20110914

VEENHUIZEN, ENTRE EL TABú & EL HERMETISMO-sobre el libro de Suzanna Jansen


Suzanna Jansen (Amsterdam, 1964) es, ante todo, periodista. Pero más que nada es investigadora de pura cepa.
En su libro, Het pauperparadijs (El paraíso paupérrimo) editado por Uitgeverij  Balans en enero 2008, Suzanna Jansen realiza una intensiva búsqueda sobre sus raíces.
El libro, bestseller durante vario tiempo entre 2008 y 2009, cuenta la historia de la familia de la autora, desde un antepasado nacido en 1785 hasta el día de hoy.
Lo más interesante de este relato familiar no son sólo las ídas y venidas de la familia en sí, sino el burlón destino que acaece a la familia y su posterior descenso a lo más bajo de la sociedad holandesa de mediados del siglo XVIII en el  pueblo de Veenhuizen.
Hoy en día nos sorprende pensar que hubo pobreza en Holanda. La pobreza está relacionada en general como una consecuencia de las guerras mundiales. La pobreza a la que se enfrenta Suzanna Jansen relacionada con su familia es de otra clase.
El padre de su tatarabuela, Tobias Braxhoofden, originario de la ciudad de Den Haag, emprende un camino sin retorno al embarcarse como soldado en las huestes del emperador Napoleón alrededor de 1803.
En 1812 Napoleón pone en marcha su fatídico plan de conquista rumbo a Moscú. 15.000 holandeses  viajan junto al emperador, sólo unos 100 logran regresar sanos y salvos. Tobias Braaxhoofden tuvo la ‘suerte’ de tener que regresar del frente un año antes. Tras un infructuoso intento por ganar su coste diario como herrero, en 1813 volvería a integrar el servicio militar.
En 1813 llega a su fín el imperio francés, el idioma holandés vuelve a establecerse como idioma oficial pero el sistema militar que Napoleón había creado permanecería casi intacto: el servicio militar obligatorio basado en la población, el sistema de sorteos para hombres jóvenes que tenían que unirse al servicio y el lugar pivilegiado que ocupaban los niños ricos. Tobias ya había cumplido su tiempo en el servicio, pero cuando su mujer Christina quedó embarazada de su primer hijo, no le quedó alternativa que retomar su carrera militar, como ‘remplaçant’ (sustituto).
Por su larga trayectoria lo ascendieron al puesto de sargento y lo transfirieron a la ciudad fortificada de Namen (Namur) en las Provincias del Sur. Junto a su mujer viajaron hacia la localidad donde en 1814 nacería la tatarabuela de la autora, Cato Braxhoofden.
Fue un tiempo caótico, Napoleón escaparía de su exilio para finalmente ser capturado en Waterloo. Para Tobias Braaxhoofden es también un tiempo turbulento, al parecer una herida en la cabeza lo deja semi inválido, pero comprometido de por vida con el ejército.
En la familia de Suzanna Jansen ha sido comentado desde siempre un origen de clase alta, más como un cuento de hadas que como algo constatado. Quizás porque los recuerdos de sus bisabuela, abuela y madre no retroceden tan lejos en la historia de la familia. Lo que hoy sabemos sobre Tobias Braaxhoofden es fruto de la intensiva investigación de la autora.
Como en otras familias típicas holandesas, en la familia de Suzanna Jansen hay un pasado de miseria y desolación inauditos. Mucha vergüenza también, porque ser pobre es sinónimo de relegación y abandono.
En la Holanda de la actualidad casi no existe la pobreza. Aunque aun hoy mucha gente se ve obligada a diario a comer en un comedor público o dormir en un albergue de puertas abiertas para vagabundos y sin techo. Siendo los Países Bajos un país asistencial está aquí bien organizado para que a nadie le falte su plato de comida caliente y una cama donde poder dormir.
Ser pobre ha sido siempre un tabú, algo de lo que nadie se siente orgulloso. Pero a mediados del siglo 18 ser pobre era una catástrofe.
¿Cómo llega un veterano militar con su familia a parar a una pueblo de nadie como lo fue Veenhuizen en el siglo XVIII? Cómo puede una familia caer tan bajo en la escala social?
Para ello, hay que remitirse a la situación de la época.
Suzanna Jansen ha escuchado rumores enn su familia de que sus integrantes habrían bajado de categoría porque su bisabuela de origen protestante habría elegido un marido católico y su padre la habría desheredado, ésta parecería ser la razón para esta abrupta caída en la pobreza  con la que sus descendientes se verían confrontados.
Si bien en esta época sí era un porblema casarse con la persona de la religión equivocada, la historia deja encubierta un montón de detalles que nadie quería o podía desentrañar. Esta es una de las razones por las cuales Suzanna Jansen, periodista e investigadora, inicia una búsqueda en el pasado de su historia familiar. Gracias a un subsidio del Fondo para proyectos especiales de investigación periodística de Amsterdam y tras 3 intensivos años de recolección de datos y averiguaciones, nace este singular libro.
No es mi intención relatar la historia completa, vale la pena leer el libro y aprender más de la historia holandesa. Lo que sí, me interesa comentar sobre la olvidada localidad de Veenhuizen. Gracias al libro de Suzanna Jansen descubrí una parte olvidada de la historia holandesa, que hace a su cultura.
Olvidada, porque si le preguntan a muchos holandeses, no todos conocen mucho acerca de esta localidad. O sólo la relacionan con una antigua prisión.
Hoy en día la localidad de Veenhuizen  pertenece al municipio de Noordenveld en la provincia de Drenthe. Hasta 1988 pertenecía al municipio de Norg. El pueblo se compone de varias unidades dispersas y cuenta con alrededor de 1250 habitantes, incluyendo un variable grupo de recluídos a largo encierro.
Veenhuizen fue originalmente un pueblo minero de turba que ya se menciona en 1381 como Veenhuyzen. En 1823 cambió su apariencia por completo cuando su fundador, Johannes van den Bosch, militar de clase alta, pone en práctica la original idea de crear una colonia modelo para indigentes y vagabundos. Este militar de alto rango habría sido posteriormente un importante gobernador general de las Indias Orientales.
Johannes van den Bosch (1780 – 1844) es la personificación de Veenhuizen. Fundó la colonia según su propio criterio e ideales.
Johannes al igual que Tobias fue militar, sólo cinco años mayor. Y aun se cruzaran sus caminos, sus carreras tendrían poco en común. Tobias había empezado desde abajo como  fusilero, Johannes había primero ido a estudiar. Al ser hijo de un fabricante de ladrillos y  cirujano del Betuwe, se había dedicado de lleno a las matemáticas y a la ingeniería. Antes de cumplir los 18 años ya había sido enviado a Batavia (Indonesia).
Johannes fue una figura enérgica que gustaba de los desafíos y dedicarse a las cuestiones complicadas. Experimentó con la tierra que era propiedad de su familia en el cultivo de arroz. Su convencimiento de la manipulación de la naturaleza y el factor humano lo habrían llevado a poner su energía en otros desafíos más serios.
En 1811 regresó a los Países Bajos, justo a tiempo antes de la caída de los franceses. Se mantuvo ocupado con su pasión autodidacta y planeando el futuro de su país.
Al caer Napoleón, los franceses que se encontraban al mando del poder en Amsterdam decidieron volver a su país de origen sin dejar rastros. Johannes van den Bosch se sintió llamado por el deber y  voluntariamente se ofreció para ocupar un rol en la temporal administración del estado y combatir por la liberación de Utrecht.
Tras la caída de Napoleón, fue años después que se pudo apreciar los estragos que su política de bloqueo naval habrían causado. Dejando a Inglaterra fuera de juego, los habitantes de los Países Bajos habrían perdido sus medios de sustentabilidad. Además había que agregar las malas cosechas de los años 1816 y 1817.
La alarmante pobreza fue una de las preocupaciones cruciales para el rey Willem I que asumió el trono después de la caída de los franceses. Las cifras no mentían. En 1818 había alrededor de 855 huérfanos y 240 niños abandonados en el orfanato de Amsterdam. En el sur de Holanda (Zuid-Holland) casi la cuarta parte de la población se encontraba en situación de pobreza alarmante. Rotterdam contaba con 800 mendigos y en Leiden, la mitad de sus habitantes se encontraba en situación de riesgo.  Gracias a un estudio del ‘staat der armen’ (estado de los pobres) quedó demostrado que en las provincias del norte (Noordelijke Provinciën, la actual Holanda), el 10% de los habitantes dependían de los comedores para mendigos.
Los pobres de este tiempo eran mirados con compasión y condescendencia y, sobre todo, sentida aversión. La pobreza podía ser dividida en dos categorías, estaban los ‘moralmente buenos’ (zedelijk goed) compuesta por la mano de obra trabajadora y los artesanos alcanzados por la desgracia. Estos recibían a veces ayuda de los fondos de caridad de las iglesias y trataban de mantener las apariencias. Después estaban los pobres que habían caído mucho más bajo, caminando en harapos y mendigando limosnas, que íban de lugar en lugar en busca de trabajos ocasionales. Estos no esperaban la compasión de nadie. Eran vagabundos, ‘ledigbrassers’, buenos para nada. Buscaban su suerte a costa de los ciudadanos respetuosos y causaban muchas molestias: sin vergüenza mostraban sus sucias heridas y con voz amenazante exigían que les dieran limosna. No por nada ya figuraban la mendicidad y el vagabundeo como delito en el libro penal.
En 1818 Johannes van den Bosch, miembro del estado mayor del rey y promovido al cargo de general mayor, tomó el tema de la pobreza como un desafío casi personal. Ya poco después de la caída de los franceses y la revolución patriótica Johannes se había dado cuenta que el pauperismo era una amenaza creciente para el instaurado orden. Con esta razón de peso y su experiencia en las Indias Orientales, diseñó una solución que remediaría casi por completo esta situación.
Su ambicioso plan no sólo era reducir la pobreza, sino erradicarla. Su plan era tan simple como brillante: había suficiente tierra ociosa, suelo aun no urbanizado en los Países Bajos. Cuando los pobres cultivaran esa tierra, podían demostrarle a la comunidad su capacidad de servicio y que podían procurarse con sus propios medios. Y así, a su vez producirían una mayor superficie agrícola, más alimentos y por lo tanto, menos hambre y deficiencia.
La Institución general de la pobreza (Algemeene Armen-Inrichting) donde los pobres de la ciudad aprenderían el oficio de granjero, debía ser pagada por la población neerlandesa, ya que se trataba de un asunto de ‘interés general’. En su panfleto, Johannes van den Bosch pedía a todos que se hicieran miembros de la Sociedad  de Beneficencia (Maatschappij van Weldadigheid).  Por cinco centavos (stuiver) por semana los pobres podían salir de su estado de extrema miseria y corrupción moral para convertirse en ciudadanos útiles.
Johannes van den Bosch había tenido en mente un total de 142.000 almas que se encontraban en franca situación de desgracia, lo que le ahorraría al reino una gran porción de desempleados sin oficio a los que se les  brindaba caridad.
En este siglo estaba en boga el  ‘ideal del regreso a lo natural’ lo cual atribuía un elemento purificador a su original idea. El aire puro y el trato justo del trabajo arduo sembraron la idea de una raza humana mejorada y esto, a vistas del general J. van den Bosch, era ‘la base sólida para la contrucción de una nación próspera’.  Como buen hijo del movimiento de la Iluminación en esta época, Van den Bosch estaba convencido que el ‘hombre era producto de sus condiciones, si se mejoraban sus condiciones, entonces mejoraba el hombre’.
El plan era revolucionario para su tiempo. Intervenir en el destino de la gente estaba considerado para algunos como un área sólo reservada al todopoderoso. Aun así teniendo varios pensadores en su contra, Johannes van den Bosch invocó la necesidad de reconstrucción después de la guerra; en poco tiempo lograría convencer a más de 20.000 personas para cooperar en su proyecto. Lo suficiente para comenzar con una colonia de prueba.
Llamativamente, la colonia estaba en principio dirigida a ‘pobres dignos’ y no a los mendigos molestos y degenerados que habrían sido mencionados como origen del inicio de este proyecto. El tipo de familia que era bienvenido estaba descripto hasta el detalle. Debían ser parejas menores de 40 años, ambos sanos y fuertes, con un jóven de hasta 12 años y dos niñas aproximadamente mayores de 11 años. No debían tener antecedentes penales y debían presentarse voluntariamente en la colonia. A aquellas familias que no tuvieran suficientes niños se les entregaba algunos huérfanos, así también se ayudaba a estos pobres carenciados.
El general  Van den Bosch se veía a sí mismo como una figura paterna, que podía castigar o compensar. Dos veces por mes se organizaba una fiesta donde se premiaba a los mejores colonos con una medalla con una cinta naranja sobre el pecho. Durante esta ceremonia se les quitaba las medallas a los que no se atuvieran a las reglas.
La Sociedad de Beneficencia poseía un pedazo de  tierra baldía comprada al sudoeste de Drenthe, cerca de Steenwijk. Carpinteros y albañiles locales contruyeron bajo supervisión personal de Van den Bosch  52 casas de ladrillo con techo de paja, un almacén, una escuela, sala de hilado (spinzaal) y dos casas para vigilantes en tiempo récord. La colonia de prueba recibió el nombre de Frederiksoord (Orden de Federico, en honor al segundo hijo del rey, Prins Frederik, quién supo apoyar al general con su emprendimiento). En el mes de noviembre de 1818 arrivaron las primeras familias, exactamente un año después de la publicación del panfleto.
Esta colonia de prueba fue sólo el comienzo de un plan ambicioso. Luego de seis semanas, Johannes van den Bosch decidió que ya era hora de expandirse. Primero fundó Willemsoord y Wilhelminasoord, que junto con Frederiksoord formaron las ‘colonias libres’.  Luego mandó a construir un viejo fuerte, De Ommerschans que fue la ‘colonia de castigo’ para los colonos que no quisieran seguir las reglas.
Su objetivo era el de sacar a 42.000 pobres de las calles,  se suponía que la superficie total desde Steenwijk hasta Groningen íba a estar cubierta de colonias paupérrimas. El único problema era que no había suficiente dinero para llevar este ambicioso plan a cabo. Además, el problema fundamental era que los pobres de las ciudades no querían ir a trabajar la tierra a la perdida provincia de Drenthe. A pesar de que se les ofreciera una casa decente, pocas familias querían emigrar y ofrecerse voluntariamente a las colonias. También, muchos de los que ocupaban las colonias no querían sentirse controlados minuto a minuto, por lo que preferían abandonar la colonia. Las mujeres odiaban llevar el uniforme obligatorio y lo reemplazaban por distintas capas de ropa, lo cual ponía al general con la sangre en el ojo.
Para evitar la necesidad de consumo de alcohol, se impuso un sistema propio de pago que sólo podía usarse en las tiendas de la colonia para comprar bebidas sin alcohol, pero igual los colonos encontraban la manera de hacer trueque con los pueblos vecinos y así contrabandear sus bebidas alcohólicas.
Por esta y otras razones, la colonia modelo no eran tan modelo como el general Johannes van den Bosch esperaba. Su queja fue elevada a los municipios de los que  provenían lo colonos,  según su punto de vista sujetos rebeldes y no fiables. Un grupo de unos 300 individuos salidos de un hospicio de Dordrecht se habían portado de manera brutal, con exigencias  fuera de lugar, extrema vagancia y casos de borrachera. La idea de que este tipo de sujetos podría trabajar la tierra en las colonias pasó pronto a ser una ilusión.
No en vano se llamó a Veenhuizen como la ‘Siberia holandesa’, en alusión a los centros de detención comunistas rusos.
La realidad es que la escasez de dinero de la Sociedad de Beneficencia obligaba a Johannes van den Bosch a cambiar continuamente su plan. Así comenzó a utilizar medidas menos ortodoxas para poder seguir llevándolo a cabo. Van den Bosch además de un soñador era un pragmático. Se le ocurrió la ingeniosa idea de utilizar el presupuesto del gobierno que anualmente se recaudaba para el asilo de huérfanos y niños abandonados. Esto lo inspiró a utilizar este presupuesto y cerrar un contrato de gran magnitud (mammoetcontract) para terminar con el problema financiero de la Sociedad. Para ello se fundaría una colonia completamente nueva. Con costos del estado el general se haría cargo de todos los huérfanos mayores de 6 años de las provincias del norte (Noordelijke Provinciën) más unos 1.000 carenciados, que serían enviados no sólo de forma voluntaria, sino también obligados.
Así, puso en marcha su ‘institución para mendigos’: para ello se contruyeron 3 edificios tipo cuarteles con patio cerrado y un canal bordeando el complejo. Esta colonia ‘no libre’ sería fundada en el municipio de Norg, con 3.000 kilómetros de bosques y páramos, cercanos a la aldea de Veenhuizen.
Con una capacidad de más de 1.000 huérfanos y más o menos la misma cantidad de mendigos por edificio, el asilo daría la rentabilidad necesaria a la Sociedad. Pero incluso esta estimación resultó exagerada. La nueva colonia apenas había abierto sus puertas cuando quedó claro que nadie quería ir allí. El forzoso traslado de los huérfanos resultó difícil. Los orfanatos se negaban a dejar ir a sus internados. Lo que más costaba era aprobar que los huérfanos crecieran lejos de su ciudad, en el ámbito familiar en el que habían crecido. Muchos de ellos aun tenían padres que los habían dejado temporalmente en los orfanatos por falta de recursos, sus padres contemplaban la posibilidad de volver a reunirse con ellos cuando sus situaciones mejoraran. La gente de la ciudad protestaba en contra de la ‘deportación’ de estos pobres e indefensos niños y niñas hacia este paisaje inhóspito.
Aun a costa de ser obligados, los mendigos tampoco querían trasladarse. El único criterio para albergarse en Veenhuizen era el de estar físicamente dispuestos a trabajar, pero en la práctica esto resultó ser un error. Quedó claro que justamente esta condición no la cumplía ninguno de los mendigos. Entonces, para evitar que la Sociedad de Beneficencia se hundiera cada vez más en sus deudas, Johannes van den Bosch decidió tirar abajo la última de sus condiciones: dejar que minusválidos e incapacitados para trabajar pudieran ocupar las huestes de la colonia. Sólo los ciegos no eran admitidos.
Finalmente, para poder llenar el cupo de todas las fundaciones, y también para aplacar la intranquilidad del ministerio de Guerra, se realizó un contrato con el gobierno para agregar un grupo más: 178 militares inválidos, veteranos de la guerra, con sus familias. En total 653 personas que ejercerían el control de los mendigos en Veenhuizen.
Tobias Braxhoofden ‘herido por una bayoneta en la frente’ fue seleccionado en esta categoría junto a su familia; sería trasladado de por vida a la provincia de Drenthe.

La Sociedad de Beneficencia hacía tiempo que campaba con deudas de dinero hasta que terminó declarándose en bancarrota. En 1859 el gobierno se hizo cargo de los asilos y los utilizó como instituciones de labor del gobierno. Alrededor del 1900 el Ministerio de Justicia construyó dos nuevas cárceles diseñadas por Johan Frederik Metzelaar e hijo, llamadas entonces Norgerhaven y Heem Esser. Metzelaar e hijo también diseñaron muchas de las casas para los custodios y los edificios de oficinas. Una parte fue vendida pero gran parte de los edificios que quedaron aun hoy son propiedad del estado.
En el bosque a las afueras de la aldea se fundó otra cárcel: la Bankenbosch. En la actualidad Veenhuizen cuenta con 3 grandes instituciones. Se suponía que Bankenbosch cerraría sus puertas alrededor del 2009 debido a un gran exceso de instituciones carcelarias en los Países Bajos. Aunque aun ésto no se llevó a cabo, incluso la GGZ (Institución de salud mental) aun utiliza uno de los establecimientos.
Desde 1970 ya no viven más ‘internados’ en Veenhuizen. El pueblo consta aun de 3 cárceles (Norgerhaven, Esserheem en Bankenbosch) donde habitan más de 1.000 prisioneros. Desde 1981 Veenhuizen ha sido abierto al público. Antes sólo tenían acceso el personal de custodia y sus familias, asentadas en el pueblo. Aquellos que se jubilaban o encontraban un trabajo fuera de Veenhuizen debían mudarse a otro lugar. Lo que le daba un carácter hermético.
En Veenhuizen se encuentran más de 100 monumentos nacionales, incluyendo la planta de energía, el antiguo hospital y la Segunda Institución que han sobrevivido al paso del tiempo, aunque una de las alas de este edificio ha desaparecido. En este asilo los reclusos eran destinados a trabajar por largos períodos de tiempo. Aquí es donde se ha construído el Museo Penitenciario Nacional (Gevangenis Museum).
Además del Ministerio de Justicia, el Ministerio de Defensa posee een Veenhuizen un complejo de munición, uno de los más grandes de toda Europa.
Es interesante destacar que en el año 2009 el pueblo de Veenhuizen figuró como candidato para la UNESCO como patrimonio de la humanidad. Veenhuizen atesora una historia compleja y fascinante que la hace verdaderamente única,  pieza fundamental en la historia de los Países Bajos y ubicada en una zona agreste de reserva ecológica. Entre Veenhuizen y Fochteloo se despliega la zona natural del Fochteloërveen, parte del Parque Nacional Drents-Friese Wold.
Veenhuizen se caracteriza especialmente por sus edificios históricos, construídos entre 1883 y 1914 por el ya nombrado arquitecto J. F. Metzelaar e hijo. También diseñaron la iglesia, la escuela, un hotel de gestión, servicios especiales para el pueblo y los hogares del personal custodio. Completamente en el espíritu de su tiempo, estas casas fueron adaptándose según las necesidades, con poca ornamentación, y dependiendo de la jerarquía de sus ocupantes. Había diferentes tipos de viviendas, dependiendo el rango de un oficial se le entragaba una u otra. Lo más característico son los carteles con los que muchas de éstas estaban provistas, con dichos conectados a las ocupaciones de sus habitantes, por ejemplo: el director vivía en el que ponía “Orden y Disciplina” (Orde en Tucht); el encargado de la tienda en el que ponía “Cuidado y Diligencia”(Zorg en Vlijt); el predicador en “Humanidad” (Humaniteit), el doctor en “Dedicación” (Toewijding) y el farmacéutico en “Amargo y Dulce” (Bitter en Zoet). Aun hoy se pueden ver estos llamativos carteles.
La idea tenía un fin pedagógico: enseñarle a los internos de esta manera las virtudes en su viaje diario al trabajo. LIBRORUM NOVO. CíRCULO D.M.