Hay dos manzanas en la historia que han sacudido la historia de la humanidad. Y no sólo sacudido, sino virado el timón de nuestro destino. Una fue la manzana que, según nos han contado, Eva le dio a Adán, que el pobre no tenía culpa de tener hambre, y ella lo hizo por generosidad, pero, mira, alejaron de nosotros, sus congéneres, el Paraíso para siempre jamás. La segunda manzana, es la manzana de Apple. Ésa a la que la sociedad le ha dado un mordisco, quedándose así enganchada a su sabor y estética.
Las consecuencias de ésta, la segunda manzana, se visualizan requetebién en uno de sus productos mágicos: el iPhone 5. ¡Y cómo ha cambiado la velada con amigos desde que llegó el teléfono dichoso! Que antes había mucha más conversación sobre la mesa y descripciones de canciones, películas, anuncios y ciudades, y, ahora, hay siempre un listo que pone el dedito en el iPhone y nos muestra aquéllo de lo que hablábamos, cortando así el ritmo de la charla. Y ahí voy yo, intrépida, intentado sacar un tema de lo que el maldito iPhone no encuentre información, pero claro, ¿qué tema es ése? Por más que intento escapar del manzanazo, nada. Pero oiga, déjeme escuchar lo que dice mi amigo sobre esa película, ¡no me la muestre en su gorgeous teléfono móvil!
Y voy más allá. ¡Cómo ha fastidiado el coqueteo el maldito iPhone! Antes los hombres intentaban decir algo interesante para conocerme, ahora sólo me enseñan su iPhone, cuando salió el uno, pues el uno, el dos, pues el dos, ¡y ahora ya estamos en el cinco!
Total, que bastante desatino significó la primera manzana, como para que la segunda vaya ya por la quinta. Y las que quedan. DISTORSIONES. CíRCULO D.M.
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