Ámsterdam fue una ciudad calvinista, que escondía sus palacios en espacios urbanos. En secreto creaban interiores reales, en espacios kilométricos.
Ruth Iturriaga de Segall es abrigada por una de éstas casas, en un zona donde sólo viven los más afortunados.
Viste un atuendo de dos piezas, blusón y falda maxi, con discreta incisión en la parte delantera. Tacones de flamenco, negros, que amenazan golpear el fino suelo de madera maciza.
Ruth se cambia unas dos o tres veces de vestido, al día, conforme a su humor y al cambio climático. Porque lo hace? le gusta tratar de usar toda la ropa que tiene. Imposible intento. Su lema es “mejor muerta que sencilla”, lo que manifiesta y sugiere un gran sentido de elegancia y estética. En la foto aparece, en una de sus salas preferidas de la casa, sentada en un sofá, que ella misma eligió el color y el material del tapizado, posmoderno en un esqueleto clásico.
Me esperaba lista para platicar y posar. La casa impecable y ordenada como en las revistas de interiores. Todo en su lugar. Entré y dejé mi abrigo en el vestíbulo y me guió amablemente hasta una habitación contigua a una de sus salas. Una especie de cuarto de estudio con paredes tapizadas de libros y fotos de familia. Una biblioteca hermética íntima dónde también se lucían ordenados los trabajos inéditos de su esposo.
La mesa, estilo Luis XV, en el cuarto de estudio estaba lista, con mantel blanco y servilletas de algodón superior de Damasco. Tacitas de porcelana y cubiertos de plata 925. Galletitas inglesas y capuccino a discreción.
Nos hicimos amigas. D.M. Moda. CíRCULO D.M.
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