la menor modificación significará una mejoría notoria, precisamente, en función del conjunto y de la individualidad… ¡Y viceversa! ¡Y viceversa de viceversa! ¡Como D’Artagnan y los Mosqueteros en la imaginación de Dumas! ¡Todos para uno! ¡Y uno para todos! ¡Adel ante briosos y talentuosos muchachos! ¡Perú campeón! ¡Salud por eso! (3 de junio).
El simple hecho de no haber muerto me parece, ahora, un acto mágico o, mejor dicho, una suma de actos mágicos, amigos. En dos ocasiones he conocido dificultades físicas y psíquicas que parecían invencibles. En dos ocasiones he sido terriblemente atacado por las Furias del ser y del no-ser. En dos ocasiones he estado en los grandes infiernos, y en dos ocasiones me he repuesto; muy laboriosamente, muy lentamente, muy solitariamente, con la química ayuda de la ciencia al inicio y, sobre todo después, solito y solo luchando contra los dragones de la psiquis durante un año, con la ayuda de lo mejor de mí, y he recobrado mis facultades vitales y creativas, lo digo con alegría, sin alarde alguno, porque decirlo así, por escrito, me place superlativamente. Hay algunos terrícolas bienpensantes, respetables, muy sociables, pletóricos de virtudes y perfecciones, pletóricos de amor y amistad, pletóricos de comprensión, pletóricos de transparencia, pletóricos de indulgencia, pletóricos de inteligencia, que se obstinan en proclamar mi supuesta « locura » como un atributo constante. Pues bien, debo decir que no se equivocan mucho, tienen relativamente razón, pero si quieren detalles tienen que venir a mi consultorio, previa cita por supuesto. La tarifa es una botella de Margaux o de Pomerol. La penitencia, la lectura obligatoria mi obra completa, édita e inédita. Y en las antípodas de cualquier asomo enfermizo, trágico o fúnebre, hago mías las palabras del poeta: « No he olvidado ninguno de los sofismas de la locura –la locura que encierran–. Podría repetirlos todos. Conozco el sistema. » Y estos acontecimientos físicos y metafísicos ocurren recientemente, en las puertas rusas del Mundial, de modo que me alegro triplemente, por la gran capacidad de afecto, de amabilidad, de armonía, de alegría, de autenticidad, de belleza, de bondad, de cariño, de confianza, de cordialidad, de determinación, de flexibilidad, de fortaleza, de gratitud, de generosidad, de integridad, de inteligencia, de laboriosidad, de nobleza, de paciencia, de perspicacidad, de prudencia, de sensibilidad, de sagacidad, de serenidad, de solidaridad, de tranquilidad después de los infiernos, de transparencia, de valentía, en fin, de estos detalles éticos de la vida pasajera en mi personita pasajera… Tengo el orgullo de ser peruano y, en este instante, me siento más feliz que la putamadre… ¡Perú campeón! ¡Venceremos a todo rival! ¡Al rival más terrible! ¡Al más feroz! ¡Al más irreductible! ¡A nosotros mismos! ¡Perú campeón! ¡Vamos muchachos! ¡Hasta quemar el último cartucho y siempre en la lucha! ¡Hasta la Copa de oro del Ser y del mundo que somos! ¡Salud por eso! ¡Perú campeón! (10 de junio).

Mundial en Rusia, día uno. Aquí, en el paraíso de los árboles frutales y las flores, que también es el paraíso nocturno de los murciélagos y las escolopendras, brilla el ojo dorado de Wiracocha en los cielos abiertos. Algo pensativo, veo el partido inagural en compañía de mi gato galo; su indiferencia, parecida a la de mi tía y a la de mi cuñado galos, a quienes les importa un comino el fútbol y la selección que los representa, me hace presagiar que Francia no gana este Mundial. Además, un eminente locutor francés, el que narraba el partido de apertura en la tele, dijo « ninguno de estos equipos será el sucesor de Alemania », lo que me pareció bastante perentorio, bastante brutal. Que se refiera a Arabia Saudita, pasa. En cambio Rusia, como país organizador, tiene la fuerza número doce, la fuerza del equipo local erguido por la hinchada, como llevada en hombros por ella, como la maravillosa hinchada que nos impulsa y lleva a nosotros, a Perú campeón, le digo a mi gato. Además, si de estadísticas se trata, veamos. En 1930, en 1934, en 1966, en 1974, en 1978 y en 1998, Uruguay, Italia, Inglaterra, Alemania, Argentina y Francia respectivamente, países organizadores, fueron campeones del mundo, gato. El felino no mira el partido, no, sería mucho pedirle, pero entra y sale ronroneando al sentirme contento, de modo que ya le tengo preparada su camiseta blanquirroja para cuando juegue Perú… ¡Ojo con el despertar del oso ruso, país organizador! dice mi gato ¡No importa! ¡Perú campeón! ¡Aunque sea en la imaginación! ¡Ah ! ¡Esa forma de la realidad! ¡Ah! ¡La diosa imaginación! ¡Perú campeón!
Mundial en Rusia, día uno
(Escuchando a Tchaikovski)
¿Y no que los rusos estaban muertos? ¿Muertos y bien muertos? ¿Enterrados en las estepas de Siberia? ¿En la tundra? ¿Que no servían para nada, como los franceses del 98? ¿La Plaza Roja desierta? ¿Apocalipsis bolchevique? ¿Se derrumba el Kremlin? ¡Cojudeces! Así como en el medio de las ciencias, de la filosofía, de las letras, y de la política, que se supone son las cimas del conocimiento antropoide, nuestra prestigiosa estirpe, en el medio específico del periodismo, rama del frondoso árbol de las letras, también hay legiones de necios, amigos, pero me parece bien, como para animar la cosa. En verdad, todos tenemos razón, todos estamos en lo cierto, y en este detalle reside la divergencia, que también tiene derecho de ciudad. Pero estamos en Rusia, quién lo hubiera creído. La selección rusa es criticada y criticada por los necios, que ladran y ladran, como le ladraron a nuestro querido Aymé Jacquet. Yo me pregunto con insistencia ¿de dónde viene ese vicio tan feo, tan antiestético, tan anti artístico, de criticar y ladrar, en lugar de exaltar, o al menos de reconocer las cualidades de un artista o de un futbolista, que también lo es? ¡Ah! ¡Esta diatriba mundialista va para los necios malévolos, empezando por este jugador, simple necio exento de malevolencia! ¡Para los malévolos periodistas deportivos que nunca jugaron fútbol y ni siquiera fulbito! Si alguna vez jugaron con pasión, ignoramos la necia verborrea y la mala leche manifiesta de esos eminentes fanáticos de los estudios preambulares y las estadísticas… ¡Cojudeces! Ayer, el oso ruso le dio cinco zarpazos a los arabosauditas en su brusco despertar. Contrariamente a los halcones petroleros, Rusia es una nación de fútbol con historia y grandes jugadores–Yashin, Esenin, Mostovoi, Maiakovski, Archavine, Lermontov y tantos otros. (15 de junio).

Y de pronto, la realidad nos propinó tremendo coscorrón, amigos. Pese a la tristeza, el desasosiego y la desesperación, pese al amargor, pese al desaliento, pese a la aflicción y la frustración, pese al desconsuelo y la consternación causadas por la derrota ante los vikingos daneses, la bella victoria de Méjico lindo y querido contra la poderosa Germania puede inspirarnos, la sentimos como nuestra… En la imaginación, en la fantasía, ya nos veía campeones del mundo, lo juro. De modo que no, no me arrepiento para nada haber sido campeón del mundo, amigos… Y de pronto… ¡todo se derrumbó! ¿Será que se derrumbó? ¡No! ¡Seguimos en la lucha! Como en la vida, en el fútbol todo puede pasar… En la realidad, ¡todavía estamos vivos! Eso sí, el destino de nuestro optimismo, de nuestra inquietud, de nuestro afecto, de nuestro amor, se decide en el partido contra Francia. Yo, de puro ingrato, que vivo aquí hace más de treinta años, aquí en Francia la bella, yo que aquí vivo dos veces de lo que mi yo aquel vivió en el Reino, reniego de esta mamá adoptiva, quiero que gane mi madre original, la patria que nos vio nacer, quiero que gane Perú campeón el 21 de junio, Día de la Música y apertura oficial del verano en las Galias. Porque todo se define en el partido contra Francia, que medio patinó en su match inagural, precisamente contra Australia… ¡Ganemos! Sólo la victoria nos mantiene en la lucha. Si (adverbio maléfico, el rey de la fantasía y las posibilidades, si mi abuelita estuviera viva, por ejemplo) no ganamos, caballeros, salimos del Mundial como Periquito, poquito a poquito, pero … ¡ya veremos! ¡Perú campeón! ¡Podemos tumbar a Francia! ¡Así como Méjico tumbó a Germania! ¡Nuestro mejores deseos de triunfo para el Nuevo Mundo de la geografía y de los adentros! ¡De ese Nuevo mundo que somos al despertar! ¡Perú campeón! ¡Todo el santo día de hoy! (19 de junio).

Día uno, día dos, día tres, día cuatro, día cinco del Mundial de los tiempos recientes, quince, diesciséis, diescisiete, lunes diesciocho de junio, martes diescinueve, la gran rapidez de los días es la rapidez de la vida, yo tratando de reconstruir fragmentos del grandioso, del efímero momento, Argentina y Brasil empiezan patinando, laboriosamente empatando, los favoritos ya no son favoritos, en verdad ya no hay favoritos… ¡Cayó Germania ! ¡Pero eso no quiere decir nada! Como en la vida, por ser parte de ésta, el fútbol rechaza la lógica, de modo que por ahora muchos podemos ser campeones del mundo. Y yo, el escriba que ha proscrito al advervio SI (si mi abuelita estuviera viva, si Cuevita no hubiese fallado el penal etc. etc., no te preocupes Cueva, no pasa nada, ¡pero no llores, carajo! ¡No pasa nada! ¡Ya verás!) de su vida y de su vocabulario, hago en este instante una excepción por necesidad literaria, si Perú campeón le gana a Francia, pasa a la siguiente rueda, en verdad pasamos todos, pasa la cartografía y la orografía entera del Perú, pasan los ríos, los mares, los lagos, los peces, los cuyes, los cóndores, pasan las cordilleras, pasan los cielos con 33 millones de almas sensibles, bueno, 30 para redondear, seguro que no faltan detractores y criticones, en otras palabras los maleteros de siempre, pero pasamos y punto. Si, si, si. En verdad, magia del lenguaje, el famoso SI es también adverbio de afirmación, como el YES de Molly Bloom, YES, YES, YES, ¡Sí! ¡Sí! ¡Sí! ¡Perú campeón! Día tres. Día terrible. Caballeros. Perdimos, simplemente. Perdimos contra los hermanos Andersen. Perdimos contra la Sirenita de Copenhagüe. Perdimos contra el Patito feo. Perdimos contra el Soldadito de plomo… ¡Perdimos contra la Reina de la nieve! ¡Caballeros! ¡Perdimos contra Dinamarca bella! Pese a todo, sigue la gran asfixia central, la gran desesperación, el gran desasosiego, la gran frustración en la ronda de la vida, esta vez con el pretexto del Mundial en Rusia. Ese día tres de la derrota simbólica, se me acabó el ji ji ji ja ja ja. Yo andaba emocionalmente como achicopalado y consternado, como aplastado, como flecheado, como lanceado. Ese día tres, simplemente, se me acabó el ji ji ji ja ja ja. Por milésima o millonésima vez, maldije el dolorismo enemigo del ji ji ji ja ja, maldije su gravedad, maldije su enemistad con el vuelo, la risa y la ligereza que le dan alas al ser, sea quien sea; de pronto, recibo el mensaje de un filósofo colocho caliche, un viejo pata experto en burleteo. SMS. ¿Y entonces? ¿Qué fue? ¿Qué pasó con Perú campeón?¡ Así es el fútbol! respondo ¡Caballero! « Sigan chupando » se burla, cachasiento y pendejo… ¡Y esto me hace reir! ¡ Qué viva el juego de la vida y sus placeres! dice, sin imaginar -ni yo tampoco- ese otro golpe tan duro por venir, es decir la derrota colombiana contra los talentuosos y organizados ponjas. Medio por joder le devuelvo la pelota esta mañana y me anticipa riendo ¡Somos ponjas! ¡Somos esponjas! ¡Salud por eso! ¡Ah! ¡Organice la parrillada de mañana! Parrillada mixta digo, de cerdo y de res, de buey y de marrano, digo, ¿qué llevamos? pregunta, ¿tinto o rosé? ¡Tráigase un tintorro! digo ¡Arriba Perú! ¡Perú campeón! (20 de junio).

La noche del 20 de junio del año del Mundial en Rusia, víspera del choque Perú-Francia, mi gato galo no durmió en la casa de campo de Lambesc, ni en su camita del salón, ni con nosotros, como cada día que pasa. Y yo que soy supersticioso, que vivo siempre atento al sistema de signos y pequeños detalles que rigen nuestras vidas y nuestros destino, tuve un mal presentimiento, amigos.
Perú campeón sale de la Copa del mundo como campeón de la comunión, como campeón del optimismo, como el campeón de la confianza, como el campeón de la celebración, como campeón de los sueños que también tienen una poderosa razón de ser. Con el pretexto del Mundial, Perú campeón acaba de mostrarle al mundo nuestra mejor faz, la fuerza de nuestro potencial a todo nivel. Que persista esa fuerza, ese espíritu, esa magia de confianza, ese fulgor de optimismo, esa gran alegría, esa magia de unión, ese canto con el pretexto del fútbol… ¡Perú campeón! ¡Perú campeón y punto! (22 de junio).


Ayer, 23 de junio, mientras la pelota azul sideral de agua y de tierra seguía dando vueltas y vueltas, mientras el verano mostraba sus dientes dorados, mientras nos masticaba suavemente, o nosotros a él a ritmo de parrilladas, a ritmo de rosé, Boconcita, Stéphane y yo íbamos rumbo a una fiesta. Steph parecía salir de otro planeta, Boconcita muy conversadora, y yo ji ji ji ja ja ja gracias al nuevo triunfo de Méjico, nuestras Américas siguen latiendo, ahora esto es de orden continental. Estamos esperando a Stéphane en la estación de buses, que es de una gran belleza, estructuras metálicas curvas, jardines colgantes al frente. Pasa al frente, por la avenue des Belges, una familia mejicana, ataviados con banderas y sombreros de charros, todos los saludan, los congratulan, yo lanzo un potente silbido, nos saludamos, los felicito desde lejos, Perú campeón ya fue, caballero, por el momento sólo nos quedan Uruguay y Méjico, Argentina y Brasil ya veremos, ojalá, Colombia ya veremos, ojalá, Panamá pagará su derecho de ciudad, el cruel bautizo de los primerizos, como Zaire en Alemania 74, ojalá que no les metan catorce goles como a los pioneros africanos.
Salimos por la autopista del sol rumbo a un pueblo llamado Trets, pero hablamos y hablamos, nos equivocamos de salida, seguimos volando por la autopista iluminada, ahora rumbo a Aubagne, rumbo a Toulon, en la primera salida damos media vuelta, tipo ocho y media llegamos a la fiesta, una pareja de amigas celebra su instalación en casa nueva, hay de todo, hay piqueos, aceitunas verdes, salchichitas, nachos, después un salchichón de Tolouse como una deliciosa serpiente jugosa y chamuscada, pollos, roosbeefs, arroz, ensaladas, quesos, postres, cajones de tinto, de rosé, de blanco Chardonnay, y una constelación de chelas. Hay bailongo. Madison. Rock y salsa. Hablando ahora con un joven muy conocedor del planeta del fútbol, ambos chela en mano… ¡Gol de Suecia! Otro joven, algo ajeno a la fiesta por asuntos generacionales, mira el partido en su telefonino mágico. De pronto me descubro deseando la eliminación, en la primera ronda, de la poderosa Alemania. Hablamos y hablamos de fútbol… ¡Gol de Alemania! Hablamos de las pataletas, de los caprichitos de un niño mimado, maleducado, irrespetuoso, grosero, achorado y teatrero llamado Neymar. El joven conocedor evoca el genio de Didí, de Pelé, de Garrincha, de Zico, de Romario; según él, Neymar no está a la altura del genio brasileño. A mi entender, ese chiquillo está en las antípodas de la ética del fútbol, en las antípodas de la nobleza, en las antípodas de la caballerosidad, en consecuencia jamás será un rey, agrego, y de inmediato me flagelo, me descubro hablando como un juez, como si este jugador fuera un ejemplo… Después de la fiesta, estuve a punto de asistir al acontecimiento histórico de la eliminación de Alemania en la primera ronda, al final, caballero, hay que sacarse el sombrero, Alemania también dio un gran ejemplo… Todavía veo la dorada cresta germánica de un verdadero artista, del gran Toni Kroos, y el ejemplo humano lo dio hoy la hinchada de Panamá, el ejemplo de risa y celebración en la derrota contra Inglaterra. Eso es un valor humano… ¡Eso es una fiesta! ¡Gol de Colombia!!! (24 de junio).

AIRES DEL MUNDIAL
Soplan los aires del Mundial como correspondiendo al verano, nos invitan a las eternas celebraciones, a la eternidad de las fiestas, un domingo celebramos el super triunfo de Colombia tierra querida frente a Polonia, también tierra querida (sólo por un amigo, pero con eso basta), mil años después la nueva Colombia nos venga de las derrotas de Perú campeón ante Polonia, dos Mundiales, el 78 y el 82, Polonia le coloca ocho goles en dos partidos a Perú campeón, tres a cero en Argentina con goles de Szarmach y Lato, cinco a uno en España con goles de Boniek, eran épocas jurásicas cuando Colombia no iba a los Mundiales, cuando todavía eran unos chiquillos, en los tiempos actuales nos vengan de las antiguas afrentas…. ¿Y ahora? ¡Colombia contra Inglaterra! Aquí en las Galias, es poca, o mínima, o inexistente, la exaltación por los triunfos de Francia. Un día, pasan coches tocando kláxon, por fin despertaron pienso, no, dice Boconcita, es un matrimonio, no es por el fútbol… ¡Y ayer nomás! ¡Francia vence a Argentina y ningún kláxon! ¡Cero bulla! ¡Cero celebración aquí, en el paraíso de Lambesc!
Por el momento, recibimos con el afecto correspondiente a los amigos que vienen del otro lado de los mares, del otro lado la patria Atlántida, el océano que separa a las viejas Europas de nuestras jóvenes y santas, santas como nosostros entendemos esta palabra, nada que ver con la credulidad ni con la superstición, santas y salvajes tierras de América, vienen de paseo, también para visitar a su familia, también para visitarnos a nosotros, los americanos , los eternos. ¿En qué consiste nuestra eternidad? En eso, simplemente, amigos, en serlo, to be or not to be, and no more question! En serlo por encima de las láminas memoriales del tiempo, en permanecer en el meollo, en la esencia. ¿En qué consiste nuestra esencia? En nuestra capacidad de aceptación total. En nuestra capacidad de solidaridad incondicional. En nuestra incapacidad de juzgar. Tenemos amigos de infancia, de pubertad, de adolescencia. Tenemos amigos de todas las edades de la vida –desde los primeros organismos unicelulares, pasando por el carbonífero, mucho antes del paleolítico y el neolítico, allá por el mezozoico, allá por el cretáceo, allá por el jurásico, no, antes, mucho antes.
Ayer, previamente al partido que nos oponía a Francia, nos acordamos de los amigos argentinos, hermosa y extensa tierra nueva; antes, nos acordamos de los amigos colombianos, también residentes de la tierra nueva; también nos acordamos de los amigos senegaleses; también nos acordamos de los amigos mexicanos, tierra nueva –doradas a la parrilla con Héctor que nos trajo de México lindo y querido las muy queridas y codiciadas máscaras de la infancia, la del Santo y la de Blue Demon cierta tarde de afecto en la rue Granet–; también nos acordamos de los amigos uruguayos –terranova celeste–y del cretáceo, Leonardo y el Negro Carlos, de modo que deseamos el triunfo de Uruguay, y lo logramos. Al mismo tiempo, nos acordamos de los amigos de la edad del bronce, de queridos amigos portos celtas, esos terribles y temerarios navegantes, esos descubridores de la santa tierra del Brasil madera roja. Pero como tenemos más amigos portugueses de la edad del hierro –un saludo y los mejores afectos para Carlos y Fernando Tocha de Coimbra, por la excelencia de ciertos momentos–, nos sentimos algo apenados por la derrota de Portugal, pero poquito después felices, dos golazos de Cavani, ¡nuestros mejores deseos en la continuidad del sueño para Uruguay, nación dorada del planeta fútbol entre todas, ¡no lo olvidemos! ¡Fuerza charrúa Uruguay! ¡Quiebren a los galos! ¡Sean los vengadores de Argentina! ¡Sean los vengadores nuestros!
Un saludo por este canal intersideral a nuestro amigo Hu Sishe, el poeta chino que conocimos en Aix-en-Provence, deseándole que la China milenaria participe en el próximo Mundial ¡pero que no caiga en el grupo de Perú campeón! ¡Si no, los quebramos! Un saludo por este canal intersideral a nuestro amigo Vladimir de Moscú, ex-residente de Alcatraz, en nombre de cierta noche de verano cuando hablamos de nuestras familias respectivas bajo la caricia de la luna llena, deseándole que Rusia venda muy caro su pellejo de oso ruso –si lo vende; sino, adelante, para Rusia con amor. Tenemos un amigo ruso, pues; pero también tenemos un amigo español –saludos para Ernesto de Logroño–, ¿por quién vamos? ¿Empate? ¡Empate no hay! ¡España no puede con Rusia! (en este preciso momento termina la serie tipo ruleta rusa de los penales, se clasifica Rusia lógicamente). Mientras tanto, han transcurrido parrilladas, aromas de romero, de tomillo, de salvia bajo la caricia del verano, hemos recibido a amigos colombianos, ya se fueron, ayer, tras anteayer, el mundo yira y yira, nosotros seguimos mirando los partidos.
¿Y Francia? Tontamente, estamos como resentidos con Francia. No somos ciudadanos respetables. En una antigüedad clásica, hemos tenido asuntos con el fisco. Por deudas, hemos tenido asuntos con la justicia en otro jurásico. En verdad, son asuntos muy viejos, fósiles tan viejos que ya creía olvidados… ¿Olvidados ? ¡Las huevas! Y cuando por fin, al cabo de 33 años de residencia en estas galas tierras, solicitamos la nacionalidad, nos la niegan. Recibimos carta de un alto funcionario –de la parte del Ministro–, donde explicaba el cómo y el por qué, y donde decía que podíamos volver a solicitarla dentro de dos años, Monsieur. Obviamente, nosotros los mandamos a comer mierda. Vaya y coma mucha mierda, Monsieur le Ministre, adieu ! De paso, le da un tarrito al alto funcionario. Y una cucharita. O cuchillo y tenedor si prefiere. Adieu ! Tontamente, como si algo tuviera qué ver, me parece que por este motivo no apoyamos a Francia, recién me doy cuenta. Somos futbolistas. Somos peruchos. Somos latin broders. Somos artistas, estos detalles no nos conciernen en lo esencial, pero nos joden, eso sí, pues por ese motivo no podemos ir a California a visitar amigos, a ver el baile de las ballenas,¡a visitar la casa museo del maestro Henry Miller! ¡Triplehijoeputas! ¡Tampoco podemos volver a Londres para visitar a nuestro amigo chino de Hong Kong, el pintor Shing Yau Wai! ¡Pentahijoeputas! Por el momento, vivimos aquí… ¡Allá! ¡Aquí y allá! ¡Miramos los grandes partidos del Mundial! ¡Aquí en el mundo y allá en el inframundo! ¡En la vigencia de los cielos! ¡Combatiendo con la espada de la mente los grandes infiernos! ¡Aquí nos estamos reconstituyendo como los primeros organismos unicelulares! ¡Y no hemos muerto hasta el día de hoy! ¿Quién juega hoy? ¡Hay tantos partidos! ¡España ya fue! ¡Croacia contra Dinamarca! ¡Salú por eso! ¡Uruguay de los cielos! ¡Quiebra a Francia! ¡Quiébrala! (Primero de julio).
Pueden llamarme Lucius Junius Brutus, amigos. Yo fui con mis primos, los hijos de Tarquino el Soberbio, el último rey etrusco de Roma, a la sagrada ciudad de Delfos, para consultar el oráculo de Apolo el Ignipotente. Por intermedio de la Sibila, la pitonisa, intérprete de la serpiente Pitón. Yo penetré en la locura, y de ella volví, y volví a entrar, y volví a salir. Cuando uno ha combatido las divinidades del abismo en la mar inmensa, y no ha muerto, necesariamente, nos convertimos en acorazados, como las tortugas, y como ellas adquirimos más capacidad de respirar y de permanecer bajo los océanos. Ahora puedo afirmar que eran maniobras de supervivencia. Para que no me haga matar mi tío megalómano, Tarquino el Soberbio. El oráculo dijo: « En el Mundial Rusia 2018, siglo 21, campeón será Perú campeón. Es un campeonato abierto » ¿Se equivocó? ¿O me equivoqué yo al interpretarlo? El otro oráculo había dicho: « Será rey de Roma quien primero bese a su madre de regreso a la patria ». De vuelta a Lima, los torpes e ingenuos Tarquinos corrieron a besar a sus madres fisiológicas, que los esperaban en el aeropuerto. Y yo, Lucius Junius Brutus, futuro fundador de la República romana, ignoré a mi pobre madre. Me levanté la toga. Me arrodillé y besé a mi verdadera madre. Besé la tierra de Perú campeón. De regreso a la divina ciudad de Delfos, seguí interrogando a la sibila: « ¿Brasil? ¡Brasil ya fue! ¡Todo cambia! Todo lo que sube, baja, tal es la ley; sino, pregúntale a la poderosa Germania. Méjico y Corea del Sur eliminaron a Germania, no fue Suecia. Gracias a ese detalle, Brasil pasó cuartos de final. Y allí murió el payaso. Salieron los equipos de las Américas, salieron los equipos de Asia, salieron los equipos de Oceanía, salieron los equipos de Africa… ¡La Copa del mundo se queda en la vieja Europa! »
Todavía veo, aquel martes, al elegante entrenador inglés con su chalequito, todavía veo el increíble gol de Mina el colosal, todavía veo el temblor de Inglaterra, ahora semi finalista contra Croacia. Mientras tanto, Boconcita prepara gambas a la plancha, los partidos nocturnos son a las ocho, no tengo tiempo de cocinar, sólo de estar en el planeta fútbol… Y en ese partido contra Uruguay, ¿a qué dios invoca Paul Pogba? ¿A los dioses originarios africanos? ¿a los desaparecidos dioses galos? ¿a los dioses romanos? ¿o al dios vencedor de todos ellos, el Christos? ¿Y Francia qué? ¿Los angelitos blancos? De la vieja Europa –viejita, en todo caso, Perú campeón sí es un país antiguo, miles y miles de años antes del Christos– salieron Portugal, España. En los jardines de nuestras residencias campestres, prosperan las parrilladas. Llaman los amigos del verano. Los amigos viven en España, en Panamá, en París, en Colombia. De todas maneras, Perú campeón fue campeón de la hinchada, campeón de la exaltación… ¡Treinta mil hinchas por partido! ¿Qué otro país puede decir lo mismo? Ahora, Francia se va para campeón, cosa que nos alegra superlativamente aunque nadie, absolutamente nadie, lo festeje en la indiferencia gala de Lambesc… ¡Se equivocó el oráculo! ¡El oráculo de Apolo el Ignipotente! ¡O mejor dicho me equivoqué yo en su interpretación! ¡Me equivoqué de patria ! ¡Era Francia! ¡No está Italia! ¡Alemania ya fue! ¡Francia se va para campeón! ¡Quedan dos combates capitales! ¡Primero a comer papas fritas y chancho belga! ¡Luego a comer rosbeef inglés! ¡Ahora empieza lo más difícil para Francia! Francia puede vencer… ¡Que venza! ¿Francia? ¡Francia otra vez! ¡Hay una región de mí que llamo Francia! ¡Pero no te olvides que también se lo debes a Perú campeón!
« ¿Qué hacía ese año de 1993, después del verano magnífico, a finales de setiembre por ejemplo? Pues nada. Absolutamente nada aparte de lo descrito. Nada « útil », quiero decir. Por el momento, soy una especie de zángano chupóptero protegido por el maravilloso estado francés de la Quinta República. Estudio con aplicación la historia y la literatura de mi falso país, las Galias, las Galias célticas, romanas, galorromanas, bárbaras, cristianas, Austrasia, Neustria, Borgoña, Francia (que cuando me emborracho llamo Gabacholandia) al cual me siento tan pasionalmente ligado, al cual le debo la vida, el amor y el arte, y casi la locura, y casi la muerte. Cobro una pequeña suma mensual sin trabajar, recibo un subsidio de arriendo sin trabajar, pienso en las musarañas de sol a sombra, fumo hachís todos los días, como y bebo a cuerpo de rey, duermo no sé cuántas horas por día, soy amado por Marie-France, increíble, todo tengo en Francia y además me quejo y quiero más, como tantos franceses, ya pueden llamarme Michel. » (De mi novela inédita Cartografía del Reino). (8 de julio).


¡Francia campeón del mundo!¡Se acabó el Mundial de Rusia! Y ahora, ¿qué hago, amigos? ¡Para desesperación y exasperación de mi hembrita, pasé un mes en el planeta fútbol! ¿Y ahora? ¡Retomar los proyectos abandonados! ¡El cronicón del viaje a Sri Lanka, por ejemplo! Mandar tres capítulos de un manuscrito (Torre pastora de puentes, crónicas), un resumen del conjunto y mis datos de contacto a una gran editorial española, de pronto esta vez atracan. Mandar un poemario titulado Viaje al Reino a la revista Vericuetos de París, para su publicación por el canal sideral e intangible. Retomar esto, retomar lo otro, corregir esto, podar lo otro, eliminar la grasa; como nuestro cuerpo, nuestra poesía necesita más músculo y elasticidad, nuestra poesía es orgánica y nos implica de cuerpo y mente. Preparar la publicación de otro poemario titulado Sol ebrio, probablemente nuestro mejor trabajo en este dominio. Mandarle unos libros a Rómulo de Amsterdam, para corresponder a su amistad que así se manifiesta, mandándome libros, el exquisito Lima la Horrible, por ejemplo, donde la prosa de Salazar Bondy, comparable a la del Corregidor Adán Felipe Mejía, me causa cosquillas de placer al leerla, me convierto en un niño comiendo un arroz con leche, un arroz zambito, una mazamorra morada, Lima la Horrible se puede leer con cucharita. Al final, uno entiende que de horrible nada tiene, y que pese al título tremebundo, ese libro clásico de nuestras letras es un canto de amor a la capital del Reino. Muchas gracielas, Rómulo de Amsterdam. A propósito, podría mandar la integralidad de mis crónicas de la Copa del Mundo, para su publicación en la red invisible del mundo, vía el ecuménico Círculo Dilecto de la ciudad que vio nacer a Rembrandt. ¿Y mi novela Cartografía del Reino, antes llamada Cartografía de Itaca? Si un autor de mi pelaje no se ocupa de la publicación de sus obras, ¿quién lo hará?
Y el mundo yira y yira. Cambian los soles, cambian los cielos, cambian las nubes, cambian las aguas de los ríos, de los mares, de los océanos. Ayer, como en honor a Francia, un día de oro; hoy llegan los campeones de nuevo bajo el chaparrón, de nuevo con aires de tormenta, el presidente los recibe en la casa de gobierno, ah, París, París con o sin aguacero, le Champ de Mars, la Tour Eiffel, la Défense, les Champs Elysées, el Arco del Triunfo, Montmartre, Montparnasse, las Tullerías, suena y resuena la Marsellesa, ¡París es una fiesta! ¡Francia campeón del mundo! ¡Se cumple otro oráculo! ¡En los Mundiales Perú campeón siempre jugó con el equipo que sería campeón del mundo… México 70 contra Brasil, Argentina 78 contra Argentina, España 82 contra Italia, ¡Rusia 2018 contra Francia!
Ayer, ropa en los cordeles del viento, ropa roja, ropa gris, rectángulos violetas, sábanas claras, un bluyín y mi short color Olímpico de Marsella que flamea y flamea, canta el metal de las cigarras del verano, estamos almorzando en la cocina el día de la gran final contra Croacia –saludos y felicitaciones para mi pata Andrej Kumazov, croata, saludos y felicitaciones para la familia Bobic de la urbanización Buenos Aires, de origen croata–, brilla la loza lavada, brillan los tenedores y las cucharas, brillan los cuchillos, brillan las copas, la pinza de las parrilladas, moscas, zumban las moscas, hay un olorcito de basura le digo a Boconcita, es la comida que no come mi gato aristocrático, lo mejor es meterla en bolsa de papel, no directamente en el plástico, sino eso atrae a las moscas verdes, siguen zumbando las moscas verdes, canto de pájaros y urracas, y las praderas de cielo claro.
Anteayer nomás, día de la patria en las Galias, recibimos amigos llegados del extremo sur de España, la pasamos lindo, y hoy nomás mi tía gala se raya, que ya no, dice, que ça suffit, no lo dice de manera explícita pero yo entiendo, es que me las paso invitando, es para compartir el jardín y pasar buenos momentos, en fin , ya no hay que invitar, no voy a discutir con mi tía que ya sube p’al siglo, que conoció la Segunda Guerra Mundial, un breque por el momento para complacerla, aunque si por mi fuera yo sigo organizando banquetes, aquí, en el campo… ¡hasta el próximo Mundial! Por el momento, una ensalada de endivias y culantro. Tomatitos del jardín, tan gustosos. Tremenda carnaza de res. Romero. Tomillo. El pan dorado del verano . La sal y la pimienta del verano. Los pinos, los cipreses y las cigarras del verano. El rosé ópalo del verano, ahora en la esfera de la moderación. La quinua del verano medio chamuscada, crocante… ¡Francia campeón del mundo! Después de haber sido campeones con Perú campeón, ¡ahora lo somos con Francia! Me siento feliz. Boconcita, sírveme otro rosé, porfa, digo. París, Lyon, Marsella, Toulouse, Montpellier, Avignon, Aix en ebullición… ¡Un baño de multitudes! ¿A qué hora llegan los campeones, ma chérie? Me dispongo a la santidad de una siesta. En ese momento, nuevo drama en el campo, así es el movimiento de la vida, el mundo yira y yira. Hay un grito fuerte. Un alarido de pánico. Después de la intrusión del murciélago, después de la intrusión del ciempiés, después de la casi intrusión de la culebra matada por mi gato –le clavó los colmillos en el pescuezo–, después de esos grandes sistemas de pánico, ¡tremenda araña marrón en el salón! ¡Parecía una tarántula! ¡Surgió debajo del mueble, como borracha! Para mí, era totalmente inofensiva, debí meterla en un recipiente y devolverla a su hábitat en el campo, pero Boconcita ya estaba trepada en la Torre Eiffel. Confrontado al murciélago, hace un par de meses, simplemente lo saqué a la ventana, después se recuperó del cansancio, de los mordiscos de mi gato, y voló al espacio, liberado para siempre. Un gato es verdaderamente un rayo. ¿Cómo pudo atrapar al pequeño batman en pleno vuelo ciego? Mientras dormía cansado de dar vueltas y vueltas en la cocina, lo miré de muy cerca y le toqué la orejitas, el casco peludito era igualito a Batman, recién entendí eso del Hombre Murciélago, era una de las muchas variedades de murciélagos, ¡a mí me tocó un batman! Según Boconcita, si batman me mordía, tenía que ir al hospital, podía transmitir la rabia de los cielos. Confrontado al ciempiés, desgraciadamente tuve que matarlo, y a martillazos, esa maravilla de la vida es un acorazado elástico, le di un pisotón, salté encima de él, y nada, seguía vivo como la vida, Boconcita arrojaba bombas y granadas, gases y lanzallamas, parapetada detrás del sillón. Pobre ciempiés. Tremenda arañaza marrón, con tremenda panza de pronto llena de arañitas, estaba groggy después de una fumigación anti araña. Yo no quería matarla, pobrecita. Pero la maté por amor. Por amor a Francia. « Y mañana, ¿a qué hora llegan los campeones, ma chérie ? ¡De la avenida Arequipa a los Campos Elíseos! ¿A qué hora nos reciben en Palacio de Gobierno? » (16 de julio). SIN VéRTEBRAS. CíRCULO D.M.