20070215

sin vértebras


Iquique Oscuro...1907

Rucio, le decían...
por su pelo amarillento
y rostro blanquecino
sus ojos claro-oscuro
de verde se teñían
cuando en ocasiones...como aquella
se alborotaba su ser
se resquebrajaba su alma
se apretaban sus puños

el general arengaba
a sus bravos guerreros...
armados hasta los dientes
...émulos de la pasada guerra

todo controlado
de todos los ángulos
con todas las armas, prestos, listos
el enemigo en la mira
peligroso enemigo
armado...
de brazos en alto
de puños cerrados
de caras arrugadas
de bocas sin dientes
de esperanzas oscuras
de niños en brazos...llorando
y con hambre
armados de fe...de paciencia
de paciencia que no resiste
de paciencia que se acaba
y se convierte en coraje
coraje para marchar
para decir ¡basta!...
para clamar
clamar justicia, pan, salarios y vida digna

el Rucio se atreve a contestar al general...
y el bravo guerrero
de implacable uniforme ordena...
ordena disparar

cae el enemigo...
los niños ya no lloran
duermen para siempre
Iquique se oscurece
unos lloran
otros celebran... con té
whisky y galletitas


Del libro: Caminemos...talvez nos veremos después...
©2003, Pablo Garrido (segunda edición)



Nota de la redacción
El Rucio es también un personaje de la novela histórica de Pablo Garrido llamada: El dolor de ya no ser.
En la novela se narra, en los albores del siglo XX en Chile, la historia de familias obreras y los problemas que tienen que afrontar con la oligarquía capitalista.
Poco a poco van surgiendo movimientos sindicales y casi por inercia las masacres vergonzantes por parte de los poderosos empresarios extranjeros (o con apellido extranjero).
El Salitre crea pueblos, trabajo y explotación y genera guerras donde los únicos que ganan son las empresas y no los países.
Dos ángeles, uno del bien y el otro del mal aparecen en el novela, en medio de los avatares de la familia.
El Rucio es atrapado por un amor imposible pero posible. Una prostituta sería su amada y correrían la misma suerte.