Antes de cumplir los cuarenta empecé a recopilar todo lo que había escrito. En diferentes cuadernitos, antes de que esté de moda la computadora, anotaba pensamientos, locuras, experiencias, imaginaciones, observaciones oscuras, etc. Quizás quiera hablar ó escribir de mis cuadernitos en otra oportunidad. Ahora que estoy muriendo más rápido trato de plasmar lo que para otros podría ser interesante. A continuación un fragmento de una experiencia amorosa y material veráz, como lo es mi presencia en Ámsterdam.
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
ella tenía cincuenta (pero parecía de sesenta) y yo dieciocho
su pelo color plata
y sus grandes ojos azules
y sus manos arrugadas
su mirada intensa y mística
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
ella estaba sentada en la salas de espera del masajista chino
a mí me dolía la espalda
a ella el alma
había terminado su relación con su marido, después de treinta años de matrimonio
dejando semi huérfanos a dos: hijo e hija, mayores de edad
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
y parecía no importarnos los ojos del mundo
tomábamos café en cualquier establecimiento pensando siempre que estábamos en parís
pero no, era ámsterdam
alguna vez iremos a parís, me dijo
nunca fuimos
cappucino y un vaso de agua de caño, era nuestro alimento
ella me hablaba de su ex, de las cosas que habían hecho juntos
que no le importaba haber dejado su casa y; haberse largado sin nada
y que se sentía haber rejuvenecido y que buscaba compañía para siempre
y que se arrepentía de ser tan vieja
que ella no podría ser madre de mis hijos
que le gustaba mis ojos de gaviota y mi joroba y; mi olor a ajos
nos metíamos a comer tapas y nos olvidábamos de todo.
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
pero parecía saber menos de la vida
parecía más insegura a pesar de tener una profesión que requería cierto conocimiento introspectivo,
era psicoanalista
pero había dejado de trabajar y se dedicaba a estar enferma
y a decorar su casa, como en las revistas
seasons y
villa d' artetodo severamente ordenado y pulcro
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
y la amaba sin saber por qué lo hacía
si habían mujeres más jóvenes
pero menos interesantes
me gustaba su cuerpo atacado por el pasar del tiempo
sus pechos como higos secos y sus glúteos con celulitis
yo le decía que no me gustaba verla desnuda
mentía
ella prefería dormir desnuda, calatita
yo le decía, sin calzón me alocas, pero no enciendas la luz...
me succionaba hasta el infinito, sin decir una palabra
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
nunca vi a sus hijos, quienes eran mayores que yo
me hablaba de ellos como si yo tuviera algún tipo de responsabilidad hacia ellos
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
me decía estar segura que yo había vivido ya muchos años,
que quizás era una reencarnación de algún señor de la edad media
yo reía y a ella le gustaba que dijera excelente
esa forma única
mi voz grave le producía temor cuando decía las cosas con seriedad
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
pero nunca me compró algo
nunca me pagó por amarla
nunca le cobré, tampoco
a veces pagaba los cafés y caminábamos juntos por las calles de ámsterdam
me siento atractiva a tu lado, me decía
me siento cansado de tanto caminar, contestaba, sin ganas
después de dos años recién me invitó a su casa, que nunca me dijo que había comprado
la casa era grande y céntrica, tenía ocho habitaciones, que poco a poco,
en cada visita iba encontrando
por timidez nunca le pregunté que me enseñara su casa
la casa se fue haciendo mía, sin darme cuenta
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
una noche me dijo
porque no vienes a vivir conmigo? por qué no le dije...
y me apresuré a recoger mis maletas
una maleta realmente, pero suena pobre decir una maleta
mi única maleta que contenía mis pertenencias
un poco de ropa sucia
hasta entonces había vivido en la parte posterior de un reparador de calzado
era mi cueva, mi habitación, mi caverna, mi elemento
dónde me sentía bien
pero sobre todo mal
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
llegué a mi nueva casa y me impresioné de nuevo,
es allí donde voy a vivir,
cual es el valor de mis sueños?
o mi mudanza se convertiría en una pesadilla?
había tantas habitaciones como para albergar a un ejército
todas tenían diferente decoración
todas tenían piso de madera y muebles antiguos de color rojo
me costó sentarme en aquellos muebles hechos para gente de alcurnia
ella tenía cincuenta y yo dieciocho
viví con ella siete años
sobrevivir se podría decir
no quiero hablar más de ello
sigo viviendo en la misma casa, pero con otra mujer
© 2008, R. de López