Hace un tiempo atrás que estuve en Amsterdam pasé por una librería muy chiquita, a la que veía siempre desde el bus cuando trabajaba en Casa Migrante el año pasado.
Las veces que podía o tenía tiempo para pasar y curiosear, daba la casualidad que siempre estaba cerrada.
Esta librería es muy especial, porque además de estar en el barrio del Westerpark hace más de 15 años, su dueño el señor Fukkink (sí, no es chiste) que ya ronda más de los 70 años, según él es el primer coleccionista de libros antiguos con una colección de más de 10.000 libros en su haber!
Aquel día, que logré finalmente poder curiosear en su librería, me sorprendió la pequeñez del local y la cantidad de libros que tiene en sus estanterías.
Es un local chiquito, lleno de libros antiguos y de segundamano. Por lo que podemos encontrar libros de autores conocidos, como desconocidos, en holandés, inglés y hasta en francés. Libros de arte, fotografía, historia, ciencias, novelas, etc, etc por un precio bastante asequible.
Como
buena amante de la literatura, no pude evitar llevarme uno o dos libros. Quería
llevármelos todos, pero mi presupuesto no me lo permitía. Contando las monedas
elegí dos libritos que me llamaron la atención. Uno sobre la historia de la
esclavización de las mujeres en las fábricas holandesas de los años 40 y otro
que se llama Petite Histories, sobre
personajes públicos que dejaron su huella en Holanda. Libros únicos,
especiales, casi olvidados.
Su vocación son los libros, pero sobre todo las pequeñas obras de arte que significan las páginas añejas de estos libros olvidados.
No tiene website ni tampoco email. El señor Fukkink dice tener su casa atiborrada de libros, por lo que desde hace un tiempo vive también en la pequeña habitación trasera de su local. A pesar de su pasión, ya casi no recibe clientes. Algunos clientes fijos que tocan a su puerta siguen dándole de comer, porque apenas le alcanza para pagar el alquiler de su local. Son tiempos difíciles para todos, pero qué hallazgo encontrar un lugar como éste. Como un oasis en un desierto, Amsterdam tiene eso, en sus callecitas mágicas habita lo desconocido.
Aquel día, después de pasar más de una hora mirando y leyendo los lomos de esos libros olvidados, le hice mil preguntas a su dueño, que pocas esperanzas tiene en que estos tiempos cambien. A él no le interesa internet ni vender sus libros en ferias. El tiene esa rara pasión que tienen pocas personas ya, de mirar al cliente a los ojos desde los gruesos vidrios de sus anteojos. No es una persona que se imponga, este señor librero, coleccionista de raras joyas, es un señor simple, un poco pesimista, que desempolva sus libros y los relee. Les acaricia el lomo como a un perro viejo y fiel.
Antes de irme, le dije que quería escribir sobre él y su librería para mi blog. Le expliqué que sería en español. Me dijo que ya habían escrito sobre él en otras oportunidades pero que eso no le había traído más clientes. Dijo que aun así eso no cambiaría nada, el hecho de que los clientes hoy en día sólo compran por internet, y que apenas se fijan lo que compran. Ya no se les da el valor a los libros por lo que son ni por lo que contienen.
Saqué fotos para escribir este post. Pero él no quiso salir en ninguna. Y lo respeto, porque él con su vejez como la antigüedad de sus libros, sus únicos amigos, no necesitan de esta publicidad.
Antes de cerrar la puerta tras de mí, recuerdo que pensé que debería haber más gente, gente como yo amante de los libros, que supiese de este lugar. Porque corre el riesgo de extinción, ya no hay librerías así, donde lo que se vende no es sólo el objeto. Hay historia atrás, hay mundo, hay cultura.
Me prometí a mí misma volver, y cada vez que volviera comprar un libro o dos. Sin importar qué libros sean, sólo por el gusto de tener esos objetos habitando mi vida.
Y por qué no, ayudando al señor Fukkink a no desaparecer en la nada. A darle vida a su historia.
Este local es humilde, no tiene luces de neón ni nombre llamativo. En su vidriera sólo se lee Boeken (Libros) así, como para que aquellos que sólo buscan objetos de placer, sepan a dónde no tienen que ir. Si buscan libros, aquí los encontrarán, habitando cada rincón de estos escasos metros cuadrados.
La librería del señor Fukkink se encuentra en la calle Harlemmerplein 26, en Amsterdam.
Ya no he vuelto a ir después de aquella vez. Espero poder ir pronto. SIN VéRTEBRAS CíRCULO D.M.
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