por
Miguel Rodríguez.
Como mi comadre Rosario se iba, se va y se fue pa Colombia tierra querida, le
dije ya pues comadre, déjame tu depa porfa, hoy más que nunca necesito seguir
escribiendo, quedarme solo en tu jaus sería de maravilla, sí dijo, cómo no
compadre, sólo tienes que darles agua y darles de comer a los gatos, ¿gatos?,
¿cuántos gatos? ¡No te preocupes! ¡Soy especialista en perros y gatos! ¡También
en loros! ¡También en ratas blancas! ¡También en monos! ¡Le puedes preguntar
a mi mono Pepito del año 69 del siglo pasado antes del terremotón que nos borró
del planeta, allá en el rico Chimbote! ¡Ve tranquila que yo mismo soy! Está bien
dijo, de acuerdo, confío en vos, son dos gatos, dos gatas mejor dicho, una se
llama Luna, ya está viejit a, es media gris, media blanca, tiene diesciséis años,
¡una gata centenaria! digo, sí, dice, es un poquito difícil, no le gusta la gente,
sólo hay que dejar la ventana del balcón entreabierta, ella entra y sale cuando
quiere, por eso me gustan los gatos, son muy independientes, bueno, nosotras
nos vamos el viernes 8 tempranito por la mañana, tu Lechón tiene las llaves, ah,
y también hay que regar las plantas, eso es muy fácil digo, les echo agua y ya,
no dice la comadre, hay que tocar la tierrita, si sientes que está medio seca les
echas agua, y también les hablas si quieres, pero claro digo, ¡buen viaje y ya nos
hablamos! ¡Ah! dice, la otra gata es más joven, se llama Lulú, le gusta estar en
casa y es cariñosa, todo lo contrario de Luna que vive en la calle y es arisca, a
Lulú le gusta estar en la ventana por el lado de la sala, se la dejas entreabierta
para que entre ysalga, no, no es necesario ponerles litière, ellas hacen afuera sus
cosas, bueno, ya nos comunicamos, ah, y la vecina es muy buena gente y muy
amable, chau.
Al día siguiente le digo a mi Lechón, bueno, mi Cerdito, un almuercito y me
llevas porfa, con maleta y bicicleta, al depa de Rosario, vamos. Y llegando a Aix
o Sex, apenas instalado en el depa de los gatos, siento que habrá cambio de
brújula, cambio de cuadrante si como previsto logro instalarme solo en un jato,
en la carpa de otro circo, en el hueco de un árbol, o en un studio correcto, uf, qué
pereza, qué trabajo, pero bueno, caballero, ya veremos qué pasa, pero como
decía, si el señor poeta parásito se instala por ai, necesariamente todo cambia,
para bien o para mal, el río de la vida fluye y fluye, y nuestras vidas son los ríos,
mi Lechón.
Aparece la primera gata miau miau de pelaje blanco, la punta de la cola rayada
de gris, ronronea, se deja acariciar, es cariñosita, es mi semejante, listo, ya
somos amigos. Doy los últimos retoques, la última revisión a un poemario que
empecé el año 92 del siglo pasado, que abandoné durante varios siglos, que
volví a retocar cuando era pensionario de lujo en Alcatraz, que volví a retocar en
la ciudad de los Peroles, y que por fin, hoy, termino, o que estoy a punto de
terminar, destapo una chela por eso, y entonces llama el pintor Guillén de la
Courneuve, de Carhuáz y de Yungay, ¿aló? ¿aló? ¿Y entonces, poeta de los
Peroles, ya encontraste un árbol con un hueco bien grande para que pongas tus
libros? ¡No jodas! le digo, estoy en un depa, tengo que alimentar a un par de
gatos, eso es todo, y te cuento que tr aje el dossier completo para seguir
escribiendo el segundo tomo de nuestra obra inmortal Vida del Monstruo
Guillén que está en la línea de La Vida del Buscón de mi maestro Quevedo,
¡pero antes tenemos que publicar el tomo número uno! Me alegro dice Guillén,
veo que trabajas, veo que no eres como la Bruja que se la pasa borracho desde
que amanece hasta que anochece, no, no, no digo, yo chupo como un francés,
con método y hasta con discurso, no hay problema, ¿y el libro de Nicolás
Guillén que me dijiste que ibas a mandar? ¡Te lo mando apenas pueda! le digo,
¿no ves que me estoy mudando? ¡Ya estás como la Bruja! dice ¡en la misma
cojudez! ¡Yo lo llamo y no me deja hablar! ¡Yo te llamo para animarte y tú me
traumatizas! ¡Además la Bruja llama borracho y jode! ¡Y tú aprende como yo a
ser independiente! ¡Súbete a un árbol! ¡Métete al hueco de un árbol! ¡O vive en
lo arboles si quieres, estilo Tarzán, estilo Tawa, veo que no quieres trabajar! ¡Ya
te llegó la hora! ¡Tienes que salir como Periquito! ¡Poquito a poquito! ¡La Bruja
está temblando como un repollo! ¡Como una mariposa! Y yo ayer le dije, digo,
que no llamara a cualquier hora, mi Lechón está furioso, eso le dije, carajo,
Bruja, no llames a cualquier hora del día, de la madrugada o de la noche, ¡y se
molestó! ¡Qué tal concha!, ¡así es! ¡es un super conchudo y se cree el rico papá
porque desfiló en París y porque es personaje de una novela escrita por un
escritor inglés a quien traumatizó como a nosotros! ¡Bruja de mierda! ¡Y además
se ha adueñado de Vallejo! Te cuento que lo saqué de su hueco y lo llevé a la
manifestación gay en París con aguacero, estaba feliz, andaba con sus tarros de
Bavaria bavarión en la bolsa, era el hombre más feliz de la tierra, se tiró su baile
en la calle, casi se queda con los gays, le tomé fotos, ya te las mandaré, bueno,
chaufa, los gatos te van a traer suerte y también inspiración, yo tengo el nuevo
proyecto de hacer una instalación gigante que se va a llamar « Los gatos de
Baudelaire » ¡Chaufa! ¡Y trabaja, carajo! ¡Trabaja! El gran maletero colgó, y de
pronto apareció la gata llamada Luna, un poco flaquita, se ve que está viejita,
medio que se le descuelga la pancita, no se muestra arisca para nada, se deja
acariciar, y yo comprendo que he llegado al planeta de los gatos. Estoy de nuevo
concentrado. Reencauchado y vulcanización de mi ópera. Ya está. Corresponde
a lo que quiero expresar y transmitir… ¡Punto final ! En ese preciso instante,
amigos, apareció la majestad callejera de don Gato. Tremendo e impresionante
gatazo de pelambre oscura y manchas pardas, tremenda cola esponjosa, garbo de
gato y unos hermosos ojazos. Y yo me dije, ah, carajo, ¿y éste? De inmediato
comprendí que era el amigo o el machucante de la viejita Luna (tres pincelazos
de óxido en el dorso blanco gris: Luna). Confianzudo y con la escuela
insuperable de la calle, no se hizo el difícil, al contrario, de inmediato se dejó
acariciar, y aquí estoy, acariciando con la mano izquierda a don Gato-tigre que
se pone a ronronear, mientras que con la derecha acaricio a la viejita Luna,
mientras que al tercer gato, en quien muy rápido reconocí a un semejante, mon
semblable, mon frère, sólo le importa comer, beber y dormir, duerme mil horas
por día, se despereza y bosteza, viene para que lo acaricie y ya, el mundo se
acabó. Pero ese viernes inagural cuando apareció la viejita Luna seguida por su
galán don Gato-pequeño Diablo de Tasmania, don Gato descendiente directo de
los tigres dientes de sable, yo estaba a punto de cocinar, y como la comadre
Rosario me había dicho queda pollito en el frigider, bistecs en el congelador,
unas papitas, un pedazo de torta, cómetelos para que no se pierdan, no te
preocupes le digo, yo mismo soy, de modo que saqué las pechugas de pollito,
fino corte al estilo asiático, las pongo a macerar con aceite, un toque de vinagre,
pimienta y sal, ajo en polvo, me falta ajo violeta de Provenza, carajo, de pronto
aparece Luna maullando y me dice, dáme un pedacito de pollo, ¿sí? Imposible
negárselo. Y contraviniendo las consignas, los gatos sólo comen comida para
gatos, croquetas donde reconocí un familiar olor de antaño, el olor de la harina
de pescado, le di un pedacito, se lo comió y se relamió, pidió más, le di dos y
tres y ya, pero la gata viejita, enviciada, vino a pedir más pero ya no le di, no
vaya a ser que le dé diarrea o cagaleras. Y don Gato, el novio confianzudo que
ahora se pasea como Pedro por su casa aprovechando de la ausencia de la
suegra, también viene a pedir y también le doy sus pedacitos, y yo muy
sorprendido, por fin llegué a la universidad de los gatos, nunca he visto un gato
callejero tan grande, aunque de pronto tiene casa como la viejita Luna, son pues
medio callejeros, en fin, don Gato parece un angora atlético, parece un lince,
parece una pantera, ya medio olfatea lo que preparo, o sea el pollito saltado
simple, con cebolla y tomate, ajo, déglacé con vinagre balsámico de Modena,
¡ya está!, lo dejo enfriar, vengo al salón a escribir copetín de rosé en mano,
cuando de pronto me doy cuenta que don Gato, que me ha estado espiando
pacientemente, quiere probar lo que preparo, vuelvo a la cocina para servirme
otro rosé y sorprendo al Diablo de Tasmania metiendo el hocico en la sartén, se
quema y lo saca, bien hecho don Gato hijoeputa, ya ves, ¡espera que se enfríe,
huevón! Don Gato, sorprendido in fraganti, sale volando entre mis piernas, yo
me río, en el balcón la chiquilla Lulú y la viejita Luna me miran medio tristes,
don Gato se fue volando por los techos, ¿será que se las come a las dos? Pienso
que no pero que a Luna sí, viejita y todo anda enlunada, precisamente; sino,
igual coquetea con don Gato de Tasmania. Luna: ojos dorados medio verdes, o
medio grises brillantes, según la luz. Pasa media hora. Pasa una hor a. Yo
escribo ésto. De pronto don Gato entra de nuevo como Pedro por su casa, toma
agua, come croquetas, de pronto me veo acariciando a los tres gatos, luego don
Gato da un salto por el balcón, aterriza en el techo de un Renault gris plateado, y
sale cabalgando por los techos de la noche.
Duermo bien a pesar de la canícula, se oye el rumor de la autopista que va a
Marsella, hasta el magnífico estadio Velódromo, donde Francia tricolor torció a
Germania, me despierto dos veces, es asunto de costumbre, de nuevo a la Estigia
del sueño. Ahora sí, duermo. Tipo ocho, ocho y media del día siguiente, bajo a
fumar con un tecito en la mano, fumo poco pero prefiero no fumar en el depa, la
vecina abre la ventana, nos saludamos, no me conoce pero me ofrece un café, no
gracias digo, aquí con mi tecito, y después me pregunta si la puedo ayudar a
poner un lámpara en el techo, haré lo que pueda pero no prometo nada, digo,
subo, trato de descolgar la lámpara para poner la otra pero no puedo, demasiado
difícil para mí, no importa dice Yamina, de todas maneras muchas gracias,
llévese esto me dice ofreciéndome un platito con pastelitos árabes, qué
simpática, qué gentil, qué atenta, qué sonriente, cuanta belleza siento en ese
momento, cuando prepare un lomito saltado le doy un plato para que pruebe,
pienso. Leo como en los buenos tiempos de la rue Manuel hasta las doce,
rascándome las bolas. Un maravilloso libro titulado Los dos nacimientos de
Dionisio, del poeta inglés Robert Graves, qué increíble, cuánta sabiduría, cuánta
erudición verdadera, no de internet como la mía, donde se lee por ejemplo: « El
sacramento cristiano del pan y el vino era un ágape de estilo helénico. Los
iniciados en los Misterios Eleusinos Menores, que tenían que pasar por un
período de prueba antes de ser admitidos a los Misterios Mayores, no tenían
visiones celestiales. Posiblemente los sacerdotes no administraban el agente
alucinógeno sagrado (comida de los dioses) para estar seguros de los méritos del
candidato; éste sólo recibía pan y vino, símbolos del Dionisio del trigo y el
Dionisio del vino. » Y más allacito en las páginas de esta joya inventada en la
era Gutenberg, un libro de carne y hueso, otro ensayo refulgente titulado Los
hongos y la religión, uno lee: « En otra parte sugerí que los ermrods dorados que
estaban en el arca junto a un jarro que contenía maná alucinógeno representaban
en realidad a los hongos sagrados. Una referencia escondida en cuanto a su uso
aparece en el Libro de los Jueces: la historia improbable de cómo Sansón
recogió trescientos zorros y los mandó a los trigales filisteos con antorchas
atadas a sus colas. El zorro palestino no es sociable y el trabajo de capturar
trescientos de ellos a la velocidad de uno o dos al día y dándoles de comer a
todos hasta que hubiesen juntado el número preciso habría sido absurdo y
fatigante. Además, ¿cómo podía asegurarse que los zorros irían directamente a
los trigales y mantendrían las antorchas encendidas? La verdad parece ser que
Sansón organizó un batallón de comando –trescientos era la fuerza convencional
de un batallón hebreo, como aparece en la historia de Gedeón– y los mandó con
antorchas a quemar el trigo filisteo. Por cierto, durante la guerra de liberación
judía en 1948, un batallón de comando se llamaba Los Zorros de Sansón. Pero
¿por qué « zorros »? Porque el jugo de los hongos amanita muscaria (que aún
crecen bajo los pinos del Monte Tabor) podían ser mezclados con el jugo de
hiedra o con vino, volviendo a los comandos totalmente intrépidos, y porque
esta variedad cuando está seca tiene color de zorro, pequeños zorros con fuego
en sus colas… En el Cántico de Salomón la novia sulamita insiste que su novio
le traiga « los pequeños zorros que estropean las viñas, pues mis viñas tienen
uvas tiernas ». Ella quiere decir que Salomón debe fortificar su virilidad con el
jugo del hongo mezclado con vino, para disfrutar mejor de su belleza joven »…
Me desperezo estilo gato, crujen las vértebras, de nuevo me maravillo de habitar
el estuche, qué increíble, más de cuatrocientos huesos, carne, músculo, grasa,
tendones, sangre, linfa, aparato circulatorio con venas y arterias, aparato
digestivo con las santas tripas, aparato respiratorio con la magia pulmonar,
endocrinas y hormonas palpitando en el estuche, afuera pelos, dientes y uñas,
esto le digo a la gata Lulú, envidioso de sus siete vidas y de su inmortalidad, ya
es mediodía aquí en el Mediodía de Francia, hay que almorzar… En ese preciso
instante, llama Guillén, ¿aló? ¿aló aló? ¡Carajo! ¿Por qué no contestas? ¡Te he
estado llamando y llamando! ¿O también te la das de rico papá como la Bruja?
¡Te llamo para decirte que si te sigues emborrachando te van a volar los güevos!
¿Y cómo te va con los gatos? ¡Trabaja! ¡Yo vendí cuadros por mil tacos en el
Marché du Marais! ¡Ah! ¡Y la Bruja sigue haciendo cagadas! ¡Va solito a visitar
la tumba de Vallejo! ¡Ya lo conocen! ¡La última vez el panteonero lo sacó a
patadas! ¡La Bruja estaba con un costalillo lleno de bavariones! ¡Estaba bailando
sobre la tumba de Vallejo! ¡Ahora cuando lo ven llegar los panteoneros llaman a
la policía! ¡Hay un pelucón que viene y baila y salta sobre la tumba de un poeta
peruano! ¡Cerca de la tumba de Baudelaire! ¡Y está borracho! ¡Bueno! ¡Chaufa!
¡Y trabaja, carajo! ¡Trabaja! » En este breve intercambio por así decirlo, yo no
dije una sola palabra aparte de chau, ya nos hablamos, pero anoté estos detalles.
Aquel sábado, bajo la campana de la canícula, dudé. ¿Voy en bicicleta hasta la
ciudad de los Peroles, ubicada de 22 kilómetros de Aix? ¿O no? No. Mejor no.
Mejor voy en tren hasta Meyrargues, puedo llevar la bici en el tren, hay un
vagón especial para bicis. Tipo seis y media siete llego feliz al jaus, esta noche
hay un fiestón en casa de Manu, bueno, en una de sus propiedades, allá rumbo a
Saint-Martin- de-la- Brasque donde una vez se sacrificó a una vaca, asistieron
como 60 invitados, allá vamos, hola mi Lechón, duchazo expeditivo, y fuimos a
esa hermosa fiesta con bailongo, juego de petanca, grupo musical, buen trago y
buena comida, donde se decidió que veríamos la final de la Eurocopa en casa de
Remi y de la comadre Dalia, y donde perdimos, después opino…Esto escribo,
amigos, el doce de julio, y de nuevo me acuerdo cómo disfrutamos gritando la
clasificación francesa apenas hace cinco soles, apenas hace cinco lunas, aquel
jueves histórico cuando lograron la hazaña de tumbar al ogro teutón, final que
ganó Portugal con mucho mérito. Pienso que la selección gala no tuvo, no tenía
o no tiene a todo el pueblo francés que los respalde verdaderamente, en cambio
Portugal, sí; pero volvamos al lunes de la semana pasada cuando volví en
bicicleta a Aix. Al llegar al depa, de inmediato, un terrible olorcito me torció la
nariz. Don Gato aprovechó de mi ausencia y dejó tremenda cagada en el baño,
parecía una cagada de pantera o de lince, imposible que tal excreción haya
salido de las tripitas de Luna o de Lulú… En ese momento apareció y lo acaricié
sin rencor, uno no puede pelearse con los divinos animales, menos con los gatos.
Me gustas porque eres el amigo o el enamorado de la viejita Luna, ¡pero mea
para que veas, don Gato de Tasmania! ¡Tarjeta roja! ¡Te transformo en estofado
de liebre o en conejo a la mostaza! ¿Con qué salsa prefieres ser comido, don
Gato? ¡Tú dirás! Esto pensaba cuando, inesperadamente, el felino salió volando
rumbo a los edificios de la tarde, lo más probable es que me haya leído el
pensamiento, pero seguí pensando. Vuelve mañana o cuando quieras. Toma tu
agua. Come tus croquetas, pero no cagues en el baño ni en ningún sitio, ¿okey?
¡tu cagada parecía salida de las mismas tripas del Diablo de Tasmania!
Ahora, aleccionado por Natura, llevo una vida de gato letrado. Duermo. Me
desperezo. Bostezo. De nuevo duermo. Leo y escribo. Un aperitivo. Un
almuercito. Copetines de rosé. Y ya. A partir de ayer el señor mistral sopla como
Eolo furioso… ¡Ya son las tres! ¡Siesta! ¡Semisiesta! ¡Tengo tele con pantalla
gigante! Le Tour de France ! Le Mont Ventoux ! ¡Dále, Quintana! ¡Y le pasan
un saludo a Simpson, muchachos atletas! ¡Hay un excelente restaurante en tu
cima, Mont Ventoux! ¡Salud por eso! SIN VéRTEBRAS.
CíRCULO D.M.
Explicación de la foto.
La idea era de tomar una foto a Luna, la gata, pero apareció Pepé, el perro, y sorprendió al fotógrafo. Ambos pertenecen a la dinastía Meléndez de Ámsterdam.
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