La estación central de trenes de Utrecht tiene entradas ya conquistadas.
Petar alzaba las manos, gritaba y murmuraba, fruncía el seño y escupía al suelo. Toda la ira que tenía en ese momento se reflejaba en el grosor del tono con el que hablaba en su lengua materna: el croata. No perdona que otros hayan ocupado su sitio en una de las entradas de la estación central de Utrecht.
Petar toca el violín cuando tiene ganas y su acompañante el acordeón. Todos los días se sientan en una de las entradas de la estación central de trenes de Utrecht. O visto desde el otro lado, se sientan a la salida de la estación que da a una de las dos paradas de autobuses. Petar no pide dinero. Utiliza el estuche de su violín como bolsa recolectora de dinero. Junto a Ljubica, su novia, amiga y amante logran sacarle a sus instrumentos, música de otro tiempo y de otro lugar. Música que se oye pero a la que no hay tiempo de escuchar.
Hoy Petar está molesto. Muy molesto. Ha llegado solo 5 minutos tarde y su lugar ya está ocupado por una pareja brasileña. Él también con el violín y ella también con el acordeón. Con dificultad se podría notar la diferencia, la gente solo ve un violín y un acordeón. La pareja brasileña también discute, alza las manos y grita, dos contra Petar. Ljubica prefiere esperar a un lado.
Petar blasfema en croata, Tiao y Luana insultan en portugués. La gente, que nunca los mira y siempre va apurada no puede pasar de largo sin notar la discusión. Discuten porque el lugar que ahora Tiao y Luana ocupan para entonar sus melodías y sacar el dinero del día a día, es « el lugar » de Petar y Ljubica. Los croatas fueron los primeros y los portugueses llegaron después, mucho después. Y como llegaron después no tienen lugar fijo. Deambulan de una entrada a la otra, y siempre un poco más allá del primero que llega con su guitarra o violíon o acordeón. A veces tienen suerte cuando el que está « fijo » en una entrada no ha llegado y ellos pueden ocupar su lugar por ese día. Sino, tendrán que conformarse y colocarse a no menos de 50 metros del que esté más cercano a la entrada de la estación. Si se colocan más cerca corren el riesgo de ser insultados, molestados y hasta agredidos físicamente por los que llegaron primero.
La estación central de trenes de Utrecht es la estación más concurrida y atravesada de Holanda. Se registran diariamente más de 900 salidas de trenes y más de 160 mil pasajeros que todos los días llegan, salen o deben hacer el cambio de tren en esa ciudad. Esa estación tiene 6 ingresos, pero no en todas hay músicos ambulantes. Petar y Ljubica se ubican al lado de una de las dos paradas de autobuses. El senegalés que prefiere ser llamado Jaap toca la guitarra en la plataforma superior de la misma entrada al lado de las escaleras y a veces cerca al hall, pero no lo hace todos los días, solo los miércoles cuando el control es muy bajo. Al lado opuesto está la otra parada de autobuses y allí se ubican los holandeses Mathijs y Tim con su straatorgel (organillo de la calle, se dice que solo existe en Holanda) tres horas durante la mañana. En la tarde llega Armando un nicaragüense que toca boleros con su acordeón y a veces toca la guitarra.
La estación de Utrecht también tiene un túnel, el mismo que da acceso a las plataformas de embarque y te evita atravesar el hall principal. No es tan concurrido como las otras dos entradas, pero da lo suficiente para un buen almuerzo, comenta Marc con c, un esloveno que dice hablar muy bien el holandés pero que ahora prefiere hablar en inglés. Toca la guitarra y la melodía que le pidas por unos céntimos. Fuma todo el día y su guitarra está tan desafinada como la voz. Ahora no tiene problemas con nadie. Dice que conquistó esa entrada después de varias peleas con un árabe, no se entendían. Pero él perseveró, llegaba cinco minutos más temprano que el árabe y se convirtió en una competición, un día el árabe llegaba cinco minutos más temprano y al día siguiente el esloveno hacía lo mismo. Tanto así que hubo un día en que llegaron cerca a las 5 de mañana.
Generalmente el músico ocupa su lugar habitual entre las 6 :30 y 7 am. Si llega a las
7 :05 ha perdido sitio, y en eso coinciden los músicos.
7 :05 ha perdido sitio, y en eso coinciden los músicos.
Petar el músico croata dice que en los mejores días puedes sacar entre 80 y 100 euros, en moneditas de 10 y 50 céntimos. Un día normal como hoy a penas 30 euros que no alcanza para dos personas. Pero se puede comer algo en los fast foods. Llegar temprano es la clave de un buen día. « Aseguras tu sitio y dejas en claro a los nuevos que no estás dispuesto a dejar el sitio libre así nomás ». Y asi parece. Tiao y Luana perdieron la batalla ante el tono agresivo y casi loco de Petar, quien una vez tranquilo parece ser un abuelo bonachón. Ljubica, su mujer en cambio no ha cambiado de expresión en toda la mañana. No habla ni inglés ni holandés, solo croata, pero además no le gusta hablar con extraños y le gusta menos que una extraña hable con su marido aunque solo sea a cambio de unos centavos.
Tiao y Luana buscaran un supermercado u otra estación más pequeña tal vez la de Utrecht- Zuilen en donde trataran de alegrar el día al pasajero con su música alegre y bonita. Hace un año que llegaron a Holanda y conocen casi todas las ciudades del país las mismas que recorren de tren en tren con su violin y su acordeón. DEBAJO DE LA PLUMA. CíRCULO D. M.
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