Por: Rómulo Meléndez
Un día de verano en la ciudad de Montauban, en Francia, encontré algunos libros editados en Lima, entre ellos un ejemplar de la revista ATAKE LíRICO, revista de ideas y placer. Los textos que leí, con gran placer, me hicieron que tomara la decisión de buscar al editor. A través de FACEBOOK encontré a
Luis Lagos, editor de ésta importante revista.
A continuación pueden leer una breve entrevista a Luis Lagos. Al final he insertado el texto: Introducción a la pituquería, escrito por él en la revista ATAKE LíRICO, en el año 2004.
¿Cómo nace Atake Lírico?
Atake Lírico nace a finales de 1998 con la intención de crear un movimiento cultural desde la
Universidad Nacional Federico Villarreal. Como un intento de emular lo iniciado por
Hora Zero en 1970 y
Noble Katerba en 1990 en las aulas de nuestra alma mater. Coincidió con la sensación de los jóvenes a tomar actitudes individualistas, por eso, a finales de los noventas solo quedó la intención porque Germán Rodríguez, quien me acompañó en esta iniciativa no manejaba la misma idea que yo. Publicamos la primera muestra de poesía con poemas de ambos y con el prólogo de
Winston Orrillo. Posteriormente quedé solo y me quedó el deseo de convertir atake en un proyecto editorial.
¿Quienes participan?
Hago las veces de director y editor. Se maneja con colaboraciones inéditas (condición ineludible). La gente envía sus notas y espera a que sea seleccionado de acuerdo al formato. Aquí en Perú aún es muy difícil vivir de las publicaciones editoriales.
¿Cuánto tiempo te cuesta “componer” la revista?
Depende. Si todos mandarían sus trabajos en un lapso de dos meses y tendríamos los auspiciadores fijos la edición saldría en cuatro o cinco meses. Se tiene que esperar, aunque mi idea es pagar a todos los colaboradores eso está ajustado a un presupuesto fijo que aún no logro afianzar. Es muy grato cuando algún escritor o intelectual envía su nota y espera a que atake salga aun cuando otras publicaciones salen mientas yo sigo en el trabajo de edición.
¿En qué se diferencia ATAKE LíRICO de otras revistas similares?
Es una revista que conjuga las ciencias sociales, el arte y el periodismo. Me parece que la diferencia radica en su formato original y creativo. Es una revista de ideas y placer, por lo tanto al final el lector tiene que quedar complacido de haber digerido el material. Al igual que un menú: tiene su entrada, su segundo, el postre y la sobremesa. De allí la idea de asociarla a los toques que un artista le da a la portada, contraportada y sus viñetas. Atake lírico también se caracteriza porque es un espacio para gente que no puede publicar. Aquellos que tienen buenos poemas, cuentos, o ensayos y no tienen donde mostrarlos.
¿Cuál es la frecuencia de lanzamiento y el tiraje?
En el número que leí no hay publicidad de ninguna clase...es esto una decisión de la redacción?
No has leído el número 7, allí sí hay publicidad. Intenté sacar dos números al año pero no pude. Ahora sale cuando puede y cuando me insisten tanto que ya no tengo otra opción. En el número 7 anuncié el final de Atake pero estoy conminado a seguir sacando más números. Sin duda con un presupuesto fijo me animaría a publicar dos números al año… o con uno me sentiría feliz. Esta vez volveré con más fuerza.
¿La revista tiene formato de libro, sin publicidad (al menos la que se publicó el 2004....son todas las ediciones así?
Las primeras fueron solo poesía. Tendrías que ver los números iniciales para darte cuenta de la evolución de la revista. Cada edición ha sido mejor que la otra. Aún cuando en sus inicios era pequeña en calidad siempre marcó la diferencia por utilizar los colores para la portada y la contraportada. Como dice el poeta Federico Torres: “Es una revista exquisita”. (Risas).
¿Cuándo saldrá la próxima edición y quienes participarán?
Estoy en plena preparación del número 8. Hay artículos muy interesantes pero no me gusta anunciar a los que participan porque pierde el impacto de la sorpresa. Solo te puedo decir que arrancaré con una entrevista a una chef.
¿Qué revistas lees además de ATAKE LíRICO? ...¿Qué libros te inspiran?
No tengo un libro o revista que me inspire. Suelo leer textos académicos debido a mi formación como historiador. Me encanta leer entrevistas en diarios y revistas a personajes que marcan la diferencia. Aquellos que logran plasmar sus sueños, esas personas luchadoras que apuestan por causas nobles y las consiguen a pesar de todas las penurias y sacrificios.
Introducción a la pituquería, escrito por Luis Lagos
Quiérase o no, ser pituco en el país se ha vuelto una vinculación económica ineludible. No sólo porque significa ser una persona solvente y “distinguida”, sino un gran número de personas anhela hacer de sus viviendas una residencia a la manera de Miraflores, San Isidro, San Borja o Monterrico.
Mirko Lauer hacer una biografía de la evolución de la palabra pituco en el país y cita “que se trata de un regionalismo usado en Argentina, Bolivia, Chile y Perú que vale por petimetre, una voz del siglo XVIII que traduce a petit maitre, pequeño maestro francés y que probablemente haya llegado al Perú de Argentina donde ya aludía a privilegio, buena posición social y frivolidad. Así se hablaba a comienzos de los años 50” (1). Posteriormente, la palabra pituco fue reemplazada por gagá a través de recordado cronista Guido Monteverde.
Habría que mencionar que este término tiene una direccionalidad de abajo hacia arriba, porque si consideramos el habla de los diferentes sectores sociales aludidos comprobaremos que el término se usa más en zonas marginales o de clase media, pero ningún pituco se considera como tal. Al menos no lo pregona.
Más bien pareciera que el término ha sido suplantado por lo que Manuel Jesús Granados llama “gente decente” (2). Y con esta denominación se engloba a toda la población “digna de ser respetada” por el hecho de poseer privilegios tales como la servidumbre, autos modernos con chofer, servicios de delivery y, en resumen, gozar de un confort impropio en zonas emergentes y de clase media.
De esta condición se pueden desprender otras actitudes como la marginación social, el racismo y la desubicación de prácticas solidarias comunes en otros sectores.
A pesar de que significa una meta inalcanzable para muchos, las pretensiones de convertirse en potenciales pitucos desde el momento que adoptan mejores niveles de vida están latentes, especialmente, en toda la sociedad limeña. Pareciera que entre los miembros de un determinado sector social y económico el hecho de adquirir cierto grado de suficiencia económica significa alejarse de la idiosincrasia de sus vecinos: -¿ O será simple envidia?- por eso, escuchar la frase “se está pituqueando” tiene gran pegada en el habla cotidiana.
La situación va mucho más allá de un contenido social y cultural. Con mucha razón el caricaturista Alfredo Marcos tiene entre sus personajes a “Las viejas pitucas”. En ellas desarrolla todo un rollo y modus vivendi de señoras que se sienten como una parte diferente del país y para quienes los sectores pobres del país significan algo así como la escoria del Perú.
Repito. Creo que la palabra vienen de abajo hacia arriba. Y que más bien en este último sector lo pituco tiene otra connotación.
De hecho -y volviendo a Granados- el distrito de Los Olivos o la Ciudadela San Felipe de Comas sienten esa calidad sólo por diferenciarse en adquisición económica frente a zonas como Collique, La Balanza y La Pascana, zonas emergentes del Cono Norte compuestas en su mayoría por clases medias bajas.
Con mucha razón los auténticos
cómicos ambulantes que nos agobian con sus mensajes en las calles y los micros tomaron como rutina burlarse de todos los que en su pretensión de creerse pitucos son motivos de burla porque no llegan a esa “distinción”: “El pituco vive en Monterrico, en San Isidro, en San Borja, tiene chofer, su perro está bien bañado”, dicen en su discurso.
Pareciera que todos viven alimentando la imagen de declararse pitucos, sacrificando incluso, sus necesidades básicas. Aquí entra la cultura de los celulares.
Mucha gente se ufana de poseer celulares en un intento de demostrar estatus. Actualmente, los celulares han llegado a copar todos los sectores y hay gente que no come bien solo por el hecho de lucir uno de estos aparatitos.
Como anécdota puedo narrar que en la Conferencia Anual de Empresarios (CADE) de 1998 se descubrieron cuatro celulares que no fueron recogidos de las recepciones. Como se recordará, en la cita empresarial se prohibió el ingreso de celulares para no interrumpir la palabra de los ponentes; entonces se dejaba una contraseña en recepción para después reclamar su devolución. ¡Hubo cuatro que eran de juguete! Lógicamente, jamás fueron recogidos. Esto me lo confesó uno de los encargados de la vigilancia. Era para reírse.
Todo esto demuestra que la pituquería se asocia directamente a la capacidad económica de los diferentes sectores sociales. Claro, queda implícito que un residente en Miraflores, San Isidro, San Borja, Monterrico y otros es un pituco por naturaleza, aún cuando éste se muera de hambre.
Incluso, el adjetivo formó parte de la campaña electoral del 2001 teniendo al ex alcalde de Lima, Alberto Andrade; a la Primera Dama, Elianne Karp, y al presidente Alejandro Toledo. ¿Y por qué? Precisamente por todo lo especificado líneas arriba.
En la década de la infamia, el fujimorismo encarnó a las clasaes C y D, y aquí se enfatizó una actitud antipituca. Y tuvo relativo éxito hasta antes de todo el espejismo que se vivía, sobre todo en el segundo lustro de su gobierno.
Queda claro entonces que esta pequeña introducción encuentra asidero, teniendo en cuenta que la palabra pasó a ser parte de nuestro folclor nacional. Antes de terminar, debo confesar que por una extraña razón escucho en la radio “
La Pituca”, canción tropical de Tongo, líder de la música chicha en el país. Enamorarse de una pituca siendo de Huaycán o El Agustino resulta increíble pero cierto, aunque en realidad es digno de una hazaña si logras conquistarla.
(1) Lauer, Mirko Cuidado, usted también puede ser un pituco en La República 28/11/1999.
(2) Granados, Manuel Jesús, Los andinos y el racismo en el Perú. Lima 1998.
SIN VéRTEBRAS.
CíRCULO D.M.
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